Capítulo 32
Bakugo camina con paso decidido y un aire de incomodidad que intenta disimular. Izuku lo sigue de cerca, sus pensamientos revolotean con la incertidumbre de lo que pueda suceder. Desde su regreso a la U.A., la relación entre ellos ha sido distante, y esta conversación inesperada es un rayo de esperanza en medio de la tormenta de críticas que enfrenta.
La noche ha caído sobre la U.A., y las luces del campus se reflejan en las calles, creando un ambiente tranquilo y silencioso. Bakugo y Izuku están en el pequeño parque cercano al campus, alejados del bullicio y rodeados de una calma nocturna que contrasta con la tensión de la conversación que están a punto de tener.
Bakugo se detiene, mirando al suelo con una expresión de frustración. Las noticias que han estado en todos los canales siguen resonando en su mente, y la preocupación por su compañero de clase parece haberlo consumido. Finalmente, se vuelve hacia Izuku, sus ojos cargados de una mezcla de enojo y desesperación.
Bakugo: ¿Qué diablos está pasando con esas noticias, Izuku? -preguntó, su voz cargada de preocupación-. ¿Por qué te están atacando así?
Izuku suspira, sabiendo que esta es una conversación que necesitaba tener desde hace un tiempo. Se acerca a Bakugo, intentando mantener la calma mientras explica la situación.
Izuku: Los políticos están usando todo lo que tienen para atacar mi reputación. Quieren controlarme, y ahora están manipulando la opinión pública contra mí. Lo que están diciendo es injusto y falso, pero están tratando de desacreditarme... -Izuku se detiene, notando que Bakugo no parece demasiado interesado en el tema.
Bakugo frunce el ceño y cambia de tema de manera abrupta, sus palabras cargadas de una intensidad que refleja su conflicto interno.
-Eso no es lo importante ahora -dice Bakugo, con un tono que mezcla la frustración con un sentimiento de culpa-.
La noche continúa en calma, con la luna iluminando suavemente el parque mientras Bakugo y Izuku permanecen en pie, en medio de la conversación que parece haber abierto una herida profunda en ambos. Bakugo, en particular, está luchando con sus emociones, y su muro de resistencia se está desmoronando lentamente bajo la presión de su propio dolor.
Bakugo mira al suelo, las manos apretadas en puños, su cuerpo temblando ligeramente. La voz de Bakugo empieza a quebrarse, mostrando una vulnerabilidad que rara vez deja ver a los demás.
-No puedo... -dice Bakugo, su voz temblando con la emoción reprimida-. No puedo dejar de pensar que si hubiera sido más fuerte, All Might no habría tenido que... no habría tenido que morir. No lo soporté. No pude hacer nada, y ahora siento que todo es mi culpa.
Las palabras se arrastran como susurros quebrados, y la intensidad de su sufrimiento es palpable. Bakugo está luchando por contener las lágrimas, su rostro enrojecido mientras trata de mantener el control, pero la angustia es evidente.
Izuku lo observa con una mezcla de empatía y dolor. Las palabras de Bakugo resuenan profundamente en él, evocando recuerdos dolorosos de su propia culpa y su propia lucha interna. Izuku se siente incapaz de encontrar las palabras adecuadas para consolar a su amigo, ya que él mismo ha pasado por momentos de desesperación similares.
Bakugo sigue hablando, su voz entrecortada mientras las lágrimas empiezan a asomarse a sus ojos.
-Todo el mundo espera que sea fuerte, que no muestre debilidad... pero ¿y si no puedo? ¿Y si nunca soy lo suficientemente fuerte? Lo siento, Izuku. Lo siento por todo. No sé qué hacer con todo esto.
Izuku, sintiendo el peso de la angustia de Bakugo, se queda en silencio, observando cómo la lucha interna de su compañero se despliega frente a él. La culpa y la desesperación en la voz de Bakugo reflejan sus propios sentimientos de incapacidad y dolor. Izuku recuerda sus momentos de duda y su sensación de ser inadecuado, y la conexión con el sufrimiento de Bakugo le resulta abrumadora.
