?/? El chico del turbante rojo +18
Tipo de historia: Cliché (el bravucón se enamora del nert)
Palabras: 3535
Parejas secundarias o implícitas: MitsuBoru, BoruDenki.
Advertencias:
• abuso sexual o ligeramente no consensuado.
Nota:
Esta historia la escribo revuelta porque... Pos porque sí, y así la puedo desarrollar más a gusto. Así que disfruten de esta cosa toda sin pies ni cabeza.
•~ 🌼 ~•
—Boruto —su voz resonó con gracia en el amplio salón, llamando la atención de susodicho y del joven azabache junto suyo. Mitsuki lo veía desde el marco de la puerta, con su dulce sonrisa mirándole atentamente.
—¡Oh, ya voy, espera! —respondió el rubio con una gran sonrisa, ahora apurándose a juntar toda la tierra y dejarla en el recogedor— Denki —le llamó entregándole la escoba— ¿podrías terminar mi parte? Ya queda poco por limpiar, es que tengo cosas que hacer ¿por favor? —pidió amablemente, juntando sus manos rogando, a lo que Denki, tan solo asintió sonriendo con esfuerzo, eso bastó para que Boruto saliera corriendo del salón, llevándose consigo a Mitsuki, y a su vez, se escucharan risas por el corredor al irse.
Bajando con pesar su mirada, Denki siguió recogiendo la poca tierra que había quedado, la dejó en el pequeño bote de basura, y tomó un trapo con el que comenzó a limpiar el pizarron.
Iwabee, a sus espaldas, limpiaba los últimos pupitres que le quedaban, observándole en silencio.
Era evidente lo que pasaba, y aviéndose fijado en Denki, la curiosidad de ganaba, verlo tan triste, tan callado y decaído, era interesante, quería saber más de eso, tal vez acercarse un poco más al chico.
—¿Porqué dejaste que se fuera? —preguntó el moreno desde su sitio, haciéndole respingar del susto al menor por sacarlo de sus pensamientos.
—Ah... Es mi amigo, y ya falta poco para acabar, no pasa nada si se va temprano —Respondió sonriente el menor, parándose de puntas para alcanzar la parte alta del pizarron.
« Lindas piernas »
Pensó Iwabee al fijarse en como Denki alzaba levemente una para alcanzar la parte superior, desde su mirar se podían ver largas, delgadas pero no demasiado, curveadas en cuanto a carne se trataba, eran unas lindas piernas.
—Ese chico, Mitsuki, ¿es algo de Boruto? —preguntó curioso, pasándose al siguiente banco para limpiarlo.
—Es su amigo —despondió al instante.
—Desde que Mitsuki entro, parece que se volvieron cercanos —comentó pensante, comprobando las reacciones que debería tener el menor.
—Boruto es muy amable con todos, es divertido, alegre, no juzga a nadie sin antes conocerlo y estar con él es siempre estar feliz, no es extraño que Mitsuki... Halla querido ser su amigo desde un principio —explicó sonriente, callando por un segundo al buscar las palabras correctas, para así agacharse y tomar el bote de limpiador para humedecer su trapo con él.
« Lindo trasero »
Pensó Iwabee al verle agacharse. Una retaguardia bastante linda, redonditas y esponjosas, no demasiado, lo suficiente como para llamarle la atención y tentarlo a comprobar como sería tocarlo.
—No es extraño que Mitsuki se halla enamorado de él —le corrigió el moreno, percatándose a su vez de lo quieto que se había quedado Denki al oírle—, ¿me vas a decir que eso es imposible?
—Lo es, lo acaba de conocer y son chicos, no creo que--
—Por favor —le calló molesto—, desde que llegó nunca se aleja de él, todo lo que dice parece que Mitsuki lo toma como una verdad absoluta, siempre lo está viendo y creeme cuando te digo que a Boruto no le molesta su presencia.
—¿Qué? —titubeó girándose para verle.
