Capítulo 51
Izuku llegó al apartamento de la U.A. con los hombros caídos por el cansancio, arrastrando un poco los pies. Al abrir la puerta, fue recibido por un suave aroma a té que impregnaba el lugar. Momo estaba al centro de la habitación, sirviendo el famoso "Golden Tips Imperial", un té muy especial y costoso que solo sacaba en ocasiones importantes. Varios de sus compañeros estaban sentados alrededor, disfrutando del momento y conversando entre ellos.
Shouka estaba entre los que estaban sentados, charlando tranquilamente con algunos de sus compañeros. Al ver a Izuku entrar, lo saludó, notando las visibles ojeras bajo sus ojos, pues este había jugado con su hermano Natsuo toda la noche.
Izuku, aunque intentaba mantenerse educado y responder a los saludos, se sentía agotado. Echó un vistazo rápido a la habitación y notó la ausencia de Bakugo, pero no le sorprendió; era normal que Bakugo se mantuviera al margen de ese tipo de reuniones.
Momo, siempre atenta y cortés, lo miró con una cálida sonrisa mientras levantaba la tetera hacia él.
-Midoriya, ¿te gustaría un poco de té? Este es el "Golden Tips Imperial", uno de los mejores.
Izuku, a pesar de que el aroma del té era tentador, negó con la cabeza y levantó una mano.
-No, gracias, Yaoyorozu... estoy muy cansado. No he dormido nada y creo que... necesito descansar un poco.
Momo asintió con comprensión.
-Por supuesto, descansa todo lo que necesites. El té estará aquí si cambias de opinión.
Izuku hizo una pequeña reverencia en agradecimiento y se dirigió directamente hacia su habitación, sintiendo cómo sus párpados se volvían cada vez más pesados. Antes de entrar, echó una última mirada al grupo, observando cómo todos disfrutaban del momento, pero su cuerpo ya no podía seguir el ritmo. Finalmente, se retiró para dormir, dejando que el sueño lo envolviera casi de inmediato en cuanto se tumbó sobre la cama.
Se desplomó en su cama a las 8 de la noche, completamente exhausto después de un día lleno de actividades y emociones. Apenas su cabeza tocó la almohada, el sueño lo venció al instante. No tuvo sueños vívidos, solo una oscuridad profunda y un descanso necesario que su cuerpo exigía.
4 AM-
Al abrir los ojos, lo primero que notó fue la oscuridad que todavía reinaba fuera de su ventana. Se incorporó lentamente, revisando la hora en su teléfono. Eran las 4 de la mañana. Había dormido lo suficiente para sentir que sus fuerzas se habían recuperado, aunque sus pensamientos aún estaban nublados por la falta de sueño del día anterior. Sabía que no podría volver a dormir, así que decidió aprovechar ese tiempo.
Con un suspiro, Izuku se levantó de la cama y se dirigió al baño. Una ducha rápida era justo lo que necesitaba para despejarse. El agua caliente cayendo sobre su cuerpo lo revitalizó, ayudando a sacudir el cansancio que todavía lo envolvía. Una vez fuera, se secó el cabello con una toalla, contemplando que las ojeras que antes se notaban debajo de sus ojos. Ya no estaban.
Después de vestirse con su uniforme de la U.A., Izuku decidió aprovechar su permiso especial. Desde hacía tiempo, Nezu le había otorgado la libertad de entrar a las instalaciones de la U.A. a cualquier hora del día o de la noche.
Saliendo silenciosamente del apartamento para no despertar a sus compañeros, Izuku sintió el aire fresco de la madrugada golpear su rostro. Las calles estaban desiertas y la U.A. se veía tranquila, casi en completo silencio. Aprovechando la calma, comenzó a caminar hacia las instalaciones. Le hacía bien tener un momento de tranquilidad solo para él.
Al llegar a la U.A., las puertas se abrieron sin problema gracias a su acceso especial. El edificio estaba en completo silencio, pero había algo en la quietud del lugar que lo reconfortaba.
Izuku comenzó a caminar por los pasillos de la U.A., aprovechando el silencio para relajarse, cuando de repente la voz inconfundible del director Nezu resonó a través de los parlantes:
-Midoriya, por favor, acércate a la oficina.
El peliverde no se sorprendió demasiado. Sabía que Nezu era alguien que siempre estaba atento a lo que sucedía en la academia, y que parecía no dormir nunca. Era casi como si el director tuviera un radar para notar cualquier movimiento inusual, incluso en medio de la noche. Con una pequeña sonrisa, Izuku cambió su rumbo y se dirigió a la oficina del director.
Cuando llegó, lo encontró como de costumbre: tranquilo, sentado en su escritorio y mordisqueando un trozo de queso. Nezu levantó la mirada al verlo entrar y, con su habitual sonrisa, lo invitó a pasar.
-Ah, Midoriya. Supuse que serías tú quien estuviera deambulando por la academia a estas horas. ¿Sucede algo?
Izuku negó con la cabeza y sonrió de forma amable.
-No, director. Solo... no podía dormir más. Supongo que vine a matar el tiempo.
