XIV; viejas amistades
│ ✧ ISLE OF BERK ✧ │
❄VIEJAS AMISTADES ❄
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El castaño siguió a Dhalia por el comedor, atravesando el lugar mientras atraía miradas de las cuales no estaba acostumbrado, al menos no de una buena manera. Solía meterse en problemas al menos cinco días a la semana, provocando el enfado de su padre y la molestia en los Berkianos era evidente cada vez que él pisaba la aldea; mientras que los otros dos días sobrantes, se quedaba en casa por mandatos de Estoico y aun así le hacía enfadar. Por esa razón sentía que aquellas miradas, por muy halagadoras que fueran, le incomodaban al saber que ninguno en aquel lugar tenía conocimiento de la verdad, y que ignoraban su verdadero talento.
Sin embargo, le agradaba recordar que Dhalia sí sabía cada detalle sobre sus alocadas tardes, y aunque fuese solo una persona, ella le bastaba. Era feliz con Chimuelo y Dhalia, ellos dos le hacían sonreír y pasar bien el tiempo, no había críticas ni malos gestos ante su presencia; Hipo podía ser Hipo con la seguridad de que así, siendo como él era, sus dos amigos le aceptarían sin importar sus errores o ideas fuera de lo normal que solían acarrear problemas. Y cuando visualizó la mesa repleta de jóvenes y Dhalia no tomó asiento junto a ellos, sino que siguió de largo para ocupar una mesa libre con él, supo que ella era esa amistad que él siempre había anhelado.
—Ahora que cada vikingo en esta isla te aprueba, no debo porqué ignorarte en público—respondió la rubia ante la mirada cargada de confusión, y cierto temor, que Hipo le dio cuando ella tomó asiento junto a él. No había terminado de sentarse, cuando la mesa fue llena por los demás jóvenes, quienes parecían entusiasmados por conversar con Hipo. Dhalia supuso la razón del porqué tanta atención hacia él—. ¿A cuál dragón venció esta vez?
—¡Al Mortífero Nadder! —exclamó Patán agitando una pata de pollo en el aire, como si estuviese blandiendo una espada. Tras bajar la pata y darle un gran mordisco, señaló a Astrid, quien compartía mesa con Björn al lado de ellos—Y lo hizo justo antes de que Astrid pudiese llegar el dragón.
Hipo se encogió en su asiento cuando escuchó un gruñido proveniente de la mencionada, pero aunque estaba más concentrado en sus ganas de desaparecer como lo hacía la mayoría del tiempo, notó de reojo cómo Dhalia se tensaba después de echarle una mirada a la mesa de Björn, y buscaba en la mesa qué comer para que su extraño actuar pasara desapercibido. El pecoso podía jurar que había visto aquellos ojos azules llenarse de unas cuántas lágrimas, pero cuando ella volteó y compartieron una mirada, ella sonrió como si nada hubiese pasado.
—¿Quieres leche de yak? —La voz de Brutacio llegó a sus oídos, y por culpa del rubio aquella conexión se rompió. Dhalia vio al gemelo con una ceja levantada y la desconfianza bailando en su mirada, para luego ver el vaso que le extendía lleno del líquido blanco. Brutacio rió burlesco—No le escupí.
—Jamás le haríamos eso a nuestra hija—aseguró Brutilda, para después repentinamente agarrar la cabeza de su hermano por la parte trasera y estampar su rostro sobre el plato lleno de sopa, provocando que el líquido salpicara a todos—¡Guerra de comida!
Brutacio empujó a su gemela y agarró comida para lanzarla a los presentes, la mayoría se levantó para seguir sus acciones y el comedor se volvió un caos. Hipo golpeó ligeramente a la rubia con su codo y señaló la salida con su barbilla, a lo que Dhalia asintió levantando un pulgar. Ambos lograron escabullirse sin que nadie lo notase, excepto cierta pelinegra que atrapó el brazo de Dhalia y le detuvo de caminar, mientras Hipo salía de allí sin enterarse de su ausencia.
—Así que Hipo ahora es tu amigo—habló primero la Vrediana más rencorosa de toda la isla, cruzándose de brazos—. Supongo que ya no habrá problema, puesto que a Ibernòn le agradará conocer al nuevo mata dragones.
