8

Rui the Collector percibió la presencia de Hisoka, pero en lugar de mostrar curiosidad o miedo, simplemente lo miró con una mueca de desdén. Su expresión era fría y desafiante mientras se inclinaba con cierto desprecio y murmuraba con desdén:

—Maldito payaso —pronunció, su voz resonando con una mezcla de desagrado y furia contenida.

Hisoka se quedó paralizado por un momento, su expresión torcida en un gesto de sorpresa e interés inesperado. Había sentido la punzada de una ofensa gratuita dirigida directamente hacia él, y una sonrisa peligrosa comenzó a asomar en su rostro.

Killua, Gon, Kurapika y Leorio observaron con ojos grandes y confundidos al ver cómo Hisoka se congelaba y luego se echaba hacia atrás, como si fuera un felino listo para atacar.

Killua entrecerró los ojos, miró con intensidad al payaso y luego a Rui the Collector. —Rui, ¿por qué lo llamaste así? —murmuró, sin entender por qué había una carga tan palpable de tensión en el aire.

Gon, aunque sorprendido, se mantuvo al margen, sin saber bien qué decir. Kurapika y Leorio también miraron con cierta cautela, intercambiando miradas tensas. Parecía que el aire estaba a punto de electrificarse con una pelea que nadie esperaba.

Hisoka se acercó lentamente, su sonrisa ampliándose, y sus ojos brillando con una chispa de peligro. Sus manos se cerraron con fuerza, y dirigió su mirada penetrante hacia Rui the Collector con un tono tranquilo, pero lleno de intención:

—Oh, ¿tienes un problema conmigo, niño? —preguntó con voz suave, mientras su voz adquiría un tono casi teatral.

Rui the Collector se mantuvo de pie, sin moverse un centímetro, con una expresión que desafiaba cualquier posible confrontación. Miró hacia arriba al payaso, con una chispa de desdén en su mirada.

—Sí, lo tengo —respondió con voz baja pero firme, sin apartar la vista. — No necesito a un payaso en mi camino.

La declaración hizo que Hisoka soltara una risa baja y gutural, inclinando su cabeza hacia un lado con un gesto curioso.

—Interesante —dijo Hisoka, con un tono que oscilaba entre el humor y la gravedad. — Parece que eres más valiente de lo que parece.

Killua frunció el ceño, listo para intervenir si las cosas se ponían fuera de control. Gon, por otro lado, miraba con expresión preocupada, mientras Kurapika y Leorio estaban cada vez más alerta.

Hisoka se inclinó un poco más hacia Rui the Collector, una sonrisa siniestra aflorando más en su rostro.
—No creo que quieras desafiar a alguien como yo. —A medida que pronunció estas palabras, una chispa carmesí brilló fugazmente en sus pupilas, y un aire amenazante envolvió la atmósfera.

Rui the Collector se mantuvo en silencio, desafiante, observando al payaso con una intensidad imperturbable, como si estuviera esperando lo inevitable.

Killua respiró hondo, dispuesto a actuar si la situación se descontrolaba, mientras Kurapika y Leorio intercambiaban miradas tensas, preparados para intervenir.

Un momento de silencio pesó en el aire, con la tensión palpable. Hisoka parecía estar evaluando la posibilidad de seguir adelante o retroceder. Finalmente, sus ojos se iluminaron con una mezcla de emoción y curiosidad, y una sonrisa se curvó con satisfacción:

—Vamos a ver si tienes la habilidad de sostenerte —susurró con una voz que hizo eco del peligro latente en el aire.

Y, con una mirada penetrante, Hisoka dio un paso atrás, dejando que la atmósfera se relajara, pero no antes de lanzar una mirada de advertencia hacia Rui the Collector.

Rui mantuvo su mirada fría y desafiante, y, sin apartar los ojos, simplemente se dio media vuelta y continuó adelante con pasos ligeros, ignorando al payaso y dejando un aura imponente y temeraria a su paso.

La tensión se intensificaba, con Hisoka sonriendo de forma inquietante mientras observaba a Rui the Collector con una mezcla de diversión y desconcierto. El tono burlón de Hisoka resonaba en el aire, mientras su mirada se volvía más inquisitiva y juguetona.

Hisoka no podía dejar de reír ligeramente ante la respuesta de Rui the Collector, mientras hacía un gesto con su mano hacia el kimono y las prendas que llevaba.

—¿Un niño, dices? —preguntó, inclinando la cabeza, claramente disfrutando del momento. —Pues claro, tu apariencia no es lo que parece. Ese pelo largo y ese peinado... Muy peculiar. Además, no puedo dejar de notar esas ropas. ¿Y esos bragas? Hmmm, curioso.

Rui the Collector, manteniendo su postura desafiante, replicó con voz firme:

—Soy un niño inmortal, con más de 199,000 años de experiencia, y me gustan mis ropas, ¿te molesta? No me importa lo que pienses, payaso. ¡Y no te metas conmigo!

El tono de Rui estaba lleno de resentimiento y una clara amenaza, como si estuviera dispuesto a enfrentarse a cualquier provocación. Sin embargo, el aire seguía siendo pesado con una atmósfera de tensión palpable.

Hisoka, en lugar de sentirse intimidado, parecía disfrutar más de la interacción. Una sonrisa aún más amplia apareció en su rostro, disfrutando del juego mental.

—Vaya, parece que tienes mucha confianza para ser un niño —comentó, su tono sarcástico subiendo de tono. —Aunque, debo decir que tu actitud es... interesante.

Killua, que había estado observando en silencio, frunció el ceño. Sabía que Hisoka no era alguien con quien se pudiera jugar fácilmente, pero parecía que Rui the Collector estaba decidido a no ceder.

Gon, un poco confundido por la interacción, miró a Rui y luego a Hisoka, sin comprender completamente la dinámica. Kurapika observaba con cautela, sabiendo que cualquier cosa podría desencadenar una pelea peligrosa, especialmente con alguien tan impredecible como Hisoka.

Leorio, por otro lado, estaba claramente incómodo, pero no podía evitar sentirse un poco nervioso al ver la intensidad de la conversación.

Rui the Collector, manteniendo su actitud desafiante, se cruzó de brazos y agregó con una sonrisa torcida:

—No me importa lo que digas, Hisoka. Sé lo que soy. Ahora, ¿te vas a quedar molestando o vas a hacer algo útil?

La tensión seguía creciendo, con todos los presentes esperando que la conversación tomara un giro peligroso. Sin embargo, parecía que el payaso seguía disfrutando de la provocación, y los demás, aunque preocupados, no sabían si el enfrentamiento iba a escalar aún más.

Hisoka respiró profundamente, y su expresión cambió por un instante, como si estuviera evaluando si continuar con el juego o retirarse. Su sonrisa seguía presente, pero se podía sentir que estaba disfrutando más de lo que realmente debería.

—Bueno, bueno... No te preocupes, niña —dijo, con una sonrisa más amplia—. No te haré más preguntas. A veces, las respuestas son más divertidas que las preguntas.

Finalmente, Hisoka hizo un movimiento hacia atrás, como si decidiera que había tenido suficiente, pero su mirada seguía siendo intensa. Aunque no parecía dispuesto a entrar en combate por el momento, su presencia seguía siendo inquietante.

Killua, sin embargo, no dejó de observar a Hisoka, sin confiar del todo en sus intenciones. Gon, por su parte, parecía aliviado de que la conversación no se hubiera intensificado aún más, pero no podía dejar de sentirse desconcertado por la situación. Kurapika estaba alerta, mientras que Leorio parecía aliviado de que no se hubiera desatado una pelea.

La escena se calmaría momentáneamente, pero todos sabían que cualquier palabra equivocada podría reavivar la llama de la confrontación.

La atmósfera se mantenía cargada de tensión cuando Hisoka, con su típico comportamiento provocador y una sonrisa juguetona, se acercó aún más a Rui the Collector. Sus palabras, llenas de burla, resonaron en el aire.

—Adiós, chico afeminado —dijo Hisoka, con una sonrisa aún más amplia—. Por cierto, bonitas bragas.

Con esas palabras, se dio la vuelta y comenzó a alejarse, desvaneciéndose en la niebla del humedal de Milsy. La niebla lo rodeaba, ocultando su figura, mientras dejaba atrás una atmósfera de incomodidad y burla.

Rui the Collector, completamente enfurecido, no pudo aguantar más. Con sus ojos brillando de furia, utilizó su telequinesis para levantar varios objetos del entorno, las rocas y los árboles cercanos. No se trataba de una simple ráfaga de rabia, sino una manifestación de pura furia y poder.

Con un movimiento de su mente, Rui the Collector lanzó una serie de rocas enormes, que destrozaron el cuerpo de un monstruo cercano sin piedad. La criatura no tuvo oportunidad de reaccionar antes de ser pulverizada por los ataques, su sangre y escombros esparciéndose por el aire.

El poder de Rui se hacía evidente, y aunque su enfado parecía no tener límites, todos los presentes podían ver lo peligroso que podía llegar a ser. Sus habilidades, como la manipulación de hilos y telequinesis, lo convertían en una entidad que no debía subestimarse.

Killua, Gon, Kurapika y Leorio observaban, sorprendidos por la intensidad del ataque, mientras los monstruos del humedal retrocedían ante la ferocidad de Rui the Collector. La niebla comenzaba a disiparse por la fuerza de los movimientos de Rui, pero todos sabían que había algo mucho más grande en juego.

Gon, con una mirada preocupada, observaba a Rui the Collector mientras preguntaba en voz baja:

—¿Estás bien, Rui?

Kurapika y Leorio también estaban atentos, conscientes de que las emociones de Rui the Collector podían ser un detonante para algo mucho más peligroso si no se controlaba.

