( VII )

Huir con un desconocido, quizás esa no era una buena manera de arreglar las cosas, incluso tratándose de mi padre, pero no pude evitarlo, la necesidad de escapar era inclusive más grande que mis ganas de volver y encarar a mi padre y sobre todo a esa mujer, no quiero verla, no quiero escuchar los llantos del infante, no quiero ver a mi padre darle tanta atención y cariño a otro de sus hijos, estoy celoso, puedo admitirlo en voz alta, pero a la vez temo por esa nueva vida que puede terminar igual de decepcionada que yo cuando supe que mi padre lo único que quería era sentirse libre de responsabilidades.

Ahora mismo estaba haciendo lo mismo que él, huir, huir de mis responsabilidades como buen hijo que prometió pasar Halloween con él, huir de la promesa que hice de llevarme mejor con esa mujer, huir de todo, y no lo hice solo... aquel chico de aparentes ojos carmín me acompañaba, iba delante de mí con un porte distante y lleno de superioridad que lograba que más de una mirada se posará sobre su silueta, y creo que podía entender a cada una de esas personas que le miraban, porque yo también no podía dejar de mirarlo.

¿Qué es lo que tiene?

No lo sé, pero logra que mis ojos no quieran despegarse de él, y no lo entiendo, es cierto que es atractivo, pero inclusive hay hombres más atractivos caminando por ahí, puedo decir incluso que mi amigo Jungkook o que Taehyung inclusive son más atractivos que este chico, pero hay algo en él, es como si estuvieras rodeado de piedras preciosas pero que solamente y por alguna razón inexplicable no puedes apartar la mirada del rubí, no importa cuantos ópalos, esmeraldas, diamantes o lapislázulis tuvieras enfrente, ni siquiera si son de tamaños exorbitantes, no puedes dejar de ver ese rubí... te atrae porque es rojo, porque no puedes dejar de ver sus formas, porque te intriga su color, porque sientes cosquillas en tu piel al verlo.

Este chico, Park Jimin es el rubí y yo estoy dispuesto a seguirlo, a mirarlo, a escucharlo, y no entiendo la razón, me siento atraído de forma inevitable como cualquier colibrí que se siente atraído por el néctar de las flores.

—Dime, Yoongi —su voz me logró sacar de mi trance—, ¿a dónde te gustaría ir?

—¿Ir? —él giro su rostro mirándome por el rabillo del ojo, y de nuevo pude ver ese color tan inusual en sus ojos—. N-no me importa el lugar.

—¿No te importa? —di un asentimiento—. Entonces, ¿estaría bien que te llevará a un motel conmigo?

—¿Q-qué? —casi pude ver sus ojos brillar por mi respuesta, él soltó una suave risa por mi respuesta—. No pensé que dirías ese tipo de lugar.

—Es obvio, ¿no? —dejo de mirarme—. Cuando mencionas cualquier lugar, dejas a la imaginación del portador lo que él desee —volvió a mirarme—, en esté caso creo que te he dejado más que claros mis deseos.

¿Sus deseos? La vergüenza me dio una bofetada en el rostro provocando que mis mejillas se tiñeran de rojo, decir que su respuesta no me había parecido incomoda sería una mentira, pero de algún modo que fuera sincero conmigo me parecía lo correcto, porque la sinceridad es buena, pero debe considerarse limitada, pues las palabras a veces pueden provocar estragos en los demás, justo como él había logrado que me desestabilizará por completo.

—Entonces ¿quieres que me acueste contigo?

—No lo tomes como mal —dijo Jimin mientras continuaba caminando, aún mantenía sus manos ocultas en los bolsillos de su pantalón—, pero desde que te vi... —lo escuché soltar un largo suspiro—, me sentí tan atraído por ti, sé que pensarás que es ridículo o que te estoy mintiendo, pero no es así, en verdad me siento totalmente atraído por todo lo que representas, Min Yoongi...

