Capítulo 52
Izuku despertó temprano, antes que Shouka, y con cuidado se levantó para no despertarla. Al observarla por un momento, sintió una paz reconfortante, pero recordaba su tarea: tenía que comprar una nueva cuerda antes del festival. Mientras intentaba peinarse, se rindió rápidamente, como siempre, ya que su cabello estaba destinado a estar alborotado.
En lugar de usar su teletransportación, decidió caminar. Era una mañana tranquila, y caminar por las calles vacías le ofrecía un momento de calma. El aire fresco le ayudaba a despejarse y reflexionar sobre todo lo que había pasado en los últimos días.
Al llegar a la tienda, apenas había clientes, solo el cajero detrás del mostrador. Izuku se dirigió a la sección de cuerdas y encontró una réplica exacta de la que habían estado usando durante los ensayos. Caminó hasta la caja, pero el cajero lo miró con desprecio. Sin previo aviso, comenzó a tratarlo mal.
-¡¿Qué haces aquí?! ¡Maldita Basura! -Dijo para sorprender al peliverde- ¡No te venderé nada!
Izuku, molesto por el incidente, lo miró con un semblante serio, pero después sonrió con calma.
-¿En serio? -le preguntó, manteniendo la compostura. -Eres un gran estúpido.
El empleado, enfurecido, le lanzó la cuerda, pero gracias al Infinito de Izuku, esta quedó suspendida en el aire. El hombre, irritado, le dijo
-¡Lleva la cuerda y vete! ¡No vuelvas nunca más!-
Izuku recogió la cuerda, sin perder su tranquilidad, y dijo en tono sarcástico.
-Sí, sí, -Dijo el peliverde mientras salía de la tienda.
Al salir, notó una casa junto a la tienda que parecía abandonada, pero al ver a dos figuras que salían del lugar, Izuku se dio cuenta de que no lo estaba. Era una cafetería, y reconoció algo más: los sombreros, los abrigos grandes y las gafas de sol ocultaban a los dos individuos, pero algo en ellos llamó su atención.
Gentle Criminal y La Brava, vestidos de forma casi irreconocible, salieron caminando justo cuando Izuku pasaba, y casi chocan. Ambos se detuvieron justo a tiempo. Gentle, aún emocionado por haber probado el "Golden Tips Imperial", habló con un aire de superioridad.
-Ten más cuidado, chico... Casi arruinas el sabor del "Golden Tips Imperial", -le dijo mientras intentaba ocultar su verdadera identidad. -Vámonos, La... -Gentle se corrigió rápidamente, recordando que no podía usar su verdadero nombre en público. -Honey...
La Brava, sorprendida por el apodo, titubeó un momento antes de seguirle el juego.
-Eh... ¡Sí, soy tu "Honey"...!
Izuku, todavía molesto por lo ocurrido en la tienda, los observó con una mirada penetrante, pero decidió preguntar.
-¿"Golden Tips Imperial"? ¿Esa casa que parece abandonada es una cafetería?
La pregunta despertó la emoción de Gentle.
¡Oh, veo que eres un joven de gustos refinados! -exclamó, acercándose para hacerle más preguntas. "Es bueno ver que un chico tan joven conoce el "Golden Tips Imperial".
Mientras Gentle hablaba emocionado, Izuku los analizaba con sus Seis Ojos, observando cada detalle sobre ellos.
"Elasticity... Le permite al portador otorgar la propiedad de elasticidad a todo lo que toca, desde el suelo hasta el aire mismo", pensó mientras miraba a Gentle Criminal. Luego, enfocó su mirada en La Brava. "Love... Le permite aumentar el poder de cualquier persona al confesarle su amor. Mientras más intenso sea el amor, mayor es el poder que se le transmite al objetivo."
Izuku, aún calmado, respondió a Gentle con una sonrisa.
-Sí, una amiga lo preparó para nosotros hace una semana.
Gentle lo miró sorprendido y empezó a conectar los puntos. "¿Una amiga? ¿Gente de clase alta?" pensó, pero entonces su mente fue más allá. "¡¿La U.A?! ¡Espera un momento! Este chico... ¡Es Izuku Midoriya, el del escándalo en todas las noticias!"
La Brava, que ya había reconocido a Izuku al verlo, solo pensó. "No te preocupes, Gentle. No es tu culpa."
Izuku, aún molesto por lo ocurrido en la tienda, no prestó demasiada atención a los dos individuos que casi chocaron con él. Aunque los analizó brevemente con sus Seis Ojos, no reconoció realmente quiénes eran. Después de todo, no veía muchos videos de Gentle Criminal ni le interesaban demasiado los asuntos de ese tipo. Así que, tras un leve intercambio de palabras sobre el "Golden Tips Imperial", decidió dejarlos irse sin pensar demasiado en ellos.
-Bueno... Debo irme, un gusto. -Dijo el peliverde para empezar a irse del lugar-
Mientras caminaba de regreso a la U.A., Gentle y La Brava se alejaban rápidamente. Izuku ni siquiera los miró más, demasiado concentrado en su tarea de regresar con la cuerda para el ensayo del festival. Los dos villanos, por otro lado, estaban completamente en otra sintonía.
Gentle, con el rostro pálido de nervios, miró a La Brava con una expresión de alarma.
-¡Estuvimos tan cerca de ser descubiertos! ¡Ese chico era Izuku Midoriya! ¡El mismo que está en todas las noticias!
La Brava asintió, también nerviosa.
-Sí, Gentle... Pero no se dio cuenta de nada. ¡Lo logramos!
Gentle suspiró de alivio, pero luego, con determinación renovada, dijo:
-Es hora de poner nuestro plan en marcha, La Brava. ¡No podemos dejar pasar esta oportunidad!
La Brava, con un brillo de emoción en los ojos, se preparó para lo que venía.
-Sí, Gentle. ¡Vamos a invadir a la U.A!
Ambos villanos comenzaron a caminar con decisión, sabiendo que su momento había llegado, mientras Izuku, completamente ajeno a lo que planeaban, seguía su camino tranquilo de vuelta a la academia.
Cuando Izuku llegó de regreso a la U.A., el ambiente ya estaba completamente animado. Todos los estudiantes estaban despiertos y ocupados, moviendo los instrumentos y preparándose para instalar todo en el lugar donde se llevaría a cabo el concierto. Se respiraba la tensión del último día de preparativos para el festival.
Izuku se acercó a Bakugo, sorprendido de verlo tan involucrado en el montaje. Le dirigió una sonrisa y dijo:
-Nunca pensé que te animarías a tocar la batería.
Bakugo, que estaba afinando uno de los tambores, le lanzó una mirada feroz, pero no con hostilidad, sino con su típico tono arrogante.
-No me gusta perder, nerd. Si voy a hacer esto, lo haré mejor que nadie, hasta en algo tan ridículo como un concierto.
Izuku sonrió. Ya conocía bien la actitud competitiva de Bakugo.
-Lo entiendo, pero es sorprendente verte aquí, ¿sabes? Supongo que todos estamos haciendo algo fuera de nuestra zona de confort por el festival.
-Cállate -replicó Bakugo, cruzando los brazos-. Si vamos a hacer algo, lo hacemos bien. No puedo dejar que un montón de extras nos arruinen.
-Por cierto -continuó Izuku-, ¿cómo te ha ido con la batería? Es un instrumento complicado.
Bakugo soltó una risa de desprecio.
-¿Complicado? No me hagas reír. Es solo golpear en el momento correcto. Aunque... -Bakugo frunció el ceño- me falta una parte de la batería que quiero usar. Sin ella, no será perfecto.
Antes de que Izuku pudiera responder, Jiro, que estaba cerca, escuchó la conversación y se acercó rápidamente.
-¡No tenemos tiempo para eso, Bakugo! -dijo con urgencia-. Estamos a pocas horas del festival y no podemos permitirnos perder más tiempo.
Kaminari, que estaba ayudando a cargar algunos cables, se unió a la conversación.
.Sí, hombre. ¿De verdad crees que alguien se va a dar cuenta si falta una parte de la batería? Es mejor que toques sin ella.
Bakugo se volvió hacia ambos, claramente irritado.
-¡Cállense, inútiles! Si vamos a hacerlo, lo haremos bien. Volveremos en un instante, ¿entendido? ¡Vamos, nerd!
Sin dejar espacio a más protestas, Bakugo se marchó hacia la tienda, seguido por un algo sorprendido Izuku. Al llegar, Bakugo entró a comprar la pieza faltante mientras Izuku decidió quedarse afuera, sabiendo que su presencia podría causar una mala impresión debido a la reciente difamación en su contra.
Cuando Bakugo salió de la tienda, llevaba un carrito de compras con una parte de la batería que era considerablemente grande.
-Tsk, es más pesada de lo que esperaba -gruñó Bakugo.
Izuku se ofreció rápidamente.
-Déjame ayudarte.
Agarrando la pieza con ambas manos, Izuku empezó a caminar de regreso hacia la U.A. junto a Bakugo. Decidieron tomar una ruta alrededor de la academia para ahorrar tiempo y evitar a los estudiantes que ya estaban montando el escenario.
Fue entonces cuando, caminando por una calle lateral, ambos se encontraron con una extraña pareja: un hombre alto, con un abrigo cubierto de barro y una chica más bajita, también completamente sucia, caminaban con cierta prisa. Izuku los reconoció al instante, aunque no había caído en quiénes eran antes.
-¡Esos dos...! -pensó mientras los observaba. Sabía que estaban cubiertos de barro para esconder su olor de Hound Dog, el encargado de la seguridad.
