( VIII )
El sabor de sus belfos parecía haberse quedado con su alma, porque tenían ese mismo tono tan dulce que logré percibir en cuanto lo poseí por primera vez, el calor de su piel era embriagante en las palmas de mis manos, la suavidad y blancura eran las mismas que hace décadas, el sonido suave de su voz al suspirar de placer era inclusive más exquisito que la última vez que lo escuché.
—Aaaaah, J-jimin... —me permitió hundir mi rostro en su cuello y lamerlo y mordisquearlo con mis colmillos con suavidad, mi intención no era precisamente apoderarme por completo de su ser como la última vez que le robe su vida, no, ahora quería poseerlo de otra manera, una en la que podía lograr que él me demostrará lo placentero que es el sexo—, mmmmhg —reprimió su voz.
Mis manos no tardaron en atrapar su cintura con firmeza, sosteniéndolo y casi enterrando mis dedos en su fina piel, mientras él se encontraba frente a mí, sobre mi regazo, y se enterraba sin mucha delicadeza en mi falo erguido, y se sentía tan bien, porque esto ni siquiera era como la primera vez que me apodere de su cuerpo, esto era distinto, porque él no lloraba, ni me suplicaba que me detuviera, ni siquiera se oponía a darme lo que quisiera, esto no era para nada igual a esa vez.
—Eso es belladona —suspire cerca de su oreja, mientras lo ayudaba a seguir siendo penetrado por mi hombría—, sigue moviéndote —mi musculo bucal se paseo con parsimonia sobre su tibia y húmeda piel de su cuello—, eres sumamente exquisito.
—¿B-belladona? —gemía bajo, sus labios estaban humedecidos y levemente hinchados por los besos que le había robado, sus ojos se perdían con cada una de las estocadas que le brindaba y su cuerpo se estremecía ligeramente, apenas y su mirada podía enfocarme con claridad—. ¿Por qué... aaaaa, bellad-dona? —relamí mis labios.
El recuerdo de la primera vez que me pregunto por eso me hizo estremecer, ¿acaso su alma quería que volviera a decirle las mismas palabras? ¿Quería volverme a escuchar decirle lo mismo? ¿Quería que le mencionara algo más hermoso? Su alma es insaciable al igual que su cuerpo y eso me fascina, quizás esa era la razón más precisa del por qué me siento tan atraído a él.
—Bueno —suspire y me detuve por unos momentos, con cuidado lo tome por la cintura y lo eleve ligeramente para sacar mi falo de su entrada, él jadeo al sentir que le abandonaba—, es una terminología muy especial.
—¿Qué significa? —me pregunto, sus ojos gatunos no abandonaban en ningún momento mi mirada, me levante, cargándolo y apegándolo a mi cuerpo, sus piernas no tardaron en enredarse alrededor de mi cintura, quería reír, porque eso no era necesario, no le dejaría caer.
—La belladona es una planta la cual consideran toxica para el consumo humano —con cuidado deposité su cuerpo en la cama, dejando caer su cabeza sobre el mullido colchón siendo seguida por su espalda, me mantuve entre sus piernas—, pero para algunas criaturas se trataba de un elixir de vida.
—¿Qué clase de criaturas? —tome sus rodillas para separar un poco más sus piernas, después me atreví a tomarlo de nuevo por la cintura y lo eleve ligeramente para que mi pene quedase en su entrada, apenas el glande logró introducirse él soltó un suave jadeo.
—La clase de criaturas que les encanta admirar la luna llena mientras se deleitan de ese precioso vino que corre por tus venas —cerré mis ojos, complacido al sentir mi pene ser aprisionado por sus paredes calientes.
—V-vampiros —gimió bajo y ladeo ligeramente su cabeza, mi falo se encontraba atrapado entre sus paredes anales las cuales palpitaban a su alrededor—, es extraño —murmuro y lo mire a los ojos.
—¿Qué es extraño? —moví mi cadera, para por fin sacar mi hombría y volver a embestir el delicado cuerpo que ahora se encontraba debajo de mí.
—Es extraño ¡que! —exclamo cuando volví a embestirlo con dureza—. S-sea mmmmhg —soltó un suspiro al volver a sentir como deslizaba mi hombría en su interior—, un elixir para ellos aaaaahhh.
—No lo es —dije de inmediato mientras me dedicaba a penetrarlo con lentitud y disfrutaba de sus facciones transformarse y de su cuerpo derritiéndose ante el placer que le brindaba—, para un ser que está muerto, cualquier veneno es un elixir.
