Nada fue un error
Jésica
Escuché un ruido seco y el mismo hizo que despierte rápidamente. Me siento en la cama y miro a mi alrededor, me encuentro en mi cama y sólo hay un lugar vacío a mi lado.
-¿Ian? -digo y camino hacia el baño, tal vez esté allí pero no... él se fue.
Agacho la cabeza y suspiro -Seguramente no sabía lo que hacía anoche. -me digo mientras siento un nudo en mi garganta.
En ese momento siento unos extraños sonidos en la habitación, me acerco a la cama y veo el lado derecho. Ian se encuentra ahí y se está frotando los ojos.
-Ay... m-mi cabeza. -balbucea mientras toca su sien y frunce el ceño.
No se fue... sólo cayó de la cama.
Me acerco a él y no resisto a rodillarme y abrazarlo. Rodeo mis brazos por su cuello, junto nuestros cuerpos y escondo mi rostro en el lugar donde se une su cuello y hombro.
-Buenos días. -hablo sonriendo pero Ian rompe el abrazo y se aleja de mí.
-¿Qué haces? -pregunta neutral.
-Eh... b-bueno...
-Voy a darme una ducha, me siento asqueroso. -él me aparta y se pone de pie para ir al baño a darse una ducha.
-¿Qué le pasa? -me pregunto angustia. Extraño a el antiguo Ian que me hacía bromas, el que me llamaba cobra con cariño. Lo extraño mucho pero no voy a dejar esto así, voy a traer de vuelta al antiguo Ian.
Rápidamente me visto con ropa cómoda y levanto mi cabello como una cola de caballo. Luego voy a la cocina y preparo el desayuno. Haré todo lo que pueda para que Ian esté cómodo porque aún recuerdo sus palabras "Volví a casa"
Coloco las tasas de leche con chocolate caliente de porcelana en la mesa de la cocina y unas tostadas con mantequilla, cuando terminé de arreglar los últimos detalles levanto la cabeza y me encuentro con Ian en la puerta, está de brazos cruzados, se ha cambiado de ropa y su cabello está húmedo.
-¿A qué se debe esto? -habla mirándome.
-Bueno... anoche llegaste y sólo fuiste a la cama. No quiero que te vayas sin desayunar. -contesto nerviosa. Él arquea una ceja y se acerca para sentarse en la mesa. Tomo mi lugar y desayunamos en silencio.
-Ian, quería hablar sobre lo de anoche. -comienzo mientras tengo la mirada en mis tostadas.
-Sea lo que sea no me importa. Estaba ebrio, sólo dije idioteces. -responde dándole un sorbo a su tasa.
Justo en este momento tengo ganas de gritarle y echarlo de mi departamento pero no lo hago. Sólo agacho la mirada y suspiro, me pongo de pie para caminar hacia la habitación en silencio.
Le hice el desayuno, lo abracé, además lo que pasó a noche fue... algo que nunca olvidaré. No puedo estar enojada ahora porque... estoy muy triste.
Me acuesto en la cama, dándole la espalda a la puerta y pienso en la relación extraña que tengo con Ian ¿O tenía?
"Espero que te agrade, es lo mejor que pude conseguir para ti, mi linda cobra". Recuerdo cuando le pedía que me comprara un pikachu.
-Sorpresa. -dice sonriendo mientras levanta un poco la cabeza de pikachu.
-¿Ian?
-Sólo se me ocurrió esto porque no pude conseguir un peluche... además me faltan mimitos de tu parte. -sonríe y besa mi nariz.
Sonrío inconcientemente al recordar eso mientras que unas lágrimas se escapan de mis ojos. Pero no me di cuenta cuando todo cambio, no sé quién es el responsable.
-Espera pastelito. -Ian corrió detrás de mí y cuando me alcanzó recibió un golpe en su rostro de mi parte.
-No vuelvas a llamarme así ¡¿Entendiste?! -le dije apuntandolo con mi dedo índice.
Yo soy la responsable, lo peor es que ya no puedo solucionarlo, no sé cómo.
El sonido de la puerta abriéndose me alerta y me abrazo a mi misma ¿Qué es lo que quiere?
Ian se sienta a mi lado en la cama y siento como apoya su cabeza en sobre mi hombro con suavidad, yo giro pero él desvía la mirada. Permenecemos en silencio, luego siento cómo su mano toma la mía, dudo por un momento hasta que las entrelazamos.
-¿Aprendiste la lección? -pregunta él. Yo levanto la mirada y se encuentra sonriendo.
-¿Qué?
-Recuerdo todo lo de anoche, lo que dije es cierto. Sólo quería que sepas lo que se siente. Siempre me hacias lo mismo... pastelito. -habla y luego me guiña un ojo.
-¡No vuelvas a hacerme eso! -exclamo molesta pero termino abrazandolo fuerte y con unas cuántas lagrimas en mi rostro.
-Nunca más, lo prometo. -contesta correspondiendo el abrazo.
-Te extrañe... gatito de azúcar.
-¿Es en serio? No se te ocurrió otra cosa. -me dice un poco avergonzado. Yo sólo lo callo con un beso.
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