Bakugo, que no tenía la misma habilidad analítica de Izuku, frunció el ceño.
-¿Y esos extras? ¿Por qué están tan sucios?
Gentle Criminal y La Brava notaron la mirada intensa de Izuku y Bakugo. Sabían que habían sido vistos, pero aún no estaban completamente descubiertos.
-¡Sigamos caminando! -susurró Gentle a La Brava con urgencia, mientras ambos aceleraban el paso, tratando de no levantar más sospechas.
Izuku sabía que tenía que actuar rápido antes de que fuera demasiado tarde. Entonces, decidido a no permitir que Gentle Criminal y La Brava interfirieran en el festival cultural, levantó la voz con autoridad:
-¡Deténganse ahí!
Ambos villanos se detuvieron en seco y se giraron lentamente, quitándose los abrigos cubiertos de barro. El hombre alto se reveló como Gentle Criminal, con su estilo elegante y característico bigote, mientras que la chica más baja, La Brava, permanecía a su lado, mirando a Izuku y Bakugo con seriedad. Era claro que ellos tampoco querían pelear en ese preciso momento.
Izuku los miró fijamente.
-Sospechaba que algo raro pasaba cuando los vi. Estaban demasiado cerca de la U.A.
Bakugo, con su característico temperamento explosivo, apretó los puños y dio un paso adelante.
-¡Esos extras! -dijo con furia-. ¡Tú eres el villano de los videos que Kirishima me mostró! ¡Estaba esperando una oportunidad para patearte el trasero!
Antes de que Bakugo pudiera hacer algo, Izuku miró rápidamente a su alrededor. Estaban a solo unos metros de la academia, y si alguien se percataba de la presencia de Gentle Criminal y La Brava, el festival cultural sería cancelado de inmediato. No podía permitir que eso ocurriera.
-Kacchan, agarra esto -dijo Izuku, entregándole la parte de la batería que había estado cargando.
Bakugo, confiado, la tomó, pero casi se cayó por el peso descomunal del objeto, sorprendiendo incluso a él.
-¡Maldita sea, nerd! ¿Cuánta fuerza tienes? -gruñó, asombrado por lo fácil que Izuku había estado cargando algo tan pesado.
Izuku ignoró el comentario y volvió su atención a Gentle Criminal y La Brava, quienes también se dieron cuenta del peligro inminente que corría su plan.
-Es una suerte que nadie se haya dado cuenta de ustedes todavía -dijo Izuku, con una sonrisa tranquila. Luego, en un rápido movimiento, usó su teletransportación directamente hacia ellos.
En un instante, Izuku estaba frente a los dos villanos, agarrando a ambos por la cara, tomándolos por sorpresa.
-¡¿Qué...?! -exclamó La Brava, completamente asombrada por la velocidad de Izuku.
Gentle Criminal intentó reaccionar, pero antes de que pudiera hacer algo, Izuku volvía a usar su teletransportación, desapareciendo con ambos en un abrir y cerrar de ojos.
Cuando Gentle Criminal y La Brava se dieron cuenta, estaban en un lugar completamente diferente, muy lejos de la U.A. y de cualquier señal de civilización. Los dos miraron a su alrededor, completamente desconcertados.
-¿Dónde...? -empezó a preguntar La Brava, con los ojos muy abiertos.
Gentle Criminal, aún en shock, intentó recobrar la compostura.
-¡Izuku Midoriya! -exclamó, luchando por entender lo que acababa de suceder-. ¿Cómo es que...?
Izuku los miró con calma, pero con una determinación inquebrantable. Sabía que no podían regresar a la U.A. y causar problemas, especialmente ahora que había hecho todo lo posible para proteger el festival cultural.
-No puedo permitir que arruinen mi futuro. -dijo Izuku con firmeza-.
Gentle Criminal, al darse cuenta de que estaban en un lugar aislado y sin posibilidad de cumplir su plan, decidió que no quedaba más opción que enfrentarse a Izuku. Aunque su objetivo principal no era pelear, el sentido del honor y el orgullo lo empujaron a intentarlo.
-Izuku Midoriya... -dijo Gentle, ajustándose sus guantes de manera dramática-. Si insistes en detenerme, no tendré más remedio que enfrentarte. ¡Prepárate para el arte del villano con estilo!
Con un movimiento rápido, Gentle activó su quirk "Elasticity", haciendo que el suelo bajo sus pies se volviera flexible y rebotara. Usando esa ventaja, lanzó un golpe rápido hacia Izuku, con la esperanza de sorprenderlo.
El puño de Gentle se acercó, pero justo antes de impactar, quedó detenido a centímetros del rostro de Izuku. El Infinito hizo que el ataque de Gentle no lo alcanzara.
-¿Qué...? -Gentle retrocedió, asombrado-. ¿Qué es esto?
Izuku simplemente sonrió.
-No puedes tocarme, Gentle Criminal.
Gentle, frustrado pero decidido, intentó otra estrategia. Saltó hacia atrás y usó su quirk para lanzar una ráfaga de ataques, haciendo que el aire alrededor de Izuku se volviera elástico y rebotara en su contra como si fuera una pared de goma. Sin embargo, cada ataque rebotaba inofensivamente alrededor de Izuku, incapaz de atravesar su Infinito.
Izuku observaba con calma mientras Gentle intentaba una y otra vez golpearlo sin éxito. Finalmente, decidió que era momento de atacar.
-Lo siento, pero si sigues así, tendré que responder -dijo Izuku, sin borrar su sonrisa.
Sin previo aviso, Izuku se lanzó hacia Gentle con una velocidad increíble, apareciendo justo frente a él. Antes de que Gentle pudiera reaccionar, Izuku lanzó un golpe directo a su abdomen, pero se contuvo lo suficiente para no usar toda su fuerza, tampoco uso el Azul en el golpe. El impacto fue lo suficientemente fuerte como para sacar el aire de Gentle y mandarlo volando unos metros hacia atrás, pero no lo lastimó gravemente.
El peliverde no quería dejar fuera de combate al villano de un solo golpe.
Gentle aterrizó de manera desordenada, sintiendo el dolor del golpe, pero sorprendido por la contención de Izuku.
-¿Qué... qué tipo de poder es este? -preguntó Gentle, jadeando.
Gentle, aunque herido, se levantó, su espíritu inquebrantable. Sin embargo, sabía que estaba superado en fuerza y velocidad.
Mientras tanto, La Brava, preocupada por Gentle, decidió intervenir. Se acercó con determinación y, con una mirada llena de amor, activó su quirk "Love", concentrando toda su energía en Gentle.
-Gentle... ¡Te amo! -gritó La Brava, dejando que el poder de su quirk lo fortaleciera.
Gentle sintió el poder fluir en su cuerpo. Su determinación creció, y con un nuevo aire de confianza, lanzó otro ataque, haciendo que el aire a su alrededor se volviera elástico y envolviera a Izuku. Sin embargo, el peliverde permanecía inmóvil, su expresión serena.
-Interesante. -dijo Izuku con calma-,
Gentle, ahora mucho más fuerte, rebotaba y se movía a gran velocidad gracias a la elasticidad del suelo y del aire. Saltaba de un lado a otro, buscando un ángulo desde el cual atacar a Izuku. Sin embargo, cada intento era en vano. Los golpes que lanzaba simplemente no llegaban a su objetivo.
-¡Es inútil! -dijo Gentle, su frustración aumentando.
-Gentle... ¡tenemos que huir! -gritó La Brava, viendo que la situación se estaba volviendo desesperada.
Gentle asintió, sabiendo que continuar la pelea sería un error. Se prepararon para escapar, lanzando una nube de humo para cubrir su retirada. Saltaron juntos, usando la elasticidad del aire para impulsarse lejos de Izuku.
Pero justo cuando pensaban que habían logrado escapar, escucharon unas palabras que resonaron en el aire:
-Rotación Avante: Azul.
De repente, una poderosa fuerza comenzó a atraerlos de vuelta hacia Izuku. Tanto Gentle como La Brava, sorprendidos y aterrorizados, sintieron cómo sus cuerpos eran arrastrados sin control hacia él.
-¿Qué es esto? -gritó Gentle, luchando inútilmente contra la atracción.
Ambos cayeron bruscamente al suelo frente a Izuku, incapaces de escapar de su poder. El miedo y el asombro se reflejaban en sus rostros, sin saber cómo habían sido derrotados tan fácilmente.
-No van a ir a ningún lugar. -dijo Izuku, mirándolos con una expresión seria.
Gentle y La Brava, aterrados por el poder del peliverde, sabían que estaban acabados.
Sin embargo, Gentle no se rindió, decidió levantarse y rápidamente comenzó a rebotar frenéticamente alrededor de Izuku, cada vez más frustrado e impotente. Mientras saltaba de un lado a otro, su voz cargada de desesperación resonaba en el aire.
-¡¿Por qué?! -gritaba Gentle-. ¡¿Por qué, después de tantas malas noticias en contra tuya, sigues siendo un héroe?! -Su mente, enredada en recuerdos dolorosos, lo llevaba de regreso a su propio pasado fallido-. ¡¿Por qué sigues defendiendo a los que te atacan?! -exclamó con una mezcla de rabia y dolor.