—Digo que se gustan, es innegable, Mitsuki lo trata bien, Boruto es “Perfecto”, si lo que hay ahí no es amor, entonces tienen una relación demasiado intensa como amigos —Insistió Iwabee acercándose, notando como la mirada de Denki bajaba al suelo consternado, apretando sus labios uno con el otro formando una línea recta, frunciendo el entrecejo y con la mirada pérdida, mientras sus mejillas se teñían de rosa, tal vez por el enojo.
—Pero... Se acaban de conocer... Yo llevo siendo su amigo mucho más tiempo... No se puede enamorar tan rápido de alguien... —insistió con la voz temblorosa, alzando la mirada con esperanza al mayor que estaba ya frente suyo.
« Lindo rostro »
Mejillas rojas, ojos grandes y negros, ahora cristalinos, labios delgados y temblorosos, una expresión que denotaba aflicción y tristeza, que denotaba cuanto quería que lo que le decía fuera erróneo. Un mal de amores, era lo que tenía.
—Una persona se puede enamorar en un segundo de otra, no necesita darse cuenta de sus sentimientos para estarlo, no necesita conocerlo de toda la vida para que pase, simplemente algo puede captar su atención de esa persona, y el amor aparece de improvisto cambiando por completo su forma de verlo —sus dedos se posaron débilmente sobre la mejilla de Denki, acariciando esta, pasándolos con delicadeza a sus labios, logrando que los húmedos ojos del menor se abrieran de par en par por su tacto.
« Quiero... Ah... Veamos hasta donde puedo llegar »
Tomándolo de los hombros, con brusquedad, lo acorraló entre el blanco pizarron y su cuerpo, acercando peligrosamente su rostro al ajeno, cruzando miradas.
« Con él debo de... »
Denki había enmudecido, le veía perplejo en silencio, casi asustado por lo brusco y rápido que lo había tomado.
Ojos oscuros que le veían deseosos, mirada afilada y sedienta, labios entreabiertos a escasos centímetros de los suyos.
—Denki...
Sintió algo cálido al escucharlo... No, no era algo cálido, más bien, algo caliente que le hizo a su corazón saltar emocionado.
Sus dedos se movieron desde el contorno de su rostro, bajando por el lóbulo de su oreja, hasta su cuello, acariciándolo, deteniéndose en el borde de su camisa.
Estaba tan cerca, estaba tan... Que sintió algo hacer click en su cabeza. No era miedo, era algo que le hizo sentirse agitado, y con unas incontrolables ganas de cortar esa distancia para probar los labios ajenos.
« Sí... Seducirlo así parece que funciona... Ahora tengo que actuar»
—Si no me detienes ahora, ya no lo haré aunque me lo rueges —decretó el moreno, mirándole fijamente, intimidante, a tan escasos centímetros de su rostro que podía sentir su respiración chocar contra sus labios.
Su corazón palpitaba con fuerza, sentía su rostro caliente y la vergüenza del tener a ese chico tan cerca le hacía querer apartarlo de un golpe.
¿Porqué no lo hacía?
¿Porqué no solo lo alejaba?
Su cuerpo no respondía como se supone debía, tanto era así, que no solo era su rostro lo que sentía caliente.
Había una respuesta a lo que el moreno decía, era obvia, pero simplemente sólo soltó:
—No... No sé de qué hablas... —susurró con un hilo de voz Denki. Mientras la mirada del mayor se afilaba, y una sonrisa se formaba en su rostro.
—Respuesta errónea.
Fue lo último que escuchó de sus labios, antes de sentir estos sobre su cuello, mordiéndolo, lamiéndolo, mientras que sus acaneladas manos bajaban a su trasero, apretándolo firmemente, para luego subir una a su pecho y en un segundo desabotonar toda su camisa, y así bajar sus labios a su pálido pecho y atrapar entre sus dientes sus rosados botones, provocándole un intenso cosquilleo en su intimidad, haciéndole sonrojar con fuerza y jadear exaltado ante los repentinos tratos ajenos.