Nezu asintió comprensivo, señalando una silla frente a su escritorio.
-Ya veo. Bueno, si no tienes nada mejor que hacer, ¿por qué no te quedas un rato? Siempre es bueno tener algo de compañía a esta hora de la mañana.
El peliverde aceptó la invitación y se sentó, Nezu observaba a Izuku desde su escritorio mientras masticaba tranquilamente un trozo de queso. La calma del director contrastaba con la seriedad del tema que estaba por abordar. Después de invitar a Izuku a sentarse, Nezu fue directo al punto:
-Midoriya, supongo que ya te has enterado de la situación.
Izuku asintió lentamente, su expresión mostraba que lo comprendía, aunque no era un tema fácil de digerir.
-Sí, director, -respondió, -sé que si la alarma llegara a sonar, me expulsarán de la academia.
Nezu dejó el trozo de queso sobre su plato y lo miró con ojos serios.
-Así es. El festival cultural es demasiado importante, no solo para los estudiantes, sino para la U.A. en su conjunto. Si algo llegara a interrumpir este evento... no podré hacer nada para evitar tu expulsión.
El peliverde bajó la mirada, asimilando las palabras. Sabía que la presión estaba aumentando tanto dentro como fuera de la academia. La difamación contra la U.A. se había intensificado en las últimas semanas, especialmente desde que se corrió la voz de que Izuku, el chico que había sido relacionado con la muerte de All Might, seguía dentro de la escuela. A los ojos del público, su presencia parecía agravar la situación.
-Entiendo, -dijo Izuku con firmeza. -La U.A. está bajo muchas miradas críticas... y mi presencia no ayuda.
Nezu asintió.
-Exactamente. Los medios de comunicación y la opinión pública han sido implacables, y tenerte aquí solo ha empeorado la percepción de la academia. Sin embargo, creemos en ti, Midoriya. Sé que eres crucial para el futuro de los héroes y para la seguridad de todos. Pero también debemos ser realistas.
Izuku apretó los puños sobre sus rodillas, sintiendo el peso de las expectativas y las preocupaciones que recaían sobre él. A pesar de todo, sabía que no podía defraudar a la U.A., ni a sus compañeros.
-Pero no estamos completamente desprotegidos, -agregó Nezu con determinación. -Hound Dog estará vigilando los alrededores, siempre atento a cualquier actividad sospechosa. Y además, el sistema de seguridad "U.A. Barrier" ha sido reforzado lo mejor posible. La seguridad es más sólida que nunca.
"El 'U.A. Barrier' ha sido mejorado a niveles sin precedentes. Es una de las defensas más avanzadas que existen. Pero no te equivoques, a pesar de toda esa tecnología, los villanos siempre encuentran maneras inesperadas de atacar. Por eso, debemos estar siempre un paso adelante." -Mencionó el director.
El silencio llenó la sala por unos segundos. Nezu volvió a tomar un trozo de queso y lo saboreó lentamente antes de continuar.
-Este festival es nuestra oportunidad para demostrarle al mundo que la U.A. sigue siendo un símbolo de esperanza, incluso en los momentos más oscuros. Es nuestra responsabilidad asegurarnos de que todo salga bien.
Izuku levantó la cabeza, mirando a Nezu con respeto.
-Haré todo lo posible para que eso ocurra, director. No quiero seguir arruinando la imagen de la academia.
-Lo sé, -respondió Nezu, con una sonrisa ligera. -Confío en que harás lo correcto. Pero no olvides que esto no es solo tu responsabilidad. Todos en la U.A. tienen un papel que jugar, y mientras confíes en tus compañeros, no estarás solo en este desafío.
Izuku asintió, sintiendo un alivio leve, pero también un renovado sentido de responsabilidad. No podía fallar. No solo por él, sino por todos los que confiaban en él.
Nezu tomó un sorbo de su té y lo observó con curiosidad.
-Dime, Midoriya, ¿cómo te sientes con todo esto?
Izuku tomó un respiro profundo antes de responder.
-No siento mucha presión, pero también entiendo lo que está en juego. Quiero que este festival salga bien, no solo por mí, sino por todos los que han trabajado tan duro en él. Además, Eri necesita sonreír.
El director asintió con aprobación.
-Es una respuesta admirable, Midoriya.
Izuku sonrió levemente.
-Gracias, director...
Nezu terminó su queso y miró el reloj.
-Bueno, creo que ya hemos discutido lo suficiente por esta madrugada. Pero si necesitas algo más, no dudes en venir a verme. Y por favor, descansa un poco más. Te queda un largo día por delante.
Izuku se levantó de la silla y agradeció al director una vez más antes de salir de la oficina. Sabía que las horas que venían serían cruciales, pero también estaba más decidido que nunca a cumplir con su deber, proteger la U.A. y demostrarle al mundo que era realmente un héroe.
El amanecer llegó a la U.A., y con él, el inicio de un nuevo día de clases. Izuku ya había estado en la academia desde la madrugada, habiendo pasado tiempo con el director Nezu en su oficina. Mientras otros estudiantes apenas comenzaban a despertarse, él ya estaba en el salón 1-A, el primero en llegar. La luz del sol entraba tímidamente por las ventanas, iluminando el salón vacío. Izuku aprovechó la calma para organizar sus materiales y repasar algunas notas.
