Capítulo 36
Izuku y Mirio estaban sentados en la banca del parque, rodeados por el suave susurro de las hojas y el distante murmullo de la ciudad. Ambos permanecían en silencio por unos momentos, dejando que la tranquilidad del entorno calmara sus mentes. Sin embargo, Mirio no podía dejar de pensar en todo lo que había escuchado sobre la batalla contra All For One, y había una pregunta que no podía seguir guardándose.
-Midoriya, -dijo Mirio finalmente, rompiendo el silencio con un tono suave pero serio-, he escuchado muchas cosas sobre lo que pasó en esa batalla contra ese villano al que llamaban All For One... y sobre lo que pasó con All Might. Pero nunca he tenido la oportunidad de escucharlo directamente de ti. ¿Qué fue lo que realmente ocurrió?
Izuku bajó la mirada, su rostro se oscureció ligeramente al recordar ese día. Sus manos temblaron apenas, y su voz salió en un susurro, cargada de emociones reprimidas.
-Mirio... -comenzó Izuku, tomando una respiración profunda antes de continuar—, no quería que All Might muriera. Hice todo lo que estaba a mi alcance para evitarlo, pero simplemente... no pude contenerme en ese momento.
Los recuerdos volvieron con fuerza, el dolor y la impotencia que sintió al ver a All Might enfrentarse a All For One. La muerte de Knuckleduster, y el peso abrumador de no haber sido lo suficientemente capaz para cambiar el curso de los acontecimientos.
-All For One... él era... -Izuku tragó saliva, su voz quebrándose-, era más calculador de lo que jamás había imaginado. All Might se esforzó hasta el límite, pero no pude hacer nada. No pude detener la destrucción... no pude evitar que todo terminara así.
Mirio observó a Izuku con una mezcla de comprensión y tristeza, sabiendo que esas palabras eran solo la superficie del dolor que su amigo llevaba dentro.
-Pero... hay algo más, algo que apenas puedo admitir -continuó Izuku, su voz temblando al recordar el peor momento-. Durante la batalla, en el fragor del combate... maté a alguien, alguien que, aunque apenas conocía, se había vuelto importante para mí. Una persona que... no merecía ese destino.
Izuku sintió una punzada en el pecho al hablar de ello, la culpa y el remordimiento se acumulaban con cada palabra. Había superado los acontecimientos, pero ahora, con Mirio a su lado, sentía su impotencia en esos momentos.
-No fue intencional, pero no puedo evitar sentir que... que fallé. Que le fallé a All Might, que fallé en salvar a alguien que necesitaba ser salvado... -Izuku se cubrió el rostro con una mano, tratando de mantener la compostura-. A veces siento que no merezco ser un héroe.
Mirio escuchó en silencio, dejando que Izuku expresara todo lo que había estado guardando. Finalmente, colocó una mano en el hombro de Izuku, dándole un apretón suave pero firme.
-Midoriya, -dijo Mirio con voz tranquila-, lo que pasó fue terrible, pero no te defines por un solo momento. Todos cometemos errores, especialmente en situaciones extremas. Lo importante es aprender de ellos y seguir adelante. All Might fue un increíble héroe, el sabía de tus capacidades, a pesar de todo lo que ha sucedido.
Izuku levantó la vista lentamente, encontrando en los ojos de Mirio una comprensión genuina, una empatía que le ofrecía un rayo de esperanza en medio de su tormento.
Mirio: No dejes que el peso de lo que ocurrió te destruya -continuó Mirio-. Usa esa experiencia para volverte más fuerte, para asegurarte de que, en el futuro, puedas proteger a aquellos que te importan. Ellos no querrían que te hundieras en la culpa, Ellos querrían que te levantases y siguieras adelante.
-Gracias, Mirio -susurró Izuku, finalmente dejando escapar una sonrisa débil pero sincera-. Eso significa mucho para mí.
-De nada, Midoriya -respondió Mirio, sonriendo a su vez-. Estamos en esto juntos, ¿de acuerdo? No importa lo que pase, siempre podrás contar conmigo.
Con esa promesa, la conexión entre ambos se fortaleció, y mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, Izuku supo que, a pesar de sus errores y del dolor que lentamente superaba, todavía tenía la oportunidad de ser el héroe que siempre había soñado ser. Y con amigos como Mirio, ese sueño no parecía tan inalcanzable.
