25
Tan pronto como terminé de comer mis alitas me despedí de la ojiverde y sus amigos ya que tenía que llegar al trabajo en una hora, sin embargo la pelinegra decidió que era buena idea irse conmigo ya que ella tenía cosas que hacer, así que las dos salimos del restaurante juntas.
El camino que estábamos haciendo hacia su casa estaba siendo un poco silencioso, así que traté muchas veces de hacer plática pero la hermosa mujer que estaba a mi lado al parecer encontraba más interesante ver el suelo que platicar conmigo.
- Oh. - voltee a verla cuando por fin hizo un sonido con su boca - Me acaba de caer una gota. - rió - Al parecer va a llover está noche.
- Eso parece, creo que hay que apurarnos a caminar. - le sonreí
Quizá debimos empezar a correr tan pronto como la ojiverde sintió aquella gota, pero no lo hicimos. En cambio puedo asegurar que nuestros pasos se volvieron más lentos.
Sentí unas cuantas gotas caer sobre mi rostro cuando miré hacia el cielo y al instante oí la risa de la pelinegra.
- ¿Te parece divertido, guapa?
- Un poco, sí. Estás mojada. - se detuvo frente a mi levantándose de puntitas para alcanzar mi rostro y limpiar un poco las gotas de lluvia que tenía - Listo. - sonrió
- Gracias, eres mi héroe. - dejó escapar una pequeña risa - En serio. - aseguré
- Vamos, tenemos que huir de la lluvia. - sus palabras fueron como un invocador de más lluvia porque justo cuando dijo eso las pocas gotas que caían se convirtieron en miles y miles de gotas cayendo sin parar - Rayos, corre.
Tomé su mano en un momento de impulso e hice que corriera a mi ritmo. No sé cuánto tiempo estuvimos expuestas a la lluvia mientras corríamos, pero cuando logramos resguardarnos bajo un techo ya estábamos totalmente empapadas, y muertas de risa.
- Tenía un buen rato que no me mojaba por culpa de la lluvia. - me comentó exprimiendo su cabello
- Puede darte un resfriado, mírate. - todo el hermoso vestido primaveral que tanto me distrajo en los bolos estaba muy mojado - Espera.
Me quité la mochila que tenía en mi espalda, antes de ir a los bolos con la ojiverde y sus amigos había quedado con Ashlee que esta noche saldríamos a una fiesta en casa de su novio no oficial, Paul, y por eso tenía un conjunto de ropa guardado. Saqué la camisa de cuadros negra de lana de mi mochila y una playera básica blanca.
- Acércate. - me miró con curiosidad - No voy a hacerte nada, lo prometo.
- ¿Qué harás? - preguntó
- Limpiar tu rostro, cariño. - se acercó a mí con cautela, tomé su barbilla con mi mano izquierda y con la otra tomé mi playera blanca para limpiar los rastros de maquillaje corrido que tenía por culpa de la lluvia - Listo. - tiré la playera dentro de mi mochila y luego le extendí mi camisa de lana - Ponte esto encima, puedes enfermarte.
- Gracias, Camila. - nos miramos por unos instantes, sus ojos eran definitivamente los más bellos que había visto en toda mi vida y podría fácilmente perderme en ellos - Hmmm, ¿me la das? - preguntó tímidamente y me sonroje al percatarme que realmente me había perdido en sus ojos porque aún tenía la camisa en mis manos sin soltarla
- Lo siento. - dije
- No te preocupes. - desdobló la camisa y después de la puso bajo mi atenta mirada, la forma en la que sus dedos iban abrochando los botones era única - ¿Toda tu ropa huele de esta manera? - preguntó olfateando un poco el cuello de mi camisa, mirarla era entretenido y por eso en lugar de responder solo asentí de manera torpe - Hueles estupendo. Entonces, ¿cómo me veo? - dió una pequeña vuelta
- Hermosa. - murmuré sonrojandola
- G-gracias. - miró al suelo unos segundos como si estuviera pensando en algo ya que tenía fruncido el ceño - ¿Crees que tarde mucho en dejar de llover? - preguntó unos segundos después
- No lo sé. Ojalá y no porque tengo que llegar al bar de tu hermano.
- ¿Show largo o corto?
Los shows largos eran cuando tomábamos tres descansos en la noche, y los shows cortos cuando solo tomábamos uno. Normalmente los shows dependían del estado de ánimo de Richard y siempre nos avisaba por mensaje o nos lo decía en persona un día antes para que nos pusiéramos de acuerdo en cuanto a las canciones que tocaríamos.
- Show corto. Creo que van a cerrar temprano hoy, o algo así dijo uno de los guardias. - contesté
- Cierto, cierto.
- ¿Tienes que hacer cosas importantes está noche?
- Bueno, no realmente. Solo tengo que hacer unas cuantas notas médicas y subirlas al sistema del hospital para que queden en los expedientes de mis pacientes, pero tengo tiempo, ¿por?