En un instante, Gentle se detuvo bruscamente, como si hubiera chocado contra una pared invisible. Frente a él, sin previo aviso, apareció Izuku, con su Infinito, el cual neutralizaba cualquier intento de acercarse. Los ojos de Gentle se abrieron con asombro y temor, mientras observaba a Izuku con mayor claridad. Sin los lentes oscuros que siempre llevaba, ahora veía los ojos verdes del peliverde, ojos que no solo contenían poder, sino una mezcla de comprensión y determinación que lo estremecía.
-¿Por qué? -preguntó Gentle, su voz quebrada, al tiempo que sus intentos de escapar parecían inútiles-. ¿Qué es lo que te impulsa?
Izuku lo observó en silencio por un momento, sus ojos verdes perforando el alma de Gentle. El aire alrededor se tornó pesado por la intensidad del intercambio.
-¿Por qué? -respondió Izuku con una calma inquietante, sus palabras flotando en el aire-. Realmente... no lo sé. Han pasado tantas cosas... Pero parece que tú también tienes un pasado trágico. -Gentle, quien había creído estar enfrentándose a un simple héroe, sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras-. ¿Intentaste ser un héroe alguna vez? -preguntó Izuku, su voz más suave, pero cargada de empatía.
Las palabras del peliverde tocaron una fibra profunda en Gentle, quien de inmediato recordó sus años de juventud, su intento fallido de salvar a alguien con su quirk, el rechazo de la sociedad, y su caída hacia la delincuencia. Los recuerdos lo invadieron de golpe: sus sueños destrozados, su nombre olvidado, y su vida consumida por la desesperación de ser invisible para el mundo.
-Yo... lo intenté -dijo Gentle, su voz ya no fuerte, sino rota-. Quise salvar a alguien... Pero fracasé. Nadie me escuchaba. Nadie creyó en mí. -La rabia que había sentido minutos antes comenzó a desvanecerse, sustituida por un dolor agudo-. Y ahora... todo lo que me queda es La Brava, y mi... mi deseo de no ser olvidado.
Izuku lo miró con intensidad, pero también con una comprensión que Gentle no esperaba. No había rabia en los ojos de Midoriya, sino algo diferente, como si comprendiera la desesperación que lo había llevado a ese punto.
-Ser un héroe no siempre es fácil -dijo Izuku, su tono suave pero firme-. A veces, ni siquiera es justo. Pero... seguir adelante, incluso cuando parece imposible... es lo que lo hace importante. Yo... -Izuku titubeó un momento, pensando en su propio camino-. No sé si siempre seré el héroe que todos esperan, pero no puedo dejar de intentarlo.
Gentle bajó la mirada, consciente de que las palabras de Izuku tenían más peso de lo que podría haber imaginado. Había esperado encontrar a un héroe arrogante, uno que simplemente lo derrotaría sin mirarlo dos veces. Pero lo que tenía enfrente era algo más. Un héroe que, a pesar de todo, seguía luchando no solo contra los villanos, sino también contra las expectativas y las dificultades que venían con su propio poder.
-¿Y qué te da esa fuerza? -preguntó Gentle, su voz apenas un susurro-. ¿Qué te hace seguir cuando todo parece en tu contra?
Izuku levantó la mirada al cielo, las nubes moviéndose lentamente por el viento. El sol de la mañana comenzaba a brillar más intensamente, un recordatorio silencioso de los nuevos comienzos.
-Todavía tengo algo que hacer -respondió, su voz cargada de propósito.
Gentle lo miró en silencio, esperando más. Entonces, Izuku tomó aire, como si estuviera reflexionando sobre todo lo que había pasado en su vida hasta ese momento.
-Hace unos meses... -comenzó Izuku, sus ojos ahora fijos en Gentle, pero su tono introspectivo- hubiera sido diferente. Si te hubiera encontrado entonces, probablemente te habría derrotado sin pensarlo dos veces. Habría usado toda mi fuerza para acabar contigo lo más rápido posible. Incluso, tal vez, me habría burlado de ti, de tus sueños fallidos, de tus intentos.
Gentle tragó saliva, sorprendido por la honestidad en las palabras de Izuku. El héroe al que enfrentaba parecía casi vulnerable en ese momento, admitiendo cosas que él mismo no habría esperado escuchar.
-Pero ya no soy el mismo de antes -continuó Izuku, su voz ganando más firmeza a medida que hablaba-. He cambiado. Viví tantas cosas en este lapso de 2 meses que realmente hubiera deseado ser el arrogante de siempre... Pero, ya no puedo.
Gentle bajó la mirada, sintiendo el peso de esas palabras. Recordó los sueños que una vez tuvo, los ideales que lo habían llevado a querer ayudar, y cómo todo eso se había desmoronado con el tiempo.
-Todos cometemos errores, todos nos caemos. -Izuku hizo una pausa, su tono más suave-. Pero eso no significa que todo esté perdido. No importa cuántas veces hayas fallado, lo importante es que siempre tienes la oportunidad de levantarte y hacer lo correcto.
Izuku dio un paso adelante, su mirada llena de compasión.
-Gentle, tú puedes ser un héroe -dijo, y esas palabras resonaron profundamente en el corazón del villano-. No tienes que seguir este camino. No importa lo que la gente diga, no importa cuántas veces te hayan dicho que fallaste. Lo que importa es lo que decides hacer ahora. Tienes la oportunidad de cambiar.
Gentle sintió que su corazón latía con más fuerza. Nunca había imaginado que un héroe le hablara así, con comprensión en lugar de desprecio. Durante años, había sido visto como un fracaso, alguien que no logró cumplir con las expectativas de la sociedad. Pero en ese momento, frente a Izuku, sentía que tal vez, solo tal vez, aún había esperanza para él.
-¿Por qué...? -murmuró Gentle, sus ojos llenos de emociones conflictivas-. ¿Por qué me dices esto? Después de todo lo que he hecho...
Izuku sonrió suavemente, con esa calidez que solo alguien que ha aprendido a comprender a los demás puede mostrar.
-Porque yo también he cometido errores -dijo Izuku-. No soy perfecto, ni mucho menos. He dudado de mí mismo, he caído, y he sentido que el peso de las expectativas me aplastaba. Pero siempre hay personas que me levantan, que me recuerdan que puedo seguir adelante. Y si yo he podido cambiar, si he podido seguir adelante, tú también puedes.
Gentle lo miraba, sus ojos brillando con una mezcla de incredulidad y esperanza.
-Todavía puedes ser un héroe, Gentle -repitió Izuku-. Todavía puedes hacer la diferencia.
El viento sopló suavemente entre ellos, como si la naturaleza misma estuviera en sintonía con las palabras de Izuku. La Brava, que había estado observando en silencio, sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. Había creído en Gentle cuando nadie más lo hizo, pero escuchar esas palabras de un verdadero héroe... era algo que ni siquiera ella había imaginado.
Gentle cerró los ojos por un momento, tratando de procesar todo lo que había escuchado. Sentía como si un peso invisible se hubiera levantado de sus hombros, pero al mismo tiempo, no sabía qué hacer con esa nueva oportunidad que Izuku le ofrecía.
-¿Un héroe, dices? -susurró Gentle, abriendo los ojos lentamente-. ¿Aún hay tiempo para mí?
Izuku asintió con firmeza.
-Siempre hay tiempo para hacer lo correcto -dijo-. Mientras tengas la voluntad de cambiar, siempre habrá esperanza.
Gentle Criminal miró a Izuku, sus ojos llenos de una mezcla de admiración y tristeza.
-Las noticias... la gente... están equivocadas sobre ti -dijo, su voz un poco quebrada-. Eres una persona maravillosa, y a pesar de ser tan joven, tienes una madurez que muchos héroes veteranos no poseen. Es impresionante cómo, a pesar de todo lo que te han dicho, sigues adelante.
Izuku, sorprendido por la sinceridad de Gentle, solo pudo asentir, respetando las palabras que el villano le dedicaba.
-Me entregaré voluntariamente a la policía -continuó Gentle, su voz más firme-. Ya no tengo más razones para huir. Es hora de que enfrente las consecuencias de mis acciones. No puedo seguir corriendo.
Izuku lo miró en silencio por un momento, reconociendo la valentía en esa decisión. No dijo nada, solo asintió nuevamente, respetando la elección de Gentle Criminal.
-Respeto tu decisión, Gentle -respondió Izuku, su voz llena de calma y empatía-. Haré lo correcto para que te entregues sin problemas.
Usando su teletransportación, Izuku llevó a Gentle y a La Brava de vuelta a la U.A., donde Hound Dog ya había estado patrullando la zona, alerta por cualquier amenaza. Al ver aparecer a Izuku con Gentle y La Brava, se acercó rápidamente, preparado para intervenir.
-Hound Dog, Gentle Criminal se entregará voluntariamente -dijo Izuku, calmando al héroe canino-. Llama a la policía.
Con un gruñido afirmativo, Hound Dog tomó su teléfono para notificar a las autoridades. No pasó mucho tiempo antes de que varios agentes llegaran al lugar, dispuestos a llevarse a Gentle Criminal.
Mientras los agentes esposaban a Gentle, también intentaron arrestar a La Brava. Sin embargo, Gentle se adelantó rápidamente, interponiéndose entre ellos.
-¡Esperen! -gritó Gentle, su voz más fuerte que nunca-. Ella no tiene la culpa. Yo la obligué a hacer todo esto. Todo lo que ha hecho, lo hizo por mi influencia.
Los agentes dudaron por un momento, evaluando la situación. La Brava, con los ojos llenos de lágrimas, miró a Gentle, sabiendo que él estaba sacrificándose para salvarla. Finalmente, uno de los agentes asintió y dejó libre a La Brava, decidiendo que no había razón suficiente para arrestarla.
