58.

Bueno, definitivamente ir con Jennie a una tienda de ropa no era lo más conveniente que podía hacer. Sobre todo cuando las empleadas de la tienda se morían por meterme mano fingiendo "ayudarme".

Jennie no era precisamente la persona más tolerante del mundo en cuanto a los celos se tratase.  Todas las empleadas habían recibido su dosis propia de novia celosa.

- Por dios, y aún así continúan viéndote como si fueras un pedazo de carne. - gruñó.

- Mi amor, solo deja de mirarlas como si quisieras ahorcarlas.

- ¡Quiero ahorcarlas! - afirmó.

Después de aquello fuimos a diez tiendas más y en todas fue lo mismo. ¿Es que acaso todas las mujeres eran lesbianas hoy en día? Al final el gerente de una de las tiendas tuvo que ser el que nos atendiera y gracias a ello pudimos comprar un conjunto estupendo color negro para la fiesta navideña de mi novia. Jennie también aprovecho para comprarse un vestido, sin embargo no me dejó verlo cuando se lo probó ya que al parecer era una sorpresa.

El día con los Kim fue muy tranquilo a pesar de el hecho de que accidentalmente me habían empujado a la piscina cuando iba con un plato de frutas en la mano. Jennie decidió que nos quedaríamos esa noche a dormir en su antigua habitación y eso hicimos luego de que su padre me advirtiera que las paredes no eran aprueba de ruido y que él podría oír mi respiración desde su habitación.

Al día siguiente acompañé a mi novia a comprar su despensa y luego nos la pasamos todo el día en su habitación viendo películas. Afortunadamente Jennie trabajaba de Martes a Viernes así que un Lunes de flojera no le afectaba en nada. Por lo menos a ella no, ya que yo si debía ir a trabajar ese día, pero por obvias razones, que incluyen a mi novia desnuda con sólo unos tacones puestos, no fui.

El martes fue oficialmente mi primer día de trabajo y afortunadamente lo inicié con un motivacional y sensacional sexo mañanero. ¿Quién no se iría al trabajo feliz después de hacer el amor con su pareja? Los psicólogos deberían empezar a considerar el sexo como terapia.

OLM records, como habíamos nombrado a la disquera, se encontraba en el edificio donde antiguamente estaba la tienda de Dorothy's. Ashton había mandado personas desde hace una semana a remodelar el lugar y ahora no quedaba ni un rastro de aquella tienda de electrodomésticos. El letrero que había a la entrada era tan enorme que hasta un ciego podía verlo; por dentro todo estaba con decoraciones grises y azuladas, tipo la casa de los inteligentes en Hogwarts. Había sillones de piel color negro y el primer y segundo piso eran plenamente dedicados a instrumentos musicales. Del tercer al quinto piso era especialmente para los administrativos de la disquera y para los estudios de grabación. Mi oficina estaba en el quinto piso, igual que la de Ashton y la sala de juegos que habíamos agregado para Oliver.

Ese día estuve deambulando en la mañana por todo el edificio observando cómo las personas entraban fascinadas y miraban con incredulidad la tienda, después en la tarde atendí a un chico de Texas al cual le ayudariamos a grabar su primer demo titulado "To you".

Al finalizar el día cuando llegue a casa de los Manoban estuve hablando por cuatro horas enteras con mi novia, quien insistía en no vernos hasta mañana que la pasará a recoger para irnos a la fiesta. ¿Por qué le ponía tanto misterio a un vestido si al final iba a terminar tirado en el suelo de su departamento? En fin.

Eran pocas las veces que dormía sin estar a lado de mi novia y cuando lo hacía me era muy difícil hacerlo. Me había acostumbrado tanto a dormir abrazándola que me enojé cuando me di cuenta que en la madrugada estaba abrazando a una mísera almohada.

Literalmente no volví a cerrar los ojos luego del incidente con la almohada, así que cuando bajé a la cocina por la mañana estaba de mal humor.

- ¿Se murió alguien? - preguntó Lisa tan pronto como me vió

- Lalisa, fíjate bien en lo que estás haciendo. - la regañó Ann al ver que su hija estaba regando la leche en el suelo por estar observandome

- Deberías limpiar eso. - señalé el suelo y luego bebí mi vaso de jugo mientras me recargaba en la encimera

- Vete al infierno.

- Lisa.

- ¿En serio? ¿Cuándo van a dejar de regañarme? ¡Tengo veinticinco años! Hola, soy adulta. - se quejó.

- Cuando te vayas de la casa o te cases, lo que sea es bueno. - contestó Marco haciendo reír a Luca.

- No te rías, insecto. - lo golpeó.

- ¡Mamá, Lisa me ha pegado!

- Lalisa, ¿qué fue lo que te dije sobre golpear a tu hermano?

Sonreí al verlos discutir. Puede que no haya iniciado el día con un poco de sexo, pero siempre era bueno ver cómo regañaban a Lisa.

- - - - - -

- Chaeyoung por sexta vez, esos zapatos no combinan para nada con tu ropa. ¿Es que eres tonta? - preguntó la rubia tirándose en mi cama.