Poco a poco, sus compañeros comenzaron a llegar. Kirishima fue uno de los primeros, entrando con su habitual energía.
-¡Hey, Midoriya! ¡¿El primero en llegar?! ¡Eso es ser un verdadero hombre!-, dijo con una sonrisa.
Izuku sonrió de vuelta, agradecido por la bienvenida.
-Buenos días, Kirishima. Me desperté temprano y decidí aprovechar.
Pronto, el salón se llenó de vida mientras más compañeros iban llegando, saludando a Izuku y comentando sobre lo que habían hecho la tarde anterior. Todos estaban emocionados por el festival cultural que se acercaba, y el ambiente de la clase estaba cargado de entusiasmo.
La primera clase del día era nada menos que Arte Moderno, impartida nuevamente por Midnight. Con su particular estilo, Midnight entró en el salón con un entusiasmo que inmediatamente captó la atención de todos.
-¡Bienvenidos, clase 1-A! Hoy, nos sumergiremos en el arte de la expresión moderna-, dijo con su característica energía mientras se paseaba por el salón. -¡El arte no es solo sobre habilidades técnicas, sino sobre liberar sus emociones más profundas y plasmar sus ideas más locas en el lienzo!
Izuku se sentía un poco fuera de lugar en una clase como esa, pero observó cómo algunos de sus compañeros parecían bastante emocionados. Ashido, por ejemplo, no podía esperar para empezar.
-¡Hoy, quiero ver lo que realmente tienen dentro de ustedes! No se preocupen por el resultado final, lo que importa es el proceso. Dejen que su corazón dicte el pincel-, agregó Midnight, mientras entregaba materiales de arte a cada estudiante.
Durante la clase, todos intentaron liberar su creatividad. Kaminari terminó creando algo que parecía más una explosión que una obra de arte, mientras que Shouka, siempre precisa, pintaba algo minimalista, pero con un toque elegante. Midoriya, con desinteres, trataba de seguir el flujo de la clase, aunque claramente no era su punto fuerte. Aún así, todos disfrutaban la libertad de poder expresarse de una manera diferente.
Al finalizar la clase, Midnight observó los resultados con una sonrisa en el rostro.
-Recuerden, el arte moderno no es sobre lo que piensen los demás, sino sobre lo que ustedes sienten. ¡Lo hicieron genial, chicos!
Luego de la clase, llegó la hora del almuerzo. Izuku, habiendo terminado su bandeja en la cafetería, se dirigió a la mesa donde usualmente se sentaba con Shouka y Bakugo. Como de costumbre, Bakugo estaba concentrado en su comida, masticando con una mirada desafiante mientras Shouka, más tranquila, comía en silencio.
-¿Cómo estuvo la clase de arte, Bakugo? -preguntó Izuku, intentando sacar conversación.
-Tsk. Una pérdida de tiempo. Si quiero expresarme, lo haré con mis puños-, respondió Bakugo, sin apartar la vista de su plato.
Shouka sonrió levemente.
-Fue interesante ver cómo cada uno interpretaba el arte a su manera. Aunque claramente no es algo que todos disfruten.
Izuku rió suavemente.
-Sí, creo que algunos lo disfrutaron más que otros.
Mientras conversaban, dos figuras familiares se unieron a su mesa. Nejire y Tamaki, ambos con sus bandejas en mano, se sentaron junto a ellos.
-¡Hola, chicos!- saludó Nejire con su habitual entusiasmo. -¡Qué bueno verlos aquí!
-Tamaki... quería sentarse con ustedes hoy-, murmuró Nejire mientras Tamaki asentía tímidamente, su mirada fija en su bandeja.
-Claro, siéntense,- dijo Izuku, sonriendo.
La conversación fluyó de manera ligera, hablando sobre el festival cultural, los preparativos y cómo cada uno de sus departamentos estaba trabajando arduamente. Tamaki mencionó cómo algunos estudiantes del Departamento de Héroes estaban ayudando a montar las decoraciones, mientras que Nejire comentó emocionada sobre el concurso de belleza en el que participaría.
Entre risas y charlas, el tema inevitablemente cambió a Mirio. Izuku sintió una leve tristeza en su pecho cuando Nejire lo mencionó.
-Es una lástima lo de Mirio, -dijo Nejire, con una expresión melancólica. -Es extraño no verlo en la U.A. como antes... y todo porque ahora no tiene su quirk.
Tamaki, que hasta ahora había estado callado, miró a su bandeja y suspiró.
-Sí... Mirio era el mejor de nosotros. Siempre fue nuestro pilar, es duro verlo tener que retirarse.
Shouka, que había estado escuchando en silencio, agregó:
-Es difícil de aceptar. Pero sé que si alguien puede superar algo así, es Togata.
Izuku asintió, recordando las palabras que le había dicho a Mirio antes.