Sin embargo, Rui the Collector estaba demasiado centrado en su rabia y en la destrucción a su alrededor para notar las preocupaciones de los demás. Su mente estaba centrada en la humillación de Hisoka y en la frustración de no poder obtener lo que quería. Su enojo no se iba a calmar tan fácilmente, y cualquiera que estuviera cerca podría ser arrastrado por su furia.

—¡Maldito payaso! —gruñó, mirando hacia la niebla donde Hisoka había desaparecido—. No te voy a dejar ir tan fácilmente.

Killua suspiró y se acercó a Rui the Collector, con cierto nivel de respeto por el poder que acababa de mostrar, pero también con la conciencia de que esa rabia podría ser peligrosa. No era algo con lo que estuviera dispuesto a lidiar sin precauciones.

—Deberías calmarte un poco —dijo Killua, con una mirada seria—. Este lugar no es seguro si te sigues descontrolando.

Rui the Collector, aún furioso, no respondió. Su mirada estaba fija en el horizonte, donde la niebla había comenzado a disiparse, y los ecos de su enfrentamiento con Hisoka quedaban atrás. Sin embargo, sabía que las cosas no terminarían ahí. El payaso seguramente regresaría, y Rui the Collector no iba a dejar que se saliera con la suya.

Los demás, aunque inquietos, decidieron no presionar más a Rui, sabiendo que en ese momento lo único que necesitaba era tiempo para calmar su mente. Sin embargo, el peligro estaba lejos de disiparse, y todos eran conscientes de que los eventos que seguirían podrían llevarlos a una confrontación aún más grande.

La atmósfera seguía siendo tensa mientras Rui the Collector observaba con intensidad la niebla que se disipaba poco a poco. La rabia que sentía aún lo recorría, pero poco a poco, comenzó a calmarse, al menos lo suficiente para que los demás pudieran acercarse con un poco de cautela. Gon, aunque preocupado, decidió no presionar demasiado.

Killua, siendo consciente de que Rui the Collector era una fuerza que no debía subestimarse, optó por hacer una observación práctica.

—No deberíamos quedarnos mucho tiempo aquí, con esos monstruos alrededor —dijo Killua con tono serio—. Vamos, el examen no está esperando.

Kurapika, quien había estado observando en silencio, asintió, sus ojos reflejando la misma preocupación. Aunque no era tan cercano a Rui the Collector, entendía el peligro que representaba. No solo por el poder que tenía, sino por la confusión y los conflictos internos que lo atormentaban.

Leorio, aunque menos reflexivo que los demás, también comenzó a moverse, sugiriendo que continuaran hacia la siguiente fase del examen, pero con cautela.

Sin embargo, justo cuando el grupo comenzaba a reorganizarse para seguir avanzando, Rui the Collector sintió una presencia familiar acercándose a través de la niebla. Un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta de quién estaba cerca.

Un portal comenzó a abrirse, esta vez más grande y oscuro que los anteriores, y de él surgieron los Archivistas, los hermanos de Rui the Collector. La figura más destacada fue el hermano mayor de Rui, con su aire autoritario y una expresión fría.

Archivista, con voz fría, dijo:

—Has cometido un error, Rui the Collector. Escaparte de nosotros no fue una buena decisión. Esta vez, no habrá piedad.

Rui the Collector sintió la furia crecer en su interior de nuevo. Sus hermanos eran una constante fuente de conflicto, y ahora no solo tenía que enfrentarse a ellos, sino también a las consecuencias de sus propios actos. La situación era complicada: estaba en un mundo ajeno, rodeado de nuevos aliados, pero también con viejos enemigos al acecho.

Gon, Killua, Kurapika y Leorio se pusieron a la defensiva, dándose cuenta de que la situación estaba por volverse mucho más peligrosa. Los Archivistas no eran algo a lo que se pudiera enfrentar sin estar preparados.

—¿Quiénes son ellos? —preguntó Gon, con una mezcla de confusión y curiosidad.

Kurapika frunció el ceño, reconociendo la gravedad de la situación.

—Son los hermanos de Rui the Collector. Parece que no se llevan bien.

Leorio resopló, tomando una postura defensiva.

—Esto no suena nada bien.

Mientras tanto, Rui the Collector estaba listo para enfrentarse a sus hermanos. Sabía que, aunque su poder era formidable, necesitaba algo más que solo rabia para derrotarlos. No podía dejar que su ira lo cegara, pero la presencia de los Archivistas lo hacía perder parte de su autocontrol.

Archivista observó a los demás con desdén, como si ya supiera que Rui había hecho aliados.

—No importa cuántos amigos consigas, Rui, esta será la última vez que nos desafíes. Los Archivistas no perdonan.

A medida que la tensión aumentaba, la niebla de los humedales se volvía más espesa, y el viento parecía cargar con una amenaza inminente. Los Archivistas no solo buscaban vencer a Rui the Collector, sino también demostrar que no había escape de su destino.

Rui the Collector, aunque herido y desgastado por las batallas pasadas, no iba a retroceder. Alzando la mano, sus hilos comenzaron a danzar en el aire, y su energía se acumuló para un ataque devastador.

—Esta vez, será diferente —dijo con una voz más fría, mirando a sus hermanos.

La batalla estaba por comenzar, y todo parecía indicar que las consecuencias serían aún más graves de lo que Rui the Collector había anticipado.

La batalla entre Rui the Collector y los Archivistas continuó siendo una confrontación llena de frustración y rabia. Rui intentaba mantenerse firme, aunque sabía que sus hermanos tenían una ventaja estratégica. Los Archivistas, con su poder superior, no solo lo humillaban con sus habilidades, sino también con sus constantes burlas.

—¿Pensaste que podrías escaparte, Rui? —dijo uno de los Archivistas, mientras lanzaba un golpe que lo hizo tambalear hacia atrás. —Eres tan ingenuo, hermano. Este mundo será tu prisión, y no hay forma de que salgas.

Mientras Rui the Collector trataba de levantarse, un segundo Archivista lo miró con desdén.

Rui the Collector, ¿el niño que pensó que podría cambiar su destino? —se rió. —Tu poder es impresionante, pero sigue siendo insignificante ante los verdaderos Archivistas.

La humillación era palpable. Rui no solo estaba siendo derrotado físicamente, sino también psicológicamente, y cada palabra de sus hermanos lo desgarraba un poco más. Sin embargo, Rui the Collector no estaba dispuesto a rendirse sin pelear, pero su frustración era evidente.

—¡MALDITOS HERMANOS! —gritó Rui, su voz llena de ira y desesperación mientras levantaba su mano con la intención de atacar. Pero, antes de que pudiera lanzar su siguiente ofensiva, los Archivistas ya estaban preparándose para desaparecer.

Con una sonrisa burlona, uno de los Archivistas dijo:

—Este mundo te quedará como un recuerdo, Rui the Collector. Pero no te preocupes, dentro de mil años regresaremos para ver cómo has cambiado.

Antes de que Rui pudiera reaccionar, los Archivistas abrieron un portal de oscuridad que lo tragó junto con ellos. Se desvanecieron en una ráfaga de risa burlona, dejando a Rui the Collector en un vacío de impotencia.

Mientras todo esto ocurría, Gon, Killua, Kurapika, y Leorio continuaron avanzando en el examen, sin saber realmente lo que sucedía a su alrededor. La atmósfera estaba tensa, pero el sonido de las risas de los Archivistas retumbó en la mente de Rui.

Rui the Collector, de rodillas en el suelo, se quedó mirando al vacío donde sus hermanos desaparecieron, sintiendo la pesada carga de la derrota. Su mente estaba llena de rabia, pero también de incertidumbre. Estaba atrapado, no solo en un mundo desconocido, sino en un ciclo que parecía no tener fin.

—¡No me detendré aquí! —murmuró entre dientes, levantándose con dificultad. —Volveré. Encontraré una forma de derrotarlos. No importa lo que cueste.

Aunque había perdido la batalla, Rui the Collector sabía que esta era solo una pequeña parte de su larga y dolorosa lucha. Con el poder de los Archivistas acechando en las sombras, su futuro seguía incierto, pero su determinación no había disminuido.

Los participantes del examen habían escuchado el grito de Rui y sabían que algo grave había sucedido, pero cada uno continuó con su propia misión. Ninguno de ellos sabía con certeza que la batalla interna de Rui the Collector apenas comenzaba, y que su enfrentamiento con sus hermanos sería solo un preludio de los oscuros eventos que se avecinaban.

Rui the Collector miró hacia el horizonte, decidido a seguir adelante.

Rui the Collector, aún con la tristeza y la ira en su corazón por la derrota, avanzaba a toda velocidad, ignorando todo a su alrededor mientras intentaba superar el dolor de haber sido nuevamente humillado por sus hermanos. El eco de sus gritos resonaba en su mente mientras se dirigía al lugar del segundo juicio, decidido a seguir adelante y enfrentar el desafío del examen sin importar las adversidades.

Rui the Collector había llegado a la Reserva Forestal de Visca en un tiempo increíblemente corto, su velocidad siendo mucho más avanzada que la de cualquier otro participante. Sin embargo, su llegada no fue tan perfecta como esperaba. Al ir a una velocidad superior, Rui chocó violentamente contra una roca enorme que había sido colocada en su camino. El impacto fue devastador, haciendo que la roca se rompiera en pedazos y Rui cayera al suelo, su cuerpo atravesando el polvo y escombros.

Sin embargo, como era de esperar de alguien de su poder, sus heridas comenzaron a curarse casi al instante. En segundos, estaba de pie de nuevo, completamente reparado. El dolor fue solo momentáneo, pero su furia aún permanecía.

—¿Quién puso esa maldita roca en mi camino? —gritó, su voz llena de enojo y frustración, mientras miraba alrededor buscando al responsable de la trampa.

Los demás participantes, sorprendidos por la rapidez de su llegada y la intensidad del choque, observaron con asombro cómo Rui the Collector se levantaba como si nada hubiera pasado. La rapidez con la que había llegado era casi inhumana, sorprendiendo a todos los que estaban presentes.

