( V )

31 de octubre de 1731

Hoy es el día.

Hoy debo terminar con él, no puedo seguir soportando más este trato. Jimin, aquel vampiro que ha decidido que seré para él, aquel quien me ha obligado llamarle amo y mi señor, ya no lo permitiré...

He intentado despojarme de mi vida para así terminar con todo, he raspado mis muñecas tan profundamente para hacer que mi sangre y la vida me abandonara, pero él me encontraba y de inmediato lamía y curaba mis heridas, he intentado ahogarme en los lagos más profundos e inclusive con pequeños baldes, pero siempre él llegaba y rescataba brindándome aire por medio de sus labios, he intentado lanzarme por las ventanas de pisos altos, pero él siempre llega y me detiene, intente ahorcarme con lazos, pero cada que mis pies colgaban como un péndulo, él llegaba y los sostenía para que evitará matarme.

Todos mis intentos han sido en vano, y en todos ellos recibía lo mismo de su parte, me reprendía con palabras hirientes y me repetía una y otra vez que dejará de hacerlo, que quien debía matarme no era yo mismo, ni siquiera alguien más, sino que él... él sería el encargado de quitarme mi ultimo aliento, pero para que eso sucediera tenía que pasar más tiempo, pero yo ya no puedo soportarlo más... quiero irme de este mundo, quiero que todo se termine de una vez por todas, quiero que él deje de mirarme, detesto esos ojos suyos inyectados en sangre, me ve como si fuera el bocadillo más exquisito sobre la mesa, me mira con odio y con deseo, el brillo resplandece en su mirada cada que sus colmillos se encajan con fuerza en mi piel, y su mirada se burla de mí cuando me ve llorar y gritar de pánico. Detesto cuando se siente deseoso de tocarme, detesto sentir como sus afiladas uñas se pasean por mi piel y le desgarran levemente para que él pueda lamer mi sangre, odio su tacto frío, odio que tenga más fuerza que yo, pero lo que más odio es que mi cuerpo responda a sus toques estimulantes, detesto que sus labios se apoderen de los míos y me haga sentir pequeño, lo odio, lo odio con todo mi ser, y es por eso que he decidido enfrentarlo.



...



Algunas leyendas pueden ser inclusive absurdas, y más cuando se trata de criaturas que el ser humano no comprende en su totalidad, había muchas historias que los más ancianos les gustaba contar a los más pequeños en la noche, y más cuando se trataba de la noche de brujas, el mes de octubre es temido por los ancianos, y a los más jóvenes les causa gracia, mientras que los niños se sienten curiosos y atemorizados al mismo tiempo, pero hay ciertas historias en las que se relataban cosas importantes, datos que debías tomar en consideración en todo momento, y aunque muchos dicen que solamente son mentiras, hay veces que lo único que tienes que hacer es escuchar.

Aquella noche del 31 de octubre de aquel año, la luna estaba llena y a pesar de que era tan blanca como en las noches anteriores, está poco a poco comenzó a tornarse de un color rojo.

Hay una historia que dice que no debes salir en la oscuridad cuando la luna llena se torna rojiza, porque en esas noches es cuando los demonios se sueltan y bailan en nuestro mundo, pero lo cierto es que no eran los demonios, sino los vampiros, una luna rojiza solamente significaba una cosa; sed... cuando la luna se viste de rojo es momento de acabar con las presas. Todo vampiro siempre tiene presas, algunos las conservan, otros las sacrifican en el mismo instante, algunos otros tienen más de una y deciden acabarlas en ese momento, a otros les gusta jugar con su comida, y otros deciden amar tanto a su presa que al momento de robarle su ultimo aliento jamás puedan olvidarlas. Tengan cuidado, decían los ancianos de lo pueblos, la luna sangrienta está presente, los demonios salen y los vampiros comen.