Detuve mis pasos cuando él termino de hablar, y él no tardo en detenerse, mis ojos estaban abiertos de par en par, mi corazón dio un vuelco con sus palabras, y no pude evitar sentirme pequeño ante todo lo que dijo, ¿a qué quería llegar con todo eso? Sé lo que quiere, pero no es como si las palabras me lograrán convencer del todo, pero... ¿por qué me gusto? ¿Por qué siento que esos ojos los he visto en otra parte? ¿Por qué tengo la ferviente necesidad de seguir escuchándolo? No lo entiendo.

—¿Pasa algo? —sus palabras me hicieron mirarlo.

—No, es sólo que —hice una breve pausa para lamer mis labios con la punta de la lengua—, nadie me ha dicho algo como eso.

Él se giro sobre sus talones para encararme y se acerco poco a poco, no pude evitar mirarlo a los ojos, me percaté de que él inspeccionaba parte de mis facciones, mirándome detalladamente, como si fuera una perla entre la arena.

—Que tontería —hablo Jimin mientras se seguía aproximando hacia mí—, ¿cómo puede la humanidad ser tan ciega ante ti? —parpadee un par de veces—. Si ellos no te aprecian están realmente desquiciados —detuvo sus pasos cuando por fin su pecho choco contra el mío—, no puedo creer que nadie te haya dicho algo como eso —le leve sonrisa en sus labios me hizo ladear levemente la cabeza—, deberían mirarte a los ojos diario y decirte; que eres la más bella de las flores de todo el rosal, que siempre saciarías cualquier necesidad con solo una mirada, que con la sola presencia de tu alma puedes calmar la agonía de cualquier enfermedad, que tienes esa facilidad de hipnotizar con esos preciosos orbes marrones, que la sedosidad de tu piel no puede ser comparada con la suavidad de los pétalos y que —miro mis labios y no aparto la mirada—, con una sola palabra puedes bendecir cualquiera de mis pensamientos...

Estaba en blanco, ¿qué decirle? ¿Qué debía responder a todo eso? No tenía ni la menor idea. Jimin elevo de nuevo la mirada, y me regalo una sonrisa para después dar un paso hacia atrás y disponerse a darme la espalda de nuevo para caminar, alejándose y dejándome allí parado pensando en sus palabras, tratando de reflexionarlas, de comprenderlas, de tratar de salir de mi trance, pero no podía, pues esas palabras suyas parecían haber sido sacadas de lo más profundo de sus sentimientos, y por alguna razón, sentía que las había escuchado antes...

Pero es imposible, apenas lo conozco, pero la sensación de haberlo conocido antes seguía implantada en mi pecho.



...



El crujir de los cristales bajo la palma de mi mano, después de haber ejercido fuerza sobre aquel frágil vidrio lo hizo temblar, pero no me importo en ese momento, pues me encontraba furioso, mi belladona había pasado su tarde con aquel hombre, se trataba de un invitado de mi padre, jamás me había demostrado algo que me indicase que me agrada, y él era igual, jamás me había dicho lo mucho que le agrado, el odio entre ambos era tan mutuo como el interés que él y yo mostrábamos en mi belladona.

Aquel hombre se había atrevido a tocar un mechón de su cabello, se había atrevido a mirar su cuerpo cubierto por ropas holgadas, se atrevió a tener pensamientos impuros con mi belladona, no iba a permitir algo como eso, pero lo que más me molestaba era esa sonrisa en mi belladona, Yoongi jamás se había mostrado complacido conmigo, jamás me había regalado una hermosa sonrisa, siempre temblaba ante mi presencia, se alejaba o intentaba escapar de mis brazos, pero con ese hombre... parecía inclusive que eran amigos íntimos, y eso me hacía hervir en celos.

Las pocas gotas de sangre que salieron debido a mi herida me importaron poco, pues el dolor se trataba de algo que definitivamente no podía sentir en lo absoluto, así que era soportable.

