Bienvenida
Iwaizumi se había levantado de buen humor incluso después de un día tan malo como el anterior.
Fue directamente a la cocina a desayunar, su madre ya estaba levantada y preparando algo.
— Estás levantada muy temprano – dijo él sonriendo.
— Oh, es que escuché que hay una chica nueva en el edificio. Tiene tu edad y ya la mandaron a vivir sola, quería hacer algo para ella de manera de bienvenida – contestó su madre.
Ella era siempre tan empática.
— Está bien, te acompañaré después de que comamos nosotros algo – respondió Iwaizumi.
La nueva chica vivía un piso arriba de su departamento, tocaron la puerta.
Abrió la puerta, la sorpresa de Iwaizumi fue mucha al ver a aquella chica.
— Kashima-san... – dijo sorprendido.
— Iwaizumi-san... – respondió sonrojandose un poco.
— Veo que se conocen – comentó la madre de Iwaizumi.
— Oh... Es amiga de Oikawa, apenas nos conocimos ayer – explicó Hajime un poco avergonzado.
— Soy Kashima Kira, mucho gusto señora – dijo ella con una pequeña reverencia.
— Kashima-chan, no hay necesidad de ser tan formal. Soy Iwaizumi Aiko, mi hijo y yo vivimos un piso abajo de tí. Cualquier cosa estamos pendientes de tí, por favor ten esto a como bienvenida – dijo la madre de Hajime mientras le entregaba un bento muy bien preparado.
— Muchas gracias, señora. Me vendrá muy bien, tengo mucho que desempacar – explicó Kira.
— No te preocupes, Hajime te ayudará sin problema alguno ¿verdad? –
Cuando su madre le daba aquella mirada sabía que realmente no le estaba preguntando, así que no hizo más que asentir.
Fue así que Iwaizumi terminó en el departamento de Kira ayudándole a desempacar.
— No creas que estoy haciendo esto por que quiero – dijo él mientras abría otra caja de cosas de mala gana.
— Si fuera por mí hubiera hecho esto yo sola pero tú madre es muy linda, todo lo contrario a tí, no podía decirle que no – contestó ella poniendo los ojos en blanco.
Ninguno de los dos habló mucho mientras desempacaban, avanzaron bastante cuando Kira dijo que tenía hambre.
— Abramos el bento de mamá, hay bastante para los dos – dijo Iwaizumi.
Se sentaron en el piso a comer, aquel bento estaba delicioso y Kira empezó a comer rápido.
— ¡Ey! Te vas acabar todo a ese paso – se quejó él
— Eres muy lento y yo no he comido tan bien desde hace un par de días – contestó ella.
¿Había dicho días? Hajime comió un poco más hasta estar satisfecho y le dejó lo demás a Kira.
Después de aquello siguieron hasta terminar casi todo.
— Te puedes ir, solo me falta mi ropa – le dijo aquella chica
— ¿Segura? – preguntó Iwaizumi
— Si, vamos. No hagas como que te preocupas, vuelve a tu departamento – insistió ella
Iwaizumi suspiró, aquella chica era imposible.
— Supongo que entonces te veo el lunes... – dijo él
— ¿Eh? –
Iwaizumi apuntó hacia el uniforme que estaba ahí colgado a plena vista.
Kira se sonrojó un poco y asintió.
— No le digas nada a Shittykawa, quiero sorprenderlo – comentó ella
Iwaizumi se rió, ¿también le decía así? Oikawa no tenía remedio si incluso Kira le ponía esos apodos.
— No diré nada, no te preocupes. No tengo deseos de comentarle que te volví a ver – contestó él.
Comenzó a ir para la puerta pero antes de irse la llamó quedándose en el marco de la puerta de su cuarto.
— Kashima, eres muy mala cumpliendo promesas – dijo en tono burlón.
Ella agarró un peluche que tenía cerca y se lo aventó.
— ¡Ya vete! – gritó
Iwaizumi se fue riéndose.
Suspiró mientras bajaba las escaleras para su departamento.
— ¿Cómo te fue, hijo? – preguntó su madre una vez que entró.
— Bien, realmente tenía muchas cosas que desempacar. Al parecer también irá a mi escuela – le comentó Hajime sonriendo
— ¿Es linda no? – le preguntó
— Para nada... Tal vez si fuera más amable me caería mejor – se quejó.
— Osea que si te cae bien –
Iwaizumi se sonrojó un poco pero negó con la cabeza.
— Para nada... –
Su mamá se rió de la expresión que hizo.
Después de cenar algo, se fue a su cuarto.
No estaba seguro de qué iba a pasar, pero si sabía que si quería que sus días fueran más llevaderos debía llevarse bien con Kira aunque no quisiera.
Suspiró una vez más.
— Supongo que no tengo de otra – dijo en voz alta.
Se acomodó, cerró sus ojos y decidió que lo mejor era dormir para dejar de pensar.
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