Mientras se llevaban a Gentle, este le lanzó una última mirada a Izuku, una mirada llena de gratitud y reconocimiento. Aunque las circunstancias eran tristes, había algo de alivio en sus ojos. Sabía que, a pesar de todo, había encontrado a alguien que lo comprendía, alguien que no lo juzgaba solo por sus errores.
Izuku lo miró de vuelta, manteniendo el contacto visual hasta que el coche de la policía desapareció de su vista. Había algo poderoso en ese intercambio silencioso, una promesa implícita de que Gentle, en algún momento, encontraría su redención.
Con un suspiro, Izuku se giró hacia La Brava, quien estaba sollozando suavemente.
-Lo hizo por ti -dijo Izuku en voz baja-. Y algún día, volverá más fuerte.
El Festival Cultural de la U.A. había comenzado con un estruendo, pero la ausencia de Izuku Midoriya era evidente. Los preparativos estaban listos, los instrumentos afinados, las luces preparadas, y la emoción palpable. Mientras todos esperaban su turno, Bakugo, parado al frente, tomó la palabra, su presencia desbordante de energía.
-¡Aplastemos a toda la U.A. con nuestro sonido! -gritó Bakugo, lanzando una explosión hacia el cielo que iluminó todo el escenario. La explosión fue la señal para el comienzo del concierto. Jiro, con su carisma y talento, comenzó a cantar mientras sus compañeros tocaban sus instrumentos con fuerza y pasión. La energía del espectáculo era electrizante, y el público estaba completamente cautivado. Sin embargo, todos se preguntaban lo mismo:
-¿¡Dónde diablos está Midoriya!? -Pensaban entre ellos.
La tensión aumentaba, pues Izuku era una pieza fundamental para que Aoyama brillara en su momento estelar, moviéndose por el escenario como una bola de disco humana. Pero justo cuando la preocupación comenzaba a notarse entre los estudiantes, un movimiento repentino desde el techo llamó la atención de todos.
De la nada, Aoyama fue levantado por una cuerda que lo hizo girar desde lo más alto del escenario. ¡Era Midoriya! Los estudiantes de la clase 1-A soltaron un suspiro de alivio al ver que estaba en su lugar, manejando a Aoyama con precisión. Los haces de luz láser que salían del cinturón de Aoyama iluminaban todo el escenario, creando un espectáculo de luces tan brillante como fuegos artificiales. Los gritos emocionados de la audiencia no se hicieron esperar.
-¡Es un láser! ¡Son como fuegos artificiales! -exclamaban desde el público.
Entre la multitud, Mirio y Eri observaban con asombro. Eri, con sus grandes ojos brillantes, seguía los movimientos del escenario, buscando ansiosa a Midoriya.
-¿Y Midoriya? -preguntó, mirando a Mirio-. Quería verlo ahí.
Mirio, con una sonrisa cálida, le acarició la cabeza suavemente.
-Presta atención, Eri -le dijo-. Seguro está por venir lo más interesante.
El espectáculo seguía elevándose. Los efectos especiales eran impresionantes: pequeñas aves de luz volaban alrededor del escenario, soltando confeti brillante desde el cielo. Kirishima, con su fuerza descomunal, rompía los bloques de hielo creados por Shouka Todoroki, creando un efecto visual increíblemente poderoso. Todo se sincronizaba a la perfección, mientras Midoriya, desde las alturas, movía a Aoyama con maestría por el escenario.
Era una sinfonía de luces, efectos, y música que cautivaba a todos. El público estaba en un estado de asombro total, y los estudiantes de la U.A. no podían evitar sentirse orgullosos del espectáculo que estaban ofreciendo.
Desde su lugar en la multitud, Mirio observaba detenidamente a Eri. Poco a poco, pudo notar algo extraordinario: la energía negativa que siempre había rodeado a la pequeña estaba comenzando a desvanecerse. El brillo en sus ojos había cambiado, su expresión, normalmente llena de confusión o tristeza, se suavizó... y entonces, ocurrió lo impensado.
Eri sonrió.
Mirio, con lágrimas en los ojos, se dio cuenta de lo que estaba presenciando. Esa pequeña sonrisa era más poderosa que cualquier espectáculo, cualquier batalla o entrenamiento.
-¿Lo ves, Midoriya? -pensaba Mirio, conteniendo la emoción-. ¿Lo ves? Eri sonrió.
El objetivo de todo aquel esfuerzo, la razón por la que habían organizado ese espectáculo y festival, se cumplió en ese mismo instante.
Después del emocionante concierto de la Clase 1-A, el festival cultural seguía su curso, y la Clase 1-B estaba lista para presentar su obra de teatro, una versión adaptada de Romeo y Julieta. El teatro al aire libre estaba abarrotado de estudiantes y visitantes, ansiosos por ver el talento actoral de la otra clase. Aunque menos explosiva que el concierto, la obra fue igualmente cautivadora, con interpretaciones dramáticas y un toque cómico que dejó al público satisfecho.
Cuando la obra de teatro terminó y los aplausos se desvanecieron, los estudiantes de la Clase 1-A volvieron al lugar donde habían dado su concierto para limpiar el escenario. Había hielo derretido esparcido por el suelo, restos de confeti brillando en todos los rincones, y algunos otros desechos dispersos tras la gran presentación. A pesar de estar cansados, sabían que les tocaba dejar el lugar impecable.
-¡Vamos, no se detengan ahora! -gritaba Mina mientras recogía montones de confeti-. Si lo hacemos rápido, podremos descansar antes de que termine el festival.
Midoriya, junto a Kirishima y Shouka, ayudaba a mover algunos bloques de hielo que aún no se habían derretido del todo. Mientras todos se esforzaban en sus tareas, algunos estudiantes de otros cursos se acercaron. Primero, parecía que venían con intenciones de felicitarles, pero sus palabras no fueron tan amables como esperaban.
-Fue impresionante... aunque bastante exagerado, ¿no creen? -dijo uno de los estudiantes de la Clase 2-A-. Demasiado espectáculo, al menos para un festival escolar.
-Sí, como si intentaran sobrecompensar algo -añadió otro, cruzando los brazos y mirando alrededor con una expresión crítica-. Pero bueno, al final fue bastante entretenido.
-De todas formas, discúlpenos por molestarlos. -Los estudiantes se disculparon rápidamente y se alejaron.
Aunque las palabras parecían críticas, había un tono de envidia que no pasó desapercibido para muchos de los de la Clase 1-A. Kirishima, siempre optimista, solo se encogió de hombros y siguió limpiando con una sonrisa.
-¡Que digan lo que quieran! Sabemos que hicimos algo increíble.
Midoriya, recogiendo más confeti, se giró hacia Bakugo.
-A pesar de lo que dijeron, creo que lo disfrutaron. No es fácil admitir que hicimos algo impresionante frente a tanta gente.
-Que se mueran de envidia -respondió Bakugo con su usual tono tajante-. No necesito que esos extras me digan lo que ya sé.
Mientras continuaban las labores de limpieza, Mineta comenzó a mostrarse nervioso. Miraba su reloj repetidamente, mientras sus compañeros seguían concentrados en limpiar el área.
-¡Oigan, vamos, rápido! -gritó finalmente, levantando las manos en señal de apuro-. Si no terminamos pronto, no conseguiremos un buen lugar para el concurso de belleza. ¡Ya saben que es el evento más importante después de nuestro concierto!
Los demás lo miraron con una mezcla de sorpresa y resignación, aunque algunos se rieron de su entusiasmo. Sin embargo, la idea de ver el concurso de belleza animó a algunos a acelerar el paso.
-Bien, bien, pero primero terminemos esto -dijo Jiro, recogiendo el último de los cables que había usado para su guitarra-. Después podemos relajarnos.
Mientras la Clase 1-A terminaba de limpiar el escenario, un grupo familiar apareció en la distancia: Mirio Togata caminaba hacia ellos, con una gran sonrisa en el rostro, seguido de una pequeña figura tímida que se escondía detrás de él. Era Eri, quien parecía un poco nerviosa, pero emocionada. Al verlos llegar, Midoriya levantó la mano para saludar.
-¡Mirio! -exclamó Midoriya, notando la sonrisa de su amigo-. ¿Qué tal les pareció el concierto?
Mirio se acercó, chocando un puño amistoso contra el de Midoriya.
-¡Fue espectacular, amigo! -respondió con entusiasmo-. Todos lo hicieron genial, pero tú... -Mirio sonrió aún más amplio-. ¡El espectáculo con Aoyama fue increíble! Y lo mejor de todo, ¡Eri tiene algo que decirte!
Eri, aún escondida detrás de Mirio, dio un paso al frente con timidez, pero con una expresión alegre. Sus ojos brillaban mientras miraba a Midoriya.
-Fue increíble, Midoriya -dijo en voz baja, pero con una sinceridad que tocó el corazón de todos-. Al principio tenía miedo por todo el ruido... pero después, empezó a hacer frío... y luego hubo luces y confeti. -Su carita se iluminó al recordar la experiencia-. ¡Lo disfruté mucho!
Midoriya se inclinó con una sonrisa cálida y acarició suavemente el cabello de Eri.
-Me alegra mucho que lo hayas disfrutado, Eri. Esa sonrisa tuya es todo lo que necesitaba ver.
Mirio, quien había estado observando la interacción con cariño, sonrió aún más al ver lo feliz que estaba Eri.