-Es extraño, Mirio, -comenzó Izuku, su voz calmada pero reflexiva-, cómo en tan solo unas semanas he pasado de sentirme completamente perdido a... estar aquí, sentado contigo, hablando de todo esto. No puedo decir que estoy completamente bien, pero de alguna manera, siento que estoy empezando a recuperarme.
Mirio lo escuchó en silencio, dándole el espacio que necesitaba para expresarse.
-Al principio, todo parecía imposible de superar, -continuó Izuku-. Por mi culpa All Might murió, fallé en proteger a alguien que era importante para mí, y la presión de saber que tengo un quirk superior al de los demás era demasiado. Sentía que el peso de lo que había sucedido estaba sobre mis hombros, y que no importaba cuánto intentara, nunca sería suficiente.
Izuku hizo una pausa, pensando en cómo había cambiado su perspectiva desde entonces.
-Pero, algo cambió, -dijo, su tono lleno de una determinación silenciosa-. No sé si fue el tiempo, o el apoyo de mis amigos, o quizás una combinación de todo... pero poco a poco, empecé a darme cuenta de que no puedo dejar que mis errores me definan. No puedo quedarme atrapado en el pasado, lamentándome por lo que no puedo cambiar. All Might siempre decía que un verdadero héroe sigue adelante, sin importar lo difícil que sea el camino.
Izuku bajó la vista, mirando sus manos, las mismas manos que habían causado tanto daño y al mismo tiempo salvado tantas vidas.
-Todavía siento algo de dolor, y sé que siempre habrá una parte de mí que se pregunte si podría haber hecho algo diferente. Pero... he decidido que no dejaré que ese dolor me destruya. Quiero honrar la memoria de All Might, y la de todos aquellos que han creído en mí, viviendo de acuerdo con los ideales que él me enseñó. Y aunque todavía tengo mucho que aprender, siento que estoy en el camino correcto.
Mirio asintió lentamente, sintiendo una profunda admiración por Izuku. No era fácil cargar con el tipo de responsabilidades que él tenía, y verlo encontrar un nuevo sentido de propósito después de todo lo que había pasado era inspirador.
-Midoriya, eso que dices es... increíblemente maduro, —dijo Mirio, una sonrisa sincera en su rostro-. No muchos podrían recuperarse tan rápido después de todo lo que has vivido. Creo que es un testimonio de tu fuerza interior, y de lo que te convierte en un verdadero héroe.
Izuku sonrió levemente, sintiendo que las palabras de Mirio eran un reconocimiento a todo el esfuerzo que había hecho para seguir adelante.
-Gracias, Mirio, -respondió Izuku, su voz suave pero llena de convicción-. No sé lo que el futuro me depara, pero estoy decidido a seguir mejorando, a ser alguien de quien todos puedan estar orgullosos. Y aunque este camino es difícil, sé que no estoy solo. Tener amigos como tú hace toda la diferencia.
-Y nosotros estaremos aquí para apoyarte en cada paso del camino, -dijo Mirio con una sonrisa amplia-. Juntos, podremos superar cualquier obstáculo.
Mirio sonrió, un toque de diversión en sus ojos mientras miraba a Izuku.
-Es curioso, Midoriya, no mucha gente me llama por mi nombre tan rápidamente. La mayoría prefiere llamarme Togata, especialmente al principio.
Izuku parpadeó, sorprendido por la observación. Inmediatamente, una expresión de preocupación cruzó su rostro.
-Oh, lo siento, Togata. Pensé que Mirio era realmente tu apellido. No quise ser irrespetuoso, puedo llamarte Togata si prefieres...
Mirio rió suavemente y levantó una mano para tranquilizarlo.
-No te preocupes, Midoriya, está bien así. De hecho, me gusta que me llames Mirio. Hace que se sienta más... cercano, ¿sabes? Como si ya fuéramos amigos.
El peliverde se relajó, aliviado de que no había cometido una falta grave.
Izuku: Gracias, Mirio. Eso es lo que siento también. Eres una gran persona, y me alegra poder llamarte amigo.
Mirio asintió con una sonrisa, satisfecho con la respuesta de Izuku. La conexión entre ellos se había fortalecido, y ambos sabían que podían contar el uno con el otro en los días que vendrían.
Después de un rato de conversación y compartir algunas risas, Mirio se levantó de la banca, estirando los brazos hacia el cielo.
-Bueno, Midoriya, creo que es hora de que me vaya. Tengo que prepararme para algunas cosas de la U.A. Me alegra que hayamos podido hablar. Cualquier cosa, ya sabes dónde encontrarme.