—¡Ah! ¡De... Detente! I-Iwabee... ¡Nh! —exclamó forcejeando para liberarse de su agarre, pero el moreno era inegablemente más fuerte, y con solo una mano tomó sus muñecas con fuerza evitando que se moviese.
Su lengua pasaba con descaro sobre sus pezones, humedeciéndolos y sacándole entrecortados suspiros, mientras que con su mano libre, se quitó el turbante y con el listón negro con el que lo mantenía en su lugar, ató sus manos y de un momento a otro ya lo tenía en el suelo.
—¡Iwabee... para! —rogó mirándole molesto y con el sonrojo cubriendo su rostro.
El mayor, haciendo caso omiso rápidamente le quitó su cinturón, y de un jalón, Denki ya no tenía nada que cubriera su intimidad, estaba por completo expuesto, e Iwabee sonreía gustoso de la vista.
Avergonzado, Denki juntaba como podía las piernas, y se removía en el suelo tratando de cubrirse o alejarse, todo era en vano, solo lograba contonearse en su lugar básicamente como un gusano.
—Quieres que me detenga, pero aquí abajo no pareces querer lo mismo —afirmó triunfal el mayor al separar sus piernas, dejando a la vista su erección—... Sorprendente... apenas te he tocado y ya estás húmedo... —susurró tocando la punta del pequeño miembro del cual brotaba presemen, y a su tacto, su virilidad se movió emocionada.
—¡N-no! Espera, I-Iwabee... —pidió casi con dificultad para respirar, tratando de ocultar su intimidad con sus manos atadas.
Tomándole de la muñeca, el moreno colocó las manos ajenas sobre su cabeza, presionándolas contra en suelo, mientras que con su mano dominante, manteniendo la mirada fijamente en el rostro ajeno, la lamió humedeciéndola, logrando que Denki le mirara perplejo, para así, ahora con la mano húmeda, envolver el miembro del menor, subiéndola y bajándola rápidamente a lo largo del pequeño falo, logrando que Denki echara la cabeza atrás exponiendo su cuello, apretando los labios ahogando sus gemidos, y removiéndose en su lugar tratando de aguantar el placer que le abrumaba en su intimidad.
—Cielos... Eres más lindo que en mis fantasías... —Susurró sonriente relamiéndose los labios— no quiero que me odies... Mantengamos esto en secreto...
Acercándose a su pecho, se dedicó a degustar su sabor, mordiendo y succionado sus botones, logrando que pequeños gemidos se escaparan del menor, quien ahora temblaba y movía sus piernas aguantando el placer.
—Muy húmedo... —susurró al bajar la mirada, apreciando el como el presemen escurría de su mano, humedeciéndola y permitiéndole moverla más rápido por la menor fricción— ¿realmente te vendrás tan pronto? —rió débilmente ante la idea.
Apartándose un poco, lo suficientemente para verle por completo, se dedicó a observar el sonrojado rostro del menor, con las gafas desacomodadas, el sudor bajando por su frente, y sus facciones denotando cuanto lo disfrutaba.
Sus gemidos se volvieron más agudos e incontenibles, pequeñas lágrimas se formaron al borde de sus pestañas, involuntariamente sus piernas se separaron un poco más y contoneándose su cadera comenzó a subir y bajar débilmente en su lugar, todo esto, culminando en pequeñas contracciones junto con un sonoro orgasmo.
Las blanquecina esencia yació en el vientre pálido del menor, quien con pequeños espasmos y la respiración entrecortada, veía con enojo al mayor desde su lugar.
Soltando la muñeca de Denki, Iwabee, en silencio, logrando que el menor le mirara anonadado, se quitó el cinturón, bajó su cierre, y colocando ambas manos a los costados de su pantalón, lo bajó junto al bóxer, liberando su húmeda y palpitante erección.
—Dime que me detenga ahora... —susurró ronco, suspirando pesado, colocando ambas manos al costado de la cabeza del menor, posicionándose encima suyo, afilando la mirada— y lo haré.