—¿Por qué siempre que hablamos debes sacar a relucir mi amistad con Hipo? —preguntó irritada, para luego doblar las rodillas y cubrirse la cabeza cuando un plato estuvo por estrellarse contra su cara.
—Entonces aceptas que Hipo ha sido tu amigo desde que llegaste—reclamó con brillo en sus ojos, creyendo que podía palpar la victoria y vería a Ibernòn más que furioso con Dhalia. Y al captar a Björn acercarse, decidió aprovechar la oportunidad—. Y ahora por ello, has abandonado a tu mejor amigo.
—Si hablas de Björn, él ya no es mi amigo. —Dhalia solía cometer errores, solo tenía quince años y además no era perfecta, pero la peor equivocación que ella podía cometer, era confesar una de sus dudas a Sigrid, pues aquella chica siempre buscaba la manera de perjudicar a los demás.
Un cuerpo golpeó su costado al pasar a su lado, haciéndole perder el equilibrio por un momento ante tal fuerza. La rubia levantó la mirada cuando logró controlarse y halló a Björn caminando con furia hacia la puerta, con su cabeza en alto como cuando no quería que nadie descubriese que se sentía mal y podía verle desde su punto la rigidez en sus movimientos, pues parecía contener sus ganas de salir corriendo.
—Uh, creo que lastimaste su corazón enamorado—comentó Sigrid con falsa lástima en su voz, chasqueando la lengua con su mirada puesta en la espada del pelirrojo. Dhalia le miró interrogante, sin comprender muy bien lo que escuchaba—¿No lo sabías? Björn gusta de ti, desde hace mucho quizás, y tú te encargaste de aplastar sus ilusiones.
El ceño de la rubia de frunció, mirando a todos lados como si en alguna mesa, o en la comida volando por todo el comedor, estuviese la respuesta a su única pregunta "¿es cierto?" Porque si así lo era, Dhalia estaba dispuesta a recibir un golpe de Sigrid sin poner resistencia, pero antes de poder preguntar algo, al levantar la mirada notó que Sigrid se alejaba, al mismo tiempo que Hipo se acercaba.
—¿Sigrid te dijo algo? —preguntó al notar su cambio de humor.
—No es lo que me dijo—musitó cabizbaja, arrastrando los pies para salir del comedor, siendo seguida por el castaño de expresiones preocupadas ante la tristeza que presentaba su amiga. Él se atrevió a poner una mano sobre su hombro para detener su caminar justo cuando atravesaron la salida—. No me afecta lo que Sigrid me diga, sino lo me acaba de recordar con sus palabras.
—Puedes decirme—murmuró para sentir el típico calor recorrer todo su cuerpo hasta instalarse en sus mejillas. El castaño se llevó una mano a la nuca y la otra la sacudió en el aire mientras hablaba, luchando por no desmayarse ante la mirada de Dhalia—. Solo si tú quieres, claro.
Los ojos azulados de Dhalia como el mismo mar, brillaron bajo el sol potente de aquella tarde en Berk, pues la ilusión al sentir el apoyo de Hipo hizo que su corazón latiera con entusiasmo y que una sonrisa se instalara en su pálido rostro. Hipo no era como todos en la isla pensaban que él era, sino que era mucho mejor, incluso mejor que todos los vikingos que ella había conocido en su vida.
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—¡Hola, amigo! —exclamó Hipo inclinándose para saludar a Chimuelo en cuanto arribaron al valle, pues el Furia no tardó en acercarse con una enorme alegría, haciendo sonidos extraños para Dhalia—¿Listo para continuar intentando? Presiento que hoy es un gran día para volar.
Cuando el castaño soltó a Chimuelo de su abrazo, Dhalia levantó ambas manos para acariciar su cabeza, recibiendo ronroneos ante los mimos que la rubia le otorgaba. Ella murmuraba halagos hacia el dragón con una voz muy aguda, mientras Chimuelo se movía de un lado para el otro rebosando de entusiasmo. Dhalia miró sobre su hombro, encontrando a Hipo sentado sobre el césped observándoles con una sonrisa en el rostro.
—¿Seguro que quieres escuchar? —preguntó al comprender qué hacía el joven sentado en lugar de prepararse para volar con el dragón. Dhalia se dirigió con lentitud hacia su amigo, para así tomar asiento junto a él—Ahora que ha pasado como un par de horas y el momento ya pasó, siento que es patético.
