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El auto de Dinah aparcó una calle antes de llegar al bar como le pedí y cuando iba a bajarme y salir corriendo, ella se estiró y no me dejó abrir a puerta.

- ¿Qué?

- No puedes volver a llegar a casa como lo hiciste hoy, Camila.

- Es la primera vez que pasa, sabes que el alcohol no es lo mío. - dije restándole importancia al asunto

- ¿Y qué es tu asunto? ¿Fumar como una maldita chimenea? - soltó una risa sarcástica - Te tolero lo del cigarro, pero te juro que si empiezas a beber iré a internarte en un centro de rehabilitación.

- No exageres, Dinah.

- No estoy exagerando, me preocupo por ti. - explicó - Y no sólo yo, también mis padres y Seth. Sobre todo él, ya que eres algo así como su héroe.

- Prometo que no me voy a volver alcohólica, Dinah. - dije rodando los ojos - ¿Ya puedo bajarme? es un poco tarde y lo más seguro es que Richard Jauregui quiera despedirme.

- Ve. - volvió a su posición original para dejarme salir, cosa que hice rápidamente porque en verdad iba excesivamente tarde

Corrí tan rápido como la guitarra que tenía en la espalda me lo permitió, aunque al final tuve que reducir la velocidad cuando noté la cantidad de personas que estaban en la entrada del bar. No podía seguir corriendo o corría el riesgo de chocar con ellas y terminaría llamando la atención de mi jefe, cosa que sinceramente no quería y no debía pasar porque si no se enteraría que he llegado tarde.

Trate de pasar lo más disimuladamente rápido posible por el tumulto de gente aun esperaba a que John - uno de los guardias del bar - abriera las puertas y los dejase pasar, y finalmente cuando me libre de ellos quise correr de nuevo para entrar por la puerta trasera, en donde normalmente siempre salíamos cuando queríamos fumar, pero mi suerte estaba por los suelos y lo que no quería pasó.

- Mierda. - se quejó de dolor la chica a la cual empujé y cayó al suelo - ¡¿A dónde vas imbécil?! - preguntó tan pronto como notó que me levanté rápidamente y me aleje de ella sin ayudarla

Ignore los cientos de insultos que dijo mientras yo me adentraba por la puerta trasera del bar y respiré profundamente tan pronto como estuve dentro. Las mujeres actualmente eran muy intensas, o quizá aquella chica tenía como deporte profesional soltar palabrotas.

- ¡Camila, sube rápido! - gritó Ashlee, quien al parecer estaba conversando con alguien más, solo que no lograba distinguir bien quién era porque estaba de espaldas - Explícale a este idiota como es que te mandé de regreso a mi auto para que me trajeras mis cinco dólares. - fruncí el ceño ante sus palabras pero luego capté que esa era la mentira para cubrirme por llegar tarde

- Sí, y por cierto. - metí la mano al bolsillo de mi pantalón y saqué un billete extendiéndolo hacia ella - ¿No tienes cambio? - ella negó

- No, lo siento. - sonrió y la maldije en un susurro para que no me escuchará pero al parecer no funcionó porque ella me golpeó con la palma de su mano en la nuca

- Aún no entiendo porque la mandaste de regreso. - rodé los ojos, por un momento había olvidado que el idiota con el que hablaba Ashlee era el mismo imbécil que me odiaba a morir - ¿No será una mentira para que Richard te perdone por llegar tarde, eh? Porque si es así ahora mismo iré y le diré lo irresponsable que puedes llegar a ser.

- ¿Quién es irresponsable? - los tres nos volteamos de golpe al oír la voz de nuestro jefe - ¿Quién es irresponsable? - repitió

- Cabello llegó tarde y con ayuda de Juno preparó una excusa para que no la regañes mandándole como mesera durante la fiesta. - respondió como el buen lame culos que era

- ¡Eso no es verdad! - grité

- ¿A no? - asentí - Bien, ¡Sander! - del otro lado del escenario el hombre rubio llegó rápidamente hacia nosotros - ¿A qué hora llegó Cabello, temprano?

