( IX )

La noche cubría con su silencio la pacifica habitación, a mi lado dormía profundamente el humano que he deseado por más de un siglo, su rostro reflejaba relajación, tan pacifico, inmutable como si ni siquiera el más mínimo de los ruidos fuese a ser lo suficientemente ensordecedor para perturbarlo de sus sueños, no podía apartar la mirada de él, era una extraña sensación, desde que lo conocí aquella primera vez... está inmensa sensación de mirarlo no se apartaba en ningún momento.

Pero aunque la noche era sagrada para los vivos en cuanto a descansar se trataba, para los muertos como yo solamente significaba una sola cosa, sonreí levemente y mis dedos se atrevieron a ir hacia sus hebras oscuras, enterré cada digito en el espesor de su cabello sintiendo la suavidad del mismo y el como era tan ligero como una pluma, peine un par de veces deslizando mis dedos por ese hermoso cabello negro y no pude evitar mirar hacia la ventana descubierta, encontrándome con la tenue luz blanca que poco a poco iba tornándose de un tono más oscuro. Detuve mi mano, estática en su cabeza, sintiendo emanar de su cuero cabelludo ese calor tan suave de su cuerpo.

La luna estaba en su punto más alto, la luz se había comenzado a tornar un poco más rojiza, relamí mis labios, sintiendo como mi boca poco a poco salivaba cada vez más, y un indescriptible apetito me invadió el paladar, y pronto la sensación del cálido y espeso liquido rojo invadió mis papilas gustativas, el deseo de mi cuerpo por obtener alimento me hacía cosquillas por doquier, necesitaba comer, necesitaba sangre.

Mire al espécimen que dormía a mi lado, y de inmediato mis colmillos picaron ansiosos por enterrarse en esa perfecta piel sin rastro alguno de marcas, una piel tan virgen que deseaba ser perforada por mis colmillos para terminar por completo con su pureza, pero no, debía controlar mis más bajos instintos, necesitaba hablar con él, pedirle que me dejará morderlo, decirle que lo haría uno de los míos para que permaneciera el resto de la eternidad a mi lado como mi compañero, ese es mi más grande anhelo.

—Belladona —murmure por lo bajo y volví a pasar mis dedos por su cabello, jalando levemente algunos mechones para incitarlo a despertarse—, despierta, belladona —le ordene con voz suave, casi como una súplica, su cuerpo se removió levemente y un sonido de queja se escapo por su garganta—, despierta...

Pedí una ultima vez, y eso fue más que suficiente para que él abriera esos hermosos orbes oscuros, parpadeo un par de veces antes de elevar levemente su cabeza de la mullida almohada, su mirada fue a dar hacia mí y me regalo una pequeña sonrisa sin mostrarme las blancas perlas de su boca, más yo no correspondí a ese gesto.

—¿Qué ocurre? —pregunto, para después abrir lo más que pudo su boca para soltar un largo bostezo—. ¿Qué hora es?

—Es la hora en que las criaturas nocturnas salen a comer —dije y él frunció ligeramente el ceño.

—¿Qué?

—Tres de la mañana, belladona —él se incorporó un poco, sentándose en la cama.

—¿Tres de la mañana? —di un asentimiento—. ¿Por qué te despiertas a esta hora?

—No me despierto —dije en respuesta—, no tengo hora de dormir, no puedo siquiera dormir, no lo necesito —Yoongi parecía extrañado con mi respuesta, así que no tardo en soltar una risa corta.

—Deja de jugar, Jimin —me contesto como si estuviera en verdad jugándole una broma—, todos necesitamos dormir, claro que —sonrió con leve burla—, si fueras una de esas criaturas nocturnas —hizo comillas con los dedos—, entonces te creería.