-¿Lo ves, Eri? Te dije que Midoriya siempre tiene algo especial para sorprendernos.
Eri asintió, sus ojos brillando de felicidad. Después de un momento, todos comenzaron a caminar juntos, listos para disfrutar del siguiente evento del festival.
-¡Muy bien, gente! -gritó Mineta, quien ya se había adelantado-. ¡Ahora vamos al concurso de belleza! ¡No quiero perder ni un segundo!
-¡Vas muy emocionado para alguien que ni siquiera participó en los preparativos! -bromeó Kaminari, mientras caminaba con los demás.
Todos se dirigieron al gran evento, aún con la energía del concierto recorriendo sus cuerpos, y con Eri a su lado, disfrutando por primera vez de una experiencia escolar llena de diversión.
El ambiente en el concurso de belleza estaba cargado de emoción y curiosidad. La sala estaba llena de estudiantes y visitantes, todos expectantes por las presentaciones. En el escenario, Kendo estaba siendo presentada por el animado presentador, quien narraba su actuación con entusiasmo.
-¡Y aquí tenemos a Itsuka Kendo! -gritaba el presentador-. ¡Miren cómo rompe esas tablas con una fuerza impresionante! ¡Y ahí va su vestido... destrozado por su propio poder!
Las tablas de madera volaron en pedazos mientras Kendo sonreía orgullosa, aunque su vestido quedó en un estado lamentable. El público aplaudió con energía.
Después de Kendo, llegó el turno de la "reina" del concurso, la ganadora de los últimos dos años. Un robot gigante con su rostro dorado apareció en el escenario, lo que dejó a todos confundidos. Comenzó a dar vueltas mientras ella posaba, buscando impresionar a la audiencia. En el lugar donde estaban sentados Mirio, Midoriya y Eri, las reacciones eran variadas.
-¿Qué clase de actuación es esta? -preguntó Eri, con una expresión de asombro mezclada con confusión.
Mirio, compartiendo su desconcierto, se encogió de hombros y sonrió.
-Para ser honesto, Eri, yo tampoco entiendo lo que está haciendo -dijo mientras se rascaba la cabeza-. Pero parece que a mucha gente le gusta, ha ganado dos años seguidos.
Izuku miraba atentamente, preguntándose por qué alguien que hacía girar un robot gigante había ganado el concurso de belleza dos años consecutivos. Todo era un misterio para él.
Finalmente, llegó el turno de Nejire Hado. Desde un rincón del público, Tamaki Amajiki intentaba darle consejos a su amiga.
-Imagínate que todos son animales... -murmuró Tamaki mientras su nerviosismo lo vencía, dejándose caer al suelo en vergüenza.
-Nejire... -dijo Yuyu, preocupada por su amiga mientras veía la situación.
Pero Nejire, en lugar de sentirse abrumada, extendió sus manos, y su quirk "Oleada" comenzó a envolver el escenario. Con movimientos elegantes, empezó a volar por el aire, creando una atmósfera mágica y llena de energía. Parecía un hada danzando entre destellos de luz azul. El público quedó boquiabierto ante la belleza de su actuación.
-¡Wow! -exclamó Eri, con los ojos abiertos de par en par-. ¡Es tan hermoso!
Incluso Midoriya y Mirio estaban asombrados por la gracia y el control de Nejire. Fue un espectáculo verdaderamente impresionante que emocionó a todos los presentes.
Cuando terminó la presentación de Nejire, el concurso de belleza llegó a su fin, y el presentador anunció el inicio de las votaciones.
-¡Todos voten por Kendo! -gritaba Monoma desde el público, intentando ganar apoyo para su compañera de clase, como siempre, haciendo mucho ruido.
Después de que todos votaron, el grupo de la Clase 1-A, junto a Mirio y Eri, decidieron recorrer nuevamente el festival cultural, disfrutando de la comida, los juegos y la atmósfera festiva.
-¿Ahora qué haremos? -preguntó Kaminari, mientras caminaban juntos.
-¡A disfrutar el festival! -dijo Mirio con una sonrisa, guiando a Eri mientras todos se dispersaban por los distintos puestos y actividades del festival.
El grupo caminaba por el festival cultural, disfrutando del ambiente relajado. Mirio, Eri, Izuku, Shouka, Bakugo y Kirishima charlaban animadamente mientras paseaban por los puestos, probando comida y mirando los juegos.
-¡Mira, ese juego! -exclamó Izuku, señalando un puesto de tirar pelotas y derribar pirámides de latas-. ¿Qué dices, Bakugo? Te desafío, el que pierda paga el helado.
Bakugo se rió con arrogancia, aceptando el reto.
-¡Te patearé el trasero, nerd! -dijo mientras se dirigía al puesto, listo para demostrar su habilidad.
El juego era sencillo: debían derribar una pirámide de latas con dos pelotas. Bakugo comenzó primero. Con la primera pelota, tiró la mitad de la pirámide, mostrando su fuerza, y con la segunda, derribó el resto.
-¡Supera eso, nerd! -gritó Bakugo con una sonrisa desafiante, seguro de su victoria.
Izuku, con sus Seis Ojos, sonrió con confianza. La precisión que estos le daban era incomparable, y con una sola pelota lanzó toda la pirámide de latas al suelo, haciendo que cayeran en perfecta sincronía. Bakugo lo miró con una mezcla de sorpresa y diversión.
-¡Ja! Sabía que harías eso -dijo Bakugo, soltando una risa, resignado a su derrota.
Después de pagar el helado a Izuku, el grupo siguió disfrutando del festival. Bakugo, sin dejarse afectar por la derrota, decidió retar a Kirishima en otro juego.
-¡Esa vez fue suerte, nerd! -gruñó, mirando el siguiente puesto con emoción-. Pero ahora, Kirishima, ¡vamos a jugar un verdadero juego de habilidad!
El siguiente reto consistía en una carrera para agarrar un orbe flotante en el agua y llevarlo hasta su base. El primero en hacerlo ganaba. Kirishima sonreía, emocionado por el desafío.
-¡Estoy listo, Bakugo! ¡Te enseñaré lo que es la verdadera fuerza! -exclamó Kirishima mientras ambos se preparaban.
Los demás, incluidos Eri y Mirio, observaban divertidos cómo los dos amigos competían, mientras Izuku disfrutaba tranquilamente de su helado, recordando lo bien que se sentía relajarse con sus compañeros en un día tan festivo.
Aprovechando el momento, Izuku se giró hacia Shouka, quien también miraba la escena, pero con una sonrisa tranquila en su rostro. Ambos se apartaron un poco del bullicio para hablar más cómodamente.
-Parece que esos dos nunca cambian, ¿eh? -comentó Izuku con una sonrisa, mientras veía a Kirishima animar a Bakugo desde su base, sin importar que estuviera perdiendo el juego.
Shouka rió suavemente, asintiendo.
-No lo hacen. Siempre están compitiendo por todo, pero en el fondo se respetan mucho. Es algo bonito de ver, aunque a su manera siempre termine en gritos -respondió Shouka, con una mirada cálida.
Izuku la miró un momento en silencio, apreciando la tranquilidad que sentía cuando estaban juntos. Habían pasado por tantas cosas, desde entrenamientos agotadores hasta momentos más personales.
-Oye, Shouka... -dijo de repente, en un tono más suave-. A veces me pregunto si algún día todo esto terminará. Ya sabes, los problemas, las batallas... los enemigos que parecen no tener fin. Pero luego pienso en días como este, en momentos como este, y me doy cuenta de lo mucho que hemos cambiado... y lo lejos que hemos llegado.
Shouka lo miró, sus ojos serenos pero llenos de comprensión.
-Es cierto -respondió-. A veces parece que todo es una lucha sin fin, pero momentos como este nos recuerdan por qué seguimos adelante. No solo por ser héroes, sino por las personas que importan, por los lazos que creamos.
Izuku sonrió, sintiendo una extraña calma al escucharla.
-Tienes razón... Antes, solo pensaba en ser más fuerte, en alcanzar el siguiente nivel. Pero ahora, todo se siente diferente. Es como si las metas hubieran cambiado un poco. No se trata solo de ser el mejor héroe, sino de proteger lo que es importante, a las personas que me importan... como tú.
Shouka se sonrojó ligeramente, sorprendida por la sinceridad de Izuku, pero le devolvió la sonrisa, más cálida que nunca.
-Lo mismo siento yo, Izuku -dijo ella suavemente-. Hemos pasado por mucho juntos. Así que, no importa lo que venga después, sé que podremos enfrentarlo... juntos.
Izuku asintió, su mirada llena de determinación pero también de afecto. Aunque el mundo fuera incierto, en momentos como este, sabía que no estaba solo, y eso le daba la fuerza para seguir adelante.
Justo en ese momento, un grito de victoria de Bakugo interrumpió su conversación, haciendo que ambos se rieran.
-¡Les dije que ganaría, malditos extras! -gritó Bakugo, alzando el orbe en alto mientras Kirishima se quejaba de la "trampa" que, según él, había usado.
-Parece que la competencia terminó -dijo Izuku, entre risas-. Vamos a ver cómo les fue.
Shouka asintió, y juntos se unieron nuevamente al grupo, mientras el día continuaba lleno de risas y alegrías.
Más tarde-
Bakugo e Izuku, después de haber competido ferozmente en varios juegos del festival, llegaron a la siguiente atracción: un juego de baile. Ambos se detuvieron en seco al ver la competencia, y allí estaba Mina, absolutamente dominando la pista de baile.