La madrugada se apoderaba del lugar, la oscuridad arrasaba por completo con la escasa luz que la luna podía brindar en ese momento, las calles se encontraban vacías, todos permanecían resguardados en casa, sintiéndose seguros bajo las cálidas mantas, pero en un lugar oculto dentro de un palacio en donde se cree no vive ni un alma, se encontraba Min Yoongi caminando despacio entre las sombras, su frente se perlaba con el sudor que emanaba su cuerpo, mantenía la vista al frente y apretaba con fuerza sus dientes para evitar soltar algún ruido estúpido, sus sentidos estaban atentos a cualquier ruido, cualquier toque, cualquier movimiento, pero aquella inmensa mansión se encontraba en completo silencio, trago con pesadez pues parecía que algo le obstruía la garganta, su respiración era levemente pausada, profunda y errática, no podía mentir, se encontraba totalmente paralizado por el miedo, pero tenía que actuar, no seguiría viviendo de esa manera, ya no soporta tener encima a ese vampiro, debe matarlo antes de que él se encargue de asesinarlo.

Empuño con fuerza la daga de plata pura en su mano, le había costado conseguirla, porque no sabía exactamente si era verdad lo que por muchos lados se comentaba, la plata es algo que detestan los vampiros, que la plata lograba que ellos sufrieran heridas irremediables, no estaba seguro de si eso se trataba de una mentira, y no quería averiguarlo, no podía hacerlo, no tenía tiempo suficiente, y debía darse prisa.

A pesar de que él sentía que era sigiloso, la realidad era que Park Jimin ya sabía lo que hacía, sabe que se acerca, sabe que va a por él, pero no es como si le tuviera miedo a un simple mortal.

La habitación estaba oscura, mientras que él se encontraba frente al gran ventanal que se encontraba allí, la luna expedía su rojizo color sobre él, iluminándolo levemente, mientras que él se dedicaba a admirarla, sus rojizos ojos brillaron y el deseo de probar de nuevo a su amado humano se le vino encima, sin expresión alguna se mantenía sereno mientras se dedicaba a admirar aquella luna, sabe que ha llegado la hora, sabe que es momento de tomar lo que le pertenece, pero no sabe si estará lo suficientemente preparado para hacerlo. Por alguna razón él se había olvidado de su ferviente deseo de apoderarse por completo de la vida de aquel humano.

Yoongi, su belladona... ¿por qué matarlo? ¿Sería lo correcto matar a alguien a quien has comenzado a querer más allá de todo? Un vampiro no se enamora de sus presas, pero Yoongi tenía algo que él no podía ignorar por completo, era tímido, elegante, su cuerpo digno de ser admirado, con una personalidad que le llamaba tanto la atención que no podía dejarlo ir, o al menos no tan pronto, no quería apoderarse en ese momento de su vida, quería conservarlo por más tiempo, sentirlo con él, mirarlo envejecer, o quizás convertirlo en uno de su especie.

La puerta se abrió sin que él prestase completa atención, y aquel delicioso aroma se hizo presente, su belladona se encuentra dentro de la habitación, sonrió levemente, debe hablar con él, de esa manera quedarían en un acuerdo, Jimin tiene la certeza de que Yoongi lo ama tanto como él lo hace, y por lo tanto aceptaría de inmediato ser uno de su especie.

—Has llegado en el momento perfecto, mi bella... —giro sobre su propio eje en cuanto escucho sus pasos, pero en cuanto termino de hacerlo y antes de que terminase su frase, sintió como algo afilado era clavado en su piel, profanándolo en el centro de su pecho, su sonrisa se borro poco a poco y su mirada fue a dar hacia aquel humano quien mantenía empuñada el arma y ejercía más fuerza para profundizar la herida.

Yoongi había sido rápido, pues al percatarse de la notoria distracción que tenía el vampiro en sus pensamientos, no lo pensó mucho y se acercó, nunca pensó que la daga entraría rápido en esa piel suya, pero estaba agradecido, porque había logrado perforarlo y enterrar aquella afilada hoja de plata en su corazón, su respiración era errática mientras que su mirada permanecía sobre la herida, la sangre comenzó a salir, el color era turbio, café, casi oscura y manchaba la camisa formando un círculo disparejo alrededor de la daga.

—¿En serio? —la voz de Jimin lo hizo mirarlo—. ¿Crees que una simple daga puede matarme?

—No es una simple daga —mascullo por lo bajo—, esta hecha con plata pura... sé que los seres como tú la detestan...

