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Coloqué mi mano encima de la pierna de mi novia por debajo de la mesa y comencé a acariciarla. La ojiverde llevaba provocándome desde que llegamos y ahora era mi turno de vengarme por ello.

Mis caricias iban de arriba hacia abajo y después solo se dedicaron a ir hacia arriba. Metí mi mano por debajo de su vestido y apreté su muslo derecho haciendo que ella volteara a verme con los ojos abiertos.

- ¿Todo bien, doctora Jauregui? - preguntó el enfermero que estaba en la misma mesa que nosotras

- Sí, sí, es solo que recordé que dejé encendida la plancha en casa. - bajó la mano de la mesa y me agarró de la muñeca para detener el camino que estaba haciendo hacia su intimidad - ¿Qué crees que estás haciendo? - susurró por lo bajo

- ¿Tocando lo que es mío?

- Quita tu mano, Camila.

- No. - quité su mano de mi muñeca y la coloqué nuevamente en la mesa, entonces en un rápido movimiento hice a un lado su ropa interior y la penetre con un dedo

- ¿Segura que todo está bien? - preguntó en esta ocasión Valentín, quien la veía con preocupación tras haberla oído gemir - ¿Te duele algo? - la ojiverde negó llevando sus manos a su boca para callar los gemidos que querían salir de ella - ¿Segura?

- Sí, seguraAAAA. - todos los que estaban en la mesa con nosotras se quedaron observándola con curiosidad, sin embargo Normani solo la veía con una sonrisa pícara en el rostro - Mmmm, ¿Camila?

- ¿Sí, mi amor? - respondí lo más casual posible como si no estuviera haciendo nada malo

- Necesito ir al tocador, ¿me acompañarías? - salí de su interior y después asentí con una sonrisa - Espero nos disculpen, pero necesito darme un retoque. Con su permiso. - se despidió de todos y me tomó con fuerza del brazo para arrastrarme hasta la parte trasera del salón donde estaba un pequeño cuarto que servía de bodega para guardar sillas - ¡¿Estás loca, Camila?!

- Un poco, sí. - me acerqué a ella a paso lento hasta acorralarla contra la pared - ¿Tienes una idea de lo mucho que me está haciendo daño ese vestido que traes puesto esta noche?

- No. - murmuró

- Deberías tenerla. - pegué mi rostro al de ella para que nuestros labios se pudieran rozar - No sabes qué ganas tengo de hacerte el amor ahora mismo en este lugar. Necesito tanto quitarte ese vestido y saciar un poco del hambre que tengo de ti, pero estoy segura que tan pronto como lo haga no voy a estar satisfecha, así que por favor despídete de todos y vámonos a tu departamento o te juro que no tendré control de mi misma y haré que grites tan fuerte mi nombre que todos tus compañeros de trabajo van a oírte. - hablé con tanta determinación que la oí tragar en seco

- Va-va-vamos a de-despe-despedirnos. - respondió con nerviosismo

Antes de que salieramos de la bodega la volví a acorralar contra la pared y entonces la besé de forma salvaje; después cuando consideré que ya era suficiente, me separé de ella y la tomé de la mano para encaminarnos lo más rápido posible a la mesa.

- ¿Todo bien? - preguntó Normani

- S-sí. - respondió mi novia tomando su bolso que estaba a lado de su mejor amiga - Todo bien, es solo que ya estoy muy cansada y quiero dormir.

- ¿Con Camila?

- Obviamente. - dije yo - ¿Con quién más si no? - fruncí el ceño

- Con Dinah. - oí a Val reír por el comentario de su novia y juro que casi me le aviento encima a los dos

- Escucha, bestia malvada... - la ojiverde me tomó del brazo y me lanzó la típica mirada de "si insultas a Normani duermes en el sillón"

- Nos vemos luego, ¿Ok? - ambos asintieron - Me saludan a Jack, y por favor denle un beso de mi parte. - se despidió de beso de nuestros dos amigos y yo solo me limité a darles un asentimiento de cabeza - Hasta luego, me retiro, los veo el viernes. - le dijo a las demás personas que habían en la mesa - Ven, vamos a despedirnos de Matt y luego podemos irnos.

La desesperación que había en mi mente tomó control absoluto de mi cuerpo y tomé a mi novia de la mano para que dejara de avanzar.

- No, no puedo esperar más.

- Camila.

- Te necesito. - fue lo único que dije para después llevármela fuera del salón hacia mi auto

El trayecto hacia su departamento fue más rápido de lo que esperaba y todo fue gracias a que comencé a conducir como una desquiciada. Tan pronto como entramos al ascensor que nos llevaría a su piso la pegué contra la pared y metí mi mano por su vestido para comenzar a acariciarla.

Ese jodido vestido tenía que estar en el suelo desde que se lo ví.

El sonido que indicaba que habíamos llegado a nuestro piso se hizo presente y me separé como pude de mi novia. La tomé nuevamente de la mano y al ver que no se movía decidí que la cargaría hasta su casa.

