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Cuando Kim JongDae conoció a Kim JongIn, ambos eran jóvenes borrachos huyendo de problemas en una discoteca desfasada de las afueras de Seúl. JongDae debió haber sabido que las cosas no resultarían, que su relación se basaba en whisky fuerte y sexo descontrolado, que ellos no estaban sanándose el uno al otro, sino haciéndose las heridas más grandes y profundas.
I had a dream,
we were sipping whisky neat,
highest floor, the bowery,
and I was high enough.
Pero JongDae ignoró las evidencias y los whisky con limón y los cigarrillos se convirtieron durante una temporada solo en café y cigarrillos, en largas conversaciones sobre la tristeza y los corazones rotos, sobre padres, madres, traumas, inseguridades... Y creyó enamorarse de JongIn, pero en realidad, se enamoró de su tristeza y de su necesidad de ser protegido. Eran adolescentes torpes, tristes y casi siempre demasiado borrachos o demasiado pasados de café, creyendo que podrían ganar a monstruos mucho más grandes de lo que ellos podían imaginar. Pero cuando el whisky volvió, JongDae ya no tenía la necesidad de beberlo y se mantuvo con su café. Y cuando el whisky trajo consigo más de lo que JongIn o él pudiesen soportar, JongDae ya no estaba seguro de querer tomarlo.
Somewhere along the lines,
we stopped seeing eye to eye,
you were staying out all night,
and I had enough.
JongIn volvió a las viejas discotecas, a los viejos vicios, al amargo wkishy y el limón. Pasaba noches enteras fuera de casa, solo. Tal vez no tan solo. JongDae podía distinguir tres perfumes diferentes en el muchacho cuando volvía la mañana siguiente, pero estaba demasiado cansado como para decir algo sobre ello. Trató de volver a la normalidad, de que el café y las malas series de televisión fuesen la rutina general de sus noches, trató de mantener a JongIn a su lado, sano y salvo... Pero no resultó.
No, I don't wanna know where you been or where you're going,
but I know I won't be home,
and you'll be on your own.
Y la paciencia de JongDae se fue agotando, como el amor y el café, como las malas series de televisión. Dejaron de importarle las ideas y venidas de JongIn, los perfumes en su ropa, las marcas en su piel que él no había hecho, las heridas que con tanto mimo había curado y ahora volvían a estar abiertas, de nuevo profundas, más profundas aún que la última vez. Y cuando se quiso dar cuenta, ya no le importaba si JongIn volvía o no, porque él ya se había ido.
Who's gonna walk you through the dark side of the morning?
Who's gonna rock you when the sun won't let you sleep?
Who's waking up to drive you home when you're drunk and all alone?
Who's gonna walk you through the dark side of the morning?
It ain't me.
A JongDae realmente le costó dejar atrás a JongIn, todavía sintiendo la imperiosa necesidad de protegerle, de reparar sus pedazos rotos, de cubrirle con mantas cuando hacía frío, de cuidar su sueño, de caminar a su lado y ser su escudo. JongDae le habría cuidado para siempre, pero JongIn no quiso... Y él se cansó de esperar a que las cosas fueran mejores.
I had a dream,
we were back to seventeen,
summer nights and the liberties,
never growing up.
Él recordaba perfectamente cuando tenían diecisiete, no hacía mucho que se habían conocido, pero JongIn ya afirmaba que era el amor de su vida, aunque era una mentira y ambos lo sabían. JongDae solía pensar que era una bonita mentira, cuando aún estaba lo suficientemente roto como para darse cuenta de que aquello estaba mal. Y recordaba las noches de verano, la ruidosa y vieja moto del hermano de JongIn, el apretado casco, los escondidos parques de Seúl cerca de las viejas discotecas donde hicieron el amor más veces de las que podría admitir, tirados en viejas toallas de playa hasta que el amanecer los bañaba y debían volver a casa entre besos, risas y el humo de la moto. Recordaba sus manos apretadas alrededor de la cintura de JongIn cuando aceleraba en la carretera, incluso en las curvas cerradas, y recordaba a JongIn decirle que todo iría bien mientras reían sin parar.
I'll take with me the polaroids and the memories,
but you know I'm gonna leave behind the worst of us.
Pero él ya no podía cuidar más de JongIn. Lo recordaba todo, pero no lo quería más. Vació el departamento de fotos, recuerdos de viajes, regalos, de momentos vividos... Dejó el lugar desnudo y luego, se desnudó a sí mismo. Se vació por completo, se arrancó todo lo que tenía que ver con JongIn, dejó que su herida sangrase hasta la última gota para que volviese a cerrar lentamente. Muy lentamente.
