13.


En lo personal no considero que mi jefe sea una mala persona, quizá solo sea una forma de hacerse ver cómo alguien a quién se le debe de tener respeto, sobre todo por sus trabajadores. O a lo mejor realmente tiene ese humor endemoniado, uno nunca sabe.

Y bueno, para ser sincera me importa una mierda si ese es su carácter real o no, lo único que me interesa ahora es mi trabajo y por su puesto, encontrar a la hermosa mujer a la cual estaba buscando justo ahora.

- ¿Dónde estarás? - murmuré para mí misma mientras seguía caminando por el bar en busca de la preciosa pelinegra que robó mi atención

- Cuidado idiota. - volteé hacia la persona que me había empujado e hice una mueca al reconocer quien era - Genial, tu otra vez. - sonreí al ver que ella me reconocía ahora.

- Hola a ti también. - saludé

- ¿De dónde mierda sales? - me preguntó y yo me límite a reír - Acabas de pisarme, considero que en realidad deberías fijarte por donde caminas.

- Yo considero que deberías de dejar de ser tan dramática, ni siquiera te ví. - abrió la boca y llevó una mano a su pecho evidentemente ofendida por mi comentario - No te creas tan importante.

- ¿Disculpa?

- Disculpada. - le guiñé un ojo - Me gustaría seguir hablando contigo, muñeca, pero debo buscar a una amiga tuya, nos vemos. - reí al escuchar como gritaba indignada por mis palabras, siempre era divertido hacer sufrir a las mujeres como ella.

No me mal entiendan, no suelo molestar a las mujeres, lo juro. Es solo que en el mundo existen todo tipo de personas y en este caso, ella es una diva total, así que ofenderla es algo sencillo.

- ¡Oye, no me dejes hablando sola! - bien, la chica no solo era una diva común y corriente, era una diva de las de oro - Detente. - tomó una parte de la camisa que traía puesta y la jaló muy fuerte haciéndome retroceder y tropezar con mis propios pies

- Maldición. - me quejé al sentir como chocaba contra alguien y terminaba en el suelo con algo frío corriendo por mi rostro y torso - Diablos.

- ¡Jisoo! - alcé la vista y me encontré con la persona que buscaba parada a un lado mío. Al parecer la vida quería que hiciera siempre el ridículo cada que la tenía frente a mi - Lo siento mucho, ¿estás bien? - preguntó preocupada haciendo el ademán de agacharse para ayudarme a levantarme del suelo.

- Sí, sí, sí. - dije rápidamente evitando que ella se agachara mientras me levantaba del suelo yo solita sin ayuda - Fue un accidente, estoy bien.

- Jisoo, por dios, mira como la dejé por tu culpa. - la regañó señalandome

- Disculpa que lo diga, Jen, pero ella es muy idiota. - le enseñé el dedo de en medio - ¡Ah! ¿Lo ves? - chilló.

- Lo lamento tanto, estás demasiado mojada por mi culpa. - reí un poco al oírla ya que le había encontrado el doble sentido a sus palabras - ¿Qué?

- Hmmm, nada. - me límite a sonreír.

- Chicas, Christopher, ChanYeol y yo las hemos estado buscando, ¿Dónde estaban? - el hombre con vestimenta de mesero que tenía agarrada a la pelinegra de la cintura hace unas horas atrás acababa de llegar hasta donde estábamos - ¿Quién es ella? - le preguntó a Jennie señalandome.

- Park Chaeyoung. - contesté cambiando mi postura a una más recta para verme más alta, en las jirafas eso funciona para parecer más intimidante y defender a su hembra, ¿funcionaría con humanos? ¿realmente acababa de compararme a mí misma y a la bella pelinegra con un animal de cuello enorme y manchas? qué idiota era a veces.

- Kim Sehun - respondió estirando su mano para estrechar la mía de vuelta y yo abrí los ojos totalmente sorprendida perdiendo al instante mi postura recta.

- ¿Kim? - pregunté asombrada.

¿Tendría algún parentesco con mi jefe o simplemente habían muchos Kim en Nashville? Quizá averiguaría eso más tarde preguntándole a Joy.

- Así es, Kim, tú debes ser quien defendió a Jennie del idiota que tenía como novio, ¿no? - asentí - Bien, gracias por eso. - me sonrió

- No fue nada. - le reste importancia mirando a la chica que estaba a lado suyo, no sé cómo le hacía pero cada que nos veíamos se ponía un poco más guapa que las veces pasadas, era como si se hiciese más hermosa conforme pasaban los días.

Aquel vestido verde que traía puesto le quedaba como anillo al dedo, si sus curvas se veían exquisitas con el vestido blanco, con este se veían apetitosas. ¿Cómo sería recorrer su cuerpo con mis manos? ¿Tendría la piel suave? ¿Temblaría bajo mi tacto?

Diablos, esta chica era todo un misterio sin intentar serlo, y definitivamente quería averiguar todo sobre ella.

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