Jadeaba, se sentía mareado, un poco cansado, estaba en blanco, pero sobre todo, no podía negar que estaba excitado, no podía dejar de mirarlo, era endemoniadamente atractivo, y su cuerpo, por mucho que se lo quisiera negar, reaccionaba a él.
Tenía la mente nublada, pero sabía lo que seguía, tenía que parar eso, no perdería la virginidad así.
Pero sus labios no dijeron lo que pensaba.
—Iwabee... Por favor... Se gentil... —susurró débilmente, jadeante, mientras que el mayor, sonrió complacido por su respuesta.
—No prometo nada —sonrió de lado con malicia mientras se apartaba y alcanzaba su mochila, abriéndola y sacando un preservativo de ella—, será incómodo para ti si no lo uso —comentó abriéndolo, sacando el lubricado condón, para así, colocarlo en la punta de su miembro, y desenrollarlo cubriendo todo el largo de este. Subiendo su mirar al joven azabache, una pequeña risa escapó de él al notar lo agitado que estaba al mirarle—, no dejas de verme, ¿acaso estás asustado o... te excito?
Avergonzado, Denki ladeó su cabeza posando su mirar en la nada, frunciendo el entrecejo molesto y apenado por sus palabras.
Su corazón latía tan fuerte, sentía que su rostro ardía y pequeñas punzadas le palpitaban en su intimidad por el resiente orgasmo, se sentía asustado, era verdad, esto le dificultaba respirar, y podía sentir como las piernas le temblaban, quería negarse, en verdad que sí, pero al verlo, todo eso lo olvidaba, le echaba la culpa a lo atractivo que era, sentía que podría verlo toda la vida y nunca se cansaría, detestaba eso, se sentía tan extraño.
—Lamelos... —demandó el moreno sacándolo de sus pensamientos al colocarle tres de sus dedos sobre sus labios, ganado una mirada confusa del menor— anda, te dolerá si no te preparo antes... Bueno, te dolerá aún así, pero será más fácil entrar... Tal vez.
Sonrojó de la vergüenza, abrió débilmente la boca permitiendo la intromisión ajena, y apenado, salivó lamiendo sus dedos, humedeciéndolos y percatándose de la salinidad en su sabor, apenado, se percató de que se trataba de su propia esencia, pues había terminado en su mano, por lo que inevitablemente algo había quedado en sus dedos.
Una vez sacó sus dedos, avergonzado, Denki cubrió su rostro con sus manos aún atadas, sintiendo el primer dedo presionar su entrada, jadeó al sentirlo dentro, quejó al sentir el segundo después de un rato, y gimió al sentir los tres presionar algo dentro que le hizo contraerse con placer.
—¿Q-que... Es...? Ah~ —jadeo con vergüenza al sentir ese delicioso cosquilleo abrumarlo en su interior, logrando que el mayor riera enternecido por su inocencia.
—Algo que nos servirá en un segundo... —sacando sus falanges, tomó la cadera del menor y le hizo girarse quedando boca abajo, alzó su cadera y le hizo arquear su espalda presionado su mano en ella—, quedate así y relajate, será mejor que no grites o alguien podría oír.
Tan vergonzoso. Denki escondió su rostro entre sus brazos, y al sentir la virilidad del mayor frotarse contra él, sintió su propia erección palpitar emocionada, mientras su calor corporal subía rápidamente, y su corazón palpitaba desembocado.
—¡Ahh--! —un gritillo de dolor escapó de él al sentir como la erección del mayor se introducía bruscamente dentro suyo, grito que fue callado al instante por la mano ajena cubriendo su boca.
—Shh~... Relajate o te dolerá más... —susurró contra su oído entre suspiros, parecía que su voz temblaba, eso pensó Denki antes de sentir de lleno como entraba por completo el miembro del mayor, haciéndole ahogar otro grito adolorido.
