1 - Pretend.
Gerard estaba emocionadísimo, aunque su lado lógico le decía que debía estar alerta. Pero es que recibir un mensaje de texto del mismísimo Frank Iero para ir a cenar era algo grande. Realmente grande. Y no es que Frank fuese el tipo más popular, fuerte o atractivo de la escuela, para todos era sólo Frank, pero para Gerard era Frank. Con brillitos y letras de neón incluidas.
Había estado enamorado de él desde el comienzo del año anterior, cuando Frank había sido transferido a la escuela, pero recién el año presente había tenido las agallas para hablarle directamente, o para sostenerle la mirada por más de cinco segundos. Frank era terriblemente amable y gracioso cuando estaba cerca de él, más de una vez le había acariciado la mejilla con los nudillos y cuando se saludaban siempre había un abrazo de por medio. Hablaban muchas cosas, pero no cosas demasiado privadas.
Para muchos, Frank y Gerard eran buenos amigos.
Pero Gerard quería algo más.
Y fue por eso que cuando recibió ese hermoso mensaje de texto con una invitación a cena, se puso como loco. La cena era el día siguiente, pero de todos modos pasó toda la noche frente al espejo buscando algo que le quedara bien. Y el día de la cita, antes de salir de casa, había estado por lo menos una hora arreglándose el largo cabello negro y poniéndose algo de delineador en los ojos. Pero al salir, aunque hubiese estado tanto tiempo arreglándose, lucía tal cual como en cualquier otro día. Aunque un poco más aseado de lo acostumbrado.
Un autobús lo llevó desde su casa hasta el grupo de tiendas comerciales que conformaban la zona central de su natal Summit. Con pasos apresurados se dirigió a la bonita cafetería que sólo había mirado por afuera porque parecía realmente costosa y lujosa, y con ansiedad creciente, tomó asiento junto a una redonda mesita con vista a la calle. Y pidió un café simple.
Su vista estaba entretenida en los cuadraditos de azúcar que la camarera había puesto en su mesa cuando alguien se aclaró la garganta frente a su mesa. Alzó la mirada algo atontado, pero ahí estaba Frank. Se puso de pie con prisa y se dejó abrazar por su bajito amigo.
- Lamento la tardanza, es que papá me pidió que pasara a dejar el auto al mecánico -se excusó con una sonrisa en sus bonitos labios, Gerard asintió. Sus ojos habían bailado con prisa por sobre el atuendo del menor, con esos jeans oscuros, camiseta oscura y camisa de franela se veía bastante formal, aunque su desordenado y corto cabello castaño le quitaba seriedad al atuendo.
- No pasa nada, llegué hace poco -respondió él, cruzando ambos brazos por sobre la mesa, de pronto su mente se había quedado totalmente en blanco, sólo mirar a Frank le provocaba un nudo en el estómago, era como si su hígado hubiese desarrollado brazos y estuviese tomándosela con todos sus benditos órganos. Si así se sentían las mariposas en el estómago, no quería volver a sentirlas.
Aunque con Frank era difícil no sentir mariposas en el estómago.
- De camino acá me encontré con Raymond, me preguntó si hice el informe de física para el lunes. ¿Tú lo hiciste? -preguntó Frank. Gerard parpadeó un par de veces, no sabía si era normal hablar de eso en una cita, pero no tenía idea, nunca había tenido una cita antes.
- Uh... comencé a hacerlo hace días, pero no he avanzado más allá de la introducción y el primer tema. De todos modos planeo terminarlo mañana, si quieres te ayudo.
- ¿Harías eso por mí? -Frank revoloteó sus pestañas y Gerard se sintió sonrojar, se veía adorable al hacer eso. Y el muy maldito lo sabía.
- Claro... -tartamudeó, bebiendo un largo sorbo de su taza- Sólo ven a casa y yo te ayudo con eso. No hay problemas.