—¿Qué clase de habilidad es esa? —murmuró Leorio, mirando a Rui con una mezcla de admiración y cautela.

Killua lo observaba fijamente, evaluando cada movimiento de Rui con su mente ágil. —Es más rápido que cualquier cosa que haya visto antes.

Gon, por su parte, sonrió, pensando que Rui the Collector había sobrepasado las expectativas del examen, pero también notaba la tensión en el aire. Rui no solo era rápido, sino que su presencia parecía cargada de una energía oscura y peligrosa.

Mientras los demás comenzaban a reaccionar a lo sucedido, Rui se dirigió al grupo, sin mirar a nadie en particular, sus pensamientos aún centrados en sus hermanos y en la batalla que tenía que librar. Había pasado mucho tiempo buscando respuestas y poder, y aunque el examen de cazador era una prioridad para él, su objetivo final seguía siendo el enfrentamiento con sus hermanos y su venganza.

—Voy a ganar este maldito examen, pero no se equivoquen, esto no es más que una distracción. Mi verdadera lucha está en otro lugar —pensó Rui the Collector mientras avanzaba hacia la siguiente fase del examen, ignorando a los demás participantes.

Los demás, aunque intrigados, decidieron seguir adelante con la competencia, aunque sabían que Rui no solo estaba participando por ser un cazador, sino que había algo mucho más grande en juego para él. Los murmullos entre los participantes continuaron, pero la mirada de Rui era clara: estaba dispuesto a todo para alcanzar su objetivo, sin importar el costo.

El ambiente se tensó aún más mientras todos se adentraban en la siguiente fase del examen, sabiendo que la verdadera prueba para todos, incluida Rui the Collector, estaba apenas comenzando.

Mientras los participantes seguían observando con curiosidad y algo de temor a Rui the Collector, este, sin previo aviso, extendió su mano hacia el aire. Un portal oscuro se abrió frente a él, irradiando una energía mística. Los participantes se quedaron inmóviles, incapaces de apartar la vista mientras Rui metía la mano dentro del portal y sacaba una botella de vino, con un diseño antiguo y una etiqueta que indicaba que había sido embotellado en 1889.

Con total tranquilidad, Rui quitó el corcho con un simple movimiento de su dedo, usando telequinesis. Luego, llevó la botella a sus labios y tomó un largo trago, ignorando completamente las miradas atónitas a su alrededor.

—Esto es lo que necesito ahora —dijo con voz calmada, aunque algo sombría—. Más de 99 botellas para sentirme realmente borracho, pero con una de estas es suficiente para relajarme... al menos por ahora.

Los participantes lo observaban en silencio, algunos impresionados, otros confundidos. Incluso Killua, quien rara vez mostraba emociones sorprendidas, alzó una ceja.

—¿Acaba de sacar vino de un portal? —murmuró Leorio, boquiabierto.

—¿Y dijo que necesita 99 botellas para emborracharse? ¿Qué clase de resistencia tiene? —agregó Kurapika, entre incrédulo y fascinado.

Gon, por su parte, miraba a Rui con ojos grandes y llenos de curiosidad. —¡Eso es asombroso! Pero, Rui, ¿es realmente necesario beber durante el examen?

Rui no respondió de inmediato. Dio otro sorbo a la botella, disfrutando del sabor añejo del vino. Luego, alzó la mirada, con una expresión que combinaba arrogancia y melancolía.

—Cuando tienes... 199,000 años, necesitas algo más que agua para calmar tus pensamientos. Este vino... me recuerda tiempos menos... complicados —dijo con un leve suspiro antes de tomar otro trago.

Hisoka, que había estado observando desde las sombras, sonrió de manera inquietante. —Interesante chico... o lo que sea que sea. Me gusta su estilo. Aunque creo que me gustaría más cuando llegue a las 99 botellas —se dijo a sí mismo, mientras su lengua rozaba sus labios con una expresión de deleite.

Los participantes comenzaron a murmurar entre ellos, pero ninguno se atrevió a acercarse a Rui, quien continuó disfrutando de su bebida. Su presencia, aunque elegante, irradiaba un aura peligrosa que disuadía a cualquiera de intentar algo.

Finalmente, Rui the Collector terminó la botella, arrojándola al suelo, donde esta desapareció antes de tocar la tierra, absorbida por un pequeño portal que se cerró al instante. Con un movimiento fluido, Rui giró hacia el grupo.

—Ya terminé. Sigamos con este aburrido examen. No me hagan perder más el tiempo —dijo, avanzando hacia la siguiente fase con pasos decididos, dejando atrás a los atónitos participantes que seguían tratando de procesar lo que acababan de presenciar.

Cuando los examinados llegaron al área de la segunda fase del examen, Menchi y Buhara, los supervisores cazadores gourmet, explicaron las reglas de la prueba.

—Para pasar esta fase, deben cocinar un cerdo asado entero —declaró Buhara, sonriendo mientras se acariciaba la barriga—. Pero no cualquier cerdo... ¡deben capturar y cocinar al cerdo más peligroso del mundo, el Gran Cerdo de los Humedales!

El anuncio dejó a muchos examinados en un estado de pánico y confusión. El Gran Cerdo de los Humedales era una criatura temida, conocida por su tamaño colosal y su agresividad.

Mientras los murmullos de preocupación llenaban el lugar, Rui the Collector, con una expresión de desdén, sacó un libro que apareció mágicamente en su mano. Era un libro de recetas de Sanji, el renombrado cocinero de One Piece.

—Interesante... parece que esto podría ser un desafío —dijo Rui, abriendo el libro con calma. Mientras los demás examinados parecían aterrados ante la idea de enfrentarse al cerdo, Rui comenzó a hojear las páginas, buscando una receta adecuada.

Killua, que lo estaba observando, no pudo evitar arquear una ceja. —¿De dónde sacaste ese libro? ¿Y quién demonios es Sanji?

—Sanji es un maestro en la cocina, alguien con habilidades que incluso tú no podrías imaginar —respondió Rui, sin levantar la vista del libro—. Si voy a cocinar algo, será digno de una obra maestra culinaria.

Gon, fascinado, se acercó. —¡Wow, Rui! ¿De verdad sabes cocinar?

Rui asintió con una sonrisa confiada. —Por supuesto. No me subestimes, niño. He tenido más de 199,000 años para perfeccionar mis habilidades en todo, incluida la cocina. Este cerdo será como un juguete para mí.

Mientras tanto, Menchi, que observaba desde un lado, arqueó una ceja al escuchar la conversación de Rui. —¿Un libro de recetas? ¿Eso te ayudará contra el cerdo más peligroso del mundo?

Rui cerró el libro de golpe y se lo guardó en su portal personal. —No necesito ayuda, pero si voy a hacer algo, lo haré bien.

Con un movimiento fluido, Rui the Collector comenzó a caminar hacia el bosque, su kimono ondeando detrás de él, mientras su cabello largo, que parecía patas de araña, brillaba bajo la luz del sol.

—Les demostraré cómo se hace —dijo Rui antes de desaparecer en la espesura del bosque.

Hisoka, que seguía en las sombras, observó con una sonrisa intrigada. —Ese chico... cada vez se pone más interesante. ¿Será tan bueno como presume?

Los demás examinados, aunque nerviosos, comenzaron a seguir las instrucciones, mientras Rui ya planeaba su estrategia con la ayuda de su peculiar combinación de habilidades, conocimiento y un toque de dramatismo.

Rui the Collector avanzó por el bosque hasta encontrarse con el Gran Cerdo de los Humedales, una criatura monstruosa de proporciones descomunales. Su tamaño era tal que las ramas de los árboles se quebraban con cada uno de sus movimientos, y sus colmillos afilados brillaban amenazadoramente.

El cerdo emitió un gruñido profundo y cargó contra Rui, intentando aplastarlo con su peso colosal. Sin embargo, Rui permaneció inmóvil, con una calma inquietante. Con un movimiento elegante, extendió su mano, y una katana única, hecha de carne y patrones ondulados como los de Kokushibo, apareció en su agarre. Su hoja brillaba con un aura oscura y rojiza.

—Eres impresionante, cerdo... pero yo soy superior —dijo Rui con una sonrisa confiada.

Cuando el cerdo se abalanzó, Rui dio un salto hacia adelante con una velocidad impresionante, sus movimientos fluidos y calculados. En un instante, con un solo corte de su katana, separó la cabeza del cerdo de su cuerpo. La criatura cayó al suelo con un estruendo que hizo temblar la tierra, dejando a los pájaros del bosque huir aterrados.

En ese momento, Gon, Killua, Kurapika y Leorio llegaron al lugar, jadeando tras correr para alcanzarlo. Se detuvieron en seco al ver la escena: el cuerpo inmenso del cerdo yacía inerte, mientras Rui limpiaba su katana con un gesto tranquilo.

—¡Rui! —exclamó Gon—. ¿Ya lo derrotaste?

Killua observó el cadáver del cerdo con incredulidad. —¿Cómo demonios hiciste eso tan rápido?

Kurapika se cruzó de brazos, analizando la situación. —Parece que Rui no solo es rápido, sino también extremadamente hábil en el combate.

Leorio, aunque impresionado, frunció el ceño. —¿Y cómo vamos a cocinar algo tan grande ahora?

Rui se volvió hacia ellos, guardando su katana en el portal que siempre llevaba consigo. —Eso no será problema. Dejen el resto a mí.

Con un movimiento de su mano, utilizó su telequinesis para elevar el cuerpo del cerdo y, con precisión quirúrgica, comenzó a desmembrarlo en partes manejables. Luego, encendió un fuego utilizando ramas cercanas y preparó un asador improvisado, como si fuera una tarea cotidiana.

—¡Esto es increíble! —dijo Gon, mirando cómo Rui trabajaba con habilidad y rapidez.

