38.
Estaba acostada en la cama hecha un ovillo abrazada a la almohada. Desde que salí de aquel lugar infernal, donde conocí a esa maldita mentirosa, estaba completamente inquieta y a pesar de que había hablado con Jennie, aún así me sentía fatal.
Algo estaba dentro de mí haciéndome sentir temerosa y frágil. Oírle decir a esa jodida bruja que la mujer que me trajo a la vida realmente no había muerto y que me abandono como si fuese un maldito perro me estaba destrozando más de lo que podía llegar a imaginar.
Las lágrimas habían dejado de salir hace ya media hora, por lo tanto mis mejillas estaban un poco pegajosas y mis ojos se encontraban demasiado rojos. Tenía un nudo en la garganta del tamaño de un iceberg y mi cuerpo aún estaba temblando.
Me levanté sin fuerzas de la cama y fui hacia el baño. Observé atentamente mi reflejo en el espejo que estaba encima del lavadero.
Definitivamente me veía horrible. Mis ojos estaban excesivamente hinchados por haber estado llorando y mis labios estaban secos.
Me agache luego de abrir la llave para que saliera agua y comencé a lavarme la cara para así eliminar la sensación pegajosa que tenían mis mejillas. Cuando acabé de lavarme tomé la toalla de mano que había a lado mío y me seque cuidadosamente. Después volví a levantar el rostro y me miré de nuevo en el espejo.
¿Qué tenía yo de malo? ¿Sería verdad lo que me había dicho Alice? Y si sí era verdad, ¿Por qué rayos esa mujer que no merece ser llamada madre me había abandonado en lugar de irme a reclamar? ¿Por qué dejó que me quedara en el orfanato cuando pudo evitar aquello? ¿Los padres de esa tal Clare no sabían de mi existencia, o si sabían y ellos la apoyaron en su decisión de abandonarme?
- Harvey. - dije en un hilo de voz el apellido de la ahora innombrable.
Alice también había mencionado algo sobre el patético hombre que ayudó a que yo llegara a este mundo. Sin embargo no dijo su nombre.
¿Clare se habría divorciado de él por abandonarla cuando pensó que había muerto o porque él le ayudó a engendrarme? ¿Ella me odiaba? ¿Por qué me odiaba? ¿No se supone que una madre siempre ama a sus hijos?
- Ella no merece ser llamada madre. - susurré con rencor viéndome en el espejo - Y nunca lo merecerá.
Me abandonó. Ella me abandonó.
Jamás hubo cariño.
Nunca tuve alguien que besara mis heridas cada que me cayera y me lastimara. Nadie jamás me dió un beso de buenas noches antes de que me fuera a la cama. Nunca tuve la oportunidad de celebrar un día de las madres. En mis dibujos nunca pude colocar a una mujer a lado mío sosteniendo mi mano. Ella nunca estuvo para mí. Ella me arrebató la oportunidad de tener una familia.
Nadie nunca me amó.
- Nunca debí nacer. - vi cómo las lágrimas comenzaban nuevamente a acumularse en mis ojos.
La tristeza que sentía pasó a convertirse en enojo y entonces fruncí el ceño pensando en todo lo que esa mujer egoísta me había arrebatado al dejarme en un orfanato; así que sin pensarlo muy bien levanté mi mano hecha puño y golpeé el espejo que tenía frente a mí.
Cuando ví todos los cristales desprenderse en pequeños pedazos todo se comenzó a tornar oscuro. Mis oídos bloquearon todos los sonidos de mi alrededor y fue por ello que no supe si los cristales habían caído al suelo o no. Me sostuve con mi otra mano de la pared para no caerme y salí del baño. Necesitaba largarme de aquí y volver a Nashville.
Empecé a acomodar mis cosas en la maleta roja de viaje que me había prestado Lisa para que no me trajera mi mochila y cuando finalmente tuve todo guardado caminé hacia la puerta. Con dificultad abrí y me sorprendí mucho al ver quien era la persona que estaba del otro lado de la puerta.
- ¿Jisoo? - pregunté; mi visión no estaba del todo bien, estaba comenzando a ver puntos negros así que no sabía bien si era Jisoo quién estaba frente a mí.
- Chaeyoung, por el amor de Dios, tu mano. - la voz de Jennie llegó a mis oídos e instantáneamente volteé hacia donde venía el sonido.
- Jennie. - murmuré al verla, y después todo se volvió absolutamente negro, simplemente no pude evitarlo.
Me desmayé.
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Jennie's P.O.V
Luego de que se desmayara, Jisoo me ayudó a recostarla en la cama y después marcamos a emergencias para que viniera alguien a atenderla rápidamente para que parará el sangrado y sacará los cristales que estaban ligeramente enterrados en algunas partes de sus nudillos.
