30.

Me escondí detrás de una enorme maceta que tenía una planta rara de color verde, y desde ahí ví cómo Lisa se levantaba y empezaba a platicar con la recepcionista.
                   
Recargué mi frente contra la cerámica de la maceta al percatarme que nunca le dije a Lisa si debía hacerme una seña o no.
                     
- ¡Señorita! - escuché a la recepcionista gritar y rápidamente me separé de la maceta para ver que estaba pasando.
                     
- Excelente, Lis. - murmuré para mí misma al ver que mi amiga estaba fingiendo un desmayo.
                     
Estaba a punto de levantarme y pasar corriendo por la recepción hasta los consultorios, sin embargo pensé rápidamente que si hacia eso lo más seguro era que me descubrieran, así que en lugar de levantarme mejor me apoye en el suelo sobre mis rodillas y manos y empecé a gatear hasta los consultorios lo más silenciosamente posible para que no me descubrieran.
                     
Cuando pasé gateando por la recepción, mi corazón estaba a punto de estallar por los nervios y el miedo que tenía si llegaban a cacharme, afortunadamente nadie se dió cuenta de la presencia de la mujer de veintiocho años que estaba gateando en el suelo porque todos estaban atentos a Lisa, quien seguía en el piso fingiendo estar desmayada.
                     
Tan pronto como pasé el consultorio seis me levanté del suelo y corrí levemente hasta el consultorio de Jennie. Ya cuando estuve frente a su puerta, toqué dos veces.
                     
- ¿Chaeyoung? - fue lo primero que dijo cuando me vió, pero no le dije nada porque solo la empujé hacia dentro y luego cerré la puerta detrás de mi - C-Chaeyoung, ¿qué haces aquí?
                     
- Shhh. - iba a volver a hablar pero puse una de mis manos en su boca - Espera, silencio. - pegué mi oreja a la puerta, los sonidos de la recepcionista preguntándole a Lisa si estaba bien se detuvieron, al parecer mi amiga se había recuperado de su desmayo fingido - Bien, bien. - me despegué de la puerta y sin quitarle la mano de la boca a Jennie saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Lisa agradeciéndole lo que acababa de hacer - Excelente.
               
- ¿Qué rayos, Chaeyoung? - dijo tan pronto como se quitó mi mano de su boca - ¿Qué haces aquí? ¿Por qué entraste así?
                     
- Digamos que no tenía permiso de pasar. - murmuré apenada - ¿Vas a continuar atendiendolo? - señalé al joven que estaba acostado con la boca abierta y una especie de babero azul.
                     
- Sí, pero antes dime qué haces aquí.
                     
- Quería venir a verte, necesito preguntarte algo. - admití
             
- ¿Y no podías esperar? - me preguntó avanzando hacia el lavabo que había en su consultorio - ¿Qué es lo que quieres preguntarme que no puede esperar? - secó sus manos luego de lavarlas y sacó unos guantes desechables de su filipina lila.
                     
- La pregunta puede esperar hasta que este muchacho salga de aquí. - me recargué en la pierna del joven - ¿Crees que la doctora tarde mucho contigo? - se encogió de hombros.
                     
- Chaeyoung, no te recargues en el paciente. Ve a sentarte a mi escritorio, por favor. - dijo acomodándose en la silla que estaba a lado de donde estaba acostado el chico y poniéndose un cubrebocas - No toques nada. - me advirtió en referencia a la vez que accidentalmente le había echado a perder una impresión - Abre un poco más la boca, Jason. - le pidió al paciente.

A Jennie le tomó alrededor de veinte minutos finalizar con lo que sea que estuviera haciendo con la boca de aquel chico. Tiró los guantes, el cubrebocas y el babero a la basura y después caminó al escritorio, estiró su cuerpo sobre mí para poder alcanzar una hoja y luego tomó una pluma y se apoyó en el escritorio para comenzar a escribir algo así.
                       
- ¿Y si mejor te sientas? - le pregunté.

- Estás en mi lugar. - comentó pasándose un mechón de cabello detrás de la oreja.

- Podrías sentarte en mis piernas. - comenté en voz alta lo que supuestamente yo estaba diciendo en mi mente.

- ¿Qué? - Jennie volteó a verme sorprendida - ¿Estás bromeando, no?

Bromeando, siempre estaba bromeando según ella y sinceramente ya me estaba hartando de siempre darle la razón para evitar que me diera una de esas pláticas de lo no muy preparada que estaba para esas cosas con fines románticos y lo mucho que aprecia nuestra amistad.

- No, hablo en serio. - me atreví a responderle - Es decir, no tiene nada de malo, ¿no crees? después de todo somos amigas... - al final me asusté al ver la forma en la que me estaba mirando

- No creo que deba hacer eso estando en el trabajo. - fue lo único que dijo.

Fruncí ligeramente el ceño pensando en lo que acababa de decir. ¿O sea que si no estuviera en el trabajo si consideraría sentarse en mis piernas?

El chico se acercó hasta el consultorio y me observó curioso.

- ¿Ella es su novia, doctora Kim? - preguntó de la misma forma que muchos lo hacían cada que nos veían juntas, y al igual que todas las veces que lo oía, sonreí.

- Toma. - le entregó la hoja en la que estaba escribiendo - Esos son los medicamentos que debes tomar. Recuerda que no debes cepillar tus dientes hasta mañana, y por el momento no debes comer nada.