-Mirio no es solo fuerte por su quirk, su espíritu es lo que lo hace invencible. Él encontrará la manera de seguir adelante, incluso si no es como héroe.
-Además, el quirk de Eri puede ser una gran oportunidad para traer de vuelta a "Lemillion"- Pensó el peliverde.
-Lo sé, -dijo Nejire, sonriendo suavemente. -Pero igual... lo extrañamos. La U.A. no es lo mismo sin su energía.
El grupo quedó en silencio por un momento, reflexionando sobre lo que significaba ser un héroe y cómo Mirio había sido un ejemplo de ello. Pero, al mismo tiempo, sabían que el futuro seguía adelante, y que cada uno tenía que encontrar su propio camino, con o sin quirk.
Tamaki, aún con su habitual timidez, levantó la vista y añadió:
-Pero... Mirio quiere que sigamos adelante. Así que... eso es lo que debemos hacer.
Al volver a clases después del almuerzo, los estudiantes de la clase 1-A se encontraron con Aizawa en lugar de Midnight. El héroe Eraserhead, siempre serio y directo, no perdió el tiempo.
-Tienen todo el día para practicar lo que sea que vayan a hacer para el festival cultural. Ustedes saben lo que tienen que hacer. No lo arruinen-, dijo Aizawa, con una mirada cansada pero firme. -Aprovechen bien este tiempo.
La clase se dividió en grupos. Mientras algunos practicaban el baile, otros se concentraban en la música y los efectos especiales. Izuku, aunque no formaba parte directa del grupo principal, decidió acompañar a sus compañeros al gimnasio, donde el ambiente era vibrante.
Mina, llena de energía, lideraba la práctica de baile. Estaba intentando enseñarle a Iida unos movimientos básicos, lo que resultaba en una combinación bastante graciosa de precisión robótica y entusiasmo.
-¡Vamos, Iida! ¡Deja que tu cuerpo se mueva al ritmo! -exclamaba Mina mientras el serio Iida trataba de seguir los pasos, aunque claramente luchaba por soltarse.
En otra parte del gimnasio, Jiro dirigía la práctica musical, afinando los instrumentos y ajustando los micrófonos. Los músicos trabajaban en la canción que tocarían, y a Izuku le sorprendió ver a Bakugo allí, ajustando su batería con determinación. Era raro ver a Bakugo en algo que no fuera explosivo, y eso le arrancó una sonrisa al peliverde.
-Bakugo, ¿tú en la banda? -pensó Izuku, aún asimilando la escena. Aunque Bakugo parecía completamente concentrado en la batería, dejando claro que no lo hacía por diversión, sino por pura competitividad, Izuku no pudo evitar admirar su disposición a colaborar.
Por otro lado, Shouka se encontraba con el equipo de efectos especiales, probando técnicas con hielo para crear impresionantes visuales para el espectáculo. Su precisión y control sobre su quirk impresionaban a sus compañeros, quienes comentaban sobre lo bien que todo estaba saliendo.
Izuku, tras observar un rato las prácticas, comenzó a sentirse fuera de lugar. No tenía un rol claro en estas preparaciones y, a medida que avanzaba la tarde, empezó a aburrirse un poco. No era su estilo quedarse quieto sin hacer nada, así que, después de un rato, decidió que lo mejor sería recorrer la academia para matar el tiempo.
Mientras caminaba por los pasillos silenciosos de la U.A., la energía y el ruido de las prácticas del festival cultural quedaban atrás, dándole una sensación de tranquilidad. Izuku aprovechó la oportunidad para despejar su mente, reflexionando sobre todo lo que había ocurrido en los últimos días. Sabía que el festival cultural significaba mucho para todos, y aunque no pudiera participar directamente, quería asegurarse de apoyarlos de alguna manera.
A medida que avanzaba, vio cómo los distintos departamentos de la U.A. trabajaban arduamente, cada uno aportando su grano de arena al festival. Desde la decoración hasta la organización, todos estaban enfocados en dar lo mejor de sí. Incluso en medio de la calma de su paseo, Izuku no pudo evitar sentirse algo motivado por el esfuerzo colectivo.
Los días antes del festival siempre eran agitados, pero había algo especial en ver a todos unidos por un objetivo común.
Después de un largo día de preparación para el festival cultural, la noche llegó tranquilamente a los dormitorios de los estudiantes de la U.A. Tras la cena, Izuku fue elegido en un sorteo para la tarea de lavar los platos, una rutina que compartiría esta vez con Tokoyami y Aoyama. Mientras recogían los platos del comedor, el sonido de risas y conversaciones aún flotaba en el aire, reflejo del buen humor de la clase tras una cena animada.
Tokoyami, siempre tranquilo y misterioso, recogió algunos platos en silencio, mientras que Aoyama, con su brillo habitual, parecía más entretenido con su reflejo en los utensilios que con la tarea en sí.
Izuku, con los guantes puestos y la esponja en mano, rompió el silencio mientras empezaba a lavar los platos.
-Vaya, hoy tuvimos mala suerte, nos tocó a nosotros lavar los platos hoy. -dijo con una sonrisa ligera, intentando animar un poco el ambiente.