Con movimientos fluidos y enérgicos, Mina se movía con una precisión y ritmo que dejaba atónitos a todos los que la observaban. Los pasos eran tan impresionantes que los otros participantes apenas podían seguirle el ritmo. Las luces del escenario parpadeaban al ritmo de la música mientras Mina acumulaba puntos sin esfuerzo.
Izuku miró con una gota de sudor deslizándose por su frente. Sabía que tanto él como Bakugo podían ser buenos en muchas cosas, pero bailar no estaba entre sus talentos destacados. Bakugo, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, observaba a Mina en silencio, intentando disimular su desconcierto.
-Ni de broma nos metemos en eso -dijo Bakugo finalmente, con su usual tono desafiante, pero dejando ver un toque de resignación.
Izuku asintió, claramente aliviado por no tener que enfrentarse a la máquina de baile que era Mina.
-Sí... creo que este no es nuestro juego, Kacchan. Ashido es... invencible en esto.
Mina, que notó su presencia, les guiñó un ojo mientras continuaba moviéndose al ritmo de la música, claramente disfrutando del espectáculo.
-¡¿Qué?! ¿Se están rindiendo tan fácil? -gritó desde la pista, riendo mientras hacía una pirueta perfectamente sincronizada con la música.
Bakugo bufó, dándose la vuelta.
-¡Ya verás, cara rosada! Prefiero patearte el trasero en algo que no se trate de mover las caderas como loca.
Izuku no pudo evitar reírse mientras ambos decidían dejar el juego de baile a Mina, quien claramente reinaba en ese terreno.
-Vamos a otro juego, Kacchan, algo donde podamos ganarle a todos -sugirió Izuku, tratando de mantener el ánimo competitivo.
-¡Tsk! No necesitamos bailar para ser los mejores -respondió Bakugo mientras se alejaban del área de baile, listos para encontrar una nueva competencia donde pudieran dominar.
Y así, continuaron su búsqueda por convertirse en los campeones del festival en algo que no implicara pasos de baile imposibles.
El grupo llegó a otro juego, se trataba de unas carreras de a 3 integrantes, entonces después de una charla corta, el peliverde, el rubio y el peliceniza iban a participar.
Izuku, Mirio y Bakugo, listos para demostrar su supremacía en la competencia de carreras, se inscribieron en una prueba de relevos sin quirks. La regla era simple: tres integrantes por equipo, y solo podías avanzar una vez que recibieras el bastón de tu compañero. A pesar de la ausencia de quirks, la velocidad y la coordinación serían clave.
La emoción era palpable en el festival. Los alumnos de tercer año, al ver a Mirio Togata un antiguo miembro del legendario "Big Three" compitiendo, quedaron sorprendidos y nerviosos. Pero Mirio simplemente sonrió con confianza, mientras Bakugo estiraba los brazos, listo para aplastar a cualquier competidor.
La primera carrera comenzó. Izuku arrancó con una velocidad impresionante, sus piernas moviéndose con una precisión que mostraba que era bastante rápido aunque no use su quirk. A pesar de la resistencia de los otros equipos, Midoriya llegó a Mirio con una clara ventaja, pasándole el bastón de manera fluida.
-¡Vamos, Togata! -gritó Bakugo, emocionado.
Mirio, acostumbrado a estas competencias desde su tiempo como héroe en formación, salió disparado, manteniendo la ventaja del equipo. Sus movimientos eran ágiles, mostrando su experiencia. Los otros equipos apenas podían seguirle el ritmo, pero la diferencia aún no era tan abismal.
Finalmente, Mirio llegó a Bakugo, y al pasarle el bastón, la carrera tomó un tono más intenso. Bakugo, con su energía característica, explotó en velocidad. El rubio se movía con una determinación feroz, y aunque no podía usar su quirk, su rapidez natural lo ponía muy por delante del resto.
Grupo tras grupo, Izuku, Mirio y Bakugo iban derrotando a los demás equipos. Cada vez que ganaban, Bakugo lanzaba algún comentario burlón, mientras Mirio y Midoriya mantenían una actitud más relajada. Pero sabían que la final sería diferente.
Finalmente, llegó el momento de la gran final. Su equipo contra un grupo de alumnos de heroísmo de tercer año. Mirio reconoció a los contrincantes y sabía que eran extremadamente rápidos. Sería una carrera muy reñida.
-Estos tipos son rápidos, Midoriya. No será fácil -advirtió Mirio.
Izuku asintió, enfocándose. No les dejarían ganar tan fácilmente.
La carrera comenzó. Izuku, siempre preparado para la acción, salió corriendo con toda su velocidad, mientras el resto de los competidores intentaban mantener el ritmo. Era increíble lo rápido que podía ser sin usar su quirk, sus pasos firmes y decididos. Logró llegar a Mirio, pero esta vez la ventaja era mínima.
Mirio tomó el bastón y aceleró, su cuerpo moviéndose con la misma fluidez que lo había hecho famoso. Sin embargo, los competidores de tercer año le seguían muy de cerca. La tensión aumentaba a medida que Mirio se acercaba a la línea donde Bakugo lo esperaba.
-¡Vamos, Togata! -gritó Bakugo, claramente ansioso por comenzar.
El intercambio fue rápido, pero los rivales estaban pisándoles los talones. Bakugo tomó el bastón y salió disparado, sus piernas moviéndose a máxima velocidad. Sin embargo, el corredor final del equipo contrario era el más rápido de todos. La distancia entre ambos equipos se cerraba a pasos agigantados.
La multitud se puso de pie, los ojos fijos en los dos veloces corredores. Era una carrera extremadamente reñida. Bakugo estaba empujando sus límites, mientras el corredor de tercer año se acercaba peligrosamente.
-¡No perderé! -gruñó Bakugo, apretando los dientes y acelerando.
Los dos corredores cruzaron la meta casi al mismo tiempo, pero la diferencia fue mínima. Apenas unos centímetros separaron a Bakugo del otro competidor, y eso fue suficiente para otorgarles la victoria.
El árbitro levantó la mano de Bakugo en señal de triunfo.
-¡Sí! ¡Les ganamos! -gritó Bakugo, claramente eufórico. Izuku y Mirio corrieron hacia él para celebrar.
-¡Lo logramos! -dijo Izuku, emocionado mientras chocaba los cinco con Mirio.
Bakugo, aunque normalmente no era el tipo de persona que disfrutaba de celebraciones grupales, no pudo evitar sonreír. Habían ganado, y lo habían hecho contra los mejores.
Después de la emocionante victoria en la carrera, Izuku, Mirio, Bakugo y el resto del grupo decidieron tomarse un descanso y buscar algo de comer en uno de los muchos puestos del festival cultural. El ambiente estaba lleno de risas y la energía del festival seguía en el aire, mientras recorrían los puestos llenos de deliciosos olores a comida.
Finalmente, encontraron un pequeño puesto que ofrecía takoyaki. Bakugo, aún con la adrenalina de la carrera, se acercó primero para hacer el pedido.
-¡Dame lo más picante que tengas! -exigió, mientras Izuku y Mirio pedían algo más moderado.
Se sentaron en una mesa cercana, compartiendo algunos platos y charlando sobre la carrera. La conversación era relajada, y Bakugo, a pesar de su carácter explosivo, parecía satisfecho con la victoria.
Justo cuando empezaban a disfrutar de la comida, apareció Tamaki. Se acercó con una expresión tímida, pero claramente impresionado.
-Los vi correr... -dijo Tamaki, mientras miraba hacia el suelo, aunque de vez en cuando lanzaba una mirada a Bakugo y los demás-. Fue increíble... No esperaba menos de ustedes, pero ganar el primer lugar... fue asombroso.
-¡Ja! Por supuesto que ganamos, no esperaba menos de nosotros -respondió Bakugo, con una sonrisa de satisfacción-. ¿Acaso creías que perderíamos?
Mirio, riendo ante el comentario de Bakugo, palmeó la espalda de Tamaki.
-Gracias, Tamaki. No lo habríamos logrado sin el trabajo en equipo. Pero fue una carrera ajustada, esos de 3-B casi nos superan -dijo Mirio.
Izuku asintió, mientras terminaba un bocado de takoyaki.
-Sí, fue realmente reñida. Me alegra que pudieras vernos. Fue divertido participar juntos -añadió con una sonrisa.
Tamaki, aunque todavía tímido, sonrió ligeramente.
-Me alegra que hayan ganado. Siempre es inspirador ver cómo se superan... -murmuró Tamaki, mientras Mirio lo animaba a sentarse con ellos y disfrutar del momento.
Así, el grupo siguió compartiendo su comida, charlando sobre las diferentes actividades y juegos del festival. La sensación de camaradería y amistad llenaba el ambiente, mientras los héroes en formación disfrutaban del festival, alejados por un rato de la presión y los peligros del mundo exterior.
Más tarde-
Mientras el grupo seguía caminando por el festival, disfrutando de las actividades, Izuku notó un puesto que llamaba especialmente su atención: un laberinto del terror organizado por los estudiantes de la clase de estudios generales. Con una sonrisa, se giró hacia Shouka.
-Oye, Shouka, ¿qué te parece si entramos al laberinto? -preguntó con confianza. A pesar de lo espeluznante que prometía ser, Izuku no se sentía preocupado. Con sus seis ojos, era casi imposible que algo lo sorprendiera.
-No suena mal -respondió Shouka con su habitual tono frío y calmado.
Ambos decidieron entrar, mientras el ambiente oscuro y lleno de niebla comenzaba a envolverlos. Izuku, manteniendo la charla ligera, sonreía confiado.