—De lo que estoy seguro es que no será para nada patético—aseguró el castaño, dejando ver una pequeña sonrisa. Lo único que él quería era que Dhalia pudiese desahogarse y de esa manera sentirse mejor, pues había descubierto que le destrozaba verla cabizbaja. El castaño señaló con su pulgar detrás de ellos, donde el Furia se había acostado—. Que te lo diga Chimuelo, que parece muy interesado.
Dhalia soltó una risilla y tras acariciar brevemente la cabeza del dragón, se acomodó al estilo indio y puso su mirada más allá, recordando parte de su infancia y varios meses antes de regresar a Berk.
—Sigrid mencionó la amistad que solía tener con Björn, y no pude evitar recordar otros dos pelirrojos que existieron en mi vida y a otro chico más. —Dhalia pensaba que los recuerdos eran el tesoro más preciado que un ser humano podía tener, pues lo material podía acabarse o incluso ser robado, pero los recuerdos eran imborrables y sin importar dónde se estuviese o en qué estado, esas memorias podían, tanto entristecer el corazón, como hacer suspirar y sentir la misma calidez del momento pasado—. Pertenecían a una isla donde protegían dragones, y creo que por eso no me costó tanto creer que era posible una relación entre ellos y nosotros.
—¡¿Una isla protectora de dragones?! —Saltó a preguntar Hipo, irguiendo la espalda, así como Chimuelo ladeó la cabeza y hasta empujó a Dhalia con una pata, como si estuviese insistiendo en que continuase hablando.
—No sé si aún lo sea, pero la chica que fue mi amiga me contó sobre el huevo que cuidaba y que su padre le había asegurado que ese sería su dragón. Dos años y un poco más visitando mi isla y jugando conmigo, nos contábamos todo y, secretamente porque nunca se lo dije, siempre quise ser como ella. —Aquello último lo confesó en voz alta por primera vez, en un tono de voz muy baja como si su vieja amiga le pudiese escuchar, mientras ponía las manos a cada costado de sus labios. Hipo no pudo evitar reír, observando cómo ella luego comenzaba a trenzar su largo cabello blanco—. Ella era asombrosa, y su hermano era tan increíble, ¡ustedes se llevarían de maravilla!
—¿C-crees que soy increíble? —Otro comentario así e Hipo juraba que podía caer de espaldas sin poder creerlo, por lo que procuró respirar profundamente hasta inflar sus mejillas con aire y asegurarse de que su corazón latía con normalidad. ¿Qué había hecho para merecer una amiga como Dhalia?, y por último se preguntó, "¿Por qué ella no había nacido en Berk y así hubiesen sido amigos toda la vida?"
—Tanto como Alistair—aseguró ella dándole un ligero empujón con su hombro, intentando transmitir sus sentimientos en una deslumbrante sonrisa y una mirada sincera, mientras sus mejillas se volvían rosadas. Aquel sonrojo se volvió un poco más intenso cuando recordó que de niña pensaba que Alistair Kerr sería el vikingo de su vida y cuando crecieran hasta casarse podrían. Su sonrisa flaqueó ante lo avergonzada que estaría si Hipo pudiese leer sus pensamientos, por lo que al voltear a otro lado volvió a hablar—. Y también creo que Idunn te caería bien, la recuerdo como una chica llena de vida que amaba a los dragones tanto como tú ahora. Era muy competitiva con su arco, creo que varias veces quiso enseñarme arquería y se detuvo cuando casi le atravesé la cabeza a su hermano.
—¿Y qué hay del otro chico?
—¡Espera, yo tenía algo que mostrarte! —Pegó un brinco levantándose, haciendo sobresaltar hasta a Chimuelo que prestaba atención a la conversación como si realmente pudiese entender cada una de las palabras que decían los jóvenes. Hipo intentó decir algo, pero ella le tomó de una mano y lo haló para que se levantase también, provocando que ante tan repentino acto, Hipo trastabillara hacia delante y cayese de cara al césped. Dhalia, llevándose las manos a su boca y escuchando a Chimuelo soltar varios sonidos simulares a una risa, soltó: —¡Cuánto lo siento!
Hipo levantó un pulgar aún con la nariz pegada en el césped, para luego girar para quedar sobre la espalda y escupir un poco de tierra que había quedado en su boca.
