Un pequeño juego
Riddle soltó un suspiro ahogado cuando Yûken lo dejó caer sobre su cama, para después incorporarse en esta mientras veía cómo su amigo dejaba las bolsas en el suelo y se acercaba a él.
—¿Qué vas a hacer?—preguntó el rector. Yûken no dijo nada, tan sólo tomó sus muñecas, las sujetó con una sola mano y comenzó a deshacerle el nudo de la corbata—. ¿¡Pero qué haces!?
—Desvestirte—fue todo lo que dijo Yûken antes de desabrocharle el chaleco y quitárselo con un movimiento rápido junto a la chaqueta. Acto seguido, tomó la corbata de Riddle y la ató alrededor de sus muñecas, quitándole los guantes inmediatamente después—. Ya no puedes hacer mucho, ¿eh?
Si el rostro de Riddle ya parecía una fresa debido a la fiebre, tras esas acciones de su compañero sus mejillas parecían dos tomates maduros listos para ser servidos en una ensalada.
—Eh, estás más rojo. ¿Te habrá subido la fiebre?—preguntó Yûken mientras apartaba el flequillo de Riddle hacia arriba y juntaba ambas frentes, causando que el de menor estatura soltara un gritito—. No, estás igual que antes.
Yûken se agachó hacia su bolsa y sacó su teléfono móvil antes de tomar la lista con las prescripciones que el enfermero le había dado y leerla en voz baja.
—No sé si tenemos alguna de estas medicinas, aunque creo que algunas de estas deberían estar en el botiquín que obligaste a Ace a recargar como castigo por aquella vez que...—Yûken se interrumpió al escuchar el sonido del viento, que soplaba con fuerza.
Yûken suspiró, dejó el móvil y las prescripciones en el bolsillo de su chaqueta y saltó por la ventana, corriendo detrás de Riddle, que se las había apañado para deshacer el nudo de su corbata con los dientes y ahora corría con ésta en una de sus manos.
El rector parecía haber recobrado algo de fuerzas, ya que corría a toda velocidad por los alrededores de Heartslabyul, moviéndose en zigzag o esquivando objetos con tal de dar esquinazo a Yûken.
—¡No trates de seguirme, me conozco el campus como la palma de mi mano!—gritó el rector, mirando brevemente a su amigo con el rabillo del ojo.
—Puede ser, pero al contrario que tú, ¡tengo práctica en esto del pilla-pilla!—contestó Yûken antes de saltar hacia Riddle y atraparlo, cayendo los dos al suelo.
Yûken se incorporó, apoyándose en las palmas de sus manos y en sus rodillas, dejando a Riddle atrapado entre sus brazos y con la espalda pegada al suelo, igual que cuando se conocieron.
—Ya no te crees tan listo, ¿cierto?—preguntó Yûken mientras sonreía, causando que Riddle se volviera a sonrojar, pero esta vez, de rabia.
El sonido del flash de un teléfono móvil los alertó a ambos, viendo que tanto Cater como Trey estaban frente a ellos, siendo Cater quien había hecho la foto.
—Qué bien quedará esta foto en mi collage—comentó Cater mientras sonreía y miraba la foto que acababa de hacer—. Qué pena no poder colgarla en Magicam, sería genial.
Yûken puso los ojos en blanco y miró a su compañero.
—¿Qué hacéis aquí?—preguntó, aún sin moverse de la posición en la que estaba.
—Oh, tenemos ahora la hora de descanso, y Deuce nos ha dicho que te habías llevado a Riddle al dormitorio, así que queríamos ver cómo estaba. No esperaba encontrarme con esto—contestó Trey mientras emitía una risita y se llevaba la mano derecha al mentón.
Riddle chasqueó la lengua y cerró los ojos antes de decir:
—Ha sido un accidente.
—Uy, sí, claro, como cuando se te escapó decirle "Aishiteru" a Yû—musitó Cater, causando que Riddle hinchara las mejillas levemente y abriera los ojos como platos, con miedo de que Yûken hubiera oído eso.
Si Yûken se enteró, no lo hizo notar, puesto que seguía sereno y con su cara de póker. El chico suspiró, se sentó en el suelo y tomó de nuevo de las muñecas a Riddle antes de decir:
—Me he caído sobre él al atraparlo; ya se me ha intentado escapar dos veces. Dice que no está tan grave como para saltarse clase.
—¡Y no lo estoy!
Trey suspiró antes de agacharse a la altura de Riddle y decirle:
—¿Sabes que si no vuelves a tu cuarto y haces caso a Yû, podrías pillar una neumonía, ponerte peor de lo que estás y perder más clase?—al ver que su amigo de la infancia no decía nada, Trey sonrió y añadió—: Pues vuelve a tu cuarto y quédate en cama, ¿quieres?
Acto seguido, hizo un gesto a Yû para que se levantara y le preguntó:
—¿Necesitas que vaya a comprarle algo mientras tú te quedas a vigilarlo?