Izuku sonrió, asintiendo mientras también se ponía de pie.
-Gracias, Mirio. Realmente necesitaba esto. Con todo lo que está pasando, es bueno tener un momento de tranquilidad.
Mirio le dio una palmada en el hombro, mostrando un gesto de apoyo genuino.
-No hay problema. Todos necesitamos un respiro de vez en cuando. Recuerda, no dejes que esas cosas te afecten demasiado. Eres más fuerte de lo que crees.
Izuku asintió de nuevo, sintiendo una oleada de gratitud hacia su nuevo amigo. Después de despedirse, Mirio se alejó, caminando con su característica energía positiva, dejando a Izuku con una sensación de alivio.
Agradecido por haber podido despejarse, aunque fuera por un rato, Izuku decidió que era hora de volver al apartamento. Aunque las noticias difamatorias y la presión constante seguían pesando en su mente, la conversación con Mirio había aligerado su carga, al menos un poco.
Izuku se sentía algo más ligero después de hablar con Mirio en el parque. Aunque las palabras de su compañero no podían borrar el peso de lo que había ocurrido, sí lograron ofrecerle un breve respiro en medio del caos que su vida se había convertido últimamente. Con un leve suspiro, se levantó de la banca y decidió regresar al apartamento. Sabía que allí encontraría a sus compañeros, y quizás, un poco de tranquilidad.
Al llegar al apartamento, notó que la mayoría de sus compañeros de clase estaban allí, algunos hablando en pequeños grupos, otros concentrados en tareas o simplemente descansando. El ambiente, aunque animado, no conseguía aliviar del todo la tensión que todavía pesaba sobre él.
Bakugo estaba en una esquina, frente a la televisión, visiblemente molesto. Izuku lo observó por un momento, notando cómo apretaba los puños cada vez que el canal de noticias cambiaba a otro segmento, como si estuviera esperando algo. Parecía estar conteniendo su frustración, algo que no era común en él.
Izuku se acercó con cautela, sintiendo la tensión en el aire.
-Bakugo, ¿quieres salir? -preguntó, intentando sonar despreocupado.
Bakugo giró la cabeza, claramente sorprendido por la oferta. Normalmente, él era quien tomaba la iniciativa en esas situaciones, y no al revés. Pero algo en la expresión de Izuku lo hizo reconsiderar su reacción habitual.
-Hmph. -Bakugo soltó un resoplido, pero no había sarcasmo en su voz, solo una ligera sorpresa. Tras unos segundos de silencio, asintió.
Bakugo: Está bien, nerd, salgamos de aquí. Este lugar me está poniendo de los nervios.
Izuku sonrió ligeramente, sintiendo un pequeño alivio. Ambos salieron del apartamento, dejando atrás la presión de las noticias y los rumores. Aunque las calles de la ciudad aún estaban llenas de miradas curiosas y murmullos a su paso, tener a Bakugo a su lado le daba una sensación de seguridad que no había sentido en mucho tiempo. Sabía que, al menos por un rato, no tenía que cargar con el peso del mundo solo.
Mientras caminaban por la ciudad, Bakugo no pudo evitar notar cómo todos miraban a Izuku. Las miradas de desprecio y desdén eran palpables, como si el aire a su alrededor se volviera más denso con cada paso. Sin embargo, lo que más sorprendió a Bakugo no fue la actitud de la gente, sino cómo Izuku la enfrentaba.
Izuku mantenía su cabeza en alto, con una sonrisa leve en el rostro, aunque claramente forzada. Intentaba ser lo más optimista posible, como si la opinión de la multitud no lo afectara en lo absoluto. Sin embargo, Bakugo conocía a su amigo desde hacía demasiado tiempo, y podía ver el cansancio y la tensión oculta detrás de esa fachada.
-Siguen siendo unos malditos idiotas, ¿verdad? -gruñó Bakugo, con el ceño fruncido mientras miraba de reojo a las personas que los observaban con desconfianza.
Izuku sonrió un poco más, aunque esta vez con un toque de amargura. -Sí, pero no puedo hacer nada al respecto. Lo mejor que puedo hacer es ignorarlos y seguir adelante. No voy a dejar que me hundan.
Bakugo soltó un bufido, claramente irritado por la situación. A pesar de su actitud gruñona, había algo en la resiliencia de Izuku que admiraba, aunque nunca lo admitiría en voz alta.
-Tienes razón, maldita sea. Pero si alguno se atreve a decirte algo, lo haré explotar, ¿entiendes?