-Asustar a alguien como tú debe ser casi imposible. Eres demasiado tranquila para estas cosas, ¿no? -bromeó mientras caminaban. Se sentía completamente en control, escaneando cada rincón con sus seis ojos.
Shouka lo miró de reojo, sin decir mucho, pero con una leve sonrisa.
-Ya veremos.
Sin embargo, en medio de su charla, de repente, en la profunda oscuridad, algo pasó completamente desapercibido para los ojos de Izuku. Una figura apareció de la nada, descendiendo desde el techo como una sombra silenciosa. Antes de que Izuku pudiera siquiera reaccionar, alguien colgado boca abajo se colocó justo frente a él.
Izuku, que había estado confiado en que sus seis ojos lo mantendrían informado de cualquier cosa, quedó totalmente desprevenido y se llevó el susto de su vida. Dio un salto hacia atrás, casi activando sus reflejos defensivos. Su corazón latía con fuerza.
Shouka, por otro lado, ni siquiera pestañeó.
-Lo esperaba -dijo tranquilamente, mientras miraba la figura.
El peliverde, recuperándose de la sorpresa, entrecerró los ojos mientras reconocía al chico que había aparecido frente a él. Era Shinso, el alumno con el que había peleado en el festival deportivo de la U.A. Solo gracias a ese reconocimiento, Izuku logró contenerse de soltar un golpe instintivo que, de haberlo lanzado, podría haber sido devastador.
-¡Tú! -exclamó Izuku, respirando profundamente para calmarse-. Casi te vuelo la cabeza de un golpe.
Shinso, colgado y satisfecho con su trabajo, sonrió levemente.
-Ese era el objetivo. No es fácil asustar a un héroe en formación como tú, Midoriya -dijo mientras se dejaba caer suavemente al suelo-. Pero admito que verte saltar así fue todo un espectáculo.
Izuku rió, ahora más relajado.
-¡Lo lograste! Casi nunca me tomo por sorpresa... Pero bueno, no se puede ganar siempre.
Shouka miró a Izuku, con una ligera sonrisa burlona en su rostro.
-Supongo que no eres tan invencible después de todo.
El comentario hizo que Izuku se riera un poco más, aunque seguía tratando de mantener algo de dignidad.
-De acuerdo, de acuerdo... esta vez me "vencieron".
Después de que Shouka, con su calma habitual, encontrara la salida del laberinto, ella e Izuku salieron al aire libre. A pesar de la sorpresa en el laberinto, Izuku aún no podía dejar de sonreír por lo inesperado del susto.
-Bien, Shouka, definitivamente eres mejor para encontrar salidas que yo -dijo Izuku, soltando una risa ligera mientras ambos caminaban hacia la siguiente atracción.
-Tal vez -respondió ella sin darle mucha importancia, pero con una leve sonrisa en los labios.
Ambos llegaron al área donde Hatsume estaba mostrando con gran entusiasmo sus robots. Al acercarse, podían ver a Hatsume explicando con energía las funciones de cada uno de sus inventos a una multitud de estudiantes impresionados. Los robots de Hatsume eran una mezcla de tecnología avanzada y su usual estilo extravagante, cada uno con un diseño único y una función específica.
-¡Miren esto! ¡Es mi nuevo prototipo! -gritaba Hatsume mientras presionaba un botón en uno de los robots, con los ojos llenos de emoción.
Izuku observaba interesado, mientras Shouka lo acompañaba con la misma serenidad de siempre. Sin embargo, justo en el momento en que Hatsume iba a hacer una demostración del poder del robot, algo salió mal. De repente, el robot comenzó a vibrar de manera extraña, y antes de que alguien pudiera reaccionar...
¡BOOM!
Una explosión inesperada envolvió el área. La mayoría de los estudiantes, incluyendo a Shouka, terminaron cubiertos de hollín, con el cabello erizado y la ropa hecha un desastre. Todos se quedaron congelados, mirando a Hatsume con expresiones de sorpresa y confusión.
Sin embargo, en medio del caos, Izuku estaba completamente ileso. Gracias al Infinito, la explosión no lo tocó. Mientras el humo se disipaba, todos los que lo rodeaban tenían el pelo levantado y las caras ennegrecidas, pero Izuku estaba exactamente igual que antes, sin un solo rasguño ni rastro de hollín.
Se rascó la cabeza, sintiéndose un poco fuera de lugar, y luego empezó a reírse nerviosamente al ver el estado de todos los demás.
-Eh... parece que esta vez fui el único que se salvó, ¿eh? -dijo, rascándose la nuca con una sonrisa incómoda.
Shouka, cubierta de polvo y con su pelo ligeramente desordenado, lo miró de reojo.
-No es justo -dijo con un tono plano, aunque sin verdadera molestia.
Mientras tanto, Hatsume, con su habitual entusiasmo inquebrantable, simplemente sonrió como si nada hubiera pasado.
-¡Eso fue increíble, ¿no creen?! -exclamó alegremente, completamente indiferente a la explosión.
Izuku solo pudo seguir riéndose, mientras Shouka y el resto de los estudiantes suspiraban ante la energía inagotable de Hatsume.
Justo cuando Izuku, todavía riéndose por la explosión, estaba recuperándose, llegaron Mirio, Bakugo y Eri. Bakugo, con su habitual tono desafiante, no perdió la oportunidad de reclamarle a Izuku.
-¡¿Dónde demonios te habías metido, nerd?! ¡Te tardaste una eternidad! -gritó Bakugo, cruzándose de brazos mientras Eri y Mirio se paraban detrás de él.
Bakugo levantó una ceja al ver a Shouka cubierta de hollín, con el cabello desordenado y erizado por la explosión.
-¿Y por qué la mitad y mitad está toda negra y con los pelos parados? -añadió Bakugo, con un tono burlón pero curioso.
Shouka, calmada como siempre, intentaba peinarse con las manos mientras mantenía la compostura. Aunque la explosión la había dejado un poco desordenada, no parecía afectada en lo más mínimo. Con una expresión serena, simplemente murmuró:
-Fue Hatsume...
Izuku, aún sonriendo, se rascó la cabeza y le explicó a Bakugo lo que había pasado.
-Bueno... Hatsume estaba mostrando uno de sus nuevos robots y... hubo una pequeña explosión -dijo, encogiéndose de hombros.
Eri, quien estaba al lado de Mirio, miraba con ojos brillantes a Shouka, intentando entender qué había pasado. Mirio, siempre optimista, soltó una risa.
-Parece que se están divirtiendo mucho -comentó Mirio, con su típico entusiasmo.
Shouka decidió ir a arreglarse al baño de mujeres. Después de un rato, volvió más limpia y con el cabello ordenado. Su expresión era tan calmada como siempre, aunque se podía notar un toque de frustración por lo que acababa de pasar.
-Bien, ¿seguimos? -preguntó Shouka con serenidad mientras se acomodaba el pelo una última vez.
-Sí, es hora de seguir explorando el festival -dijo Izuku con una sonrisa, mirando a todos.
Con Shouka ya arreglada, el grupo decidió continuar su camino por el festival. El ambiente era relajado, y todos se sentían emocionados por lo que les esperaba. Mientras caminaban entre los puestos, el sonido de risas y música llenaba el aire, y el festival cultural seguía en su mejor momento.
Mientras el grupo seguía caminando por el festival, Mirio se acercó discretamente a Izuku y le susurró al oído para que Eri no lo escuchara.
-Oye, Midoriya, quiero darle una sorpresa a Eri con una manzana caramelizada, pero he estado viendo los puestos y no encontré nada. ¿Alguna idea?
Izuku sonrió al escuchar el plan de Mirio y rápidamente se le ocurrió una solución.
-No te preocupes, podemos hacerla nosotros mismos. Voy a pedirle los ingredientes a Sato, él seguro tiene lo que necesitamos.
Izuku se volvió al grupo y, sin dar muchas explicaciones, les dijo:
-Mirio y yo vamos a separarnos por un rato. ¡Entretengan a Eri por nosotros!
Bakugo y Shouka lo miraron con confusión. Antes de que pudieran responder o preguntar algo, Izuku y Mirio ya habían salido corriendo a toda velocidad, sorprendiendo a ambos.
-¿Qué demonios...? -murmuró Bakugo, claramente irritado por la repentina huida.
-Supongo que es algo importante -dijo Shouka, con su habitual calma, mientras observaba cómo los dos se alejaban.
Izuku y Mirio recorrieron el festival buscando a Sato. Después de una larga búsqueda entre los puestos y los estudiantes de la U.A., finalmente lo encontraron junto con otros compañeros del curso.
-¡Sato! -gritó Izuku, llamando su atención-. Necesitamos tu ayuda. ¿Tienes los ingredientes para hacer manzanas caramelizadas?
Sato, siempre dispuesto a ayudar, sonrió y asintió.
-Claro, pero los tengo en el apartamento. Tendremos que ir por ellos.
Izuku no perdió tiempo. Usando su teletransportación, tomó a Sato y a Mirio y los llevó directamente al apartamento en un abrir y cerrar de ojos. Una vez allí, Sato les entregó los ingredientes necesarios.
-Aquí tienen todo lo que necesitan -dijo Sato, entregando una bolsa llena de manzanas, azúcar y otros ingredientes esenciales para la receta.
Izuku, siempre eficiente, se teletransportó junto a Sato de vuelta al festival, asegurándose de que todo estuviera en orden antes de despedirse.
