4.

Estaba sentada en el piso disfrutando del clima y observando los diversos graffitis que habían en la pared que estaba frente a mí, mientras sostenía un cigarrillo entre mis dedos y cada determinado tiempo lo llevaba a mi boca para después exhalar humo. Me sentía relajada a comparación de lo irritada que estaba dentro del bar al ver tocando a los chicos de la banda sin mí.
                     
Desde que comencé a trabajar en el bar de Kim Taehyung nunca me había tocado pasar una noche sin tocar y está vendría siendo la primera vez.
                     
Se suponía que sería una gran noche, los chicos de la banda y yo llevábamos ensayando desde hace ya un buen rato para la fiesta de hoy, sin embargo tenía que meter la pata emborrachándome. Porque sí, las únicas dos cosas culpables de todo este desastre fueron: mi borrachera y el rubio chismoso que me acuso con el jefe.
                     
- Estúpido Jackson. - susurré - Estúpida cerveza.
                     
Apagué el cigarro contra el suelo y luego lo tire lejos de mí. Cuando estaba a punto de levantarme del suelo para volver a entrar al bar, la puerta trasera se abrió de golpe y se estampó contra mi cara haciéndome caer de sentón.
                     
- Jodida mierda. - me quejé mientras pasaba mis manos por mi rostro para tratar de aliviar el dolor
                     
- No lo voy a volver a repetir, Eric. No voy a regresar a Ontario. - quité las manos de mi rostro y observé a la persona que me había golpeado con la puerta - ¡Nashville es mi hogar ahora! - gritó ella y yo me rodé en el suelo para poder levantarme donde pudiera estar lejos de la jodida puerta por si a alguien se le ocurría abrirla como aquella chica que le gritaba a alguien por teléfono - ¡Vete a la mierda! - gritó y luego aventó su teléfono contra la pared, casi rematando el golpe que me dió hace unos segundos atrás, pero afortunadamente esquivé el ataque - Ughhhhhh. - comenzó a balbucear y de repente se giró hacia donde yo estaba pegada en la pared respirando rápidamente por causa de lo que aventó - ¡Ah! - chilló - ¿Quién carajo eres tú?
                     
- No, no, no, no, ¿quién eres tú y por qué carajo pareciera que quieres matarme? - me agache con cuidado y recogí los restos de su celular destrozado que yacía en el suelo cerca de mis pies - Creo que necesitas un nuevo teléfono. - comenté ya que ella aún no emitía ninguna palabra - ¿Te comió la lengua el ratón, eh?
                     
- Cierra la maldita boca. - sonreí y luego me dí el lujo de observarla detenidamente, lo cual me hizo sonreír aún más ya que no estaba nada mal aquella psicópata - ¡Deja de mirarme así!
                     
- ¿Y cómo quieres que te miré?
                     
- De cualquier forma excepto como si estuvieras quitándome la ropa. Eres asquerosa y vulgar. - tomó los extremos del abrigo que traía y se cubrió mejor como si así pudiera evitar que dejara de mirarla - ¿Quién eres tú? - repitió la misma pregunta que me había hecho cuando me vió.
                     
- Rosé. Toma, en verdad necesitas uno nuevo. - extendí mi brazo para darle su teléfono - Entonces... - ella levantó la ceja luego se tomar su teléfono - ¿No me dirás tu nombre? Creeme, eso sería injusto ya que me has golpeado con la puerta y luego me aventaste eso.
                     
- ¿Te he golpeado?
                     
- Claro que sí, ¡me estampaste la puerta en el rostro cuando saliste del bar con tu teléfono en la oreja mientras estabas gritándole a no sé quién!
                     
- Disculpa, en verdad. ¿Te he lastimado? - preguntó preocupada acercándose lentamente a mi - Oh Dios. - chilló y yo me preocupé al instante llevando mis manos hacia mi rostro para checar si tenía algo en la cara 
                     
- ¿Qué, qué tengo? - palmeé mi rostro
                     
- No te toques. - tomó mis manos y las separó de mi cara para que dejara de tocarme - Tienes... Hmmm, parece un chichón, pero creo que en realidad tu cara es así de deforme. - hizó una mueca y luego me sonrió tratando de parecer inocente.
                     
- ¿Te crees muy graciosa, cierto? - levanté mi mano izquierda y le mostré mi dedo del medio - Vete a la mierda.
                     
- ¡Vete tú a la mierda! - chilló
                     
- ¡Me estampaste una puerta, es justo que tu te vayas a la mierda! - se acercó silenciosamente hacia mi nuevamente - Oh, no, no, no, no más de tus chistes de mal gusto sobre mi hermoso rostro. - me cubrí la cara con mis dos manos pero ella me pellizco y grité levemente - ¿Qué te sucede? ¡Dolió!
                     
- Quédate quieta, joder. Tu cara me resulta extrañamente familiar. - la forma con la que me miraba comenzaba a incomodarme - ¿Nos conocemos de algún lado? - negué
                     
- Afortunadamente no. - murmuré y volvió a pellizcarme - ¡Deja de atacarme!
                     
- Estoy segura que nos hemos visto en algún lado antes, ¿no nos hemos topado... - se cayó de repente y yo la miré interrogante - ¡Pero si eres tú la misma idiota que me tiró hace horas atrás afuera del bar! - gritó luego de unos segundos de dramático silencio - ¡Te merecías lo de la puerta, menuda imbécil!
                     
- ¡Hey, hey, hey, basta! - esa tipa era definitivamente salvaje porque de la nada comenzó a golpearme con la pequeña bolsita que llevaba sosteniendo desde que salió por la puerta trasera del bar; en un acto de defensa levanté mis manos mientras le pedía que parara con los golpes, pero al parecer creyó que la golpearía o algo porque me hecho algo directamente en mis ojos - ¡Ahhhhhhhh, ¿qué diablos me acabas de hechar?! - llevé mis manos directamente hacia mis ojos para frotarlos como si de esa manera pudiera parar el ardor que sentía
                     
- ¡Se llama gas pimienta, ignorante!
                     
- ¡Estás loca! ¡Loca! - me dejé caer en el suelo y comencé a retorcerme de dolor - Arde, arde, arde, arde, arde.
                     
- Deja de chillar, sé un hombre.
                 
- ¡Soy mujer!
                     
- Es un decir obviamente. - podía asegurar que rodó los ojos al decir eso - Vamos, levántate, no es para tanto.
                     
- ¡Me arden los ojos, claro que es para tanto!
                     
- El efecto pasará en pocos minutos, ahora discúlpate por haberme tirado al suelo.
                     
- ¡Me... - no me dejó terminar porque puso su mano en mi boca, al parecer se había agachado para estar a la misma altura que yo .
                     
- Mi istimpistis li piirti in li ciri. - imitó - Supéralo, amiga. Ahora, pídeme disculpas, sé una chica buena y amable.
                     
La ignoré vilmente y seguí quejándome en el suelo haciéndome un ovillo ya que ella comenzó a picar los costados de mi cuerpo para que le pidiera disculpas.
                     
- ¿Jisoo, eres tú? - preguntó alguien a nuestras espaldas y ambas dejamos de hacer lo que estábamos haciendo.

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