Izuku soltó una pequeña risa ante la amenaza protectora de Bakugo, agradecido por su presencia.
-Lo sé, Kacchan. Gracias.
Bakugo no respondió, pero su mirada feroz a los transeúntes dejó claro que estaba dispuesto a cumplir su promesa si fuera necesario. Mientras tanto, Izuku se concentró en mantener su optimismo, decidido a no dejar que la negatividad de la gente lo afectara. A pesar de todo, no estaba solo, y eso era lo que realmente importaba.
Después de un rato caminando, Izuku y Bakugo decidieron entrar en una cafetería cercana. El ambiente era tranquilo, y parecía un buen lugar para relajarse un poco. Izuku, como era habitual en él, se pidió un café, buscando un poco de energía para despejar su mente. Bakugo, por otro lado, sorprendió al pedir un té frío, una elección inusual para alguien que normalmente prefería algo más fuerte.
Ambos se sentaron en una mesa junto a una ventana, observando el bullicio de la ciudad mientras conversaban. Antes de seguir hablando, su celular vibró con un nuevo mensaje. Al leerlo, se dio cuenta de que era de Mirio.
Mirio: ¡Midoriya!
¿Qué sucede?
Mirio: Ahora que somos amigos,
tengo información sobre lo próximo que hará la clase 1-A
¿Podrías contarme todo?
Mirio: Volverán a hacer residencias, tal y como hicieron
después del Festival Deportivo
¿Residencias?
Mirio: Sí, no serán obligatorias, pero podrán ser hechas por quien quiera hacerlas,
siempre y cuando tengas una licencia provisional.
Izuku agradeció la información y, mientras saboreaba su café, comenzó a considerar sus opciones. A pesar de las dificultades, la perspectiva de las nuevas clases y la posibilidad de entrenar con héroes profesionales lo llenaban de determinación. Con Bakugo a su lado y la información que Mirio le había proporcionado, Izuku sentía que estaba un paso más cerca de alcanzar sus metas, a pesar de las miradas y el juicio de aquellos que no comprendían su verdadero propósito.
-Otra vez la residencia, ¿eh? -comentó Bakugo, dando un sorbo a su té frío, con un leve gesto de disgusto-. No puedo esperar a ver qué tan aburrido será esta vez.
Izuku sonrió ante la queja de su amigo, aunque en su mente ya estaba considerando las opciones para su próxima residencia.
-Estaba pensando en volver con Kamui Woods, pero no estoy seguro... No sé si sería lo mejor.
Bakugo levantó una ceja, dejando su vaso sobre la mesa.
-Kamui Woods está enojado contigo, nerd. No es exactamente una buena idea.
Izuku frunció el ceño, sorprendido.
¿Enojado? No lo recuerdo... ¿por qué?
-Por todo el lío en el que lo metiste en Hosu. -Bakugo lo miró con seriedad, recordándole aquel caótico evento en el que Stain estaba involucrado-. No es como si te odiara, pero no creo que le haga mucha gracia la idea de tenerte cerca otra vez, al menos no tan pronto.
Izuku asintió, comprendiendo la situación. Aunque le dolía la idea de que Kamui Woods pudiera estar molesto con él, sabía que Bakugo tenía razón. Quizás era mejor buscar otra opción para la residencia.
-¿Y tú? -preguntó Izuku, cambiando de tema-. ¿A qué residencia irás esta vez?
Bakugo, con desinterés, rodando los ojos.
-No obtuve mi licencia provisional, así que tengo que pasar por un maldito recuperatorio o algo así primero. No es que me importe, pero es un fastidio.
Izuku notó la frustración en la voz de Bakugo, pero también sabía que su amigo era más que capaz de superar ese obstáculo.
-Lo harás bien, Bakugo. Estoy seguro.
Bakugo le lanzó una mirada desafiante, como si la idea de fallar no fuera siquiera una posibilidad.
-Claro que lo haré. Y cuando lo consiga, voy a ir a una residencia que me ponga a prueba de verdad. Nada de tonterías.
La conversación continuó entre ambos, mezclando bromas y seriedad, mientras terminaban sus bebidas. A pesar de las dificultades que enfrentaban, tanto Izuku como Bakugo sabían que seguirían adelante, enfrentando cualquier reto que se les presentara. Aunque el camino no sería fácil, tenían la determinación y la fuerza para superarlo, y quizás, esa era la razón por la que se entendían tan bien.