Bakugo se queda en silencio por un momento, sus respiraciones todavía entrecortadas por la emoción. El peso de sus palabras parece estar acumulándose, y finalmente, la necesidad de desahogarse lo supera. Se vuelve hacia Izuku, sus ojos llenos de una mezcla de enojo y tristeza.
-¿Sabes? -comienza Bakugo, su voz temblando-. Desde que éramos niños, siempre he odiado que tú fueras superior a mí en todo. Siempre, absolutamente todo. Cuando estábamos en la misma clase, me esforzaba al máximo para ser mejor, para destacarme, pero tú siempre estabas un paso adelante. Y yo... yo me sentía inútil. Siempre detrás de ti, siempre en segundo lugar.
Bakugo se agarra la cabeza, frustrado y cansado, su rostro torcido en una mueca de dolor. Las palabras salen atropelladas, cargadas de resentimiento y autodesprecio.
-Intenté superar cada desafío, intenté ser el mejor, pero nunca mejoré en nada. Todo el mundo siempre me decía que lo haría bien, que lo conseguiría, pero solo me sentía más y más fracasado. No sé por qué nunca pude ser tan bueno como tú, o al menos ser suficiente.
Izuku lo observa en silencio, su corazón se hunde al escuchar el peso de las emociones que Bakugo ha llevado durante tanto tiempo. La revelación de Bakugo acerca de sus sentimientos de insuficiencia y fracaso es un golpe directo, mostrando una parte de su alma que ha estado escondida bajo una capa de bravado y enojo.
Bakugo baja la mirada, evitando el contacto visual mientras sus palabras se vuelven más suaves, pero no menos dolorosas.
-Siempre pensé que si pudiera solo ser un poco mejor, un poco más fuerte, podría al menos dejar de sentirme tan... inútil. Pero parece que nada de eso importa ahora. No importa cuánto lo intente, nunca estoy a la altura.
Izuku se siente abrumado por la dificultad de encontrar las palabras adecuadas para consolar a Bakugo. El dolor y la frustración en el rostro de su amigo lo impactan profundamente, y aunque quiere ofrecer apoyo, no está seguro de cómo hacerlo de manera efectiva.
-Bakugo, mira... -comienza Izuku, tratando de encontrar la manera correcta de decir lo que siente-. A veces, lo único que podemos hacer es seguir adelante y no rendirnos. Las cosas se pondrán mejor, y tú tienes... tienes muchas cualidades que quizás no ves ahora, pero son importantes. Solo tienes que seguir esforzándote, y eventualmente verás... verás que todo el esfuerzo vale la pena.
Bakugo lo mira con una expresión de frustración creciente. Finalmente, no puede contenerse más y suelta un suspiro exasperado.
-¿En serio? -dice Bakugo, su tono lleno de desagrado-. No necesito frases clichés y palabrerías motivacionales, ¿entiendes? Eso no ayuda en absoluto. No eres el mejor para esto, Midoriya. No me hagas perder el tiempo con esos discursos vacíos.
Las palabras de Bakugo caen pesadas sobre Izuku, y una mezcla de confusión y herida atraviesa su rostro. Siente cómo su intento de consolar a Bakugo se desvanece, dejándolo con una sensación de insuficiencia. Se queda en silencio, sin saber cómo responder, su mente llena de dudas sobre si realmente puede ofrecer el apoyo que Bakugo necesita.
-Lo siento... -murmura Izuku, bajando la mirada-. No sabía cómo... cómo decir lo que quería decir. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, aunque no tenga las palabras correctas.
Bakugo, notando el impacto de sus propias palabras en Izuku, se queda en silencio por un momento. Aunque sigue luchando con sus propios sentimientos, la expresión herida de Izuku lo hace reflexionar sobre su propia dureza. Sin embargo, en ese instante, no encuentra la manera de suavizar sus palabras o de reconocer el esfuerzo de su amigo.