- ¿T-te... - me aclaré la garganta - ¿Te gustaría acompañarme al bar esta noche? - la pequeña Camila que habitaba dentro de mi estaba mordiendo sus uñas en espera de su respuesta - Creo que ya adiviné cuál es tu canción favorita. - agregué
La verdad es que no tenía ni la menor idea de cuál era su canción favorita, pero podía preguntarle a su acosador número uno. O quizá a su amiga la loca con ayuda de Valentín.
- ¿Ya sabes cuál es? - sonrió
- Sí, por su puesto. Podría tocarla para ti está noche... claro, si me acompañas. - la lluvia está despejando un poco - O sea, no es que tengas que hacerlo, puedo acompañarte a tu casa si gustas, ya sabes.
- Hmmm, está bien.
- ¿Qué está bien?
- Te acompañaré al bar. Solo que deberás tocar mi canción hasta el final.
- Claro, sí, por su puesto, está bien, excelente. - dije rápido haciéndola reír - Lo que tú digas, guapa.
- Bien. - nos quedamos calladas un momento - Tu camisa es calientita.
- Es de lana.
- Oh, con razón. Hey mira, ya dejó de llover. - comentó - Quizá deberíamos aprovechar y caminar.
¿Por qué será que las mujeres guapas siempre tienen ese poder de hacer que las personas hagan lo que quieran?
Coloqué mi mochila en mi espalda nuevamente y nos encaminamos en dirección al bar.
Cuando íbamos seis cuadras lejos de donde nos habíamos resguardado de la lluvia, comenzó a llover nuevamente, por lo tanto paré un taxi para que mi mujer no cogiera un resfriado. Sí, mi mujer. O bueno, mi futura mujer.
- Tome. - la ojiverde extendió un billete hacia el taxista pero yo se lo quité - ¿Qué haces Camila?
- Discúlpame, cariño, pero no dejaré que pagues el taxi. Yo lo pedí, yo lo pago. - saqué de mi billetera un billete y se lo di al taxista - Vamos. - abrí la puerta del carro y salí para después extenderle la mano a la ojiverde - Toma, guapa. - le devolví el billete
- Camila, yo iba a pagar. - guardó el billete en su cartera con el ceño fruncido
- Hey, no podía permitirlo, lo siento. Mi código de ética no me permite hacer gastar a mujeres guapas su dinero. - negó con la cabeza aún con el ceño fruncido - Vamos, no te enojes. Quita esa carita y sonríe ¿sí? - movió levemente las comisuras de sus labios - Un poco más. - terminó soltando una pequeña risita risueña - Eso es, ¿ya ves? así estás más guapa de lo normal.
- Eres todo un caso, Camila. - rió - A la próxima yo pago, ¿sí? - abrí la boca sorprendida - Hola, John.
- Señorita Jauregui. - saludó el grandote de la entrada - Cierra la boca, Cam, entran moscas. - se burló
La pequeña Camila de mi interior comenzó a saltar, cantar y gritar de felicidad. ¡Va a haber próxima vez! ¡Eso significa que vamos a salir más veces! Oh dios, estaba hiperventilandome.
Sonreí de oreja a oreja.
La próxima vez que saliéramos no pediría un taxi, tendría un auto y abriría su puerta como toda un caballero y así evitaría una discusión sobre pagar un taxi. Y quizá la discusión sería sobre quién pagaría la comida, sí, sería sobre eso. La invitaría a comer. Podíamos ir mañana, o quizá dentro de unos días para no parecer desesperada por estar con ella a pesar de que si lo estaba.
- Oye. - la voz de John me sacó de mis pensamientos - ¿Vas a entrar o no? La señorita Lauren y los chicos de la banda ya están ahí. Muévete.
- Sí, sí, sí. Buena noche John, no dejes entrar gente mala y rompe muchas costillas. - dije feliz pasando por su lado para entrar al bar
La música pre-grabada sonaba de fondo dentro del bar. Las únicas personas dentro eran empleados y empleadas. A lo lejos ví a Ashlee junto con el resto de los chicos, y al otro extremo del bar - en la sección VIP - ví a mi jefe hablando con la ojiverde.
Sonreí nuevamente. Nadie podría borrarme la sonrisa del rostro por el resto de la noche, no después de lo que dijo la ojiverde sobre una próxima vez.
Saqué mi teléfono de mi bolsillo mientras caminaba hacia el escenario donde estaba ya la banda y le envié un mensaje a Valentín para que investigará con la loca sobre cuál era la canción favorita de la ojiverde.
El mensaje en respuesta no llegó hasta cuando los clientes comenzaron a entrar al bar.
De: Dentista Enamorado
Chasing Cars - Snow Patrol
Ahora tenía que convencer a los chicos y a Ashlee de tocar esa canción porque era lenta y esta noche íbamos a tocar solo canciones movidas. Y los convencería todo por ver sonreír a la ojiverde. Su sonrisa era preciosa y estoy segura que podía iluminar todo el planeta con ella.
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N/A:
Saludos, people.
Disfruten.
🌹❤.
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