Izuku tomó un sorbo de su café mientras Bakugo lo observaba con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Había algo en el aire, una tensión que Izuku había estado guardando por un tiempo, y finalmente decidió liberarla.
-Kacchan -dijo Izuku, con una leve vacilación-. Hay algo que he estado pensando, algo que no puedo sacarme de la cabeza.
Bakugo levantó una ceja, curioso. No estaba acostumbrado a ver a Izuku tan pensativo sobre temas que no fueran relacionados con el heroísmo.
-¿Qué cosa? -preguntó Bakugo, aunque su tono sugería que estaba preparado para cualquier cosa menos lo que iba a escuchar.
Izuku tomó una respiración profunda y lo soltó de una vez.
-Creo que... siento algo por Todoroki. -Su voz era suave, pero no temblaba. Era una admisión sincera, y había una mezcla de nerviosismo y alivio en su expresión.
Bakugo parpadeó, claramente sorprendido. No era fácil sacarlo de su habitual actitud de seguridad y confianza, pero las palabras de Izuku lo dejaron desconcertado.
-¡¿Qué?! ¡¿La idiota mitad y mitad?! -exclamó Bakugo, incapaz de contenerse. Había incredulidad en su tono, como si intentara procesar lo que acababa de escuchar.
Izuku asintió lentamente, su mirada fija en su taza de café, evitando el contacto visual con Bakugo.
-Sí, Kacchan. Es algo que he estado sintiendo desde hace un tiempo, y no sé cómo manejarlo.
Bakugo lo miró por un momento más, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Aunque su primera reacción había sido de sorpresa, también podía ver que Izuku hablaba en serio. Al final, dejó escapar un suspiro y se encogió de hombros.
-Bueno, no me esperaba eso -dijo Bakugo, finalmente-. Pero si es lo que sientes, entonces adelante, maldito nerd. Solo no hagas nada estúpido.
Izuku se rió un poco nervioso, pero con un brillo en los ojos que Bakugo no había visto antes. Era como si la confesión le hubiera dado una nueva confianza.
-Es que... ella es realmente linda, Kacchan.
Bakugo dio una leve sonrisa, apoyándose en el respaldo de la silla, cruzando los brazos sobre el pecho.
-Sí, claro, linda y también hija del número 1 de Japón, millonaria, y está claro que tiene un futuro brillante. ¿Y tú piensas que tienes alguna oportunidad con ella, nerd?
Izuku asintió, sin perder la sonrisa. Había algo en su expresión que denotaba una determinación firme, como si hubiera estado pensando en esto durante mucho tiempo.
-Ya soy consciente de todo eso, Kacchan. No es que no lo haya pensado, pero tengo un plan.
Bakugo lo miró con escepticismo, pero también con un toque de curiosidad.
-¿Un plan? -repitió, levantando una ceja-. ¿Qué demonios estás planeando ahora?
Izuku mantuvo la sonrisa, aunque esta vez tenía un aire un poco travieso.
-Eso es algo que aún no puedo decirte. Pero no te preocupes, Kacchan, todo está bajo control.
Bakugo lo miró por un momento más, claramente intentando decidir si debía burlarse de él o tomárselo en serio. Al final, dejó escapar un suspiro, sacudiendo la cabeza.
-Eres un maldito lunático, nerd. Pero, si estás tan seguro... supongo que veré qué tienes planeado.
Izuku asintió, sintiéndose más animado por la conversación. Sabía que las cosas no serían fáciles, pero eso nunca lo había detenido antes. Y ahora, con un objetivo claro en mente, estaba más decidido que nunca a seguir adelante.
Bakugo, en su intento de ayudar a Izuku, comenzó a darle consejos que, a su parecer, eran infalibles.
-Escucha, nerd, si realmente quieres impresionar a una chica, lo primero que tienes que hacer es no mostrarle mucho interés. Hazte el difícil, como si no te importara en absoluto. Y cuando estés con ella, habla de tus logros, de lo increíble que eres. Las chicas adoran eso. Ah, y no te olvides de recordarle lo genial que eres en todo momento.
Izuku lo escuchaba con una mezcla de asombro y confusión. A medida que Bakugo continuaba, cada consejo sonaba peor que el anterior.
-Y si alguna vez la invitas a salir, hazlo a un lugar ruidoso, algo como un arcade. A las chicas les encanta cuando no pueden escuchar ni una palabra de lo que estás diciendo.
Mientras Bakugo hablaba, Izuku no podía evitar pensar en lo absurdos que eran sus consejos. No quería ser grosero, pero era imposible no darse cuenta de que el enfoque de Bakugo sobre las relaciones era, en el mejor de los casos, desastroso.