—¿Por qué la prisa? —cuestionó curioso ante tal entusiasmo, obligándose a sí mismo a no sonreír al sentirse maravillado ante la imagen de Dhalia que tenía desde el suelo. Con sus mejillas sonrosadas y los ojos azules brillantes por la emoción, la rubia resplandecía ante los rayos del sol que pegaban justo en su espalda y la luz remarcaba su silueta, haciendo notable cada detalle de la Vrediana.
—Porque te quiero presentar a una amiga. —En el interior se preguntó si aquella dragona era realmente su amiga, pero el Canto Mortal parecía bastante agradecida con ella por la ayuda que le otorgaba. Luego pensó en los bebés dragones, pero creyó que aquel detalle lo guardaría para después—. Sé que planeabas pasar toda la tarde practicando con Chimuelo, pero solo te pido cinco minutos.
—No te preocupes por el tiempo, que a Chimuelo y a mí nos sobra. —Dhalia extendió una mano hacia él para ayudarle a ponerse en pie, y tras una disculpa más de parte de la rubia, ambos le prometieron a Chimuelo regresar pronto y salieron del valle. Recorriendo el bosque —Hipo orgulloso de ver que ella seguía el mapa que él había dibujado y Dhalia ansiosa y nerviosa por lo que sucedería—, el castaño recordó que aún había alguien que la chica mencionó mas no habló al respecto.
—Ammm, ¿qué hay del otro chico?
Dhalia se confundió un momento ante la pregunta, pues no comprendió sobre qué hablaba al tener su atención puesta en el camino, pero cuando puso un dedo sobre la parte del mapa de la cual recorrían para no perderse, rió al entender que él había quedado con la duda sobre el "chico misterioso".
—A él lo conocí el año pasado. —Su corazón latió con cierta rapidez que, en lugar de hacer que la chica se sintiese avergonzada o nerviosa ante tal hecho, le hizo gracia y negó con la cabeza divertidamente—. Llegó junto a varios hombres, no vikingos, por acuerdos a Vrede. Mientras papá hablaba con el rey, conocí a Said Warren, y pasamos mucho tiempo juntos. Creí que obtendría una amistad parecida a la que tuve con Idunn y Alistair, pero parece que no me va bien en el asunto de la amistad y Sigrid me lo recordó al mencionar a Björn.
Aquel chico de Kain era tan diferente a lo que Dhalia había conocido, respecto a costumbres, su forma de ser y hasta la manera en que vestía, pues Kain no era una isla vikinga, sino todo lo contrario. Dhalia y el chico Warren se atraían mutuamente desde el día en que se conocieron, pero él sabía que su padre le prohibiría estar con una joven vikinga que era más que diferente a los habitantes de Kain, y la rubia conocía los pensamientos de Ibernòn respecto a tanta "ridiculez en abandonar lo que ellos eran; vikingos fuertes y fieles al jefe de la isla".
Por lo que, cuando comenzaron a existir desacuerdos entre Bastón Cazapesadillas e Ibernòn Hacha Sangrienta, así como tiempo atrás entre el jefe de Vrede y Morag el Grande, padre de Idunn y Alistair, Kain dejó los asuntos con la isla de Dhalia y Said Warren se fue para siempre. La rubia había sentido cómo su corazón se partía por segunda vez en la vida, observando a un amigo más dejándola sin poder regresar nunca más. Idunn y Alistair Kerr, junto a Said Warren, conformaban la lista de "Viejos amigos", también llamada, "Personas que mi padre alejó de mí".
Dhalia soltó un suspiro, pensando en que quizá la razón del nacimiento de Sigrid era mortificar su vida y con varias palabras provocar que toda su felicidad se viniese abajo. Hipo sintió cierta frustración con lo que Dhalia había contado, así como veía sus hombros caídos y sacudía la cabeza de vez en cuando para olvidar lo recordado. Le frustraba saber que la rubia sufría tanto por los errores de Hacha Sangrienta, pues ella no merecía perder a las personas que quería por culpa de él. El castaño buscó un poco de valor y cuando ya habían retomado la caminata, él se interpuso en su camino.