Tokoyami asintió lentamente, siempre en su tono filosófico.
-La limpieza también es una forma de disciplina, Midoriya. Mantener el orden en lo mundano nos prepara para el caos del campo de batalla.
Izuku lo miró, sorprendido por la seriedad con la que Tokoyami siempre encontraba una lección en cualquier tarea.
-Supongo que lo ves de esa manera. Aunque es algo muy salido de la nada, tienes un muy buen punto, Tokoyami.
Aoyama, que se había estado mirando el brillo de una cuchara, intervino dramáticamente, alzando un plato como si fuera una pieza de arte.
-Oh, pero lo más importante, Midoriya, es hacer todo con... ¡esplendor! Incluso lavar los platos puede ser... fabuloso.
Izuku soltó una risa leve ante el comentario de Aoyama.
-Sí, claro, aunque no sé si los platos se sentirán "fabulosos" después de ser lavados.
Aoyama sonrió con orgullo, como si acabara de dar una lección de vida.
-Todo lo que toco con mi brillo especial se transforma, Midoriya. Tú también deberías intentarlo.
Tokoyami miró a Aoyama con sus ojos oscuros y serenos.
-El brillo que persigues, Aoyama, es superficial. El verdadero poder reside en la oscuridad del alma.
Aoyama, sin perder su entusiasmo, lo miró intrigado.
-¡Oh, mon cher Tokoyami! Quizás, pero un poco de luz en esa oscuridad tampoco hace daño. El equilibrio es la clave, ¿no?
Izuku, secando un plato, no pudo evitar sonreír mientras escuchaba la peculiar conversación entre sus compañeros. Sabía que ambos tenían puntos de vista muy diferentes, pero siempre encontraba fascinante cómo, de alguna manera, ambos tenían razón a su manera.
-Supongo que al final, todos buscamos nuestro propio camino, ya sea a través de la luz, la oscuridad o... incluso los platos limpios.
La conversación continuó de manera relajada mientras seguían lavando. Tokoyami habló sobre sus entrenamientos con Dark Shadow y cómo controlarlo requería de una concentración absoluta. Aoyama, por su parte, comentó lo difícil que era mantener su quirk brillante sin sufrir las molestias de su estómago. Izuku se unió a ambos, hablando un poco sobre las dificultades recientes y los retos que cada uno enfrentaba.
Cuando terminaron de limpiar los platos, los tres sintieron una extraña satisfacción. Después de todo eran muchos platos.
Izuku, exhausto después de haber lavado los platos y compartido algunas palabras con Tokoyami y Aoyama, regresó a su habitación con la intención de dormir finalmente. Se lanzó sobre la cama, sintiendo el sueño, pero algo no encajaba. Cerraba los ojos, intentaba relajarse, pero su mente seguía dando vueltas. Por más que lo intentaba, el sueño no llegaba.
Dio vueltas en la cama, susurrando:
-¿Por qué no puedo dormir? -Sus pensamientos no lo dejaban en paz, y una extraña sensación de inquietud le recorría el cuerpo.
Miró el reloj: 1:30 AM. Algo en su interior le decía que necesitaba hacer algo distinto, algo impulsivo. Sin pensarlo demasiado, se levantó de la cama, y su mente derivó hacia la habitación de Shouka.
Sabía que no era lo correcto, era un movimiento arriesgado e impulsivo, pero su mente, aún en ese estado de agotamiento, lo llevó a usar su teletransportación. Cerró los ojos un segundo y, de repente, se encontró de pie en la habitación de Shouka.
Todo estaba oscuro, las luces apagadas, y el suave sonido de la respiración tranquila de Shouka llenaba el ambiente. Izuku se sintió invadido por una ola de culpabilidad al ver que había irrumpido en su espacio personal. Allí estaba ella, durmiendo en su cama, envuelta en sus mantas. Sabía que debía irse, que lo que estaba haciendo estaba mal.
Izuku se dio la vuelta, dispuesto a usar su habilidad para teletransportarse de regreso a su habitación, pero de repente, sintió un movimiento detrás de él. Se quedó paralizado.
-¿Izuku? -La voz somnolienta de Shouka lo llamó desde la cama.
Izuku se quedó helado, sus nervios lo traicionaron. Notó que ella intentaba estirar una mano hacia él, pero su Infinito impidió que lo tocara. Su rostro se puso rojo como un tomate al darse cuenta de lo que estaba haciendo.
-Lo siento, lo siento mucho, Shouka, -tartamudeó, avergonzado. -No debería haber venido aquí... ¡No quería molestarte, lo juro!
Shouka, ahora completamente despierta, se incorporó un poco en su cama, observando la escena con curiosidad, aunque con la serenidad que la caracterizaba.
-Izuku, ¿por qué viniste aquí? -Su tono no era de reproche, sino más bien de preocupación. Aunque había estado medio dormida, notaba la incomodidad en Izuku.
Izuku estaba tan nervioso que sus pensamientos iban a mil por hora.