—Es absurdo como los humanos creen en tonterías —Yoongi dejo de sostener la daga al escuchar las palabras de Jimin—, ustedes creen que provocarle una herida a un vampiro hará que todo se termine —llevo su mano a la daga y la saco, sin mostrar algún signo de dolor en su rostro y Yoongi sintió un escalofrió al ver aquello, porque ni siquiera había salido más sangre de la herida—, aún no aprendes nada, belladona —sonrió ladino—, soy un maldito chupasangre... ¿sabes por qué un vampiro necesita sangre?

—¿Q-qué? —Yoongi no podía creer lo que estaba viendo.

—Eres tan ingenuo y tonto —soltó una risa por su garganta—, nuestros cuerpos no funcionan como el de un saco de sangre, la diferencia es clara porque yo estoy muerto y tú no —Yoongi trago con pesadez al escuchar eso—, buscamos sangre porque nuestro cuerpo no puede producirla, mordemos seres como tú que están llenos de ese precioso liquido —miro la herida—, está mancha... es de tu propia sangre, belladona.

—N-no —Yoongi negó con la cabeza—, no es cierto, no...

—Lo es —Jimin soltó un largo suspiro, miro la daga—, la plata... eso no es el temor de un vampiro, belladona, sino es un reto.

—¿R-reto? —el inexpresivo rostro de aquel ser lo hizo estremecer—. ¿Qué quieres decir con eso? —murmuro por lo bajo.

—¿Sabes? Iba a perdonarte la vida, iba a pedirte que permanecieras a mi lado por toda la eternidad, siendo mi compañía, en verdad quería que caminarás a mi lado y me permitieras mostrarte el maravilloso mundo que tú y yo podíamos explorar de por vida, pero esto —señalo con la barbilla la daga—, me indica lo mucho que deseas que te mate.

—Yo no pretendía eso, yo...

—¿Qué no lo pretendías? —soltó una suave risa—. Un arma hecha de plata para un vampiro significa odio, rencor —Yoongi se sintió palidecer en cuanto vio como las manos de Jimin le mostraban unas uñas que parecían garras, su sonrisa se ensancho más mostrándole dientes afilados por doquier y esos ojos suyos haciendo que su pupila se adelgazase y sus ojo rojos quedaran más a la vista, le provoco escalofríos—, no quería matarte... no era mi intención, quería convertirte en uno de los míos, pero no eres digno... eres igual que los otros sacos de sangre y —Yoongi dio un paso hacia atrás—, es momento de reclamarte.

Una lengua casi viperina se asomo por su boca abierta la cual se encontraba llena de dientes completamente afilados, casi podía sentir como su alma abandonaba su cuerpo en cuanto vio a aquella bestia mirarlo, y cuando miro las intenciones de aquel vampiro de acercarse comenzó a correr.

—Oh, belladona —la voz de aquel vampiro era diferente más cruda, llena de rencor, gutural, y que hacía que la piel se erizará por completo en un estado de miedo—, correr es inútil.



...



Sus gritos eran desgarradores cuando mis uñas se enterraron con firmeza en su fina y delgada piel, arañé con ferocidad sus piernas cuando logré atrapar su cuerpo, haciéndolo caer con fuerza sobre el suelo, su mirada llena de miedo me provocaba deleite mientras que intentaba con fuerzas inútiles separarse de mí.

"¡D-dejame! ¡AAAAAH! Y-ya suéltame..."

Sus suplicas seguían en mi memoria, sentir sus brazos estirarse y verlo cerrar sus puños para tratar de golpearme, pataleaba como un tonto mocoso, pero solamente provocaba más mi furia, no dude en tomar primero su brazo izquierdo, debajo de su muñeca y con todas mis fuerzas lo apreté escuchando como su hueso se quebraba y sintiéndolo destrozarse bajo mi mano, su grito de agonía fue indescriptible, soltaba lagrimas en desespero cuando lo hice, pero solamente de esa manera dejo de patalear, sonreí en mis adentros mientras lo miraba quejarse por su brazo roto, pero me importo poco, porque de inmediato lo arañe para que me mirase.

"NO... no, no, no, p-por favor ¡nooooo!"

