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Miré atentamente hacia la pared de la misma manera que llevaba haciendo desde hace ya cuatro horas atrás. Enfrente de mi había un letrero que indicaba que hacer en caso de un incendio o un temblor y yo simplemente lo miraba sin expresión alguna en mi rostro.

El hospital no es de mis cosas favoritas en el mundo, el ambiente que tiene siempre me ha resultado desagradable... en los pasillos todo el tiempo caminan enfermeros o doctores que llevan más de 24hrs sin dormir, al igual que familiares de personas que se están debatiendo entre la vida y la muerte, sin contar por su puesto que en los hospitales también deambulan los jodidos dentistas, esos que tanto miedo me dan.

Suspiré llevando mis manos hacia mi rostro mientras apoyaba mis codos en mis rodillas, estar cansada era poco a como me sentía en estos momentos. Afortunadamente es de día y no de noche porque los hospitales siempre son terroríficos en ese momento exacto del día.

- ¿Quieres algo de la máquina? - le pregunté a Gordon quien yacía sentado a lado mío en la sala de espera - ¿Un sándwich, quizá un jugo? - negó con la mirada pérdida en el suelo - Bien, regreso en unos minutos. - le di unas palmadas en el hombro y luego me levanté dandome el lujo de estirar mi cuerpo y disfrutar de como me tronaba uno que otro hueso

Caminé a paso lento hacia la máquina expendedora que estaba a unos cuantos pasos de donde estaba la sala de espera y me quedé observando los productos pensando en que sería bueno comprar de ahí.

- No te recomiendo ese burrito, por lo regular los frijoles saben a basura. - dijo una voz masculina a mis espaldas cuando estaba a punto de poner el código del burrito - Hola. - saludó cuando lo voltee a ver

- Hola.

- ¿Qué haces por acá, súper heroína? - me preguntó animadamente mientras bebía del café que llevaba en una de sus manos

- Hmmmm, una conocida sufrió un infarto y aún no nos han dicho nada. - le comenté pausadamente haciendo click en otro código par aún emparedado de queso - ¿También sabe a basura? - pregunté antes de oprimir en "aceptar"

- Ese es muy bueno. - contestó - ¿Cómo se llama tu conocida?

- Milika Hansen, ¿tú puedes decirme cómo está ella? - asintió

- Por su puesto, soy el coordinador del hospital. Iré a investigar sobre ella y en unos minutos te informo, ¿en donde estás esperando? - señalé los asientos azules que se veían atrás de nosotros - Bueno, te veo ahí, tómalo como un agradecimiento por lo que hiciste por mi hermana. - me guiñó el ojo y después desapareció de mi vista haciéndome suspirar

- Lauren Jauregui. - susurré para mí misma su nombre - Una sonrisa tuya me ayudaría mucho en estos momentos. - me agache para recoger el emparedado y luego regrese hacia donde estaba Gordon aún con la mirada en el suelo

Minutos más tarde el hermano de la pelinegra regreso como lo había dicho cuando estábamos en la máquina expendedora y para felicidad mía y de Gordon nos informo que Milika había salido de todo peligro y la llevarían a una habitación para que en unos minutos podamos pasar a verla.

- Muchas gracias, doctor.

- No hay de que. - le respondió - Cualquier cosa puedes preguntar directamente por mi, Camila. - dijo dirigiéndose a mi

- Claro, gracias.

- Nos vemos. - se despidió

Observamos atentamente como el cuerpo del doctor iba desapareciendo conforme más se alejaba de nosotros y cuando finalmente salió de nuestro campo de visión ambos comenzamos a saltar como dos niños pequeños por la alegría de saber que Milika estaba bien y que podríamos verla dentro de unos minutos.

- Tengo que llamar a Dinah. - asentí y lo ví alejarse un poco mientras sacaba su celular y marcaba a su hija

Me acerque un poco a el mientras hablaba con Dinah y le hice señas indicándole que iba a salir un momento del hospital para fumar un cigarrillo y el solo me hizo una seña de "ok" con su mano, así que me dirigí a la salida del hospital.

Saqué la cajetilla de cigarros de mi siempre fiel chaqueta y luego busque el encendedor en mis pantalones. Cuando estaba a punto de sacar un cigarro de la cajetilla mi mirada de perdió en la mujer que bajaba del auto azul que acababa de estacionarse a unos metros de mi.

Mis ojos descendieron hasta sus tacones altos y subieron poco a poco disfrutando de la vista que su vestido de flores regalaba de sus piernas, admire su cintura y la redondes de sus pechos junto con su escote para finalmente morirme al ver su hermoso y delicado rostro.

Sacó unas cosas de su cajuela, entre ellas una especie de caja de herramientas, papeles y una bata la cual se colocó antes de cargar todas las demás cosas y cerrar la cajuela.

Camino con tanta delicadeza hasta llegar a la parte de la entrada del hospital donde se percató de mi inútil presencia y se acercó sonriendo hasta mi, pero la sonrisa se borro cuando vio el encendedor y la cajetilla en mis manos.