-No podía dormir... Y no sé, fue algo... impulsivo. ¡Lo siento de verdad! Me siento horrible por haber entrado así...
Shouka lo observó un momento en silencio, sus ojos entrecerrados por el sueño, pero también había un toque de comprensión en su mirada.
-Está bien, no tienes que disculparte tanto, Izuku. Si no podías dormir... tal vez hablar un rato te ayude.
Izuku, aún con las mejillas sonrojadas y el corazón acelerado, asintió tímidamente. Se sentó en la cama de Shouka, a una distancia prudente. Aún estaba abrumado por el hecho de estar allí, pero la sensación de culpa empezaba a disminuir.
Shouka le lanzó una mirada tranquila.
-Así que, ¿qué es lo que te tiene tan inquieto? ¿Algo relacionado con el festival? ¿O es otra cosa?
Izuku suspiró, tratando de organizar sus pensamientos.
-El director me dijo que si la alarma suena durante el festival, me expulsarán... y no quiero que eso suceda.
Shouka se quedó en silencio, escuchando atentamente, dejando que Izuku se desahogara.
-Además, todo lo que pasó con Mirio... siento que debería hacer más. Siempre siento que debería estar haciendo más. Izuku bajó la mirada, sintiendo la presión acumulada.
Shouka lo miró con seriedad, y aunque sus ojos aún mostraban signos de sueño, había una comprensión profunda en ellos.
-Izuku, no tienes que cargar todo el peso tú solo. Sabes que hay personas que estamos aquí para apoyarte, ¿verdad?"
Izuku levantó la vista y la encontró sonriendo suavemente, lo que lo tranquilizó de inmediato.
-Recuerdo la infinidad de veces que me dijiste eso cuando estaba en mis peores momentos... Gracias, Shouka.
Shouka se acomodó en la cama, su voz algo más suave.
-Estamos en esto juntos. Incluso cuando parece que el mundo se viene abajo, no estás solo.
El corazón de Izuku se sintió un poco más liviano al escuchar esas palabras. Hablaban un poco más, sobre el festival, sus expectativas, e incluso compartieron algunas risas sobre las preparaciones exageradas de algunos compañeros.
Izuku se rió nerviosamente, poniéndose de pie, estaba a punto de irse, cuando la voz suave de Shouka lo detuvo nuevamente.
-Izuku... -dijo en un tono más tranquilo. -Si no tienes sueño todavía, ¿por qué no te quedas aquí un rato más?
Izuku se quedó quieto, sin saber cómo reaccionar. Su cara ya estaba completamente roja por lo ocurrido, pero ahora sentía que el calor le subía por todo el cuerpo.
-¿Q-qué?
Shouka sonrió, una sonrisa suave pero un poco tímida.
-Digo... si quieres, puedes quedarte aquí. Tal vez así puedas dormir mejor.
Izuku se sintió abrumado por la oferta. Su corazón latía a mil por hora, pero la mirada de Shouka era tranquila, genuina, sin ninguna mala intención. La verdad era que, aunque estaba nervioso, también quería quedarse. Estaba agotado y sabía que, en su habitación, no encontraría la misma calma.
-Bueno, s-supongo que... si no te molesta... -respondió, rascándose la nuca nerviosamente. Shouka asintió, haciéndose un poco a un lado para que Izuku pudiera acostarse junto a ella.
Izuku, más rojo que nunca, se deslizó en la cama con cuidado, intentando no hacer ruido ni moverse demasiado. Una vez acostado junto a ella, el nerviosismo aún no lo abandonaba, pero poco a poco se fue relajando. El colchón era cómodo y el ambiente era cálido, pero lo que más lo sorprendió fue el suave y agradable aroma que emanaba de Shouka. Era un aroma delicado, probablemente de algún jabón o champú que usaba, y no pudo evitar notarlo.
-Tu... hueles bien, Shouka, -comentó en un murmullo sin darse cuenta de lo que decía, y en cuanto las palabras salieron de su boca, deseó poder retirarlas. Su rostro se tornó rojo nuevamente.
Shouka soltó una pequeña risa, y aunque en la penumbra no podía ver bien su expresión, Izuku podía sentir que ella sonreía.
-Gracias... Me alegra que lo notes.
Ambos se quedaron en silencio por unos momentos, dejando que la tranquilidad de la noche los envolviera. Estar allí, tan cerca, hablando en voz baja, hizo que Izuku sintiera una mezcla de incomodidad y tranquilidad. Se encontraba en un espacio íntimo con alguien a quien realmente le importaba, lo que, a pesar de sus nervios, le daba cierta paz.
-Izuku, -susurró Shouka después de un rato. -Sé que llevas muchas cosas en la cabeza, pero quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites. Todos estamos luchando, pero no tienes que hacerlo solo.
Izuku la miró, sintiendo cómo la calidez de sus palabras lo llenaba.
-Gracias, Shouka. Significa mucho escuchar eso.
La conversación continuó de manera suave y tranquila. Hablaban de cosas cotidianas, del festival que se acercaba, de sus amigos y sus sueños. Poco a poco, la voz de Shouka se fue haciendo más suave, y el cansancio que ambos habían acumulado durante el día comenzó a hacer efecto.