Y al igual que siempre, Jennie ignoró vilmente la pregunta.

- Ok. Muchas gracias, doctora.

- De nada, nos vemos dentro de cuatro meses para hacer la siguiente extracción. - le sonrió agitando la mano en forma de despedida.

El chico hizo lo mismo y después salió del consultorio dejándonos solas y con un silencio muy pesado. Jennie se alejó un poco del escritorio y sacó su teléfono para revisar unas cosas, yo en cambio solo me dediqué a mirarla atentamente.

¿Cómo era posible que fuera tan hermosa sin siquiera intentarlo? Su belleza era tan natural que daba miedo. Ella definitivamente era la mujer perfecta, y cada día lo comprobaba de diferentes maneras.

- Él ya no está aquí. - dije rompiendo el silencio que nos rodeaba, ella levantó la vista del teléfono y me miró sin expresión alguna.

Nos quedamos mirando por unos segundos más, hasta que ella guardó su teléfono y comenzó a acercarse nuevamente al escritorio. Se situó frente a mi y apoyó sus manos a los lados de la silla en la que yo estaba sentada para después inclinarse hasta quedar a centímetros de mi rostro.

- ¿Qué es lo que quieres preguntarme, Chaeyoung? - su aliento mentolado hizo que se me erizarán los bellos de la piel - ¿Y por qué es tan importante?

- Y-yo, y-yo... - desvié mi mirada a sus labios - Recibí una carta. - la verdad es que no quería preguntarle nada, dije eso solamente para que no se molestará conmigo por haber entrado de aquella forma a su consultorio y ahora debía inventar algo, lamentablemente en lugar de inventar alguna excusa o historia muy buena, se me salió comentarle sobre la carta que venía en el sobre amarillo que me dió su hermano.

- ¿Una carta? - se separó de mí y maldije en silencio por la perdida - ¿Y de qué es la carta?

- Es una larga historia, pero... - quizá podía matar dos pájaros de un tiró gracias a mi gran bocota; podía pedirle que me acompañara a Washington DC, y así aprovechaba para ver quién era Alice Harvey y porque quería que estuviera en la lectura de testamento de esa tal Clare, también así disfrutaba de pasar más tiempo cerca de Jennie - ¿Qué harás después del trabajo el viernes por la noche?

- Ir a mi casa y dormir un rato, supongo. De todas formas el sábado iba a acompañarte al bar, ¿recuerdas? - rasqué mi nuca - Lo olvidaste, ¿cierto?

- Lo lamento, guapa. Es solo que este tema de la carta y lo de Washington me tiene un poco descolocada. - estiré mis brazos y con mis manos tomé a Jennie de la cintura y la jalé hasta que cayó encima de mis piernas.

- Chaeyoung. - chilló - ¿Qué haces?

- Demostrarte que no tiene nada de malo que estés encima mío. - dije con doble sentido, y no del doble sentido refiriéndome a algo pervertido, más bien del doble sentido en que ella entendería que más bien yo hablaba sobre la amistad cuando realmente quería que sintiera lo cómoda que yo era y que en un futuro ella hiciera eso solo por pensar que estaba bien en nuestra "amistad" - ¿Lo ves? Así no estás parada y platicamos mejor.

- Podría sentarme en la silla de ahí. - señaló la silla negra de la esquina

- ¿Y así como te demuestro que esto no va a cambiar nada? No es nada malo, guapa, lo prometo. Seguimos siendo amigas. - le aseguré.

- Está bien. - dijo un poco convencida - ¿Y qué tiene que ver Washington con lo del bar y la carta?

- Bueno, es que quiero que me acompañes a Washington este fin de semana, y he estado tan ocupada pensando en que debo ir ahí que olvidé que me acompañarías al bar.

- ¿Quieres que vayamos a Washington? - se removió un poco en mis piernas - ¿Qué es lo que tienes que hacer ahí?

- Hace unos meses atrás dejaron un sobre amarillo en el bar, estaba a mi nombre así que tu hermano me lo dió. En el había una especie de citatorio de parte de un abogado. Decía que necesitan que haga acto de presencia en una lectura de testamento.

- ¿Se murió algún familiar tuyo?

- Ese es el problema, cariño. - coloqué una de mis manos en su cintura - Soy huérfana.

La cara de Jennie pasó de estar confundida a la sorpresa máxima por lo que acababa de decir. Esta era la primera vez que mencionaba algo de mi vida privada con ella y estoy segura que no era nada de lo que ella esperaba de mí.

Muchas veces ella trató de que yo le hablara sobre mi familia, sobre cómo eran mis padres y cuantos hermanos tenía, sin embargo jamás le conté nada sobre eso y lo único que hacía era cambiar de tema. Algunas veces ella se llegó a enojar conmigo por ignorarla cuando trataba de tocar esos temas, pero al final yo hacía alguna payasada y ella terminaba riendo y olvidando todo.

Contarle a Jennie sobre mi pasado era algo que en algún momento debía hacer si esperaba comenzar algún tipo de relación con ella en el futuro, pero nunca creí que lo haría tan pronto. Nunca a sido fácil para mí hablar sobre mi etapa en el orfanato y mucho menos sobre mi vida luego de huir de Nashville, pero ya no había marcha atrás, lo había dicho.

Soy huérfana.

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