Sus piernas temblaban, sentía que su vista se nublaba y se sentía mareado. Dolía, dolía demasiado, tanto que lágrimas resbalaron de sus ojos alertando momentáneamente al moreno.
Con dificultad para respirar, Denki apartó la mano del mayor, tomando una bocanada de aire para luego jadear exaltado. Era tan grande, sentía que lo llenaba por completo, pero le dolía, era jodidamente doloroso, pero por sobre todo, todo eso le excitaba como nunca lo creyó sentir.
—Ah~... Cielos... Realmente aprietas... Tienes quince, ¿no?... Tu cuerpo es mucho mas pequeño que el mio, después de todo tengo dieciocho y sí me ejército... —suspiró en su nuca con una sonrisa juguetona, sintiendo un escalofrío recorrerlo de pies a cabeza, mientras sus mejillas se teñían de rosa— oe... En verdad, no hay que decirle a nadie, soy mucho mayor y bueno... Podría meterme en problemas... ¿Lo entiendes?
—... S-Sí... —asintió con dificultad, dejando salir su voz entrecortada y temblorosa.
—Bien.
Su respiración se agitó, y numerosos quejidos se ahogaron en su garganta al sentir al moreno moverse dentro suyo. Su corazón palpitaba como loco en su pecho, sentía como la virilidad ajena entraba y salía lentamente de su estrecho canal, eran tan extraño, no entendía como su cuerpo no reaccionaba y se alejaba, no estaba bien, esto no estaba bien.
—¡Mhh! ¡Mh-hh! —tuvo que cubrir su boca con ambas manos cuando los gemidos se volvieron incontenibles, los movimientos de un momento a otro se volvieron bruscos y rápidos, y por un momento creyó venirse cuando sintió como ese punto dentro suyo era estimulado con rápidas embestidas.
Poco a poco, el salón se llenó de pequeños gemidos, suspiros, y en su mayoría, un lujurioso sonido de chapoteo. El azabache sentía que su vientre quemaba, el sudor bajaba por su frente uniéndose con el de su cuello, cada caricia le hacía delirar, y el mayor, quien con una mano se dedicaba a tocarle el pecho, pellizcando y jugando con brusquedad con sus rosados botones, entraba y salía rápidamente dentro suyo, siempre atinando ahí donde le hacía enloquecer.
Podía sentir la respiración agitada del moreno en su nuca, su firme agarre en su cadera, su mano cálida tocarle lujurioso, y su virilidad llenándole, frotándose y buscando placer con su pequeño cuerpo. Su propia cadera se movía involuntariamente, meneandola y contoneándose buscando mayor roce, sincronizado con el vaivén ajeno, estaba tan cerca del orgasmo, podía sentirlo.
Lágrimas corrieron por sus mejillas, pequeños espasmos le azotaron y con un sonoro gemido, eyaculó dejando su blanquecina esencia en el suelo, apretando sus paredes envolviendo el miembro del mayor, quien con rápidas estocadas y un gemido que difícilmente contuvo, tuvo su orgasmo hundiéndose en el estrecho canal del azabache.
Su pequeña intimidad palpitaba, su interior se sentía caliente, unos últimos espasmos le hicieron removerse en su lugar recostándose de lado, tratando de calmar su respiración, abrazándose a si mismo, sintiendo como su palpitar no bajaba.
—... Denki... —su cálida voz le hizo mirarle, sonrojado, por el rabillo del ojo, le vio de soslayo, notando la mirada tan preocupada que le dedicaba el moreno, con sus mejillas débilmente teñidas de rosa, su largo cabello castaño cubriendo parte de su rostro, y sus oscuros ojos viéndole detenidamente, denotando cuan consternado estaba por él— oye, despierta... ¿estás bien? ¿Te duele algo?...
Cortando contacto, el azabache ladeó su mirar cerrando sus ojos, cubriéndose como podía con sus manos aún atadas, y acercando sus piernas a su pecho ocultando su intimidad.