- ¿No crees que tantos cigarros al día puede dañar tu salud? - me preguntó tranquilamente

- De algo debo morir... - me encogí de hombros sorprendiendome a mí misma de no haberle respondido que se metiera en sus asuntos como tantas veces le había respondido a las personas que juzgaban mi manera de fumar - ¿Necesitas ayuda con eso? - señalé los objetos que traía en las manos y asintió así que guarde el encendedor y los cigarros

- Gracias, no tienes idea de lo mucho que pesa el instrumental. - me sonrió nuevamente

Me límite a sonreír en lugar de responderle y comenzamos a caminar, por un momento se me olvidó el hecho de que ella es dentista y teníamos que ir a la zona de odontología pero tan pronto como ví aquel temible letrero me detuve de golpe. Respire hondo y cerré los ojos por un momento diciéndome a mí misma que no me iba a pasar nada, que solo iba a acompañarla a dejar sus cosas y luego podría irme.

- ¿Entras? - preguntó cuando ya estábamos en su consultorio - ¿Vas a entrar Camila? - asentí torpemente y me dispuse a entrar a pesar de que ya estaba hiperventilandome

- No van a usar el taladro contigo, Camila, tranquila, ella es linda y no te hará nada malo con esos aparatos infernales. - murmuré rápidamente para mí misma mientras dejaba las cosas en el escritorio de la ojiverde - ¿A-a-aquí está bien? - traté de hablar sin que mi voz sonara nerviosa pero falle en el intento

- Sí, ¿te sientes bien, Camila? - se acercó hacia mi y me empujó de los hombros hasta que quedé sentada en una de las dos sillas que estaban frente al escritorio - Te ves muy pálida.

¿En verdad iba a entrar en pánico frente a la mujer hermosa que solo quería ser mi amiga?

Miré a mi alrededor evitando la mirada de preocupación de la pelinegra que se encontraba frente a mi observando atenta mis movimientos. Pegué un pequeño brinco cuando sentí su cálida mano en mi mejilla izquierda.

- Camila, mírame. - su otra mano también se posó en mi otra mejilla y solo así pudo girar mi rostro - ¿Qué sucede, Cam? - abrí un poco mis ojos con sorpresa al oírla llamarme así ya que siempre decía mi nombre completo - Estás temblando, y también estás fría y muy pálida.

- Me dan m-miedo los dentistas y sus consultorios. - dije en un hilo de voz

- ¿Qué?

Tomé el aire necesario para armarme de valor y luego volví a repetir todo de una manera más audible: - Me dan miedo los dentistas y sus consultorios, nunca me han gustado. - cerré los ojos al finalizar, no quería verla riéndose de mi ridículo miedo

- Abre los ojos, Cam. - pidió pero negué aún con los ojos cerrados - Vamos, mírame por favor. - suspiré y fui abriendo poco a poco los ojos para encontrarme con ella mirándome atentamente - ¿Crees que yo te haría daño? - negué - Exacto, soy dentista no un monstruo que va por ahí lastimando a las personas.

- ¿L-lo prometes? - asintió

- Puedes estar tranquila. - me sonrió dulcemente y sentí unas leves cosquillas en el estómago pero decidí ignorarlas

- Bien... yo, hmmmm tengo que ir a ver a una conocida. - dije levantándome de la silla caminando hacia la puerta en donde al abrirla había un señor con cara seria - ¿Y usted es?

- Un paciente.

- Pasé señor Hernandez, en un momento lo atiendo. - pidió ella amablemente al señor amargado quien se metió al consultorio no sin antes chocar conmigo a propósito - ¿Qué le pasó a tu conocida? - me preguntó la pelinegra

- Sufrió un infarto. - rasqué mi nuca - Pero afortunadamente ya está mejor y bueno tengo que ir a verla.

- Ok, nos vemos por ahí y gracias por ayudarme, Cam. - se dió la vuelta para entrar a su consultorio pero en un golpe de valor la tomé del brazo deteniendola - ¿Pasa algo?

- Yo... hmmm, me preguntaba si bueno, si todo sale bien en mi visita con mi conocida... - suspiré - Me preguntó si te gustaría salir conmigo en la noche... c-como amigas, claro.

- Eso sería estupendo. - sonrió

- ¿S-s-í? - asintió - Excelente, bien... hmmmm, yo, y-yo te aviso. - volvió a asentir - N-nos vemos, guapa.

- ¡Camila! - gritó y me detuve de golpe - ¿Cómo vas a avisarme si no tienes mi número? - corrí de vuelta hacia ella y le tendí mi celular para que registrara su número - Me envías un mensaje. - sonrió por última vez y luego se metió a su consultorio dejándome con una sonrisa enorme en mi rostro

Comencé a saltar felizmente sin importarme que muchas personas me vieran. ¡Tenía una cita con la pelinegra! ¡Una cita! Posiblemente fuese una cita como amigas pero una cita es una cita y nadie puede negar eso. ¡Una cita!

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N/A:

¡LA HISTORIA SOBREPASO LOS 3K!

MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODAS LAS PERSONAS QUE SE TOMAN EL TIEMPO DE LEER ESTA HISTORIA, LOS AMO MUCHO Y EL APOYO QUE ME DAN CON ESTE PROYECTO ES INCREÍBLE.

Sé que a lo mejor no soy la mejor escritora de todas, y que quizá mi fic no es de lo mejor aquí en Wattpad, pero les juro que me hace mucha ilusión tener esa cantidad de vistas que por mínimo que sean me hacen sentir muy feliz al saber que realmente hay personas que leen mi trabajo.

Hago y doy lo mejor de mi para que ustedes disfruten de lo que escribo y escapen un poco de la realidad de la misma forma en que yo lo hago.

Los amo.

❤🌹.

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