Frank alzó una mano cuando la camarera pasó cerca de la mesa, pidió un chocolate caliente y cuando la mujer regresó con una bonita taza adornada con crema y con malvaviscos al costado, Gerard se arrepintió de haber pedido un insípido café negro. El silencio por su parte se volvió incómodo, veía a Frank casi a diario y siempre sabía de qué hablarle, pero en ese momento, en ese maldito momento... no tenía nada. Absolutamente nada.
- ¿Te pusiste maquillaje? -Escuchó la pregunta, y totalmente sonrojado asintió- Se te ve bastante bien... incluso el sonrojo. Eres muy lindo, Gerard.
- Gracias... -suspiró, usando la taza para esconder su estúpida boca y la estúpida sonrisa que sus labios habían formado en contra de su voluntad.
- ¿Acaso yo no soy lindo?
- Sí... -respondió, aunque sonó más como un gimoteo. Bajó la taza entonces y luego de tragar saliva alzó la mirada a esos penetrantes y hermosos ojos castaños-. Eres endemoniadamente atractivo.
Frank soltó una risita.
- Endemoniadamente atractivo, me gusta eso -comentó.
Gerard volvió a sorber de su taza, y se pasó sonriendo y riendo ante cada cosa que decía Frank por lo menos durante quince minutos hasta que su amigo se terminó la taza de chocolate caliente y dejó abandonados los dos malvaviscos. Tuvo que luchar contra sí mismo para no pedírselos, porque no quería parecer un cerdo ante sus ojos.
Luego de pagar la cuenta ambos salieron del bonito local y emprendieron el camino al poniente, las calles estaban bastante desiertas y la naranja luz del atardecer hacía que todo luciera como una escena de algún anime, o algo así. Gerard sacudió la cabeza, no quería pensar en anime en un momento así.
- Gerard... -susurró Frank luego de un rato, y detuvo sus pasos.
Gerard lo hizo también y se giró hacia él. Su amigo tenía el rostro súper serio y luego de desordenar su cabello había frotado su rostro también, dejándolo levemente sonrojado. Gerard se acercó un poco a él, sólo un poco, y Frank abrió sus ojos. Vio una sonrisa en esos rosados labios, una que lo tranquilizó. Y aunque las ansias eran enormes, no apresuró las acciones cuando una de las manos de Frank se posó sobre su hombro derecho, y con los ojos abiertos le vio acercarse cada vez más a la propia. Gerard tuvo que morderse los labios dolorosamente para que la canción de la película Tiburón saliera de su cabeza. Pero finalmente sintió esos deseados labios sobre los suyos. Eran suaves, como terciopelo, y sabían a chocolate. El tímido beso se convirtió pronto en un beso francés, Gerard no tenía experiencia en esos franceses, pero al parecer Frank sí. Sentir su lengua era rarísimo, pero sentía hormigueos en su propia lengua y sabía que eso era algo especial. Su primer beso. Su primer beso había sido con Frank.
Jodidamente asombroso, ¿No?
Sus labios quedaron estirados cuando Frank abandonó el beso, parpadeó varias veces y no luchó en disipar el sonrojo de sus mejillas. Vio el rostro de Frank volver a ponerse serio, y luego de una eternidad le miró nuevamente a los ojos.
- Gerard... -suspiró, el nombrado sintió como sus piernas se convertían en gelatina- Te preguntarás por qué te invité a esta cita.
"La verdad es que no" pensó Gerard, el beso le había dejado las cosas bastante claras.
- Bueno, hum... Sucede que yo... yo quería ver... bueno, quería ver si era homosexual -dijo finalmente-. Y sé que te gusto así que quise darte esta oportunidad, pero a decir verdad... acabo de comprobar que no soy gay. Ni un poquito gay. Y bueno, eres buen besador, pero hasta ahí. Gracias, de todos modos. Nos vemos mañana en tu casa para hacer lo de física.
Y después de escupir todo eso simplemente se marchó.
Gerard tardó varios minutos en comprender qué demonios había pasado, e incluso entonces seguía sin creerse que Frank había hecho algo así. Pero lo hizo. Maldición, sí lo hizo.
Y dolía.
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