Puede que sus palabras hayan sido inclusive ofensivas hacia los de mi especie, o en mi persona, pero no importaba porque sé que él no sabe lo que realmente soy, pero claro debía demostrárselo, y lo haría, mire hacia el frente, la luz de la luna estaba a poco de convertirse en roja, no faltaba mucho tiempo, tenía que darme prisa antes de que mis instintos me controlasen por completo. Quite las sabanas de encima de mis piernas y me dispuse a sentarme en la orilla bajo la atenta mirada de mi belladona, en cuanto lo hice, camine dándole la espalda, y apenas sintiendo el frío del suelo bajo las plantas de mis pies, me dirigí hacia la ventana.

—¿Jimin? —su voz dudosa me hizo saber que no entendía nada de mis acciones a pesar de que eran obvias, pero le intriga, porque lo he despertado, porque he dicho que no tengo la necesidad de dormir, porque me ha comparado con una criatura... y eso es lo que él más teme.

—Mil setecientos treinta y uno —comencé a hablar, sin mirarlo, y solo percatándome de lo hermosa que era la luna cuando se vestía con sangre—, ¿lo recuerdas? Por supuesto que no... las almas viejas no pueden recordar sus vidas pasadas, pero si pueden presenciar y sentir que han vivido lo mismo... —lo mire de soslayo—, aunque por lo visto la tuya no puede.

—¿Qué? —el desconcierto en su mirada era abrumador.

—Halloween, era Halloween cuando decidí que era una grandiosa idea mantenerte a mi lado por toda una eternidad, belladona —deje de mirarlo—, era Halloween cuando te propuse que fueras completamente mío... pero tú —el recuerdo de su cuerpo entre mis brazos, la sangre seca, las mordidas, la plata—, me pagaste con un reto, para un vampiro las armas de plata implican retos abiertos, los humanos siempre han creído que con eso pueden derrotarnos, pero lo que no entienden es que —sonreí en grande—, no pueden hacer absolutamente nada porque no pueden matar algo que ya está completamente muerto.

—¿A q-qué viene todo eso? —el aroma del miedo bajo su piel se estaba comenzando a incrementar, la sangre corre más rápido por las venas cuando hay miedo.

—Min Yoongi —me gire sobre mi eje para mirarlo, la luz de la luna cubría mi cuerpo, dejándome totalmente en un color rojizo—, hace más de doscientos años eras un esclavo, perteneciente a mi familia, mi padre te obligaba a tratarlo como a un rey, y cuando dejaste de serle útil, te desecho dejándote a la deriva, yo te acogí como parte de mis sirvientes, pero no quería que lo fueras —su respiración se estaba volviendo entrecortada, su alma recuerda el miedo que siente, pero él no sabe porque lo siente—, yo quería que fueras algo más, que me pertenecieras en cuerpo y alma por toda una eternidad, que me acompañases por todas las nuevas décadas que el mundo estaba dispuesto a abrirnos, pero no fue así, me retaste —relamí mis labios levemente, la saliva seguía inundando mi boca, el deseo de querer morderlo era casi incontrolable—, una daga fue la firma de tu sentencia de muerte, condenándote a ser devorado por mí...

—M-me estás asustando —lo sé, sé que temes, puedo olerlo en tu sangre, tu dulce y exquisita sangre—, ¿q-qué quieres decir con todo eso? No lo entiendo.

—Por supuesto que no lo entiendes, belladona —sonreí, dejándole ver mis colmillos, y casi pude sentir como su piel se estremecía—, eso paso hace mucho tiempo.

—¿P-p-por qué-e-e tienes l-los c-colmillo-o-os t-tan?

—¿Grandes? —una risa se escapó de mi garganta—. Nunca te habías quejado por ellos, ni siquiera cuando te mordía.

Yoongi se levanto de la cama y camino un par de pasos alejándose lo más que pudo de mí, pero mi mirada seguía completamente clavada sobre él, esta temeroso, sus pupilas se contraen, su pulso tiembla por todo su cuerpo, su piel se eriza por mi mirada, tengo a mi presa completamente acorralada en el miedo.

—¿Qué eres? —bramo—. ¿Qué cosa es lo que eres?