Cerré los ojos al oír su pregunta. Definitivamente hoy no estaría con la banda y tendría que ser mesera en la fiestita privada que estaba haciendo Richard Jauregui.

Y como era de esperarse, Sander le confirmo que llegué tarde y el jefe me ordeno ir al cuarto del personal a cambiarme. Pero no me fuí sola, porque también mando a Ashlee y al imbécil de Noah; a una por mentirosa y al otro por ser un chismoso.

Me despoje de toda mi ropa y con la peor irritación del mundo me coloque el uniforme de mesera.

- Tienes que abrochar hasta el último botón de la camisa. - comentó Noah con desprecio - Ugh, ustedes las lesbianas son unas mal hechas en todo.

- ¿Sí? Y ustedes los hombres a veces son muchísimo más suaves que las mujeres. - Ashlee soltó una carcajada sin pena alguna y Noah salió del cuarto de personal murmurando muchas palabras despectivas sobre las lesbianas - No me sorprendería que un día se declare gay

- No creo que algún día se declare gay. Tiene una obsesión con la hermana del jefe, creeme, una jodida obsesión.

- ¿Richard tiene una hermana? - pregunté curiosa mientras salíamos con dirección a la barra para encontrarnos con el imbécil lame culos de Noah

- Sí, y no te imaginas lo condenadamente sexy que es. - con sus manos trazó en el aire la figura de una mujer y luego silbó - Por ese lado comprendo un poco lo obsesionado que está Noah con ella.

- ¿Está muy buena?

- Más les vale que dejen su plática para otro momento, porque los invitados ya están comenzando a entrar. - nos interrumpió Silvia, otra de las chicas que harían de mesera esta noche

Por las siguientes dos horas restantes me dediqué a atender a todos los invitados de Richard y fue ahí cuando averigue para quien o por qué motivo se hacía está fiesta privada.

Resulta que Ashlee no mentía y el jefe si tenía una hermana, misma hermana que hoy regresaba a Nashville luego de haber estado por seis meses en Ontario, Canadá, cursando su último año de la universidad. Y la fiesta, por su puesto era para darle la bienvenida. Por unos instantes me dije a mi misma que era ridículo cerrar el bar más famoso de la ciudad solo para hacerle una fiesta de bienvenida a una recién titulada de odontología, sin embargo uno de los invitados me aclaro que la chica era demasiado importante para la familia por ser la única mujer con el apellido Jauregui.

Fue ahí cuando comprendí la importancia de la fiesta. Al parecer, Richard, sus cinco hermanos restantes y su padres estaban felices por tener de vuelta a la princesa de la familia.

Miré a toda las personas con precisión pero ninguna de ellas se me hacía parecida a Richard, así que para mí la identidad de la princesa Jauregui era un completo misterio aún, así que no podía comprobar si era tan condenadamente sexy como decía Ashlee y los miles de hombres a los cuales les pregunté cuando vinieron a mi solicitando una bebida.

Luego de analizar detenidamente a las mujeres que estaban en la fiesta, decidí disfrutar de un merecido descanso e ir a sentarme en el piso afuera del bar, así que me seque ambas manos con un trapo y lo dejé en las manos de Noah.

- ¿Qué haces?

- Me voy. Necesito un cigarro y sabes que no puedo fumar aquí dentro. - expliqué

- ¡No puedes irte, Cabello! ¡Aún tenemos muchos invitados a los cuales prepararles una bebida!

- Puedes resolverlo. - le dí golpecitos en la espalda - Ashlee, cúbreme, iré a fumar. - ella asintió y le dió un puñetazo a Noah

- Vamos, deja de quejarte, te la has pasado coqueteando con todas las invitadas en vez de atender a las personas.


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