-Gracias, Sato. Ahora, ¡a trabajar! -le dijo Izuku con una sonrisa.
-¡Suerte! -respondió Sato antes de volver con los demás.
De regreso en el apartamento, Izuku se teletransportó nuevamente hacía ahí y se giró hacia Mirio.
-¡Enciende la cocina, Mirio! Vamos a hacer esto rápido.
Mirio, entusiasmado, encendió la cocina y ambos comenzaron a preparar la manzana caramelizada con habilidad y precisión. Mientras el caramelo se derretía y tomaba forma, los dos trabajaban juntos, enfocados en hacer la sorpresa perfecta para Eri.
Una vez que Izuku y Mirio terminaron de preparar la manzana caramelizada, la colocaron cuidadosamente en una pequeña bolsita para mantenerla oculta. Luego, ambos volvieron corriendo al festival en busca de Shouka, Bakugo y Eri. Al encontrarlos, vieron una escena bastante típica: Eri estaba subida en un caballo mecánico, con una enorme sonrisa en su rostro, mientras Bakugo gritaba algo a Shouka, quien lo miraba con su característica serenidad, imperturbable.
-¡¿Cómo puedes estar tan tranquila mientras ella hace esto?! -exclamaba Bakugo, visiblemente molesto por la tranquilidad de Shouka ante la situación.
-Porque no hay nada de qué preocuparse -respondió Shouka con calma, lo que solo aumentaba la frustración de Bakugo.
Al acercarse Izuku y Mirio, ambos empezaron a reírse de la dinámica entre Bakugo y Shouka, ya que era algo habitual entre ellos.
-Chicos, nos quedan solo cinco minutos para los resultados del concurso de belleza —dijo Mirio, mirando su reloj-. ¡Vamos!
El grupo se dirigió al área donde se anunciarían los resultados. Todos estaban expectantes mientras el presentador subía al escenario para revelar al ganador. Finalmente, el nombre de la ganadora resonó por los altavoces.
-¡Nejire Hado es la ganadora del concurso de belleza de este año!
La multitud aplaudió con entusiasmo, y la "reina" del concurso, quien había ganado los dos años anteriores, aceptó su derrota estrechando la mano de Nejire con una sonrisa forzada. Tamaki, desde un rincón, sonreía feliz mientras Yuyu no podía contener sus lágrimas de emoción.
-¡Nejire! ¡Lo lograste! -gritaba Yuyu entre sollozos.
Nejire, con su típica energía y amabilidad, fue coronada, le dieron flores y un listón, luciendo verdaderamente hermosa y llena de alegría mientras todos la aplaudían. El festival había alcanzado uno de sus puntos culminantes.
Pasaron unas tres horas más disfrutando del festival hasta que el sol comenzó a ponerse, marcando el final del festival.
Puerta de la U.A-
En la salida del festival, bajo la cálida luz del atardecer, se encontraban Mirio, Izuku, Eri y Aizawa.
-Bueno, Eri, es hora de irnos. -dijo Aizawa, con su tono tranquilo.
Pero antes de que se marchara, Izuku y Mirio sacaron la manzana caramelizada de la bolsita y se la entregaron a Eri.
-¡La hicimos para ti, Erí! -Dijo Mirio con una sonrisa.
Los ojos de la pequeña brillaron al ver la sorpresa, y tras darle un mordisco, su sonrisa se ensanchó.
-¡Está deliciosa! -exclamó Eri con una sonrisa-. ¡Es mucho más aún!
Mirio e Izuku se sintieron completamente satisfechos al ver la felicidad de Eri, mientras ella los miraba con gratitud.
-Gracias por todo -dijo Eri, abrazando a ambos.
-Te veremos pronto, Eri -le dijo Izuku, sonriendo con ternura.
Aizawa, con su habitual calma, asintió y les dio una pequeña despedida.
-No se preocupen, la verán nuevamente pronto. -Y con eso, Aizawa se marchó con Eri, dejando a Izuku y Mirio observando cómo se alejaban.
-Hasta luego, Eri -dijeron ambos, despidiéndose con una sonrisa mientras la pequeña agitaba su mano desde la distancia.
Después de despedirse de Mirio, Izuku se dirigió hacia el apartamento donde lo esperaban Shouka y Bakugo. Al llegar, los tres decidieron relajarse después de un día tan largo y emocionante, optando por ver una película juntos. Aunque Bakugo intentaba aparentar que no le interesaba, terminó completamente concentrado en la pantalla, mientras Shouka permanecía calmada, disfrutando de la película en silencio.
Cuando la película terminó, Bakugo se levantó de golpe, estirándose con un gesto de cansancio.
-Ya es tarde, me largo -dijo Bakugo, despidiéndose de manera brusca, como solía hacer, y saliendo del apartamento.
Ahora solos, Izuku y Shouka se quedaron un momento en silencio. Ambos sabían que después de todo lo que habían vivido durante el día, era un buen momento para relajarse y compartir en tranquilidad. Izuku, con una sonrisa tranquila, se acercó a Shouka.
-Fue un gran día, ¿no? -comentó, sentándose junto a ella en el sofá.
Shouka asintió suavemente, mirando a Izuku con esa mirada serena que la caracterizaba.
-Todo salió bien. El festival fue un éxito -respondió.
Pasaron un rato conversando sobre el festival, el concierto, y las actividades que disfrutaron. Izuku le mencionó lo divertido que fue participar en tantas competencias junto a Mirio y Bakugo, y cómo Eri se emocionó con la manzana caramelizada. La charla era relajada, ambos disfrutando de la compañía mutua.
Más tarde, se reunieron con el resto de los compañeros en el comedor para cenar. Había más comida de lo habitual, ya que todos consideraban que se lo merecían después del gran concierto que habían dado. La atmósfera era animada, llena de risas y comentarios sobre lo bien que salió todo. Era evidente que todos estaban orgullosos de lo que habían logrado juntos.
-¡Es hora de disfrutar! -Gritó Mina.
-¡Sí! -Dijo Uraraka.
Después de la cena con sus compañeros, Izuku y Shouka estaban en la habitación de la Todoroki, pero en lugar de ir directamente a dormir, ambos se sentaron en la cama para hablar un poco más. La atmósfera era tranquila y cómoda, y la conversación fluyó con naturalidad. Hablaban sobre los eventos del día, lo emocionante que había sido el concierto, las actividades en el festival y cómo todo había salido tan bien.
Izuku, como siempre, se mostraba entusiasta y animado, relatando cada detalle con una sonrisa. Shouka, más calmada, lo escuchaba atentamente, respondiendo con su típica serenidad.
-Nunca imaginé que todo saldría tan bien... -comentó Izuku, rascándose la cabeza. -Pensé que algo iba a salir mal, pero fue increíble.
Shouka lo observaba en silencio mientras hablaba. De repente, sin previo aviso, lo tomó suavemente del rostro, haciendo que Izuku se sorprendiera al principio. Antes de que pudiera reaccionar o decir algo, Shouka se inclinó hacia él y lo besó.
Izuku se quedó paralizado por un segundo, completamente sorprendido por el gesto inesperado. Nunca había pensado que Shouka tomaría la iniciativa de esa manera, pero al mismo tiempo, sentía que había estado esperando una oportunidad como esa. Su sorpresa rápidamente se transformó en una cálida sensación de felicidad.
Se sentía agradecido, no solo por el beso, sino también porque, como era su costumbre al estar cerca de Shouka, había desactivado su "infinito" para poder estar realmente con ella en esos momentos íntimos. Si lo hubiera tenido activo, el beso no hubiera sido posible. Eso lo hizo sonreír para sus adentros.
Cuando se separaron, Izuku la miró, todavía un poco desconcertado, pero con una suave sonrisa en el rostro. Shouka lo observaba con su mirada tranquila, como si lo que acababa de pasar fuera lo más natural del mundo para ella.
-Shouka... -murmuró Izuku, sin saber qué más decir.
-¿No te lo esperabas? -preguntó Shouka, con un leve tono de burla en su voz.
Izuku solo pudo reírse ligeramente, rascándose la cabeza de nuevo, mientras sus mejillas se teñían de un leve rubor.
-No... pero me alegra que haya pasado -admitió finalmente, sonriendo.
Shouka simplemente asintió, sonriendo también, y ambos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la cercanía y de la paz de estar juntos. Era un momento simple, pero cargado de emociones que ambos compartían sin necesidad de muchas palabras.
La bicolor miraba a Izuku con una suave sonrisa, algo poco común en ella. Sin embargo, en ese momento, había algo que deseaba decirle.
-Izuku... -dijo Shouka en un tono suave, captando su atención.
-¿Sí? -respondió Izuku, volviendo su mirada hacia ella.
-Mañana... ¿podemos ir a visitar a mi madre? -preguntó, con una expresión más seria, pero aún tranquila.
Izuku, sorprendido al principio por la petición, se tomó un momento para procesar la pregunta. Sabía lo importante que era para Shouka su familia, y visitar a su madre siempre había sido algo significativo para ella. Sin dudarlo, sonrió y asintió.
-Claro, Shouka. Vamos mañana -respondió, con una sonrisa cálida.
Shouka asintió, agradecida, y luego ambos se acomodaron juntos, listos para descansar. El día había sido largo y lleno de emociones, pero saber que estarían juntos incluso en momentos tan personales como ese hacía que todo fuera más especial.
Poco a poco, el cansancio del día los venció, y en la tranquilidad de la noche, ambos se quedaron dormidos, con la promesa de un nuevo día compartido por delante.
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