—Oh, belladona —sonreí ladino—, no querrás saberlo a ciencia cierta —el dolor en mis uñas se incrementaba al igual que su tamaño, pronto se convertirían en garras, pero aún necesitaba saber algo—. Quiero que me respondas una sola cosa, belladona.

Él no apartaba su mirada de mis manos.

—¿Aceptarías permanecer a mi lado por toda la eternidad? —el miedo en su cuerpo lograba paralizarlo por completo, su semblante me indicaba que lo único que deseaba hacer en ese momento era salir despavorido, huir de mí, escapar por completo de ese lugar—. Respóndeme.

Yoongi elevo la mirada, el miedo era claro, pero yo quería saber si acaso él me respondería de una vez por todas.

—Y-yo... —el temblor en su voz era un alimento auditivo tan generoso—, no p-pienso hacerlo...

—¿Qué? —ladee mi cabeza ante su respuesta.

—No quiero —dijo Yoongi mientras negaba con la cabeza—, no puedo permanecer con un monstruo.

Monstruo...

De alguna forma la palabra ni siquiera me molesto, sino que se me hizo divertida, y no pude contenerme, reí... reí como nunca lo había hecho en todos mis años de vida, me burle con gracia, con suficiencia, como si estuviera a punto de la histeria, y me cabree porque me estaba rechazando de nuevo, porque me estaba provocando con su respuesta, él permaneció allí parado esperando a que dejará de reírme con aquella intensidad sin límite, y cuando por fin me sentí agotado de reírme de su descripción tan tonta, le mire.

—Belladona —sonreí y comencé a caminar hacia él, pasos lentos, marcados, haciendo que se escucharan sobre el suelo—, oh, mi dulce, dulce belladona —le mostré mis garras, mientras en el reflejo de sus ojos pude ver mis ojos brillantes en rojo—, parece ser que tu alma no ha aprendido la lección.

—J-jimin... —sonreí enormemente, mostrando mis dientes afilados como miles de cuchillas en conjunto y él retrocedió, tropezando con sus propios pies.

—Deberías correr, belladona.



...




28/Oct/1999

Las cosas no habían salido como pensé.

Mi belladona no aprendió su lección, su alma aún es demasiado joven para comprender lo que en realidad pasaba, pero al menos logré disfrutarlo, tener un cuerpo vivo del cual embriagarme con su sabor en el sexo, deleitarme succionando y drenando cada gota de su preciosa sangre, dejarlo sin rastro de vida, mi belladona sigue siendo inclusive mejor de lo que esperaba.

Las mordidas que le di a cada parte de su cuerpo fueron profundas, los besos que le robe los más embriagadores, todo en él sigue y seguirá representando todo lo valioso que necesito en mi vida.

Ni siquiera me arrepentí de haberlo matado como la primera vez, al contrario, lo disfrute incluso más, porque él ni siquiera trato de defenderse, no podía, el miedo le paralizaba por completo cada uno de sus pensamientos, dejo que lo devorará a mi antojo, dejo que hiciera de su cuerpo lo que yo quisiera, y ame eso.

Ame con fervor que me dejara quebrar sus finos huesos.

Ame que me dejase morder su cuello con fuerza hasta casi arrancar la cabeza.

Ame que sus llantos fueran silenciosos.

Ame que su cuerpo se desvaneciera entre mis brazos.

Ame que solo tuviera ojos para mí, ser su ultimo recuerdo antes de morir.

Lo amo, mi belladona es complaciente en todos los sentidos, y sí en esta vida lo fue, sé que será lo mismo en la que sigue... él será complaciente, tan sumiso que se ofrecerá ante mí cuando se lo pida, y dejará que beba de su sangre las veces que quiera, y me dejará poseer su cuerpo para satisfacer mis deseos carnales, me dejará porque me ama tanto como lo amo yo.

Oh, dulce belladona... te esperaré hasta tu siguiente vida, te buscaré en cualquier parte del mundo, aunque no será tan necesario, porque sé... sé que serás tú quien me busque.

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