Bakugo, con la frustración acumulada y el peso de sus sentimientos, se vuelve hacia Izuku con una determinación feroz en sus ojos. Sin previo aviso, se lanza hacia él con un ataque de explosiones, tratando de desahogar su rabia de esa manera.
-¡Vamos, Izuku! —grita Bakugo, lanzando una serie de explosiones con la intención de golpear a Izuku-. ¡Pelea conmigo!
Izuku, se sorprendió por la repentina agresión, pero, desde que Izuku descubrió la Técnica de Maldición Inversa, su Infinito siempre estaba activo. Las explosiones se dispersan en el aire, sus destellos creando una danza de luces y sombras a su alrededor.
-Bakugo, no quiero pelear contigo -responde Izuku, su voz firme a pesar de la tensión del momento-. No voy a golpearte, no importa lo que digas. No puedo hacerlo.
Bakugo sigue lanzando explosiones, cada una desintegrándose en el aire cuando toca el infinito de Izuku. Su rostro muestra una mezcla de ira y desesperación, y el sonido de sus ataques retumba en la noche.
-¡Eres un estúpido! ¡Siempre has sido el más estúpido de todos! -le grita Bakugo, su voz temblando con la intensidad de sus emociones-. ¡No entiendes nada!
Izuku permanece en su lugar, sin moverse y sin mostrar señales de devolver el ataque. A pesar de las explosiones, su mirada es calmada, y su voz es suave, intentando transmitir su entendimiento sin necesidad de palabras rencorosas.
-No puedo, Bakugo. -dice Izuku-. No quiero lastimarte. Y si pelear es la única forma en que puedes liberarte de esto, entonces lo siento, pero no voy a hacerlo
Bakugo, al darse cuenta de que no puede tocar a Izuku con ninguna de sus explosiones debido al infinito, se siente aún más abatido. Su furia y desesperación se desvanecen lentamente, dejando solo una sensación abrumadora de inutilidad. Sus explosiones, que antes parecían una forma de liberación, ahora parecen insignificantes y vacías en comparación con la barrera impenetrable que Izuku ha levantado.
-¡¿Por qué no puedes solo golpearme?! -gruñe Bakugo, su voz cargada de frustración, pero sus palabras pierden fuerza a medida que se da cuenta de la inutilidad de sus intentos-. ¡¿Por qué no puedes simplemente dejarme hacer esto?!
Izuku sigue de pie, con su mirada fija en Bakugo, comprendiendo el dolor que su amigo está experimentando. A medida que las explosiones de Bakugo se desintegran en el aire, el silencio que sigue se convierte en un peso tangible entre ellos. La frustración de Bakugo se convierte en una presión interna que no sabe cómo liberar.
Finalmente, Bakugo baja la cabeza, su mirada fija en el suelo mientras se siente más inútil y derrotado que nunca. Su cuerpo se tensa, y un temblor sutil recorre su figura. La rabia que había mostrado antes ahora se convierte en un sentimiento de impotencia cruda, al darse cuenta de que no puede desahogar su dolor de la manera que había esperado.
-No puedo... -murmura Bakugo, su voz quebrándose-. No puedo hacer nada. No sirvo para nada.
Izuku, viendo la profunda desesperación en los ojos de Bakugo y sintiendo que las palabras no eran suficientes para consolarlo, decide usar su habilidad de teletransportación para llevarlos a un lugar especial para ambos. Con un simple movimiento, ambos se encuentran en la orilla de un lago tranquilo, el mismo lago al que solían ir cuando eran niños para lanzar piedras y ver quién lograba la mayor cantidad de rebotes.
El entorno, con el suave murmullo del agua y el cielo despejado del atardecer, parece contrastar con la tensión que había existido entre ellos. Izuku se sienta en la orilla, mirando el agua, y Bakugo lo sigue, todavía aturdido por el repentino cambio de escenario.
-¿Dónde estamos? -pregunta Bakugo, tratando de comprender la situación, pero el lugar le resulta familiar.
-Este es el lago al que solíamos venir a lanzar piedras -explica Izuku, su tono suave-. Pensé que podría ser un buen lugar para hablar.