Izuku se acomodó un poco mejor, sintiendo la cercanía de Shouka a su lado, y en ese ambiente cálido y acogedor, finalmente se dejó llevar por el sueño. Estaba relajado, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, no tenía que cargar todo el peso del mundo sobre sus hombros. Allí, en esa cama, junto a Shouka, se permitió descansar.
Izuku despertó lentamente, sintiendo los cálidos rayos del sol que entraban por la ventana de la habitación de Shouka. Por un momento, se sintió desorientado, sin recordar exactamente dónde estaba. Luego, los recuerdos de la noche anterior volvieron a su mente: la charla con Shouka, el quedarse en su cama, y el hecho de que había dormido profundamente, algo que no lograba desde hacía mucho tiempo.
Parpadeó, mirando alrededor de la habitación hasta que sus ojos se posaron en Shouka, quien estaba acostada a su lado. Aunque parecía tranquila, pudo notar que ya estaba despierta, y lo había estado por un buen rato. Al darse cuenta de que él la observaba, le dirigió una sonrisa suave.
-Buenos días, -dijo Shouka en voz baja, rompiendo el silencio de la mañana.
Izuku se sonrojó un poco al verla tan cerca, recordando lo inusual que había sido dormir juntos, pero le devolvió la sonrisa.
-B-buenos días, Shouka.
Ambos se sentaron lentamente, y al hacerlo, Izuku notó que el cabello de Shouka estaba desarreglado, algo que le pareció adorable, considerando lo impecable que solía estar durante el día. Ella lo notó también y se llevó una mano al cabello, intentando ordenarlo un poco sin mucho éxito.
Izuku, aún sintiendo el calor de la comodidad que había experimentado esa noche, comentó:
-La verdad... dormir aquí contigo fue... quizás uno de los mejores sentimientos que he tenido en mucho tiempo.
Shouka lo miró, un poco sorprendida, pero luego sonrió de manera tranquila.
-No es para tanto, Izuku. Después de todo, técnicamente estamos comprometidos, ¿no?
Izuku no pudo evitar sonreír también ante esa respuesta. Claro, lo había escuchado varias veces ya, pero aún le costaba procesarlo completamente. ¿Cómo habían llegado a ese punto tan rápido? No podía evitar preguntarse, una vez más, por qué Shouka lo había presentado de esa manera frente a su familia.
-Sobre eso... -comenzó Izuku, mirándola con curiosidad. -Todavía me pregunto por qué me presentaste así delante de tu familia. Me tomó completamente por sorpresa.
Shouka lo miró un instante antes de bajar la mirada y encogerse de hombros ligeramente.
Ambos se levantaron finalmente, y mientras se preparaban para empezar el día, Izuku no podía evitar sentirse más conectado con ella. Sonrió, sabiendo que, a pesar de todas las complicaciones, tenía a alguien a su lado dispuesto a apoyarlo, alguien que lo comprendía y aceptaba, tal como era.
Los días pasaron en la U.A. mientras la clase 1-A se sumergía en los preparativos para el festival cultural. No había clases regulares, ya que todos estaban ocupados ensayando y organizando sus respectivas tareas para el concierto. Izuku veía como sus compañeros dedicaban largas horas a practicar, observando cómo Mina entrenaba a los bailarines y Jiro coordinaba con los músicos. A pesar de la intensa rutina, Izuku seguía encontrando felicidad en sus noches, pues cada vez era más habitual que él y Shouka durmieran juntos. Había algo tranquilizador en la compañía silenciosa de Shouka, y, con el paso de los días, se volvía una costumbre que ambos disfrutaban.
Una semana después, las clases normales retomaron su curso. El aula 1-A estaba más llena de energía de lo habitual, con todos entusiasmados por lo que el festival cultural significaba para ellos. Mientras se preparaban para terminar la última clase del día, Mina, acompañada por algunos de los estudiantes encargados de los efectos especiales, se acercó a Izuku con una sonrisa traviesa en el rostro.
-¡Midoriya! -exclamó Mina, haciendo que el peliverde levantara la vista. -Necesitamos un favor.
-¿Un favor?- preguntó Izuku, intrigado.
-Sí, -continuó Mina, mientras algunos de los estudiantes de efectos especiales asintieron detrás de ella. -Estamos preparando algo genial para Aoyama durante el concierto, pero necesitamos a alguien con fuerza para hacerlo funcionar.
-¿Algo para Aoyama? -repitió Izuku, todavía un poco perdido.
-¡Exacto! Queremos que sea como una bola disco humana, moviéndose por todo el escenario, brillando y deslumbrando a todos, -explicó Mina emocionada. -Pero para que eso funcione, necesitamos que alguien lo haga girar y moverse por el lugar. Y bueno, necesitamos a alguien con fuerza. ¿Qué te parece?
Izuku se quedó pensativo por un momento, visualizando a Aoyama siendo lanzado como una bola disco a través del escenario. La idea era ciertamente... única.
-¿Y por qué no pedirle a alguien como Sato o Kirishima? -preguntó, sabiendo que ambos también eran bastante fuertes.