Suspirando débilmente, Iwabee le tomó del brazo haciéndole recostarse boca arriba, le desató el cordón liberando sus manos, le limpió el vientre con toallitas húmedas que sacó de su mochila y haciéndole removerse incómodo, le limpió toda su zona intima, con dificultad, le ayudó a vestirse y colocarse los lentes.
El silencio no tardó en hacerse presente entre las amplias paredes del solitario salón. El tic tac del reloj resonaba débilmente sobre sus cabezas, y junto con un aura que ninguno de los dos sabía manejar, un suspiro pesado salió de los labios del moreno.
—¿Me odias? —susurró quedo, apoyando su codo en su rodilla, y dejando su barbilla en la palma de su mano, posando su mirar con curiosidad sobre el menor.
Como un imán, sus ojos oscuros le llamaron, y sus miradas se encontraron, logrando que el sonrojado rostro de Denki aumentara de tono, incómodo, y con un revoloteo en el pecho que apenas había cesado.
Ocultando su boca entre sus brazos, con los que mantenía sus piernas pegadas a su pecho, desvió su mirada cortando el contacto, y débilmente negó con la cabeza.
—... Ya veo... Me alegra... —susurró apenado Iwabee, embozando una dulce sonrisa cansada, que a los ojos de Denki, fue la cosa más dulce que alguna vez creyó ver.
—Es como si tuvieras tres personalidades —soltó de la nada con simpleza, ganado que el mayor parpadeara confundido—... La que se cree un matón, que me trata mal y quiere verse fuerte frente a otros... La que me acabas de mostrar, autoritaria, brusca e intensa... Y la que me sonríe preocupado, temiendo haberme asustado y que trata de comprenderme... Dime... ¿Tienes más facetas?... O esas son todas...
Mirándole con sorpresa, Iwabee suspiró sonriente, llevando su mirada al frente, cerró sus ojos un momento, pensando en lo que respondería, y mientras envolvía el preservativo usado en una toallita húmeda, se levantó del suelo dirigiéndose al pequeño bote de basura desechándolo ahí.
—Creo que hay más, pero así somos todos ¿no? —respondió con una sonrisa de lado, guardando sus manos en sus bolsillos mientras se acercaba al más bajo— una persona que siempre sonríe, que siempre es feliz y amable con todos, carece de personalidad —comentó parándose frente suyo, mientras que Denki, aún desde el suelo, le escuchaba atento—... Y aún si existiera alguien así, no tengo dudas de que en el fondo puede ser alguien hipócrita, perverso, deprimido y egoísta, las personas están hechas de capas... como las matrioska —agregó ameno.
—Entonces, ¿esta parte tuya tan filosófica es otra capa? —preguntó Denki mirándole curioso, a lo que el moreno sonrió de oreja a oreja cerrando sus ojos, denotando alegría y a su vez, respondiendo su pregunta— ya veo...
« Creo que quiero ver todas tus capas »
—Por lo que veo, tú no tienes muchas —comentó hincándose para verle a la cara, a lo que Denki, sonrojado por tenerlo tan cerca, escondió parte de su rostro entre sus brazos—, hasta ahora he visto al Denki feliz y enamorado, al Denki con el corazón roto, y al Denki que disfruta de verme en una situación comprometedora —sonrió coqueto con malicia, provocando que el rojo del menor se intensificara—, creo que disfruto más de ese último... —agregó con un pequeño sonrojo— Bueno, será mejor que terminemos de limpiar aquí, —sugirió levantándose del suelo mirando a su alrededor— hay que ventilar y tirar la basura... ¿Puedes levantarte? —preguntó tendiéndole la mano, haciéndole al menor mirarle con recelo, para así, tomarle la mano y de un jalón ponerse de pie.
—Ouh... —quejó débilmente, encorvándose y colocando una mano entre sus posaderas.
—¿Duele?
—Es... soportable... —respondió por lo bajo con vergüenza, logrando que el mayor soltara una risita ante su incomodidad.
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