Bakugo se sienta al lado de Izuku, mirando el agua con una mezcla de nostalgia y confusión. Izuku toma una piedra del suelo y la lanza al lago, observando cómo rebota varias veces antes de hundirse en el agua.
-Cuando éramos niños, solíamos venir aquí para ver quién podía hacer más rebotes -dice Izuku con una sonrisa melancólica-. A veces, solo necesitábamos un lugar tranquilo para despejar nuestras mentes.
Bakugo lo observa en silencio, sintiendo una chispa de la familiaridad que compartían cuando eran jóvenes. Izuku toma una respiración profunda, decidido a abrirse sobre sus propias luchas.
-Sé que has estado lidiando con mucho, y entiendo lo difícil que es. Yo también he pasado por cosas terribles. Perdí a mi mamá, y eso fue... devastador. Luego, perdí a Knuckleduster... Y ahora, con la muerte de All Might, siento que mi mundo se está desmoronando.
Bakugo lo mira con sorpresa. Nunca había escuchado a Izuku hablar tan abiertamente sobre sus pérdidas.
-Me sentía igual que tú ahora, Bakugo. Me sentía culpable, inútil, como si nada tuviera sentido. Pero me di cuenta de que sentirme así no cambiaba nada. Solo me estaba hundiendo más en la oscuridad. La vida sigue adelante, a pesar del dolor, y tuve que aprender a seguir adelante también.
Izuku lanza otra piedra al lago, observando cómo rebota y luego se hunde.
-Lo que trato de decirte es que el dolor es parte de la vida, pero no tienes que permitir que te consuma. Es normal sentirse perdido y desorientado, pero no estás solo en esto. La vida continúa, y nosotros debemos seguir adelante con ella.
Bakugo se queda en silencio, mirando el agua y las ondas que se expanden desde donde la piedra de Izuku tocó el lago. Sus emociones están a flor de piel, y el lugar tranquilo les da un momento para reflexionar.
-¿Y cómo haces para seguir adelante? -pregunta Bakugo finalmente, su voz temblando ligeramente.
-No sé si es fácil -admite Izuku-, pero lo hago porque tengo amigos como tú, porque quiero seguir luchando por lo que creo y por las personas que aún están a mi lado. La vida no se detiene, y no podemos quedarnos estancados en el dolor.
Bakugo baja la mirada, sintiendo el peso de sus emociones y el impacto de las palabras de Izuku. La conversación y el entorno han proporcionado un pequeño respiro a su angustia, y aunque el camino para sanar es largo, el simple hecho de haber compartido sus sentimientos con alguien cercano le brinda un atisbo de consuelo.
-Gracias -murmura Bakugo-. No sabía qué hacer... pero esto... esto ayuda.
Izuku asiente, satisfecho de que al menos haya logrado ofrecer algo de alivio a su amigo. Ambos se quedan en silencio, disfrutando del momento tranquilo y el reflejo de las estrellas en el lago, mientras el peso de sus preocupaciones comienza a aligerarse un poco, con la esperanza de que puedan encontrar un camino hacia adelante juntos.
Izuku observa a Bakugo mientras este escoge una piedra del suelo, más grande y pesada que las que habían lanzado antes. Con una determinación renovada, Bakugo lanza la piedra al agua con un movimiento enérgico. La piedra rebota una, dos, tres veces, y luego una cuarta, mucho más que cualquier piedra que Izuku había lanzado anteriormente. Finalmente, la piedra se hunde en el agua, dejando un rastro de ondas que se extienden hacia afuera.
Izuku mira sorprendido mientras la piedra de Bakugo rebota más veces de lo que había sido capaz. La sonrisa de Bakugo es más ancha de lo que Izuku ha visto en mucho tiempo, un signo de su orgullo y satisfacción.
-¡Mira eso! -exclama Bakugo con una mezcla de entusiasmo y triunfo-. ¡Te gané, Izuku!
