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- ¿Es en serio, Cam?

- Dinah, por favor, ni siquiera se te ocurra comenzar a reírte de mi.

- Disculpa, pero eres idiota. - le aventé una almohada a la cara al oírla reír - ¿No pudiste ser más tonta? La chica trató de hablar contigo y simplemente cambiaste de conversación.

- Porque en primer lugar nunca debí ser tan impulsiva. - tomé otra almohada y la coloqué en mi cara para ahogar un grito de frustración

- ¿Desde cuándo no hablas con ella? - iba a responderle pero ella habló antes - Y no, no cuenta que se hayan enviado mensajes, Cam.

- Maldición. - suspiré - En ese caso, no hablamos desde que regresamos de Washington. - o sea, hace ya dos largas y duras semanas

- Sí, eres tonta. Hubieras sido perfecta para utilizarte como mi objeto de investigación para mi titulación.

- Vete al demonio, Dinah. - me levanté de la cama y tomé mi mochila junto con la funda de mi guitarra

- ¿A dónde vas? - rió - No aguantas nada, Cam. - me lanzó la almohada que yo le había tirado antes

- Me voy al trabajo, no me molestes, rubia mal teñida. - dije haciendo referencia a aquel apodo que le había puesto Seth cuando los regañaron

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(N/A: 👀)

En alguna parte de Nashville.

- ¿Tienes todo listo? - preguntó el hombre de ochenta y cinco años

- Desde hace una semana, padre.

- Excelente. - abrió un cajón de su escritorio y sacó una fotografía - No te preocupes, Isaac, nadie que se burla de los Cabello sale con vida.

- ¿Le vamos a depositar a Harris la cantidad de dinero que habíamos acordado hace unos días? - preguntó quitándole la foto a su padre para poder admirar a la mujer de veintiocho años que salía en ella

- Por su puesto, el fue parte clave de todo esto. Sin el jamás hubiéramos descubierto la verdad.

- Camila Cabello. - rió - Esa bastarda lleva de broma nuestro apellido.

- Tranquilo. - se levantó y camino hasta el mini bar que tenía dentro de su oficina - En cuarenta y ocho horas dejara de existir en nuestras vidas.

- Quiero ver la cara de Daniel cuando se enteré que su engendro está igual de muerta que su amante.

- Te dije que Sinuhe no era una mujer digna de un Cabello.

- Lo sé. Ella siempre estuvo enamorada de Daniel. - tomó el vaso con vodka que le ofreció su padre - Pero eso ya no será un problema. Esa puta está muerta y enterrada bajo tierra.

(N/A: tengo miedo👀)

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Llegué dos horas antes al trabajo, así que aproveche ese tiempo para estar sentada en el sillón de la sala de descanso tocando la guitarra.

Lauren me había mandado un mensaje diciendo que vendría a verme tocar hoy, así que estaba un poco nerviosa porque sería la primera vez que nos veríamos luego del viaje a Washington. ¿Qué haría si ella quería tocar el tema de lo que pasó en el hotel? ¿Y si me decía que de nuevo quería que fuéramos amigas?

Tanto era mi estrés y miedo de pensar en todo lo que podía suceder que rompí la cuarta cuerda de mi guitarra, así que tuve que salir de emergencia a la tienda de música que había a dos cuadras del bar porque las cuerdas de respuesto que guardaba se habían acabado completamente.

Cuando iba saliendo de la tienda de música me topé con Maddison, la misma mujer que había conocido cuando salí a tomar con Ashlee. Ella en realidad era muy simpática; nos habíamos vuelto a encontrar al día siguiente en que regrese a Nashville y desde ese día había estado platicando en diversas ocasiones con ella.

Se podría decir que nos hicimos amigas. Ella tenía un sentido del humor casi idéntico al mío, así que cuando platicábamos nos la pasamos diciendo chistes que solo nosotras entendíamos y eso era cool.

- Hey, siempre nos topamos sin querer. - dije tan pronto como la tuve frente a mi - ¿Cómo estás?

- Hola, Camila. - sonrió - Estoy muy bien, de hecho estoy feliz de encontrarte por aquí. - después de decir eso murmuró algo que no alcancé a oír, pero decidí ignorarlo - Hmmm, quería invitarte a la fiesta de cumpleaños de Oli. - sacó una tarjeta de su bolso de mano

- Woah, por fin voy a conocer a ese hijo tuyo del que tanto hablas. - tomé la tarjeta sonriendo - Gracias, Madd.

- Puedes llevar a Lauren. - subió y bajo las cejas con una sonrisa traviesa - Me gustaría tener el gusto de verla acompañándote en la fiesta.