- Los zapatos que me diste son muy incómodos, y me hacen ver como un mono con zancos.

- ¿Qué no se supone que eso eres? - rodé los ojos al oírla y le aventé una almohada a la cara - Maldita sea, Chaeyoung, me has picado el ojo.

- Tu te lo buscaste.

- Ti ti li bisc... - almohada número dos - ¡Chaeyoung, me lastimas!

- Deja de comportarte como estúpida y ayúdame a escoger unos malditos zapatos. - me crucé de brazos y la miré con desaprobación.

Después de la mañana tan abrumadora que había tenido le hablé a Ashton para informarle que no iría al trabajo porque necesitaba dormir, afortunadamente se comportó como un buen cuñado y aceptó, así que luego de una larga siesta de diez horas seguidas, me levanté de golpe para bañarme y alistarme, y todo iba bien en mi proceso de ponerme aún más guapa de lo que ya estoy hasta que llegó la hora de ponerme zapatos.

En serio, ¿qué persona en su sano juicio puede usar esas cosas del demonio que tienen tacón? ¡Son horriblemente incómodas! Lisa estaba empeñada en hacerme usar uno de esos jodidos zapatos pero yo aún estaba firme en querer llevarme unos tenis color negro.

- ¡Casi me dejas ciega!

- Si bueno, no te preocupes, luego puedo llevarte con Irene.

- ¿Quién diablos es Irene.

- Es cuñada de Jennie. - contesté simplemente - Ahora concéntrate y volvamos al tema de los zapatos.

- Ya te dije que tomes aquellos. - señaló los zapatos altos de tacón delgado.

- Y yo ya te dije que parezco mono con zancos, así que no gracias. - me dejé caer de espaldas a mi cama.

- ¡No! - gritó Lisa.

- ¿Qué diablos te pasa? - le pregunté con molestia desde el suelo, ya que luego de aquel grito que ella había dado yo me había caído de la cama cayendo sobre el suelo.

- ¡Estás arrugando la camisa! - me tomó del brazo y me levantó del suelo a jalones - Eres estúpida, Chaeng.

- Hey, hey, hey, deja. - alejé sus manos de mi cuerpo - Puedo volver a planchar está cosa, no me molestes.

- ¡Me vas a hacer plancharla a mi!

- No te quejes, voy a dejarte los boletos para ver a Jessie Andrews.

- Cierto, cierto. - caminó hasta donde tenía ubicadas todas las cajas de zapatos - ¿Qué tal estos?

- - - - - -

Miré por sexta vez el enorme reloj que tenía Kim Ji Chul en su sala y luego lo observé a él mirándome con los ojos entrecerrados.

- Escucha, Park. - se levantó de su sillón de piel y camino hacia mi - Mi hija ya no es una adolescente, así que evidentemente no puedo darle a Jennie un toque de queda esta noche, por lo que necesito que me prometas que vas a cuidar de mi princesa y la llevaras a su casa sana y salva. - asentí y odié internamente el momento en el que mi novia decidió que tenía que recogerla en casa de su padre - Bien, en ese caso, puedes comenzar a hablarme sobre ese negocio que has iniciado recientemente.

- Uh, bueno, yo... - perdí la voz por completo al ver a mi preciosa novia bajar por las escaleras

- ¿Qué? ¿Qué pasa? - preguntó el señor Kim y yo solo me limité a señalar las escaleras por donde bajaba Jennie - Oh por dios, Jennie, estás hermosa. - dijo cuando su hija se situó frente a nosotros - Mírate, hija, tu madre estaría encantada de verte así. - asentí torpemente dándole la razón a mi suegro - Park. - habló con firmeza llamando mi atención - ¿No vas a decirle nada a mi hija?

- Estás herm-hermosa. - estiré mi brazo como si fuese un robot y le extendí el ramo de rosas que había comprado para ella

- Gracias, cielo. - besó mi mejilla - Tu también estás hermosa.

Volví a asentir como estúpida y luego me permití recorrer con la mirada todo el cuerpo de mi novia.

Jodido dios. ¿No podía simplemente llevarla a su departamento y comenzar a quitarle ese vestido de una vez por todas? ¿En serio debíamos ir a aquella cena?

Ese maldito vestido color azul marino le quedaba espectacular, se adhería perfectamente a sus curvas y el escote hacía que sus pechos se vieran aún más grandes de lo que ya eran.

¿Cómo le haría para mantener mis manos alejadas de su cuerpo toda la noche? Estoy segura que tendría que hacer varias visitas al baño, al igual que estaba segura que debía comportarme como un perro rabioso cada que alguien intentara coquetear con ella durante la noche, porque con ese estupendo vestido que ella traía puesto, estaba consiente que no faltaría el típico macho que se acercaría a ella con intenciones absurdas de conquistarla.

Iba a ser definitivamente una noche muy jodidamente larga.

...

Subí dos historias chaennie nuevas por si desean mirarlas jsjs besis.

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