Mientras tanto, Hisoka, que había estado observando desde las sombras, dejó escapar una risita. —Ese chico es todo un espectáculo... Me pregunto qué más secretos guarda.

En pocos minutos, Rui había convertido al temido Gran Cerdo de los Humedales en una comida lista para cocinar, dejando a los demás examinados sorprendidos y fascinados. Menchi y Buhara, que habían estado vigilando, no pudieron evitar impresionarse.

—Ese niño tiene talento —comentó Menchi, con una sonrisa.

—¡Pero quiero probarlo! —exclamó Buhara, salivando ante la vista del cerdo listo para ser asado.

Con el grupo unido y trabajando juntos, Rui demostró que su combinación de habilidades y experiencia era más que suficiente para superar cualquier desafío que el examen pudiera presentar.

Rui the Collector comenzó a trabajar con rapidez y destreza, cortando partes del cerdo con precisión mientras encendía un fuego adecuado para asar la carne. Su rostro mostraba concentración, y sus movimientos eran calculados como si estuviera realizando un arte en lugar de cocinar.

De su portal dimensional, sacó un conjunto de especias y una selección de ingredientes que parecían sacados de una cocina gourmet. Entre ellos había chiles de distintos colores, botellas de ketchup y mostaza, pimienta fresca, salsa de chile, sal de mar y una botella de vino de calidad.

—Vamos a crear algo que ninguno de ustedes olvidará —dijo Rui con confianza, mientras mezclaba los ingredientes en un cuenco grande.

Killua se acercó curioso, viendo cómo Rui trabajaba. —¿Qué estás haciendo exactamente?

—Una salsa especial —respondió Rui, sin apartar la vista de la mezcla—. Será picante, con un toque ácido y dulce, y un final ahumado gracias al vino.

Gon, emocionado por ayudar, tomó una cuchara y comenzó a revolver la salsa bajo la supervisión de Rui. Kurapika se encargó de marinar la carne con la salsa, asegurándose de que cada pieza estuviera bien cubierta. Mientras tanto, Leorio cortaba vegetales que Rui había sacado de su portal, preparando guarniciones para acompañar el asado.

—¡Esto huele increíble! —exclamó Gon, mientras la salsa comenzaba a burbujear en una olla sobre el fuego.

Killua, aunque impresionado, no perdió la oportunidad de bromear. —Si esto sabe tan bien como huele, tal vez empiece a respetarte un poco más, Rui.

Rui esbozó una sonrisa sarcástica. —¿Solo un poco? No te preocupes, Killua. Después de probar esto, me agradecerás por el resto de tu vida.

Menchi y Buhara observaban desde la distancia, claramente intrigados. Menchi, que siempre era crítica con la cocina de los examinados, arqueó una ceja. —Ese chico sabe lo que hace.

—¡Estoy hambriento! —gruñó Buhara, frotándose el estómago—. ¡Espero que termine pronto!

Cuando las primeras piezas del cerdo estuvieron listas, Rui las sirvió con cuidado en platos improvisados hechos con hojas grandes. Colocó un poco de la salsa especial encima y decoró con los vegetales asados que Leorio había preparado.

—Aquí tienen. Prueben y díganme qué les parece —dijo Rui, pasando los platos a sus amigos y luego a los supervisores.

Gon, Killua, Kurapika y Leorio tomaron un bocado al unísono, y sus ojos se iluminaron al instante.

—¡Esto está delicioso! —gritó Gon, con una sonrisa de oreja a oreja.

Killua, mientras seguía comiendo, murmuró: —De acuerdo, Rui. Tal vez te respete más que solo un poco.

Kurapika, que rara vez mostraba emociones fuertes, asintió con aprobación. —Tienes talento, Rui. Esto está perfectamente equilibrado.

Leorio, con la boca llena, simplemente levantó el pulgar en señal de aprobación.

Incluso Menchi y Buhara quedaron impresionados tras probar el platillo. Menchi sonrió por primera vez. —Esto no solo cumple con los estándares del examen, los supera por mucho.

—¡Dame más! —rugió Buhara, ya pidiendo una segunda ración.

Con el cerdo asado y la salsa especial, Rui the Collector no solo demostró ser un excelente cocinero, sino que también logró unir al grupo y dejar una fuerte impresión en los supervisores y los demás participantes.

Mientras los demás participantes entregaban sus respectivas carnes de cerdo asado, Rui the Collector observaba desde un costado con una mezcla de curiosidad y desdén.

—Esto parece un festival de principiantes —murmuró, sacando un pequeño portal dimensional frente a él.

De allí, sacó un paquete de cervezas, un total de nueve botellas brillando a la luz del día. Las sostuvo con una mano mientras abría una de ellas con un movimiento casual y comenzó a beber.

Killua, que estaba cerca, arqueó una ceja. —¿Otra vez vas a beber? ¿Cuántas de esas necesitas para sentir algo?

Rui lo miró con calma y, tras darle un largo trago a la cerveza, respondió: —Con estas no es suficiente. Tal vez necesite unas cien para empezar a sentirme mareado. Aunque prefiero el vino, esto es un buen cambio.

Gon, siempre curioso, se acercó. —¿De dónde sacas todas esas cosas, Rui?

—Un buen coleccionista siempre está preparado —dijo Rui con una sonrisa ligeramente arrogante, sacudiendo la botella en el aire antes de dar otro sorbo.

Kurapika, observando desde la distancia, suspiró. —Deberíamos concentrarnos en el examen, no en beber alcohol.

Leorio, sin embargo, parecía intrigado. —Oye, Rui, ¿no tendrás una para mí? Después de todo esto, me vendría bien un descanso.

Rui le lanzó una botella sin siquiera mirarlo, y Leorio la atrapó con torpeza.

—Con moderación, viejo —dijo Rui con una sonrisa burlona.

Menchi y Buhara, que supervisaban, también notaron la escena. Menchi, con un ceño fruncido, dijo: —Espero que esté tan concentrado en el examen como lo está en beber.

Buhara, mientras seguía devorando su porción de cerdo, rió entre dientes. —Ese chico tiene estilo. Pero, Menchi, admitámoslo, ¡hizo el mejor platillo!

Los otros participantes, al ver la tranquilidad y confianza de Rui mientras bebía, sintieron una mezcla de admiración y desconcierto. Rui, sin preocuparse por las miradas, continuó disfrutando de su cerveza mientras analizaba a los demás con ojos calculadores.

Mientras Menchi explicaba el siguiente desafío de preparar sushi, los examinados comenzaron a entrar en pánico al darse cuenta de que nadie tenía idea de qué era o cómo hacerlo. La tensión se apoderó del ambiente. Sin embargo, justo en ese momento, Rui the Collector, sentado al costado, completamente borracho tras haberse bebido 100 botellas de cerveza, se levantó tambaleándose.

—¡Ja! ¡Sushi! —exclamó con voz algo arrastrada—. ¡Eso es pan comido para mí! Pero necesito... ¿cuánto dije?... ¡Nueve minutos! —Se desplomó sobre el suelo, riéndose y hablando incoherencias.

Killua lo miró incrédulo. —¿De verdad te pusiste borracho ahora, justo en medio del examen?

Gon, siempre optimista, intentó ayudarlo. —¿Rui, estás bien? ¿Qué necesitas para recuperarte?

Rui levantó un dedo mientras estaba tirado en el suelo. —¡Solo... nueve minutos! El alcohol... ¡no es rival para mí!

Kurapika cruzó los brazos, claramente molesto. —Esto es un examen serio. No entiendo cómo alguien puede tomárselo tan a la ligera.

Leorio, en cambio, parecía más interesado en los efectos de la recuperación de Rui. —Espera, ¿dijiste que solo necesitas nueve minutos para quitarte la borrachera? ¿Cómo demonios funciona eso?

Rui se incorporó con un movimiento sorprendentemente ágil, aunque aún tambaleante, y señaló un reloj imaginario en su muñeca. —Es un don, querido Leorio. Mi metabolismo es... ¡perfecto! Solo espera y verás.

Mientras tanto, Menchi, que observaba toda la escena, frunció el ceño. —Espero que esta actuación no sea una excusa para evitar cocinar. O demuestras tu habilidad, o estás fuera.

Rui, entre risas y tropiezos, respondió: —¡Sushi, eh! Lo haré... pero después de que pasen... ¿cuánto tiempo queda? —Se miró de nuevo la "muñeca" y murmuró—. ¿Ocho minutos? ¡Perfecto!

El resto de los participantes, que ya estaban estresados por no saber qué hacer, miraban a Rui con expresiones que iban desde la incredulidad hasta el desconcierto.

—¡Eso no tiene ningún sentido! —gritó un participante desde el fondo.

Pero Rui simplemente se recostó contra una roca y dijo, sonriendo: —Solo esperen... y aprendan del mejor.

La espera de los "nueve minutos" se convirtió en un espectáculo en sí mismo mientras todos se preparaban para enfrentar el desafío.

Rui the Collector, completamente recuperado después de los nueve minutos, se levantó con una sonrisa confiada. Caminó hacia un río cercano, ignorando las miradas curiosas de los demás participantes. Con un gesto fluido, extendió sus manos hacia el agua.

Sus dedos, al igual que los tentáculos de una criatura del abismo, comenzaron a volverse negros, y líneas rojas comenzaron a alargarse por sus brazos como si fueran tentáculos. La energía oscura que emanaba de su cuerpo era palpable, casi tangible en el aire. Sin decir una palabra, Rui utilizó sus habilidades, haciendo que los tentáculos de energía oscura se hundieran en el agua.

Los peces, incapaces de escapar, comenzaron a moverse erráticamente antes de ser arrastrados hacia los tentáculos, donde fueron fatalmente perforados y atrapados. En segundos, el río fue invadido por una oleada de cadáveres de peces flotando hacia la orilla.

Gon, Killua, Kurapika, y Leorio observaron asombrados desde la orilla, sin comprender completamente el poder de Rui.