-Gracias, Kacchan-, dijo Izuku, esforzándose por no reírse, -pero creo que voy a intentar algo un poco diferente.
Mientras seguían caminando, Izuku reflexionó para sí mismo. Kacchan nunca va a tener novia en su vida si sigue pensando así. La idea le resultó tan graciosa que tuvo que reprimir una sonrisa. Aun así, apreciaba que Bakugo intentara ayudarlo, aunque sus consejos fueran terribles.
La tensión en la cafetería se había ido acumulando desde que Izuku y Bakugo entraron. Las miradas de reproche, los susurros constantes, y los gestos de desprecio se convirtieron en un ambiente sofocante. Finalmente, una mujer de mediana edad, visiblemente perturbada por lo que había escuchado en las noticias, decidió enfrentar a Izuku directamente.
-¡Tú!- gritó la mujer, señalando a Izuku con furia en los ojos. -¡Eres el responsable de que All Might ya no esté! ¡Eres un fracaso que solo trae desgracia a todos los que te rodean!-
Izuku se quedó en silencio, mirando a la mujer con calma mientras soportaba sus palabras cargadas de odio. Sabía que responder solo empeoraría las cosas. Bakugo, sin embargo, no podía soportar lo que estaba viendo. Se levantó de su asiento con una expresión furiosa y comenzó a abrir la boca para defender a Izuku, pero una simple mirada de este lo detuvo en seco. La mirada de Izuku le decía claramente que no valía la pena, que no debía meterse en esto.
Bakugo apretó los puños, lleno de ira contenida, sintiéndose impotente ante la situación. Su frustración crecía mientras la mujer continuaba insultando a Izuku. La tensión alcanzó un punto crítico cuando, en un arrebato de ira, la mujer tomó su vaso de agua y lo lanzó directamente hacia Izuku.
El agua voló hacia él, pero en lugar de detenerla con su Infinito, Izuku, en un acto de decisión consciente, desactivó su barrera, permitiendo que el agua lo empapara. Lo hizo para evitar más conflictos, sabiendo que cualquier muestra de sus habilidades podría escalar la situación aún más.
El gesto de Izuku solo sirvió para infundir valentía a los demás en el local. Viendo que alguien más se había atrevido a enfrentarlo, otros clientes se armaron de valor y comenzaron a empujarlo y golpearlo, descargando en él su frustración y tristeza por la pérdida del Símbolo de la Paz.
Bakugo observó, completamente enfurecido, cómo sacaban a Izuku a la fuerza del local. A pesar de todo, Izuku no se defendió, no contraatacó, no utilizó su poder para detenerlos, aunque sabía que podía hacerlo en cualquier momento. Su autocontrol era absoluto.
Una vez afuera, un grupo más grande de personas se reunió, insultando al peliverde sin piedad. Izuku se quedó de pie, con la cabeza baja, soportando el odio que se vertía sobre él. Bakugo, en la puerta del local, apenas podía contener sus propios impulsos de intervenir, sintiendo una mezcla de rabia y admiración por la fortaleza de Izuku.
La multitud comenzó a rodear a Izuku mientras las voces se alzaban en un coro de odio y desprecio. Las palabras que lanzaban eran afiladas, cargadas de rencor y dolor.
-¡Traidor! ¡Eres una desgracia para los héroes!- gritó un hombre desde el frente, su rostro retorcido por la ira.
-¡Eres el culpable de que All Might ya no esté con nosotros! ¡Si no hubieras sido tan débil, él seguiría vivo!- vociferó una mujer, sus ojos llenos de lágrimas de rabia.
-¡Monstruo! ¡Mereces estar en la cárcel por lo que hiciste!- añadió otro, su voz temblando de furia.
-¡Ni siquiera eres un verdadero héroe! ¡Deberían haberte expulsado de la U.A. hace mucho tiempo!- escupió un joven, su tono gélido.
-¡¿Qué clase de persona deja morir a alguien como All Might?! ¡Eres una vergüenza!- gritó un anciano, su bastón golpeando el suelo con furia.
Izuku permanecía inmóvil, sintiendo cada palabra como un golpe, pero no dejaba que su rostro mostrara el dolor que le causaban. Bakugo, en la multitud, observaba la escena con impotencia, sus puños temblando de rabia contenida. Quería hacer algo, quería gritarles a todos que estaban equivocados, que no sabían lo que realmente había pasado, pero sabía que cualquier intento de intervenir solo empeoraría la situación para Izuku.