Cerré la puerta de una patada y me fuí directamente a la sala de juegos que tenía en su departamento. La recosté sobre la mesa de billar y levanté su vestido hasta su cintura para después agacharme y hundir mi rostro en su intimidad. Mi lengua comenzó a degustar su sabor y eso solo me encendió aún más.

- Oh, Camila. - gimió tomándome de la cabeza para acercarme aún más

Hundí dos de mis dedos en su interior y continué masajeando con mi lengua su botón de placer; segundos después sentí como llegaba su orgasmo.

Saboreé hasta la última gota y me puse de pie para comenzar a quitar mi camisa y pantalón.

- Quítate el vestido. - ordené mientras me desvestía frente a ella

Lauren se puso de pie y se dió la vuelta para que bajara el cierre de su vestido, así que me acerqué a ella y mientras bajaba el cierre me dediqué a darle besos húmedos por toda su espalda y hombros. Tan pronto como no hubo nada de ropa entre las dos la volví a cargar y está vez la llevé a su habitación, donde la recosté sobre su cama y después me puse sobre ella.

- Me vuelves loca. - dije antes de comenzar a centrar mi atención en sus hermosos y grandes pechos

Tomé uno de sus pezones en mi boca y comencé a succionarlo como si mi vida dependiera de ello, después repetí la misma acción con el otro y cuando los puse a ambos lo suficientemente duros, empecé a besar todo el cuerpo de mi novia.

Mañana no habría ni un solo lugar de su cuerpo que no estuviera marcado por mis dientes. No dejaría ni un espacio vacío en su piel.

- - - - - -

- Mmmm, buenos días. - sonreí al sentir los labios de mi novia en mi espalda - ¿Cómo amaneciste? - le pregunté girando en mi lugar para poder verla a la cara

- Cansada, pero con ganas de repetir todo lo que me hiciste anoche. - mordió su labio inferior

- Debo ir al trabajo, guapa. - hizo un puchero - Pero te prometo que antes de ir a casa pasaré a verte y haremos cosas más interesantes que las de ayer. - le guiñé un ojo

- Camila, no quiero que vayas con los Hansen. - fruncí el ceño - O sea, no me malinterpretes, cielo. - dijo rápidamente - Lo que quiero decir es que quizá deberías empezar a venir directamente acá en lugar de allá.

- ¿Cómo?

- ¿Te gustaría vivir conmigo?

- ¿Hablas en serio?

- Sí... - respondió tímidamente - Claro, que yo quiera no significa que tú debas querer. Es más bien si gustas y así, ¿me explicó? ¿crees que es muy pronto para que te pida algo así? - habló muy rápido haciéndome sonreír

- ¿Crees que es muy pronto para que te pida matrimonio? - le respondí

- Camila, no juegues con eso y mejor respóndeme. - no estaba jugando

- Nada que tenga que ver contigo es demasiado pronto. Al contrario, siento que vamos demasiado lento.

- ¿Eso es un sí?

- Sí, mi amor. - gritó de felicidad y se abrazó a mi cuerpo

- Te amo, muchísimas gracias.

- Te amo más, y no me agradezcas. Agradeceme cuando llegue y te muestre las llaves de nuestra futura casa. - se levantó para poder observarme a los ojos

- Eres demasiado perfecta.

- Y tú eres una lindura. - contesté sonriente - Tus mejillas son preciosas, y tu sonrisa es encantadora. ¿Estás segura que no eres un ángel?

- No, no lo soy.

- Hmmm, estoy segura que sí.

El teléfono del departamento comenzó a sonar haciéndome bufar al ver que mi novia se levantaba de la cama. Realmente odiaba cuando las personas hablaban por las mañanas.

En lo que mi novia estaba en la sala atendiendo la llamada yo decidí levantarme y darme una ducha. Apenas eran las siete de la mañana pero debía estar en el trabajo a las nueve así que tenía que empezar a alistarme porque conociéndome lo más probable es que la cama me consumiera por completo.

- ¡Camila! - oí gritar a mi novia así que rápidamente me coloqué la bata de baño y salí corriendo a la sala

- ¿Qué, qué pasa?

- Mi papá quiere que pasemos navidad en la residencia que tenemos en Brooklyn, dice que están invitados los Hansen y que por su puesto los Mazella deben de ir. - sonreí al escucharla y solo asentí para después darme la vuelta y regresar al baño

Al parecer mi suegro al final había aceptado mi propuesta y me daría pase libre de pedirle matrimonio a mi ojiverde en un lugar hermoso frente de toda nuestra familia.

Antes de meterme al baño caminé hacia mi mochila donde guardaba la libreta en la cual escribía canciones y saqué la pequeña caja de terciopelo negro que tenía escondida. Admiré el brillo de aquel anillo y me imaginé la enorme sonrisa que tendría mi chica al ver lo que le pediría.

La convertiría en la señora Cabello.

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N/A:

🌹❤.

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