—Aaaah, aaah, aaah, J-jimin, aaaah, más... aaaah —sus gemidos eran un deleite auditivo, su voz tan melodiosa podía ser comparada con las mejores cantantes de la ópera antigua.
—Eres mi elixir... mi veneno... —volví a enterrar mi falo en su interior con fuerza provocando que encorvara su espalda ligeramente—, mi belladona...
—máaas... aaaaah, Ji-min... aaaah...
—Sigue gimiendo, belladona —le dije mientras me dedicaba a admirar cada parte de su cuerpo—, quiero que todos escuchen como disfrutas de que te penetre.
—Aammmmm —relamía sus labios, sus manos se encontraban arrugando la tela de la sabana en sus puños—, ¡c-cielos! Aaaaaah...
—Dime lo mucho que te encanta que te folle, belladona —el sonido de nuestras pieles al chocar junto a sus jadeos alargados y suspiros complacidos hacían que no quisiera dejar de escucharlo.
—Me e-encanta aaaaah, aaah, J-jimiiin...
Mordí mi labio inferior y me permití cerrar mis ojos mientras sentía como aquellas paredes calientes apretaban la extensión de mi pena, tragándolo por completo, lleve una de mis manos a mis cabellos, peinándolos hacia atrás mientras seguía empujándome en su interior, saliendo y entrando con parsimonia, dándole embestidas que volvieran a propiciarle placer, Yoongi era un mar de gemidos placenteros, su boca permanecía entre abierta mientras trataba de controlar su propia respiración inútilmente, sus ojos se perdían con cada una de mis estocadas, y apenas un hilo de saliva casi imperceptible logro escapar de la comisura de sus labios, ante mi se trataba de una perfecta obra de arte, nada podía compararse.
—Mírate —sonreí ladino—, eres un desastre —deje de tomar su cintura y aproxime mis manos a las suyas, acaricie sus nudillos y no tarde en tomarlas palma contra palma, entrelazando nuestros dedos—, tu culo es tan insaciable, belladona —gimió bajo al sentir como volvía a penetrarlo con fuerza—, le encanta que le entierre mi polla... ¿o me equivoco?
—¡Aaah! —gimió alto al sentir una nueva estocada de mi parte—. S-se siente t-tan ¡bien!
—Aprietas exquisito, belladona —me regalo un suave suspiro—, tu culo en verdad es delicioso, Yoongi...
Su pulso temblaba a cada una de mis embestidas, mientras que sentía como mi pene era absorbido por su entrada palpitante, en verdad que está vez se sentía tan bien disfrutar de este momento con mi belladona, no quería que nada se terminase entre nosotros ni siquiera este momento, podría pasarme horas y horas disfrutando de su delicado y fino cuerpo, quería seguir sintiéndolo debajo de mí, escucharlo gemir mi nombre mientras se estremecía, sus mejillas con ese tono tan suave de rojo, esa fina capa de sudor sobre su piel tan pulcra y blanquecina, esos ojos brillantes a punto de llorar del placer, esos belfos delgados y brillantes por la saliva, esos pezones erectos y levemente rojizos debido a las lamidas y mordidas que le propine, no podía dejar de ver cada una de las marcas rojizas que había logrado tatuar en su piel, en sus piernas, en sus hombros, en su cuello, en su pecho, en sus clavículas, reclamándolo por completo como mío.
—P-por favor... —gimió bajo, el cuerpo de Yoongi tembló mientras que sus piernas se enredaban en mi cintura, había alcanzado su orgasmo, pero yo no quería detenerme—, d-detente, aaaah...
—¿Debería hacerlo? —sonreí ladino y lo penetre de nuevo, aunque sus paredes ahora aprisionaban más mi hombría, su espalda se irguió al sentirme de nuevo en su interior—. No quiero detenerme, tu cuerpo es un deleite para mí, belladona.
—Aaaaah J-jimin, p-por favor... aaaah...
—Déjame disfrutarte un poco más...
Y así lo hice, no me importaba mucho si él caía desmayado después de esto, eso era el menor de mis problemas, quería disfrutarlo por completo, mantenerme dentro suyo, hacerlo totalmente mío y dejarle en claro que solamente me pertenece.
Hoy es la luna sangrienta, tendré una segunda oportunidad de convertirlo en uno de los míos o...
Solamente espero esta vez acepte, no quiero que se vuelva a repetir lo de la última vez.
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