Gon, con una mezcla de admiración y miedo, dijo: —¡Eso fue increíble, Rui! ¿Cómo hiciste eso?

Rui the Collector, con una expresión calmada y casi indiferente, respondió: —Solo una pequeña demostración de lo que puedo hacer. La naturaleza tiene sus leyes, y yo las... adapto a mi favor.

Killua, siempre intrigado por las habilidades de los demás, levantó una ceja. —Eso no es normal... ¿es parte de tu poder de manipulación de hilos o algo más?

Kurapika observó con cautela, como si intentara entender el origen de esa habilidad tan extraña. —Es un poder que no he visto antes. Y parece tener efectos... muy peligrosos.

Rui, con una ligera sonrisa en los labios, se encogió de hombros. —Lo que hago con mi poder depende de la situación. Si necesito actuar rápido, esta es la forma más eficiente.

Leorio, visiblemente preocupado, frunció el ceño. —Eso está bien, pero no creo que debas usarlo sin control. ¡Podrías causar un desastre en cualquier momento!

Rui ignoró sus palabras y observó el río, donde los peces atrapados ahora flotaban inertes. Con un gesto, los tentáculos se retiraron y regresaron a su cuerpo, dejando atrás un silencio pesado.

Menchi, que había estado observando desde lejos, parecía impresionada, pero al mismo tiempo, desconcertada por la violencia de la demostración. —Eso... es más de lo que esperaba. ¿Es realmente necesario usar ese tipo de poder aquí?

Rui, ahora con un aire más sereno y controlado, regresó a la orilla. —A veces, la violencia es necesaria. En el mundo de un cazador, uno debe estar preparado para todo, ¿no es así?

El ambiente en el campamento se volvió tenso, con los otros participantes observando a Rui, conscientes de que el poder de este ser era mucho más grande y aterrador de lo que habían imaginado al principio.

La fase de cocina podría haber terminado, pero lo que estaba por venir podría ser aún más peligroso.

Rui the Collector, con una mirada decidida y un aire confiado, retrocedió y se preparó para la tarea en la que debía enfrentarse: buscar los "Huevos de los Sueños" en las telarañas del barranco. Aunque la prueba parecía simple para muchos, Rui sabía que la clave era el momento exacto para saltar y aprovechar la corriente ascendente, un truco que requería una gran precisión.

Rui observó la telaraña que se extendía frente a ella, los huevos colgando de ella como un trofeo deseado. Con un movimiento rápido y calculado, saltó hacia el barranco, desplegando sus habilidades para calcular el tiempo exacto en el que la corriente ascendente la llevaría hacia los huevos. Atrapan 9 huevos en su salto, asegurándose de que su agarre fuera firme y eficaz.

Gon, Killua, Kurapika y Leorio observaban desde abajo, atentos a la destreza de Rui. Gon se sintió impresionado por la habilidad de Rui, mientras que Killua, como siempre, parecía fascinado por la velocidad y precisión con la que se movía.

Pero en medio de su salto, un pequeño desliz ocurrió. Uno de los huevos, al parecer, fue atrapado con demasiada fuerza y cayó de sus manos, golpeando su cabeza al caer.

Rui the Collector maldijo en voz baja, tocándose la cabeza con frustración mientras veía el huevo roto en el suelo. —Maldita sea...

Menchi, que estaba observando la prueba desde la distancia, se acercó un poco más, sin ocultar su sorpresa ante la habilidad y la rapidez de Rui, aunque también algo preocupada por el incidente. —Parece que la perfección no siempre está al alcance de todos.

Los demás solicitantes, que habían comenzado a recolectar los huevos y seguir la corriente ascendente, miraron con asombro cómo Rui reaccionaba a la situación. La caída del huevo no parecía haber afectado su confianza en absoluto. Con un suspiro, Rui se giró para regresar a la plataforma donde los demás participantes seguían luchando por alcanzar los huevos.

Gon le lanzó una sonrisa y le dijo: —¡No te preocupes, Rui! El siguiente salto será perfecto.

Rui the Collector, con una leve sonrisa en su rostro, asintió lentamente. —Eso espero. Esta prueba no es solo para demostrar destreza, también para saber cómo enfrentar lo inesperado.

La prueba continuó, y los participantes que quedaban comenzaban a comprender lo que significaba realmente ser un cazador. La determinación era clave, pero también lo era la capacidad de adaptarse a los desafíos, incluso si no todo salía según lo planeado.

El examen estaba lejos de terminar, y Rui sabía que este no sería su único obstáculo.

Rui the Collector, con una calma impresionante, tomó el huevo de águila crudo en sus manos. Sin perder tiempo, utilizó su garra larga y afilada, que se alargaba como un tentáculo, para romper la cáscara del huevo con destreza. A medida que la cáscara se desintegraba, Rui no mostró ni un atisbo de asco, como si ya estuviera acostumbrado a la crudeza del momento. Sin dudar, se llevó el huevo a la boca y lo devoró de un solo trago.

Los demás participantes observaban en silencio, sorprendidos por la indiferencia con la que Rui consumía el huevo crudo. Gon, Killua, Kurapika y Leorio se quedaron boquiabiertos al ver cómo Rui, aparentemente sin esfuerzo, comenzó a recuperarse de las heridas que había sufrido a manos de su hermano Archivista en los humedales de Milsy. Las heridas, que antes eran visibles y sangrientas, empezaron a cerrarse rápidamente, y su piel comenzó a sanar en cuestión de segundos.

Rui, al terminar el huevo, respiró profundamente, como si el alimento le hubiera dado más que solo nutrición. La curación era instantánea, un poder que parecía sobrepasar cualquier explicación lógica.

Kurapika observó, intrigado, mientras le preguntaba a Gon: —¿Cómo es posible que se recupere tan rápido de esas heridas?

Gon, aún asombrado, respondió: —No tengo idea, pero... ¡es increíble! Nunca había visto algo así.

Leorio no pudo evitar mirar a Rui con una mezcla de fascinación y preocupación. —¿Qué tipo de poder es ese? Es... impresionante.

Mientras tanto, Killua simplemente observó, manteniendo su característica calma, pero con una ligera sonrisa. —No está mal para un tipo tan raro. Pero creo que está lejos de ser invencible.

Rui the Collector, sintiendo las energías renovadas que corrían a través de su cuerpo, levantó la mirada hacia los otros participantes. Sin un cambio notable en su expresión, habló en un tono tranquilo: —Este examen es solo un pequeño obstáculo para lo que está por venir. La verdadera batalla está en otro nivel.

Aunque su tono era grave, los demás no pudieron evitar notar la seguridad en su voz. La recuperación de sus heridas no solo había sido física, sino también emocional. Rui estaba listo para lo que viniera, y con su poder, nadie podría detenerlo fácilmente.

Los participantes y el presidente Netero observaban en silencio mientras Rui the Collector se levantaba, su mirada fija y seria. Los detalles de su naturaleza comenzaron a hacerse más claros: una mezcla de entidad inmortal y demonio, cuyo poder y habilidades superaban cualquier expectativa. El hecho de que necesitara carne cruda o cualquier otra cosa cruda para alimentarse era solo una faceta de su extraña y oscura existencia.

Gon miró a Rui, preocupado, pero también con una gran curiosidad, preguntándose cómo alguien con tal poder podía necesitar un sustento tan brutal. Killua, como siempre, observó con interés, sabiendo que había mucho más en Rui de lo que parecía a simple vista. Kurapika tenía una mirada crítica, pensando en las posibles implicaciones de tener a alguien como Rui en el examen, y Leorio se sentía incómodo, sin saber cómo reaccionar ante la escena.

El presidente Netero no parecía sorprendido por la naturaleza de Rui. Era conocido por haber enfrentado y estudiado seres de diferentes tipos, y la presencia de Rui solo aumentaba su interés en los solicitantes. Sin embargo, no podía ignorar el hecho de que Rui no era un simple humano, y su poder era algo que podría alterar el curso de cualquier examen.

Netero, observando con calma, dijo: —Interesante... La fuerza y habilidades de este joven son innegables. Pero su naturaleza... su hambre por lo crudo, es algo a tener en cuenta.

Los otros participantes, observando el comportamiento de Rui, comenzaron a entender que había algo más en él que solo una apariencia demoníaca. No era solo un chico con un poder extraño; Rui era una entidad que, por alguna razón, no podía alimentarse de manera convencional.

Rui the Collector, con una mirada fría, comenzó a caminar hacia un rincón apartado del campo de pruebas, donde se encontraba un animal salvaje que había quedado atrás. Usó su telequinesis y manipulación de hilos para matar al animal, y con un rápido movimiento, arrancó la carne cruda de su cuerpo.

Con un gesto frío y mecánico, Rui empezó a devorar la carne sin pensarlo dos veces, como si fuera lo más natural del mundo. La escena, grotesca pero fascinante, fue observada por todos los presentes en silencio.

Killua, sin perder la calma, se acercó a Gon y susurró: —No sé si me preocupa más el hecho de que necesite eso o el hecho de que lo haga tan... fácil.

Gon asintió, mirando a Rui con cierta admiración y preocupación a la vez. —Es... raro. Pero no parece una persona que se deje detener por mucho.

Leorio, aún sintiéndose incómodo, murmuró: —Eso... eso no es normal. ¿Qué está pasando con él?

El presidente Netero, mientras observaba la escena, no mostró ninguna emoción visible. Sabía que el examen estaba a punto de volverse mucho más complicado, y Rui era un factor impredecible. Sin embargo, lo que más le intrigaba era lo que podría suceder a continuación. Rui no era simplemente otro participante en el examen, y su naturaleza lo hacía aún más peligroso de lo que cualquiera podría haber imaginado.

Rui, con un rostro imperturbable, terminó de consumir la carne cruda y se levantó. Los hilos que usó para matar al animal aún flotaban alrededor de él, como si estuviera en completo control de su poder.