Afortunadamente la atención médica no tardó en llegar y la atendieron muy bien. Sacaron todos los cristales que tenía enterrados y vendaron su mano.
Media hora más tarde Jisoo me comentó que aprovecharía que estábamos aquí para visitar a su abuela paterna y me dejó sola con Chaeyoung en la habitación.
Verla de esta manera era algo doloroso para mí. Aún no estaba muy segura del porqué estaba de esta forma, pero sabía muy bien que todo tenía que ver con el lugar a donde se supone que tenía que ir hoy, y no pude evitar sentirme culpable por no haberla acompañado. Quizá sí yo hubiera estado a su lado no hubiera pasado nada de lo que estaba sucediendo ahorita.
- Lamento no haber estado contigo. - le susurré mientras acariciaba su rostro - Pero te prometo que ahora que estoy aquí, no te dejaré sola. - sin pensarlo me incliné sobre ella y dejé un pequeño beso sobre sus labios.
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Traté de removerme en la cama para buscar una posición más cómoda, pero al parecer había algo sobre mi que me impedía hacerlo, así que abrí los ojos con temor para verificar que no hubiera cometido la estupidez de ir a un bar a beber de más y buscar a alguien para un revolcón.
Para mí buena suerte pude respirar tranquilamente al ver que la persona que estaba encima mío era nada más y nada menos que mi Jennie hermosa. Su cuerpo estaba posicionado de la misma forma en la que lo estaba aquel día en el que dormimos juntas en el hotel.
La observé por unos segundos admirando la belleza de su rostro. Se veía tan hermosa cuando estaba dormida que me atreví a imaginarme un futuro en donde la viera de esta misma manera cada que me despertara por las mañanas.
Cuando levanté mi mano derecha para poder acariciarla, sentí un ligero ardor que me hizo soltar un gemido fuerte de dolor haciendo que Jennie abriera los ojos rápidamente.
- ¿Qué pasó? ¿Te lastimaste? - me preguntó tomando mi mano izquierda con cuidado, y fue ahí cuando me di cuenta que mi mano estaba vendada.
- ¿Q-qué me pasó en la mano?
- Eso mismo quería saber yo hace unas horas atrás, pero ya me di cuenta de lo que le pasó al espejo del baño. - me dijo mirándome seriamente - ¿En qué estabas pensando, Chaeyoung? ¡Tenías muchísimos vidrios enterrados!
- ¿En mis tatuajes? - pregunté con temor, el solo hecho de pensar que me podrían salir cicatrices en mis nudillos y arruinar mis tatuajes me hacía sentir nerviosa
- Sí, en tus tatuajes, pero eso es lo de menos, Chaeyoung. - pellizco mi brazo
- Ouch.
- Perdiste muchísima sangre y te desmayaste. Me asustaste mucho, al igual que a Jisoo?
- ¿Jisoo? ¿El pollo? - cacahuate era mi nueva forma de referirme a ella haciendo burla a la forma con la que la llamaban a veces.
- Sí, ella. Deja de bromear, Chaeyoung.
- Lo siento, Jennie.
El silencio nos envolvió a ambas cuando la llamé por su nombre en lugar de referirme a ella con uno de los cientos nombres cariñosos con los que siempre la llamaba. Jamás la había llamado por su nombre, a excepción de la noche anterior cuando discutí con ella en su departamento antes de viajar a Washington.
- No me llames así. - dijo susurrando.
- Ese es tu nombre.
- Mi nombre no suena muy alentador cuando sale de tu boca. - respondió suspirando - Me gusta más cuando me llamas "cariño", "preciosa", "guapa" o cuando te refieres a mí como "bebé". - sus mejillas se tornaron color rojo .
- Creí que te había molestado cuando te dije de esa forma. - dije sorprendida refiriéndome a aquella vez que la llamé "bebé" frente a un grupo de idiotas en el billar.
- Me molesta que me digas nena. - me miró por unos segundos y luego bajó la mirada a mi mano vendada - Pero "bebé" sonó muy dulce cuando me lo dijiste. - mordió su labio inferior.
- ¿Qué haces aquí? - le pregunté ignorando lo que acababa de decirme - Cuando hablamos por teléfono y te dije que te necesitaba nunca creí que viajarías hasta acá.
- Bueno, eso es porque cuando hablamos por teléfono yo ya estaba en un avión viajando hacia aquí.
- ¿Qué? - traté de levantarme pero ella no me dejó hacerlo.
- No puedes levantarte, necesitas estar en reposo, perdiste mucha sangre.