-¡Nunca serás como All Might! ¡Nunca!- gritó alguien más desde el fondo, y la multitud coreó en acuerdo.
-¡Todo lo que tocas lo arruinas! ¡Deberías renunciar a ser un héroe y desaparecer!- exclamó una mujer con voz aguda, su dedo señalando a Izuku con desprecio.
Bakugo no sabía qué hacer. Cada insulto que escuchaba aumentaba su frustración, pero la mirada anterior de Izuku, que le había pedido en silencio que no se metiera, lo mantenía paralizado. Sentía cómo su garganta se cerraba, queriendo gritar, queriendo hacer algo para detener el odio que se vertía sobre su amigo.
-¡Eres un fracasado, y siempre lo serás!- concluyó un hombre, su voz resonando sobre el murmullo de la multitud.
Izuku, empapado y rodeado por el odio, cerró los ojos por un momento, buscando dentro de sí la fuerza para mantenerse firme. Sabía que, sin importar lo que dijera o hiciera, esas personas no cambiarían su opinión en ese momento. Entonces, simplemente respiró profundo y se preparó para soportar lo que viniera, mientras Bakugo observaba desde la distancia, luchando contra la rabia que sentía por no poder proteger a su amigo.
Nejire Hado apareció en la escena con la rapidez y determinación que la caracterizaban. Al ver a Izuku rodeado y abrumado por los insultos, su rostro se torció en una expresión de enojo y disgusto. No podía quedarse de brazos cruzados mientras una multitud enfurecida atacaba a uno de sus compañeros de la U.A.
Con una voz firme y autoritaria, Nejire levantó las manos, creando una suave pero poderosa oleada de energía a su alrededor.
-¡Basta!- exclamó, su tono resonando con una fuerza inusual para alguien tan generalmente alegre. -¡Esto no es lo que significa ser un héroe! ¿Es así como se comportan las personas a las que All Might protegió?-
La multitud, sorprendida por la aparición de Nejire y su aura imponente, comenzó a calmarse, aunque el odio aún se reflejaba en sus ojos.
-¿Quién eres tú para defenderlo?- preguntó una mujer enojada, aunque con menos vehemencia que antes.
-Soy Nejire Hado, una de los Tres Grandes de la U.A., y no puedo permitir que se maltrate de esta manera a alguien que ha dado tanto por la seguridad de los demás. Izuku Midoriya es un héroe en formación, y lo que están haciendo no solo es injusto, es cruel y contraproducente. ¿Creen que All Might aprobaría este comportamiento?- Nejire los miró con severidad, haciendo que más de una persona bajara la cabeza avergonzada.
La gente, reconociendo su estatus y respetando su autoridad, comenzó a retroceder, aunque la rabia en sus corazones no había desaparecido del todo. Los insultos cesaron, pero el ambiente seguía cargado de resentimiento.
Nejire se giró hacia Izuku, intentando suavizar su expresión.
-Midoriya, lo siento por lo que pasó. No mereces esto, tú...-
-Gracias, señorita Hado,- respondió Izuku, interrumpiéndola con una voz fría y distante, que la sorprendió. Su tono era educado, pero carecía del calor y gratitud que solía mostrar. El dolor que sentía por la actitud de la gente lo había dejado emocionalmente herido, y no podía evitar que se reflejara en su manera de hablar. Realmente no se esperaba que la situación escalara a tal magnitud, y la verdad era que en ese momento se sentía solo, como si nadie lo apreciara realmente.
Nejire notó el dolor en su mirada, la forma en que su postura reflejaba la derrota que intentaba ocultar. Sin decir más, decidió actuar. Antes de que Izuku pudiera reaccionar, lo agarró del brazo con firmeza, sin darle tiempo para negarse, y activó su quirk "Oleada".
-Vamos, Midoriya. No tienes que quedarte aquí,- dijo, mientras lo levantaba con su poder, alejándose de la multitud que los observaba con sorpresa.
Bakugo, que había estado observando desde la multitud, vio cómo Nejire se llevaba a Izuku y, aunque estaba furioso por lo que acababa de suceder, sabía que su amigo necesitaba alejarse de esa situación. No intentó detenerlos; comprendía que Izuku necesitaba un respiro, un momento para procesar lo que había pasado.