—Me sabe mal porque os tengo a todos de aquí para allá, pero estaría bien si pudieras ir a comprar esto—Yûken sonrió, avergonzado, mientras sacaba las prescripciones del bolsillo de su chaqueta y se las daba a Trey.
—Bueno, pues ya tenemos trabajo, Cater. Venga, vamos a la tienda de Sam—dijo Trey mientras se guardaba la nota en la chaqueta y daba media vuelta.
Cater asintió antes de agitar la mano hacia Yûken y correr al lado de Trey, posicionándose a su altura.
—¡Cuando Riddle-kun está enfermo al principio se comporta un poco como un niño, tú síguele el rollo!—gritó desde lejos el pelirrojo como advertencia.
Yûken alzó una ceja antes de suspirar y arrastrar consigo a Riddle, quien comenzaba a temblar por el frío del exterior.
—Veremos si no te pones peor...—musitó Yûken.
*
Tras haber vuelto al cuarto de Riddle, Yûken se aseguró de cerrar las ventanas y las puertas con sus respectivos pestillos de forma que Riddle no pudiera salir mientras él estuviera en la sala.
—A ver si así logro que reposes en cama un rato—dijo Yûken mientras tomaba sigilosamente el bolígrafo de Riddle y se lo guardaba en el bolsillo interior de su camisa, lejos de la vista de su amigo.
Cuando se dio la vuelta para pedirle al mismo que se metiera en la cama, se dio cuenta de que no se encontraba en un sitio visible de la estancia.
—¿Riddle?—preguntó mientras avanzaba un par de pasos, buscando al rector.
—Puede que no pueda salir de mi cuarto, pero eso no me impedirá vengarme de que me obligues a permanecer aquí—dijo Riddle a sus espaldas, haciendo que Yûken girara la cabeza.
Sin embargo, cuando lo hizo, sólo vio como el armario se cerraba con un golpe seco. El chico se acercó al mueble, pero en vez de encontrar a Riddle, tan sólo encontró ropa bien doblada y con aroma a limpio.
—¿Riddle?—volvió a preguntar Yûken.
Esta vez, escuchó las bisagras de las puertas de un pequeño compartimento en la mesita de noche, por lo que se giró sólo para ver la cabeza de su amigo asomar por ahí.
—¿Qué diantres...?—susurró Yûken mientras se acercaba hacia Riddle.
Este cerró rápidamente la puerta y desapareció de nuevo.
—Ahora estoy, ahora no estoy—canturreó el rector mientras asomaba su cabeza por el hueco de un estante con puertecitas, sobre la repisa donde estaban algunos de los libros de texto que usaba para estudiar.
—Eh, ¿cómo estás haciendo eso?—preguntó Yûken mientras se acercaba a Riddle, quien rio levemente.
—En todos los dormitorios de Heartslabyul hay pasadizos que conectan distintas localizaciones del dormitorio con el exterior. Sin embargo, sólo son accesibles al exterior cuando la puerta principal del dormitorio está abierta, así que ahora, sólo te estoy mareando un poco—contestó Riddle antes de desaparecer una vez más.
Yûken hizo una mueca, cerró los ojos y se sentó en el borde de la cama.
—No pienso jugar a tu estúpido juego, ¿sabes? Estoy ya bastante crecidito para eso.
Apenas habían pasado un par de minutos cuando la puerta del armario chirrió y se abrió de nuevo, dejando ver la mitad del rostro de Riddle.
—¿Ya no me persigues?—preguntó.
—No, la verdad es que no. Estás jugando conmigo, y la verdad, ya no estoy de humor para eso después de lo que me has hecho hoy—respondió Yûken, entreabriendo un ojo y mirando a su amigo.
Sin embargo, su expresión se relajó al ver cómo el rector de Heartslabyul fruncía los labios, bajaba las cejas y miraba al suelo, con una expresión de pena.
«Cuando Riddle-kun está enfermo al principio se comporta un poco como un niño, tú síguele el rollo». Cuando Cater le dijo eso, pensó que se refería a que Riddle actuaba de forma caprichosa y algo inestable, no a que actuara literalmente como un niño.
Yûken hizo una mueca al recordar lo que Riddle les había contado sobre cuando era pequeño, así que, tragándose su orgullo, se puso en pie, lentamente acercándose al armario, y dijo:
—No estoy para nada de humor. Es más, estoy tan poco de humor que, la verdad, me exaspera saber cómo... ¡no te he atrapado aún!—exclamó antes de abalanzarse sobre las puertas del armario.
Riddle sonrió, y rápidamente, se deslizó por un hueco en el armario, desapareciendo a ojos de Yûken.
«Supongo que no pasa nada por un par de minutos jugando», pensó Yûken, mientras se movía alrededor de la habitación, buscando a su amigo entre las puertas de los muebles de la sala.
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