—¿Por qué? —brame mi pregunta hacia mi belladona, quien se encogió en su sitio mientras miraba mi herida—. ¡POR QUÉ! —grite, exasperado por obtener una respuesta.

—No lo entiendo, m-mi señor...

—¿No lo entiendes? —deje que los pocos vidrios en mi mano fueran cayendo poco a poco—. No entiendes... ¿qué es lo que no entiendes?

—Yo... —hizo una pausa antes de bajar la mirada.

—Mírame cuando te hablo, escoria —dije entre dientes y él volvió a elevar la mirada con miedo y duda—. ¿Qué es lo que no entiendes? ¿Qué es lo que te impide comprender?

—No sé por qué e-está molesto... —murmuro por lo bajo y volvió a bajar la mirada—, no lo entiendo, mi señor...

Apreté mis manos en puños sintiendo las terribles ganas de ir y tomar su cuello con fuerza y mientras lo hago, gritarle lo mucho que odio que su sonrisa sea para otros hombres, lo mucho que detesto que les dedique su ser a otros hombres, ¡lo celoso que estoy por no ser el único dueño de todo él!

—Es increíble —murmure y él elevo la mirada, no evite comenzar mi camino hacia él—, no puedo creer que no sepas la razón principal de mi enojo —de inmediato y cuando estuve frente a él, le tome por el cuello con una sola mano y lo aproxime hacia mí, sus manos rodearon mi muñeca.

—¡E-espere! —apreté ligeramente, el temblor en su piel era exquisito.

—¿Te parece divertido? —él me miro a los ojos—. Apuesto a que estás disfrutando mucho ¿no? Belladona, ponerme celoso de esta manera, ¿creíste que era una grandiosa idea?

—¿C-celoso? —sonreí ladino—. Pero, yo no hice nada.

—¿Qué no hiciste nada? —Yoongi me dio un asentimiento—. Oh, mi dulce belladona —relamí mis labios—, te diré lo que hiciste, atendiste a ese hombre, le serviste los aperitivos frente a mi cara, le hablaste con sutileza y bajaste la mirada tímidamente mientras mi pecho hervía en furia, le dedicaste sonrisas y atenciones que por supuesto jamás me has dedicado a mí.

—S-su padre me pidió que lo hiciera... p-por favor, m-me duele... —soltó un quejido cuando volví a apretar su cuello.

—¿Crees que no sentí dolor cuando te vi? —sus manos a duras penas ejercían fuerza sobre mi muñeca para que lo soltará, sus cortas uñas se enterraban en mi piel—. Las ordenes que te dé mi padre no deberías obedecerlas con tanto detalle, ¿o qué? —lo acerque a mi rostro—. Si mi padre te dice que le entregues tu cuerpo ¿lo harías? —solté una risa—. Porque si es así, le pediré que haga que te entregues a mí.

—N-nooo... —su lastimera voz me hizo sentir satisfecho—, d-déjeme, por favor...

—Te gusta ofrecerte a cualquier hombre que ves —deje su cuello para apretar su mandíbula y acercar su rostro hacia el mío—, pero eres mío, belladona —sonreí hacia él—, nadie más podrá decirte que eres la más bella de las flores de todo el rosal, que siempre saciarías cualquier necesidad con solo una mirada, que con la sola presencia de tu alma puedes calmar la agonía de cualquier enfermedad, que tienes esa facilidad de hipnotizar con esos preciosos orbes marrones, que la sedosidad de tu piel no puede ser comparada con la suavidad de los pétalos y que —miro sus labios delgados y rosas, y no aparto la mirada, me encantan—, con una sola palabra puedes bendecir cualquiera de mis pensamientos...

Lo solté con fuerza, y él termino por caer al suelo mientras soltaba un quejido.

—Que te quede claro, escoria —dije y él retuvo el aliento al mirarme—, me perteneces, y no dejaré que nadie más se atreva a ponerte un dedo encima, porque eres mío y de nadie más.

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