Rui the Collector dijo en voz baja, casi para sí mismo: —Nada me detendrá. No hasta que logre lo que vine a hacer.

Los demás participantes y el presidente Netero se quedaron en silencio, reflexionando sobre las implicaciones de lo que acababan de presenciar.

Rui the Collector, tras alimentarse y regenerar sus heridas, decidió modificar su apariencia para reflejar tanto su poder como su esencia única. Su piel pálida resaltaba bajo la luz, mientras la gran mancha azul pálido eclipsaba el lado izquierdo de su cara, haciendo que el lado derecho adquiriera la forma de una luna creciente. Los patrones de puntos rojos conectados con líneas se extendían por su rostro, y su ojo izquierdo estaba rodeado por detalles en color negro, complementados con tres pequeñas estrellas azul oscuro en su mejilla izquierda.

Su cabello blanco ligero, similar a las patas de una araña, caía en mechones que enmarcaban su rostro, con un medio flequillo cubriendo su ojo derecho. Sus ojos, intensos y cautivadores, combinaban iris escarlata oscuros con pupilas estrechas en un fondo amarillo brillante, dotándolo de una mirada penetrante y misteriosa. Las pestañas verde azulado añadían un toque etéreo a su expresión. Aunque su cuerpo estaba regenerado casi por completo, su mano izquierda mostraba la pérdida de tres dedos, dejando únicamente los dedos anular y meñique.

Rui tomó su kimono y lo transformó en algo que encarnara su personalidad y habilidades. El cuello en V del kimono revelaba su clavícula y una porción de su piel, mientras las telas de araña grabadas decoraban las mangas y el dobladillo con detalle intrincado. En torno a su cuello colgaba un colgante rosa claro con una luna creciente púrpura, que brillaba con un resplandor sobrenatural.

Cada manga era un espectáculo por sí misma: la derecha era de un color bígara, adornada con soles azules, y la izquierda era azul, con lunas crecientes bígaras. Las mangas largas en forma de trompeta le daban un aire de elegancia sobrenatural, mientras las cuatro aberturas de corte alto en las piernas del kimono mostraban sus piernas largas, bien formadas, y las bragas que llevaba con una confianza similar a la de Tatsumaki. Descalzo, sus pies parecían apenas tocar el suelo, como si flotara en el espacio entre lo humano y lo divino.

Los examinados y el presidente Netero observaron en silencio cómo Rui the Collector completaba su transformación. Su presencia parecía absorber toda la atención, cada detalle de su apariencia reflejando la peligrosa combinación de belleza y poder que lo definía. Killua, siempre agudo, murmuró:

—Ese tipo... no es solo fuerte. Es como si fuera una fuerza de la naturaleza.

Gon, fascinado, apenas pudo apartar la vista.

—Es increíble... aunque un poco aterrador.

Mientras tanto, Kurapika y Leorio intercambiaron miradas de inquietud. El presidente Netero, por su parte, dejó escapar una risa baja y pensativa.

—Interesante... Parece que este examen está destinado a ser memorable.

Rui the Collector, con su renovado kimono y su aura imponente, levantó la mirada hacia el cielo, como si su próximo objetivo estuviera más allá del alcance de todos los presentes. Sin decir una palabra, empezó a caminar hacia el próximo desafío, dejando una impresión imborrable en los corazones y mentes de todos los que lo habían presenciado.

Killua no pudo evitar expresar su incomodidad al ver a Rui the Collector caminar delante de todos con su extravagante y reveladora vestimenta. Mientras avanzaban hacia el próximo desafío, Killua murmuró en voz baja:

—Esto es... muy incómodo. Quiero decir, ¿qué clase de persona lleva algo así durante un examen? ¡Y encima, que a veces se le vean las bragas!

Gon, siempre optimista, intentó suavizar el momento:

—Bueno, Killua, tal vez solo sea su estilo. Además, parece que no le importa lo que piensen los demás. ¡Es algo admirable!

Killua lo miró con incredulidad.

—¿"Admirable"? ¡Es como si no tuviera vergüenza! ¿Quién demonios pelea y escala montañas vestido así?

Kurapika, que caminaba detrás de ellos, intervino con un tono calmado pero firme:

—No deberías juzgar a alguien solo por su apariencia, Killua. Rui parece tener una gran confianza en sí mismo. Si puede enfrentarse a desafíos tan extremos mientras lleva esa ropa, probablemente sea más fuerte de lo que imaginamos.

Leorio, por otro lado, parecía tener una mezcla de incomodidad y curiosidad.

—Bueno, no puedo decir que entienda su elección de ropa, pero si tiene esa confianza, tal vez deberíamos aprender algo de él. Aunque... sí, es un poco llamativo.

Rui the Collector, que escuchó los murmullos, se detuvo repentinamente y se giró hacia el grupo con una mirada directa y desafiante.

—¿Tienen algún problema con mi vestimenta? —preguntó con voz fría, sus ojos brillando con un matiz peligroso.

Killua, por un instante, se sintió intimidado, pero no pudo evitar responder:

—No es que tenga un problema... ¡Es solo que es raro! Estamos en un examen, no en un desfile.

Rui inclinó la cabeza ligeramente, una sonrisa irónica dibujándose en su rostro.

—Raro, ¿eh? Si mi estilo te molesta, tal vez deberías concentrarte más en tus propias habilidades y menos en lo que llevo puesto. Al final del día, mi vestimenta no determinará quién pasa este examen. Pero mi fuerza, sí.

Con eso, Rui giró sobre sus talones y siguió caminando, dejando a Killua en un incómodo silencio.

Gon, tratando de animar a su amigo, le dio una palmada en la espalda.

—Vamos, Killua. ¡Mejor concentrémonos en los desafíos que vienen!

Mientras el grupo seguía avanzando, el presidente Netero, que había observado la interacción desde lejos, dejó escapar una risa baja.

—Este grupo... será interesante ver cómo trabajan juntos a medida que el examen se vuelve más complicado.

El ambiente se tornó pesado y tenso cuando Rui the Collector, de repente, se detuvo y fijó su mirada en un punto distante. Su expresión cambió radicalmente: de tranquila a una mezcla de determinación y furia. Los demás participantes, incluido Killua, Gon, Kurapika, y Leorio, notaron su cambio y se detuvieron también.

—¿Qué ocurre? —preguntó Gon con curiosidad.

Rui no respondió de inmediato. Su voz resonó con un tono oscuro cuando finalmente habló:

—Mi hermano... el Archivista... está aquí.

Killua frunció el ceño, nervioso.

—¿Hermano? ¿Qué clase de "hermano" necesitas activar esa aura asesina para enfrentarlo?

Rui ignoró el comentario y declaró con firmeza:

—Renuncio a este examen. Esto ya no tiene importancia. Lucharé contra él aquí y ahora. Esta vez, no me derrotará.

Antes de que alguien pudiera detenerlo o preguntar más, Rui alzó su mano, y un aura de poder puro comenzó a envolverlo. La atmósfera a su alrededor se distorsionó, y una energía púrpura comenzó a concentrarse en su palma. Los examinados y supervisores, incluido Netero, sintieron la inmensa presión que emanaba de Rui.

—¡Espera! —gritó Kurapika, alarmado—. Si estás planeando usar esa técnica aquí, podrías matarnos a todos.

Pero Rui no escuchó. Con un grito de furia, activó el Vacío Púrpura, una técnica devastadora que era un remolino de energía capaz de desintegrar todo a su paso. La lanzó hacia un punto aparentemente vacío, pero justo antes de que el ataque golpeara, una figura oscura apareció. Era el Archivista.

El Archivista, envuelto en una capa negra que parecía absorber la luz a su alrededor, esquivó el ataque por un margen increíblemente estrecho. La explosión del Vacío Púrpura dejó una enorme marca en el suelo, formando un cráter que parecía extenderse sin fin.

—Siempre tan impetuoso, hermano —dijo el Archivista con una voz calmada pero burlona, mientras emergía de entre las sombras—. ¿Acaso no has aprendido nada de nuestro último encuentro?

Rui, respirando con dificultad, apretó los dientes.

—Esta vez, no escaparás. Esta vez, te destruiré.

Netero, observando desde lejos, cruzó los brazos, intrigado.

—Esto va más allá de lo que esperaba. Tal vez tengamos que intervenir si esto se sale de control.

Killua, Gon, Kurapika, y Leorio estaban congelados, incapaces de procesar el poder que acababan de presenciar.

—¿Qué demonios es este tipo? —murmuró Killua, impresionado y aterrorizado a la vez.

Mientras tanto, Rui y el Archivista se preparaban para enfrentarse en una batalla que podría destruir todo a su alrededor.

Rui the Collector, con una mezcla de ira y determinación, se levantó tras haber caído en un lugar completamente diferente. El ambiente era oscuro y surrealista, un espacio aparentemente creado por el Archivista para confundirlo. La risa del Archivista resonaba en la distancia, burlándose de su aparente torpeza.

—Siempre tan dramático, Rui —dijo el Archivista con desdén, su voz omnipresente—. Ni siquiera sabes dónde estás.

Rui, sin perder tiempo, cerró los ojos y dejó que su aura se expandiera, sintiendo cada rincón de aquel lugar extraño. Al abrirlos, su semblante reflejaba pura concentración.

—No importa dónde estés —dijo con una voz gélida—. No podrás esconderte de mí.

Con un movimiento rápido, activó el Infinito, una técnica copiada de Gojo, creando una barrera impenetrable a su alrededor que desintegraba cualquier cosa que intentara acercarse. Al mismo tiempo, extendió su dominio, forzando al Archivista a revelarse.

—¿Así que ahora juegas a ser un dios? —dijo el Archivista, apareciendo frente a él con una sonrisa torcida—. Veamos cuánto dura tu arrogancia.