Who's gonna walk you through the dark side of the morning?
Who's gonna rock you when the sun won't let you sleep?
Who's waking up to drive you home when you're drunk and all alone?
Who's gonna walk you through the dark side of the morning?
It ain't me.
Desde que Kim JongIn conoció a Kim JongDae, nunca se había imaginado una vida sin él. JongDae había estado junto a él desde el primer trago de whiskey que compartieron, listo para sostener su cabeza en los baños mugrientos de las discotecas cuando el alcohol quería hacer su camino de vuelta hacía fuera, listo para pasarle un botellín de agua y limpiar su boca con una sonrisa. La sonrisa de JongDae era la más hermosa que JongIn había visto en su corta vida, y podía jurarlo sobre todas las cosas si se lo proponía. Cuando JongDae quiso cambiar los whiskeys por café, JongIn no opuso resistencia solo por no dejar de ver esa preciosa sonrisa felina. Se dejó hacer totalmente por él, quiso dejarse sanar, a sabiendas de que no resultaría, solo por no perder a JongDae.
Así que cuando llego a casa aquella noche, después de varias semanas en las que el whiskey había vuelto a su vida, junto a las vomiteras, los malos recuerdos y el dolor de las heridas que seguían cicatrizando, JongIn se rompió cuando vio que JongDae no estaba más. La casa estaba vacía de él, como si nunca hubiese vivido allí, como si nunca hubiese existido. Como si nunca se hubiesen amado.
- Tal vez fue así. -SeHun le dijo el día siguiente, soltando el humo del cigarrillo lentamente.
- No sé qué voy a hacer ahora. Sin JongDae, yo...
SeHun negó con la cabeza, JongIn se veía miserable y patético, como siempre. Tal vez, un poco más que de costumbre. Volvió a colocarse el cigarrillo entre sus finos labios y trató de buscar algo amable que decir, pero las personas rotas no tenían palabras amables. Excepto JongDae.
- Lo siento mucho, JongIn. Pero tú sabías que no iba a resultar, no sé qué demonios haces llorando ahora. ¿Por qué has vuelto a beber, en primer lugar? ¿Y por qué no paraste cuando él te lo pidió? ¿Por qué no le has pedido ayuda? -Más ayuda, SeHun pensó con rabia, sacudiendo su cabeza furiosamente y expulsando el humo nuevamente. JongIn le arrebató el cigarrillo, tomando una calada con desesperación.
- Siempre has estado de su parte.
- Eso es porque siempre he estado enamorado. -Soltó, mirando al techo como si fuera lo más interesante del mundo-. No como tú.
- No como yo. -Repitió tortuosamente, aferrándose al cigarrillo como si fuera lo único que pudiese mantenerle con vida. Cerró los ojos y dejó que la nicotina le relajase lentamente.
Él quería a JongDae, el mundo entero sabe que lo quiere con fiereza, pero la verdad es que su amor no era suficiente. No si lo comparaba con el que JongDae sentía por él, o como el que SeHun sentía por JongDae. JongIn jamás podría amar a nadie de ese modo porque sentía demasiado miedo de ello.
- ¿Me avisaras si se comunica contigo, SeHun?
- No creo que deba hacerlo, sinceramente.
- Solo... Quiero saber si está bien, ¡tengo derecho a saberlo! ¿O no?
SeHun arqueó una ceja y JongIn apretó los puños con furia.
- Tal vez tendrías derecho... Si se lo hubieras preguntado tú mismo, cuando aún estaba aquí.
JongIn rompió en un furioso y lastimero llanto, pero SeHun no trató de consolarlo. Dejó que llorase todo el alcohol que había en su sangre, que la sal de sus lágrimas se derramase sobre sus heridas para que le doliesen aún más, para que sintiese una mínima parte del dolor que él le hizo sentir a JongDae. La persona más rota y más fuerte que había conocido jamás. SeHun estaba furioso con JongIn, por ser un estúpido, por ser un borracho incapaz de dejarse ayudar, por no superar sus traumas, pero estaba feliz también... Porque JongDae había huido, había tomado la misma fuerza que reunió para dejar el alcohol y el pasado atrás, y dejó a JongIn. SeHun estaba seguro de que ahora, Kim JongDae sería completamente capaz de reconstruirse, de sanarse, de ser feliz. Lo merecía.
JongIn y él, en cambio... Eran otra triste y amarga historia completamente diferente.
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