Izuku sonríe, sintiendo una cálida mezcla de admiración y orgullo por su amigo. Aunque siempre ha sido un desafío para él, ver a Bakugo disfrutar de un momento de victoria, incluso en algo tan simple como lanzar una piedra, le resulta reconfortante.
-Sí, definitivamente te ganaste el título de rey de los rebotes hoy -responde Izuku, riendo-. Has mejorado mucho.
Bakugo se encoge de hombros, tratando de ocultar su alegría bajo una capa de indiferencia, pero es evidente que está satisfecho con su logro.
-¡Debería ser así! ¡Siempre estoy buscando superar mis límites! -dice Bakugo, con un tono más confiado-. A veces, solo se necesita un poco de práctica y la actitud correcta.
Izuku asiente, sabiendo que este pequeño momento de competencia es más que solo un simple juego. Es un símbolo de cómo Bakugo está empezando a encontrar su camino nuevamente, incluso después de las dificultades.
-Me alegra ver que te sientes mejor -dice Izuku sinceramente-. A veces, necesitamos pequeños momentos de triunfo para recordar que podemos superar las cosas.
Bakugo lo mira y asiente lentamente, sintiendo que las palabras de Izuku resuenan con una verdad profunda. La noche avanza, y ambos permanecen en silencio, disfrutando del simple placer de estar juntos en un lugar que les trae buenos recuerdos.
Finalmente, Bakugo rompe el silencio.
-Gracias, Izuku. No sé qué habría hecho sin ti. Esto... esto realmente ayuda.
Izuku sonríe de nuevo, contento de haber podido ofrecer un pequeño consuelo a su amigo. Los dos se quedan allí un rato más, lanzando piedras al lago y disfrutando de la paz del lugar, con la esperanza de que el tiempo y la amistad les ayuden a seguir adelante en su camino.
Ambos regresan al apartamento de la U.A gracias a la teletransportación del peliverde, ambos con una expresión de tranquilidad en sus rostros. A medida que entran, se encuentran con la sorpresa y preocupación de sus compañeros, quienes habían estado esperando ansiosos el regreso de ambos, temiendo que hubieran terminado en una pelea aún más intensa.
Pero en lugar de eso, encuentran a Izuku y Bakugo charlando y riendo, con una energía renovada y una sorprendente calma en sus actitudes. Momo, Iida, Todoroki, y los demás observan con alivio y asombro mientras los dos chicos se integran nuevamente en el grupo, compartiendo historias y disfrutando del momento.
Kirishima: ¿Así que todo está bien? -pregunta, visiblemente aliviado.
-Sí, todo está bien -responde Izuku con una sonrisa-. Solo necesitábamos un poco de tiempo para hablar las cosas.
Bakugo, aunque aún manteniendo su actitud acostumbrada, muestra un leve y sincero indicio de alegría. En su rostro se puede ver que ha cambiado algo, un cambio que refleja un nuevo nivel de comprensión y humildad.
Momo, con una sonrisa cálida, dice:
-Me alegra verlos a ambos bien. A veces, las mejores conversaciones ocurren en los lugares más inesperados.
Izuku y Bakugo se unen a la conversación del grupo, el ambiente en el apartamento se llena de una atmósfera de camaradería y comprensión mutua. Aunque ambos chicos siguen siendo tan engreídos como siempre, esta experiencia ha dejado una marca en ellos.
A medida que la noche avanza y las risas y charlas llenan el apartamento, queda claro que tanto Izuku como Bakugo han experimentado una profunda transformación. Los dos engreídos, Izuku y Bakugo, cada uno con su propia marca de arrogancia.
Izuku, que había nacido con un quirk superpoderoso y creía que su destino era ser el más fuerte, menospreciando a quienes no compartían su nivel de habilidad, empieza a comprender el verdadero significado de la empatía y el compañerismo.
Por otro lado, Bakugo, el arrogante que siempre había tenido una personalidad explosiva y desafiante, incluso con los más amables.
Así es, ambos amigos... ambos engreídos con sus experiencias vividas con tan solo 16 años, ambos estaban aprendiendo... Humildad.
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