—No te creo. —Hipo decidió pensar bien sus palabras, pues aquella corta oración había creado una mueca en el rostro de la rubia—. Siempre me fue mal con la amistad, ya sabes porqué, pero el mismo día que llegaste hubo un ataque de dragones y fue cuando conocí a Chimuelo. Ahora los tres somos amigos, y no sé tú, pero siento que tenemos una amistad única. Una que nadie podría tener, es decir, ¡tenemos a un dragón! —Dhalia abrió los labios, mas tuvo que callar al ver cómo Hipo levantaba las manos para detenerle, asegurando que si ella le interrumpía, perdería todo el valor hallado—. Te convertiste en mi mejor amiga, Dhalia, y no voy a permitir que tu padre impida nuestra amistad.
—¿Ni aunque te amenace con cortar tu cabeza con su hacha y colgarla en Vrede para que todos tengan prueba de su autoridad?
Hipo tragó grueso y Dhalia creyó ver cómo comenzaba a ponerse morado al aguantar la respiración ante su pregunta. Pero luego soltó el todo el aire que había retenido y mirando al cielo, asintió con un poco de pesar.
—Me gusta tener mi cabeza pegada a mi cuello, pero no dejaría de ser tu amigo por su advertencia. Quizá mi cabeza sea un buen pago para Ibernòn.
Dhalia pegó un brinco ante el entusiasmo que recorrió su cuerpo, mientras un chillido de emoción salía de su garganta. Tomó a Hipo de su mano una vez más y correteó por el bosque sin siquiera revisar el camino en el mapa, pues creía recordar hacia dónde se dirigía, y la verdad era que no se perdería si andaba con Hipo. El castaño rió al ver que Dhalia por poco se golpeaba la cara con una rama y también cuando resbaló y si no fuese porque él la atrapó, hubiese caído por una enorme colina. De pronto se detuvo, mirando a Hipo con ojos brillantes y meciéndose sobre sus pies.
—¿Tampoco dejarías de ser mi amigo si te confieso que he estado ayudando a una dragona que se quedó en Berk después de escapar porque tenía huevos que, aunque ya nacieron, aún está en la isla porque aún falta un huevo por abrirse?
La palidez cubrió el rostro pecoso de Hipo, viendo cómo Dhalia se abría paso entre unos arbustos y, tras hacerle señas para que le siguiera, se encontró en una enorme pradera cubierta de algunas flores amarillas. A la derecha, dos dragones bebés jugaban entre ellos mientras gruñían y fingían rugir como dragones grandes e intimidantes. El azul mordisqueaba la cola del otro, el cual era de un color naranja amarillento y se intentaba arrastrar lejos de las mordidas, sin embargo, los juegos se detuvieron cuando vieron a Dhalia aparecer, por lo que dejaron de molestarse y, dejando al descubierto el huevo que aún no se abría, corrieron hacia la rubia.
Dhalia se puso sobre las rodillas, recibiendo a los bebés entre sus brazos, y al levantar la mirada, se encontró con Hipo señalando a los pequeños dragones mientras balbuceaba cosas sin sentido.
—¿Q-qué especie son?
—No te desmayes, ¿quieres? —preguntó aún inclinada, mientras la expresión de Hipo de confusión fue reemplazada por una cargada de seriedad. El castaño fulminó a Dhalia con su mirada por primera vez, entrecerrando los ojos así como sus labios se estiraban hacia abajo—Canto Mortal.
En alguna parte del bosque, muy alejada de la aldea, los dos jóvenes se encontraban frente a los bebés dragones, mientras la Vrediana le contaba al Berkiano porqué no le había confesado antes sobre los huevos, éste último comprendiendo que ella solo les quería proteger. Y en alguna parte del mar, dirigiéndose a la Isla de Berk, sobre un barco viajaba Ibernòn Hacha Sangrienta, esperando llegar lo más pronto posible para reunirse con la futura jefa de Vrede.
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¿Les gustó? He querido aclarar en este capítulo lo mucho que significa Dhalia para Hipo y lo importante que es la amistad para ella.
Idunn y Alistair le pertenecen a b-barnes y Said Warren a newtmas- , sus historias Walk Through The Fire y Crown, no están unidas entre sí ni con Isle of Berk, solo hemos querido hacer varias referencias a ellos y porque, extrañamente, Dhalia ha sido shippeada con medio mundo (lo que amo demasiado xd). Pásense por sus historias, las recomiendo al cien y les aseguró que amarán todo tanto como yo lo hago.
Y les dejo un edit (créditos a su autor) de nuesto amado Hicclia.
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