-Bueno, ellos ya tienen otras tareas en el concierto, y tú no ibas a participar en nada por todo lo que está sucediendo. Además, -añadió Mina con una sonrisa traviesa, -nadie te verá, pues estarás arriba en el techo, ¡será espectacular! ¿Qué dices, te unes?"
Izuku no pudo evitar sonreír ante el entusiasmo de Mina y el resto del grupo. No era una petición normal, pero tampoco lo era el festival cultural, y quería ayudar en lo que pudiera. Miró a sus compañeros y asintió.
-Está bien, cuenten conmigo, -respondió finalmente.
Mina y los demás celebraron, agradecidos por su disposición.
-¡Sabía que podíamos contar contigo! -dijo Mina, mientras los estudiantes de efectos especiales le mostraban los planos de cómo planeaban hacer todo el montaje.
Izuku observó los esquemas, asombrado por la creatividad de sus compañeros.
-Esto va a ser interesante, -pensó para sí mismo, preparándose para lo que prometía ser uno de los festivales culturales más memorables de la U.A.
Los días de ensayos continuaron, y poco a poco, la clase 1-A perfeccionaba su presentación para el festival cultural. Izuku, que ahora formaba parte integral de la coreografía, había pasado varias horas practicando los movimientos exactos para llevar a Aoyama como una bola disco por el escenario, asegurándose de sincronizarse con el resto del equipo. Con cada ensayo, el grupo se volvía más eficiente y organizado, pero también sentían que la presión aumentaba a medida que el gran día se acercaba.
Finalmente, llegó el último día de ensayos. El aire en el gimnasio estaba cargado de nervios, y eso era evidente en las expresiones de muchos de los estudiantes. Jiro, que había sido una líder en la organización musical, no podía ocultar su inquietud.
-¿Y si algo sale mal? -preguntó, mordiéndose el labio. -Hemos practicado tanto, pero... ¿y si simplemente no funciona en el escenario?
Al escucharla, algunos de sus compañeros asintieron en silencio, compartiendo su ansiedad. Fue entonces cuando Bakugo, con su habitual tono directo y agresivo, intervino.
-¡No es momento de estar nerviosos, idiotas! -gritó, atrayendo la atención de todos. -Este es el momento de patear traseros y demostrarles a esos extras lo que la clase 1-A puede hacer.
El comentario de Bakugo, aunque un poco duro, logró animar a algunos, recordándoles que, a pesar de los nervios, habían trabajado duro para este momento. Kaminari, que estaba revisando algunos detalles, se dio cuenta de algo importante.
-¡Oye, Midoriya! -llamó, señalando una cuerda que Izuku había estado utilizando para mover a Aoyama. -La cuerda que has estado usando está bastante desgastada. No va a aguantar mucho más.
Izuku examinó la cuerda y notó que, efectivamente, el material estaba desgarrado de tantas veces que habían ensayado. Kaminari tenía razón: no podían arriesgarse a usarla en el festival.
-Necesitamos una cuerda nueva, -dijo Kaminari, preocupado. -Pero, ¿dónde vamos a conseguir una a estas horas? Mañana es el festival y no habrá tiempo.
Izuku reflexionó por un momento antes de responder.
-Conozco una tienda cerca de la U.A que abre a las 8 de la mañana. Tienen cuerdas, así que iré temprano para comprar una.
Kaminari parecía aliviado, pero aún un poco escéptico.
-¿Estás seguro de que abrirán a tiempo?
Izuku asintió con determinación.
-Sí, no te preocupes. Estaré ahí a primera hora.
Después de más charla sobre los detalles finales, la clase decidió que era hora de descansar para estar frescos el día del festival. Los nervios aún seguían presentes, pero todos sabían que habían dado lo mejor de sí. Uno por uno, comenzaron a retirarse a sus respectivas habitaciones.
Izuku, por su parte, se dirigió a su cuarto, pero, tras un rato de reflexión, decidió hacer algo que ya se había vuelto habitual. Usando su teletransportación, se dirigió directamente a la habitación de Shouka. Como de costumbre, ella lo estaba esperando, recostada en su cama, con las luces apagadas. La habitación estaba en silencio, y solo el suave brillo de la luna se colaba por las cortinas.
Al aparecer en su cuarto, Izuku se sintió algo inquieto.
-¿No te parece raro que venga todas las noches? -le preguntó, algo inseguro. Después de todo, había comenzado como algo esporádico, pero ya era una rutina para ambos.
Shouka, sin moverse mucho de su lugar, le sonrió con tranquilidad.
-Para nada, -respondió, con una voz suave pero firme. -Te estaba esperando.
Las palabras de Shouka hicieron que Izuku se relajara por completo. Su presencia siempre tenía ese efecto en él. Sintiéndose más a gusto, caminó hacia ella y se sentó en el borde de la cama, agradeciendo en silencio la conexión que compartían. Mientras los dos se acomodaban para dormir, Izuku no podía evitar pensar en lo afortunado que era de tenerla a su lado en momentos como estos.
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