Sin previo aviso, Rui usó la Expansión de Dominio: Santuario Sin Fin, envolviendo el área en un paisaje infinito de luz y oscuridad que distorsionaba la percepción del tiempo y el espacio. El Archivista intentó contrarrestarlo, pero Rui no le dio tiempo. Con un movimiento preciso, invocó los Cortes Dismember, una técnica copiada de Sukuna. Líneas negras de energía cortante surgieron a su alrededor, atacando al Archivista desde todas las direcciones.

—¡Esto es por cada vez que me humillaste! —gritó Rui, lanzando los cortes con precisión letal.

El Archivista esquivó algunos, pero otros lograron alcanzarlo, rasgando su capa y dejando marcas profundas en su cuerpo. Sin embargo, en lugar de mostrar dolor, el Archivista sonrió aún más ampliamente.

—Impresionante. Has aprendido mucho desde nuestra última batalla —dijo, levantando una mano que brillaba con energía oscura—. Pero sigues siendo un niño jugando con poderes que no entiendes.

El Archivista respondió con un ataque devastador, pero Rui, protegido por el Infinito, apenas se inmutó.

—Tus trucos no funcionarán esta vez —dijo Rui con una sonrisa desafiante, avanzando hacia él—. Este será tu fin.

La batalla apenas comenzaba, y el choque de sus poderes distorsionaba la realidad misma, dejando a su paso un rastro de destrucción inimaginable.

La batalla entre Rui the Collector y su hermano Archivista había sido feroz y devastadora, un enfrentamiento de poderes colosales que distorsionaban la realidad misma. A pesar de los inmensos poderes de Rui, el Archivista, con su experiencia y astucia, logró dominarlo en el último momento.

Con un último ataque, el Archivista invocó una poderosa técnica de sellado que envió a Rui volando a través de dimensiones hasta que aterrizó violentamente en lo alto de la Trick Tower, una estructura imponente y traicionera conocida por sus desafíos letales. Rui quedó inconsciente en la cima, su cuerpo herido pero regenerándose lentamente gracias a su naturaleza de entidad demoníaca.

Un Nuevo Amanecer

Después de un día entero, justo a las 9:30 a.m., una aeronave aterrizó en la cima de la Trick Tower. Los examinadores del examen de Cazador, encabezados por Netero, descendieron del vehículo. Los participantes que quedaban del examen también estaban presentes, incluidos Gon, Killua, Kurapika y Leorio. Todos miraban con curiosidad y asombro la figura desmayada de Rui, que yacía en el suelo.

Gon corrió hacia él.
—¡Rui! ¿Qué te pasó?

Rui comenzó a moverse lentamente, su cuerpo aún adaptándose después del brutal combate. Abrió los ojos y miró a Gon con una mezcla de cansancio y determinación.
—Mi hermano... el Archivista... No será la última vez que lo enfrente.

Killua frunció el ceño mientras cruzaba los brazos.
—¿Ese loco te lanzó desde el cielo hasta aquí? Increíble que sigas vivo... aunque con esa ropa tan rara, no sé qué esperabas.

Leorio, tratando de calmar el ambiente, bromeó:
—¿Quién necesita paracaídas cuando tienes regeneración demoníaca?

Netero observó a Rui con interés.
—Interesante. Parece que eres mucho más que un simple candidato al examen de cazador. Me pregunto cuánto más puedes soportar.

El Nuevo Desafío

El examen debía continuar. Netero explicó que la Trick Tower era el próximo escenario, un lugar donde los participantes enfrentarían desafíos de ingenio, trabajo en equipo y supervivencia. Rui, a pesar de sus heridas, se puso de pie y asintió.
—No importa lo que venga, no me rendiré.

Kurapika lo miró con respeto.
—Tienes un espíritu inquebrantable. Eso será útil aquí.

Los participantes comenzaron a descender por la torre, enfrentándose a sus numerosos desafíos. Rui, aún recuperándose, usó su intelecto y habilidades para superar cada obstáculo, dejando impresionados a sus compañeros. Pero en el fondo de su mente, la voz de su hermano Archivista seguía resonando, recordándole que la batalla no había terminado.

Mientras avanzaban por la torre, Rui murmuró para sí mismo:
—Volveré a enfrentarte, Archivista. Y esta vez, no perderé.

Rui the Collector, aún con su cuerpo agotado por el combate con su hermano Archivista, no dudó en lanzarse hacia adelante, dispuesto a enfrentar cualquier cosa que se le cruzara en el camino. De repente, una manada de bestias voladoras de seis patas apareció en el horizonte. Estas criaturas gigantescas, con piel roja o púrpura y alas emplumadas, se aproximaban rápidamente, sus ojos estrechos brillando con una intensidad mortal y sus dientes afilados como navajas listos para desgarrar cualquier cosa en su camino.

Pero Rui, con su control absoluto sobre la telequinesis, no tardó en reaccionar. Con un simple gesto de su mano, utilizó su poder para aplastar, desmembrar y destruir a las criaturas al instante, dejando un rastro de cadáveres de monstruos flotando en el aire.

Sin embargo, Rui tenía otros planes. Se acercó a una de las bestias aún con vida, la cual luchaba por mantenerse en pie. Rui, con una sonrisa burlona, la levantó con telequinesis y la usó como su caballo. —¡Agarra, caballito, hija! ¡Soy un puto vaquero! —gritó mientras montaba a la bestia, que continuaba luchando por liberarse.

A medida que se lanzaba en su nuevo "caballo" volador, las criaturas caídas desaparecían en su estela, y Rui, disfrutando del momento, comenzó a avanzar con velocidad, dejando atrás el caos que había creado.

Los Participantes Observan

Mientras Rui desaparecía volando con la bestia, los otros participantes, incluyendo a Gon, Killua, Kurapika, Leorio, Hisoka y Illumi disfrazado, miraban con asombro el espectáculo. Los cazadores y examinadores eran testigos de cómo Rui, con su estilo único y sus poderes extraños, se movía a través de la batalla, demostrando que no era solo una amenaza para sus enemigos, sino también una figura impredecible.

—¿Qué diablos acaba de pasar? —preguntó Gon, mirando la escena con una mezcla de incredulidad y fascinación.

Killua, con una sonrisa nerviosa, comentó:
—Ese tipo tiene algo muy raro, pero no puedo negar que es impresionante.

Kurapika asintió, observando cómo Rui avanzaba.
—Parece que no hay nada que lo detenga. Este examen está tomando un giro muy extraño.

Leorio, rascándose la cabeza, agregó:
—Es un loco, pero de alguna manera, tiene estilo.

El Presidente Netero

El presidente Netero, observando la escena desde lejos, se cruzó de brazos, evaluando cada movimiento de Rui.
—Este joven... tiene algo especial. No se parece en nada a los demás participantes, y aún así, parece que tiene lo necesario para sobrevivir a este examen.

A lo lejos, Hisoka y Illumi, aún manteniendo una fachada de tranquilidad, intercambiaron miradas en silencio. Hisoka, sonriendo de manera extraña, susurró:
—Ese chico... tiene potencial. Me pregunto qué tan lejos llegará.

Illumi, con su mirada calculadora, no dijo nada, pero el brillo en sus ojos dejaba claro que estaba observando a Rui con más interés de lo que quería admitir.

La Prueba Continúa

Mientras Rui continuaba avanzando por la torre con su montura voladora, el presidente Netero dio la señal para que la prueba continuara. La tensión aumentaba, y los demás participantes sabían que, a pesar de lo extraño que fuera el examen, tenían que seguir adelante. Cada uno, con sus propios motivos y objetivos, observaba a Rui de cerca. El camino hacia el final del examen de cazador estaba lejos de terminar, y los desafíos solo se ponían más peligrosos.

Rui, mientras tanto, no parecía detenerse. Con su telequinesis y su estilo inconfundible, avanzaba como si todo fuera un juego para él.

Rui the Collector, aburrido y buscando algo más interesante en medio de la intensa prueba, decidió usar una de sus habilidades más sorprendentes. Con un simple gesto de su mano, creó pequeños proyectiles en forma de lunas crecientes de un azul brillante y un amarillo dorado. Esos proyectiles flotaron hacia las criaturas y las marionetas voladoras con velocidad y precisión.

Al impactar en la frente de la bestia voladora, un resplandor naciente surgió de la criatura y, como si estuviera bajo un hechizo, la bestia empezó a transformarse. Su cuerpo, en lugar de colapsar, comenzó a endurecerse y a tomar una forma de muñeco de madera, rígida y vacía, como si fuera una marioneta inanimada. La creatura ahora estaba completamente controlada por el poder de Rui.

Rui observó la escena con una sonrisa en su rostro mientras la bestia convertida en marioneta flotaba a su alrededor, haciendo movimientos torpes como si fuera controlada por cuerdas invisibles.
—¿Esto es todo lo que tengo que hacer para que sea más divertido? —comentó Rui con un tono burlón.

Luego, Rui giró hacia los otros participantes, todavía montando a la bestia, que ahora parecía un muñeco gigante.
—¿Alguien más quiere intentarlo? —preguntó con una risa cruel.

Reacción de los Participantes

Gon se quedó completamente estupefacto al ver la transformación de la bestia en una marioneta.
—¡¿Qué acabas de hacer?! —exclamó, sin saber cómo reaccionar.

Killua, por su parte, entrecerró los ojos, evaluando la situación.
—Eso no es algo normal... ¿Cómo controla eso? —se preguntó a sí mismo.

Kurapika, aunque sorprendido, mantenía la calma y observaba la habilidad con detenimiento.
—Parece que tiene un control absoluto sobre la situación. Pero, ¿qué pasa si la habilidad de Rui es aún más peligrosa de lo que parece?

Leorio frunció el ceño, claramente desconcertado.
—¡Esto está yendo demasiado lejos! ¿Quién hace algo así en un examen?