Izuku, sorprendido por la acción repentina de Nejire, no hizo ningún esfuerzo por activar su Infinito para evitar el contacto. Simplemente dejó que Nejire lo llevara, sintiendo una extraña mezcla de alivio y tristeza. No tenía ganas de resistirse. Dejándose llevar por ella, se dio cuenta de que, aunque no se sentía querido por muchos, al menos había personas como Nejire que estaban dispuestas a estar a su lado, incluso cuando él mismo no sabía cómo seguir adelante.
Nejire llevó a Izuku a la azotea de un edificio cercano, un lugar tranquilo con una vista panorámica de la ciudad. Allí, el bullicio de la calle parecía lejano y la atmósfera estaba cargada de una calma inesperada. El viento soplaba suavemente, y aunque la situación seguía siendo tensa, el entorno ofrecía un respiro muy necesario.
Al llegar, Nejire hizo un esfuerzo consciente por mantener un tono sereno y tranquilizador. Se sentó al lado de Izuku, que estaba de pie, mirando la ciudad con una expresión de abatimiento.
-Midoriya,- comenzó Nejire con suavidad, -¿puedes decirme qué pasó? Quiero entender lo que estás pasando.
Izuku, sin apartar la vista del horizonte, dejó escapar un suspiro profundo.
-No encuentro motivos para quedarme en la U.A. La gente a la que tengo que salvar siendo un héroe ahora mismo me repudia tanto. Pensé que había encontrado mi propósito... pero...-
Sacó su licencia provisional, mirándola con una expresión que reflejaba más decepción que tristeza. Aunque parecía que estaba a punto de llorar, no apareció ni una sola lágrima. Su rostro mostraba un desánimo profundo, una sensación de decepción que era palpable.
Nejire, viendo el dolor y la desilusión en los ojos de Izuku, trató de hablarle con empatía y aliento.
-No pierdas el progreso que has hecho en tu recuperación mental. La gente idiota está en todas partes, y siempre habrá quienes no entiendan o valoren lo que haces. Pero eso no significa que tu valor o tu esfuerzo sean menos importantes.
Se inclinó un poco hacia adelante, colocando una mano en el hombro de Izuku con una expresión de genuino cuidado.
-Tú tienes un gran potencial y una gran determinación. Los que realmente importan, los que están cerca de ti y aprecian lo que haces, saben lo que vales. No dejes que las palabras de unos pocos te hagan olvidar por qué comenzaste en primer lugar.-
Izuku se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Nejire. Sus pensamientos, que habían estado nublados por la frustración y la tristeza, empezaron a aclararse poco a poco. La perspectiva que Nejire ofrecía le daba un nuevo enfoque sobre su situación.
-Gracias, señorita Hado,- dijo finalmente, su voz cargada de una mezcla de gratitud y esperanza. -Realmente necesitaba escuchar eso.-
Nejire le sonrió cálidamente.
-No hay de qué, Midoriya. Todos enfrentamos desafíos y momentos difíciles, pero es importante seguir adelante. Lo que estás haciendo es valiente y significativo. No dejes que unos pocos te hagan olvidar eso.
Con una última mirada alentadora, Nejire se levantó y comenzó a alejarse.
-Si necesitas algo más, estaré cerca. No dudes en buscarme.
Izuku se quedó en la azotea del edificio, solo con sus pensamientos. Aunque las palabras de Nejire estaban llenas de ánimo y comprensión, no parecían alcanzar el fondo de su dolor. La vista de la ciudad, que antes le parecía un recordatorio de sus esfuerzos, ahora solo le resultaba distante y fría.
Nejire, al ver que Izuku no respondía con la misma calidez, entendió que el peso de su situación era demasiado grande para ser aliviado por simples palabras. Con una expresión de tristeza, se despidió y se alejó, dejándolo solo con sus pensamientos.
Izuku permaneció allí, mirando el horizonte con una expresión de vacío. El silencio del lugar parecía amplificar sus sentimientos de desilusión y frustración. Después de un largo momento de reflexión, finalmente rompió el silencio con una declaración que encapsulaba su estado mental.
-Empiezo a odiar a los débiles,- murmuró en voz baja, sus palabras resonando en el vacío de la azotea. Su tono era frío y distante, y la falta de emoción en su voz reflejaba el profundo desánimo que sentía.
Con esa declaración, Izuku se giró y comenzó a caminar de regreso a la U.A. Aunque había recibido apoyo, su corazón seguía cargado de una pesada sensación de derrota. La lucha por encontrar su lugar y su propósito continuaba, y por ahora, el peso de las expectativas y las críticas le parecía más grande que nunca.
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