Sus gritos desgarradores pidiendo piedad mientras mis uñas se enterraban en su cuerpo, arañe todo, sus brazos, sus costados, su pecho, su cuello... todo su cuerpo estaba cubierto por las marcas de mis garras enterradas en su piel, y de cada herida brotaba sangre la cual me hacia salivar por su color tan puro y carmín que brillaba bajo la poca luz de aquella habitación, la luna presenciaba por completo mis acciones.

Los lloriqueos y suplicas eran el más grande deleite que él podía otorgarme en ese momento, y mis afilados dientes no tardaron en arremeter contra su cuerpo, mordí con fuerza sintiendo como encajaba con fuerza mis dientes sobre su cuerpo, sintiendo inclusive como algunos chocaban con sus huesos, mordí su vientre y él grito a los cuatro vientos, mordí sus hombros y sentí sus lagrimas escurrirme por los cabellos, mordí su cuello y él apenas y pudo soltar un grito de dolor, mordí su cortado izquierdo y él suplico que me detuviera una y otra vez, mordí sus muslos y sus llantos fueron mayores, en cada mordida que le daba él gemía... gemía tan lamentosamente que lo único que me provocaba era el deseo ferviente de querer seguir tomando lo que me pertenece, su sangre sabía inclusive más exquisita que antes, era como probar las más frescas uvas de un viñedo, era como probar la más fina y dulce de las azucares, era tener la fresca y dulce alba en mis manos para probarla, drene con fuerza, chupe su piel hasta dejarla morada y cuando por fin me sentí satisfecho de él, pude controlarme.

Mis ropas estaban cubiertas por manchas de su delicioso elixir, mis labios, mis mejillas, mi mentón tenía parte de su sangre la cual poco a poco iba secándose, sonreí y lo mire, su rostro era toda una obra de arte, sus labios tenían varios hilos de sangre que resbalaban por las comisuras y adornaban su mentón y mandíbula, los rastros de sus lagrimas eran perfectamente visibles pasando por sus sienes y debajo de sus parpados, su mejilla derecha conservaba las marcas de mis dientes y sus ojos gatunos me miraban mientras seguía sollozando en silencio, mire el resto de su cuerpo, lleno de mis mordidas, cubierto por las marcas de mis afiladas garras, logré apreciar las heridas causadas con intención, profundas y que de ellas ya no emanaba tan siquiera algunas gotas de sangre, lo volví a mirar, sintiendo como su cuerpo dejaba de sentirse tan cálido, él apenas y podía respirar, y me miraba con tristeza y dolor.

—Belladona —sonreí y acerque mi mano a sus cabellos negros, brindándole una caricia—, tranquilo, te curaré las heridas, estarás bien... así podremos divertirnos de nuevo.

Su cuerpo tembló en cuanto dije aquello, su corazón se acelero y su respiración era errática, el miedo en su mirada me hacía querer besarlo, pero justo cuando tuve la intención de acercar mi rostro para robarle un beso, él dejo de moverse...

Me detuve... su cuerpo desfalleció sobre mis brazos.

—No, no, no —dije en voz baja y lo sacudí—, no te atrevas a morir... —gruñí por lo bajo y volví a sacudirlo con fuerza—, despierta... ¡despierta, escoria! —pero nada, él no despertaba, sus ojos estaban en blanco, sin vida, y su cuerpo poco a poco se enfriaba—. No... ¡NO! —brame—. ¡NO PUEDES HACERME ESTO!

Deje caer su cuerpo al suelo el cual hizo un ruido sordo al caer, como una piedra, sin vida, sin movimiento, no había respiración alguna, sin latidos, y ese aroma de su sangre se había ido. Estaba muerto.

—VUELVE —le grite—, VUELVE MALDITA SEA, ¡NO PUEDES HACERME ESTO! —no había forma... él había dado su último aliento gracias a mí—. ¡REGRESA! —pero no lo comprendí, no podía hacerlo, sin que yo inclusive pudiera detenerlo, un par de lagrimas escaparon por mis ojos, llorar no es algo común en un vampiro—. Belladona... Yoongi —quería que él despertará, pero es imposible.

En toda mi pútrida existencia jamás imagine que la partida de aquel humano me hiciera llorar.

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