Hisoka, que siempre se sentía intrigado por las personas con potencial, observó con una sonrisa intrigante en su rostro.
—Vaya, parece que este chico realmente sabe cómo crear caos de manera interesante... No puedo esperar para ver qué más tiene bajo la manga.

Illumi, con su mirada calculadora, observó en silencio, como si estuviera midiendo todo lo que Rui hacía.
—Es peligroso. Está jugando con fuerzas que no debería estar manipulando. —murmuró en su mente.

El Presidente Netero y el Examen

Desde las alturas, el presidente Netero observaba, impasible. Aunque Rui estaba usando su poder de una manera casi despectiva, Netero sabía que su habilidad era indudablemente formidable.
—Interesante... —dijo en voz baja, antes de dar la señal para que el examen continuara sin interferencias.

Con la transformación de la bestia y la extraña habilidad de Rui tomando control de la situación, los otros participantes se dieron cuenta de que este examen no solo era una prueba de habilidades físicas o mentales, sino una batalla de voluntades y estrategias. El desafío que les esperaba era mucho más complejo de lo que habrían anticipado.

La Prueba Sigue Siendo Peligrosa

Rui, montado sobre su criatura ahora convertida en muñeca, parecía más relajado. Con el poder en sus manos, continuaba avanzando, demostrando cuán peligrosa podía ser su habilidad. Los demás solicitantes sabían que aún quedaban pruebas por venir, pero ver cómo un solo participante podía dominar el campo con tanta facilidad dejaba claro que la competencia sería feroz.

Con el caos comenzando a calmarse, los demás participantes se prepararon para lo que viniera, pero todos sabían una cosa: Rui the Collector no sería fácil de superar.

Rui the Collector, con una sonrisa en su rostro, levantó la mano y, en un abrir y cerrar de ojos, su casa apareció: un castillo flotante, enorme y con la forma de una corona gigante, que surcaba el cielo con una majestuosidad que dejaba a los participantes sin aliento. El castillo brillaba, reflejando las nubes que lo rodeaban, mientras emitía un resplandor dorado que parecía irreal. Era un castillo que no pertenecía a este mundo, un símbolo del poder y el misterio.

Rui the Collector no se detuvo ante las miradas sorprendidas de los demás. Con un movimiento de su mano, teletransportó la bestia marioneta que aún controlaba hacia el interior del castillo. La criatura se desvaneció en un parpadeo, como si fuera absorbida por un agujero negro.

Bienvenido a mi castillo... —murmuró Rui para sí mismo, mientras la casa del Archivero comenzaba a elevarse, moviéndose entre las nubes, como un gigante que camina por el cielo.

Los participantes observaron boquiabiertos, sin poder comprender lo que acababa de suceder. Nadie había visto algo similar, un castillo flotante que parecía desafiar todas las leyes de la física.

La Casa del Archivero

Dentro de este misterioso castillo, nada es lo que parece. Los pasillos están llenos de objetos raros y fantásticos que no pertenecen a ningún lugar conocido. Libros de magia antigua y artes marciales, rollos de jeroglíficos de culturas extintas, plumas de criaturas míticas, piedras preciosas de colores que nadie ha visto jamás, fósiles de seres de otras eras, mangas de anime que parecen cobrar vida, cartas de Pokémon en ediciones rarísimas, monedas de todos los países y billetes de civilizaciones antiguas que nunca existieron.

En cada rincón del castillo, objetos de todo tipo parecen estar esperando ser descubiertos por alguien con el conocimiento para apreciarlos. Y en el centro, el Archivo, un enorme cuarto lleno de libros y mapas antiguos. Los conocimientos de las más grandes mentes de la historia descansan en las estanterías: desde genios científicos hasta grandes músicos como Michael Jackson, cuyas canciones vibran en el aire del castillo.

Pero la clave está en el hecho de que nadie sabe qué hay realmente dentro de esta casa. Rui the Collector nunca revela todo, siempre hay algo que se mantiene oculto, algo más allá de lo visible.

Reacción de los Participantes

El presidente Netero, aunque impresionado por la aparición del castillo, mantuvo una expresión seria. Como siempre, su paciencia era infinita, pero dentro de su mente, el pensamiento era claro: "Este examen está tomando un giro aún más peligroso."

Gon no podía apartar la mirada del castillo flotante.
—¿Eso es... una casa flotante? —preguntó, asombrado, casi sin creer lo que veía.

Killua observó, desconcertado.
—¡Eso no es normal! ¿Cómo...? ¿Qué tipo de persona tiene una casa como esa? —se preguntó, su mente aún intentando procesar lo que estaba sucediendo.

Kurapika frunció el ceño, viendo el castillo y reflexionando sobre la estrategia de Rui.
—Hay algo muy raro en todo esto. ¿Qué está ocultando? ¿Por qué necesita tanto poder?

Leorio se rió nerviosamente.
—¡Esto ya es ridículo! ¡Un castillo flotante, ¿en serio?!— exclamó, tratando de restar tensión a la situación.

Hisoka, como siempre intrigado por las personas con un poder extraño, observaba el castillo con una mezcla de curiosidad y diversión.
—Vaya, este chico realmente sabe cómo jugar sus cartas. —sonrió para sí mismo, sabiendo que Rui era un rival fascinante.

Illumi se mantuvo en silencio, observando con ojos fríos y calculadores, pero su expresión mostraba una creciente preocupación.
—Este lugar no es solo una casa... es un portal a algo mucho más grande, algo que Rui controla con total facilidad. —pensó, sopesando las implicaciones.

El Misterio Profundo

Rui the Collector desapareció en las nubes, entrando en su castillo flotante, dejando a los participantes a un lado, sin poder hacer nada más que observar.

Lo que había comenzado como un examen de habilidades físicas y mentales, se había transformado en una prueba de resistencia mental y un enigma sobre los secretos y el poder oculto de Rui. Nadie sabía qué más estaba por suceder, pero todos sabían que este examen nunca sería normal.

¿Qué secretos esconde Rui en su castillo flotante? ¿Cómo afectará esto al examen y a los demás participantes? Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa era segura: Rui the Collector no sería fácil de detener.

Killua observó el castillo flotante con una mirada profunda y calculadora. Había algo inquietante en la forma en que Rui había desaparecido en esa casa del Archivero. La cantidad de poder que Rui exhibía era sobrecogedora, pero lo que más le intrigaba a Killua era el conocimiento que Rui aparentemente poseía.

Un coleccionista... —murmuró Killua para sí mismo. El término resonaba en su mente. Rui no solo coleccionaba objetos, sino que parecía coleccionar sabiduría, poderes y quizás hasta vidas. Cada pieza de su archivo, cada objeto en su casa flotante, podría ser una piedra clave para entender más de lo que Rui realmente es.

La Casa del Archivero: Un Cofre de Misterios

La casa flotante no era solo una morada, sino un refugio para un conocimiento profundo y vasto. Killua, al igual que los demás, sentía que había algo más grande y peligroso en juego aquí. Rui the Collector no era un simple jugador en el juego de los cazadores. Era alguien que poseía poder sobre el conocimiento de muchas cosas, y ese poder podría ser más valioso que cualquier habilidad física o destreza de combate.

Gon, que había sido el primero en reaccionar al castillo, se acercó a Killua con una expresión de asombro.
—¿Qué piensas, Killua? ¿Rui es como un tipo... experto en todo eso? —preguntó, señalando el castillo.

Killua asintió lentamente.
—Es más que eso. Rui no solo colecciona objetos, colecciona sabiduría. Cada cosa que tiene en ese castillo tiene un propósito, un significado. No sería sorprendente si conoce las habilidades de casi todos los que están aquí, y no solo por haberlas estudiado, sino por haberlas tomado de alguna manera.

Kurapika, que había estado observando la escena con una mirada crítica, intervino.
—Esa casa es más que una simple colección de objetos. Lo que tiene Rui no es solo poder físico, es información, es control. Cada artefacto, cada rollo de jeroglíficos, podría ser un pasaje hacia un nuevo poder o una técnica. Y si ha recopilado suficiente conocimiento, podría tener una ventaja sobre cualquiera de nosotros, incluso sobre el presidente Netero.

Leorio, sin dejar de mirar hacia el castillo, preguntó confundido, pero aún así cauteloso.
—¿Entonces qué, vamos a quedarnos aquí y esperar que lo haga todo por nosotros? No quiero quedarme afuera, quiero saber qué está pasando.

Hisoka, siempre intrigado por los poderes únicos, rió suavemente, con una sonrisa que mostraba una mezcla de admiración y diversión.
—Oh, Rui, Rui... eres un coleccionista realmente intrigante. No es solo lo que sabes, sino lo que puedes hacer con lo que sabes. Este examen está tomando un giro fascinante.

Illumi, más callado y pensativo que nunca, miró al cielo, donde el castillo flotaba.
—Rui tiene algo que los demás no tienen. La capacidad de entender cosas que los demás ni siquiera pueden percibir. Si tenemos que enfrentarnos a él, no será solo una cuestión de fuerza o habilidades físicas. Será una batalla de mentes.

El Cimiento del Poder: La Búsqueda del Conocimiento

Rui the Collector, en su castillo, no solo resguardaba poderes o artefactos, sino historias, secretos y sabiduría olvidada. Las piezas del puzzle se estaban armando, pero aún faltaba descubrir por qué Rui estaba haciendo todo esto. ¿Cuál era su objetivo real?

Para Killua y los demás, el desafío había cambiado. La lucha ya no era solo contra Rui físicamente, sino contra su vasto conocimiento. Tal vez, el examen no era solo para ver quién era el más fuerte, sino para ver quién podía dominar la sabiduría que Rui guardaba en su casa flotante.

Y así, el grupo comenzó a planificar. Mientras tanto, Rui permanecía en su castillo, probablemente observándolos desde las sombras de su archivo. ¿Estaría preparado para compartir su vasto conocimiento, o simplemente los vería luchar por un pedazo de su mundo?


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top