- Al cuerno el reposo. - le dije - ¿Qué hacías en un avión mientras hablábamos por teléfono?
- Jisoo.
- ¿Qué tiene que ver el pollo en todo esto?
- Chaeyoung. - me dijo en tono de reproche.
- Jennie, estoy hablando en serio.
- No me digas así. - se quejó.
- Me vas a volver loca. - murmuré por lo bajo para que no me escuchara - ¿Qué tiene que ver Jisoo en todo esto del avión, cariño? - una tímida sonrisa se extendió por sus labios al oírme llamarla de esa forma y entonces las mariposas en mi estómago se hicieron presentes nuevamente.
- Ella me convenció de viajar hasta acá para que yo pudiera hablar contigo. - comenzó a jugar con los dedos de sus manos nerviosamente.
- ¿Y de qué quieres hablar conmigo?
- Antes de empezar, quiero que sepas que todo esto comenzó a crecer dentro de mi de la nada luego de la quinta ocasión que visitamos el mini golf. - comenzó a hablar - Y simplemente no pude evitarlo. Después de mi relación con-...
- El chico perro. - dije interrumpiendo su pequeño discurso.
- Sí, el chico perro. - sonreí - Bueno, como te decía. Después de él no tenía planeado sentir nuevamente algo por alguien, sobre todo por el hecho de que quería concentrarme plenamente en mi trabajo. - mi corazón comenzó a latir más rápido - Pero llegaste tú, con tus sonrisas coquetas, tus chistes extraños, tu manera tan linda de ser conmigo y simplemente me fue inevitable comenzar a sentirme extraña respecto a ti. - las mariposas en mi estómago evolucionaron mágicamente a rinocerontes - Supe que me atraías de diferente manera aquella noche cuando casi te peleas con un hombre que me llamó de una forma no muy bonita en el mini golf. - al diablo, ahora eran elefantes los que estaban dentro de mí - Pero supe que me gustabas cuando tocaste la canción que compusiste para mí en la boda de Chris. Y desde entonces tuve que callar todo lo que sentía por ti por el simple hecho de que a ti te gusta alguien más. - suspiró - Sé que no soy tan perfecta como dices que es ella, y que posiblemente no causo lo que ella causa en ti, pero quiero que sepas que todo lo que siento por ti es demasiado real y lamento tanto haberte hecho enojar aquella noche en mi departamento, me gustaría que pudiéramos arreglar las cosas y que volviéramos a ser-...
El discurso definitivamente era hermoso, sin embargo no podía simplemente dejarla continuar para oírla decir que quería que volviéramos a ser amigas, así que estiré mi mano buena y la tomé del cuello para acercarla a mí y poder besarla.
Tan pronto como nuestros labios chocaron, todo lo que había estado atormentando mi mente desde aquella audiencia con Alice Harvey, desapareció.
Mis pensamientos se enfocaron plenamente en sentir la suavidad de los labios de Jennie contra los míos. La calidez de su boca contrastaba con la frialdad de la mía.
Ignorando el dolor que sentía en mi mano izquierda, tomé levemente la cintura de la pelinegra y comencé a acercarla lentamente hacia a mí, hasta posicionarla por completo encima de mi cuerpo.
- Eres una tonta muy hermosa. - le dije cuando nos separamos en busca de aire - Todo el tiempo has sido tú la mujer de la que tanto he hablado.
- ¿Q-qué? - la confusión que adornaba su rostro hizo que levantara ligeramente la cabeza y le robara un pequeño beso haciéndola sonrojarse.
- Me encantas. Llamaste mi atención desde que te alejé de las garras del amigo perro. - confesé finalmente
- ¿H-hablas en-en en serio?
- Completamente. - se sonrojó aún más así que escondió su rostro en el hueco que había entre mi hombro y mi cuello - No sabes lo feliz que me hace saber que sientes lo mismo. - murmuré acariciando su espalda.
- Te quiero. - dejó un beso en mi cuello haciendo que todos los vellos de mi nuca se erizarán.
Al final viajar a Washington no había resultado tan mal como había pensado hasta hace unas horas. Bien dicen que después de la tormenta viene la calma, y tenían mucha razón.
Hace unas horas estaba furiosa, triste y confundida por todo lo que me dijo Alice Harvey, pero ahora estaba tranquila, feliz y muy emocionada por tener finalmente entre mis brazos a la mujer que tanto me había cautivado desde la primera vez que la ví. Misma mujer que luego de varios meses de convivencia había logrado enamorarme con su forma de ser.
La vida sencillamente podía dar muchas vueltas, así que estaba muy agradecida a pesar de todo.
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