Hablar con Maddison también me había servido un poco para cambiar de aires en cuanto a mis relaciones personales. Ya no sólo estaba encerrada todo el tiempo con Ashlee o con los demás chicos de la banda. Tampoco me limitaba a salir con Normani o Valentín, o a quedarme viendo series con Dinah. Ahora salía debes en cuando con Maddison y me ponía a platicar con ella de diversos temas, como la ojiverde, por su puesto. Ella me escuchaba muy bien y siempre parecía interesada en todo lo que salía de mi boca, a parte estar con ella me traía un sentimiento de calidez, casi idéntico a lo que Lauren provocaba en mi pero de una forma un poco más diferente.

- Ella irá hoy al bar. - le conté jugando con la tarjeta de invitación que tenía en mis manos

- Eso es excelente, Camila. - sonrió feliz - Así puedes aclarar lo que pasó en el hotel y dejar de huir del tema.

- No quiero que piense que estoy desesperada. Por eso no quiero hablar de ello. A parte, es lindo hablar con ella por mensajes. - sonreí como idiota al pensar en los corazones que todo el tiempo estaban presentes

- ¿No la extrañas físicamente? Por chat no tienes oportunidad de besarla.

- En eso tienes razón. - sentí mi teléfono vibrar y lo saqué rápidamente de mi jean encontrándome con un mensaje de Ashlee - Debo irme al trabajo, fue un gusto encontrarte aquí.

- Oh, bueno, puedo acompañarte, quedé en ver a Ashton en el bar.

- ¿En serio? - ella asintió - Genial, vamos, vamos. - comenzamos a caminar en dirección al bar

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(N/A: Lauren P.O.V )

Me quité los guantes de látex y los tiré a la basura para después ir a mi escritorio y comenzar a hacer la receta del señor Julians.

- El primero es cada ocho horas, es para el dolor. El segundo medicamento lo debe tomar cada dieciséis horas, este es un antibiótico. - firmé la receta - Listo, tomé. - se la di - Recuerde que debe tener mucho cuidado.

- Sí, doctora. - el anciano se levantó - Muchísimas gracias. Hasta luego.

- Hasta luego, señor Julians.

Tan pronto como el paciente salió de mi consultorio me dejé senté en el suelo y luego me recosté mirando al techo. En media hora debía ir al bar para ver a Camila luego de tantas semanas sin verla. No podía simplemente vivir de los lindos mensajes que nos mandabamos. Necesitaba aclarar la situación rápidamente antes de que ella se arrepintiera o algo.

- ¿Lauren? - la voz de Val se hizo presente en el lugar

- En el piso. - informé cansada

- ¿Estás consiente que hay muchísimos gérmenes en el suelo y estas contaminando el uniforme?

- Muy consiente. Pero necesito pensar muchas cosas. - me levanté quedando nuevamente sentada - ¿Cómo está Normani? ¿Hoy no tenía cita con el ginecólogo aquí en el hospital?

- Sí, de hecho la cita es en unos minutos. - se acercó hasta donde estaba - ¿Puedo sentarme? - asentí - ¿Hoy irás al bar a ver a Camila?

- Sí. - mordí mi labio inferior

- ¿Estás nerviosa?

- Un poco. Necesito que ella sepa mi respuesta a su pregunta. - sonreí al recordar la forma tan inesperada en que había dicho la pregunta - Quiero llenarla de besos. La extraño.

- ¿Por qué se van a ver apenas?

- Creo que ella ha estado huyendo de mi. Y por eso necesito aclarar las cosas, Val. - suspiré - ¿Y tú, estás nervioso por lo del ginecólogo?

- Un poco. Pero estoy más que nada emocionado. - sonrió enormemente

De la nada llegó a mi mente la idea de una Camila emocionada por acompañarme a una cita con el ginecólogo y no pude evitar emocionarme con la simple idea, sin embargo estaba conciente que era demasiado pronto pensar en eso.

Me levanté del suelo y tomé mi bolso sin quitarme la bata del hospital como siempre hacia y salí del consultorio sin siquiera despedirme de Val.

Subí a mi auto y conduje decidida hasta el bar de mi hermano.

(N/A: aw, un bebé Camren
a futuro, claro, aún es
demasiado pronto para bebés)

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Tan pronto como regrese al bar me fui directamente al cuarto de descanso para poder componer mi guitarra.

Maddison se había quedado afuera del bar a esperar a su pareja así que tuve que despedirme de ella.

- Cabello. - mi jefe/cuñado entró a la habitación y se puso frente a mi - Llegó esto para ti. - tiró un pequeño sobre blanco en mis piernas - Dile a tus admiradoras que el bar no es ningún centro de correos.

Y dicho eso, se fue.

Me levanté del sillón y caminé hasta el fondo de la habitación recargandome de espaldas a la pared.

Abrí el sobre.

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N/A:

Buen inicio de semana, people.

Un beso.

🌹❤.

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