XI; protección y secretos
│ ✧ ISLE OF BERK ✧ │
❄PROTECCIÓN POR MEDIO DE SECRETOS❄
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—Hoy veremos trabajo en equipo.
Un bufido en modo burlón fue lo que escuchó Björn a su lado, proveniente de la vrediana a quien había acompañado a Berk, Sigrid Tryggve. Ambos se había acercado al ruedo por curiosidad, pues querían saber cuántas diferencias podían existir entre una isla y la otra, así que desde lo más alto de la zona de entrenamientos, los jóvenes esperaban a que el dragón saliese y que los berkianos luchasen. Sabían que Dhalia era lo suficientemente buena para derribar a un dragón, al menos de aquellos que no aseguraban la muerte para un joven de quince años, pues el jefe de Vrede se había encargado en entrenarla. Ni siquiera Sigrid podía negar aquello, la pelinegra prefería guardarse sus comentarios en lugar de atreverse a mentir y se retiraba de la habitación cuando alagaban a la rubia.
Sin embargo, Tryggve presentía que la Dhalia que conversaba con los gemelos, no era la misma Dhalia que entrenaba de madrugada y hablaba sobre sus deseos en convertirse la gran jefa de Vrede. Justo por esa razón estaba allí, por querer mantener a Dhalia bajo vigilancia y no por querer observar a los habitantes de Berk haciendo el ridículo, como ella pensaba. No se había propuesto mantener un ojo en la hija de Ibernón porque le preocupase, eso jamás, sino porque temía que cometiese un error que pudiese perjudicar a su amada isla. Su hogar lo era todo para ella, así como para su hermano mayor, los dos estaban dispuestos a entregar su vida misma por Vrede, por lo que Sigrid no permitiría que Dhalia cometiese alguna estupidez.
—¿Sabes? Podrías dejar de bufar al menos por cinco segundos, pareces un yak—habló Björn con su vista puesta en los berkianos, levantando ambos brazos para cruzarlos sobre su pecho mientras sus labios embozaban una sonrisa ladeada. La pelinegra soltó una carcajada cargada de falsedad, volteando hacia él con una ceja levantada cuestionando por su aparente buen humor—. Berk no está tan mal como pensábamos, inclusive parece gustarle a Dhalia.
—¿Te estás escuchando? —preguntó indignada, sin poder creer que aquellas palabras pudiesen salir de su amigo. Björn solo se encogió de hombros, evitando su mirada verdosa, pero de todos modos supo que la pelinegra tenía una de aquellas miradas asesinas que siempre le andaba lanzando a las personas—No hay mejor isla que Vrede.
Björn gruñó molesto al sentir que Sigrid no le dejaría en paz y no le permitiría observar el entrenamiento que parecía comenzar pronto, por lo que bajó su vista hacia ella y entrecerró los ojos.
—Déjalo ya, Sigrid. —Tras musitar aquello, sin querer entrar mucho en el tema de Berk, solo se propuso en poner su atención en el entrenamiento. Dhalia levantó la mirada dejando de observar con diversión una de las tantas peleas de los gemelos, hallando a Björn al lado de Sigrid, quien fulminaba al pelirrojo con furia. Dhalia ignoró aquel hecho y elevó una mano para sacudirla en el aire en modo de saludo, ofreciéndole una sonrisa; Björn asintió hacia ella y levantó la mano en un vago movimiento. Sigrid jadeó como si estuviese indignada, por lo que el vrediano volteó hacia ella con una ceja levantada—¿Y ahora qué?
—¿Es por ella que abundas de felicidad? Ahora entiendo todo; llegas a Berk y te encuentras a una Dhalia mucho más "reluciente" de lo que ya era y por eso tus ojos brillan horriblemente. —El rostro de Björn se arrugó por la confusión, mucho más al ver cómo Sigrid reía de forma burlona—. Te gusta la hija del jefe. —Antes de que el pelirrojo pudiese intentar contradecir sus suposiciones, Sigrid sacudió una mano con desdén—. Realmente no me importa lo que tengas que decir, aquí lo esencial es que no te olvides de Vrede. Ya tengo suficiente con que Dhalia luzca tan maravillada con esta isla, no me digas que tú también vas a caer en los falsos encantos de las tierras de Estoico.
Un gruñido cargado de frustración salió de la garganta de un molesto Björn.
—El problema que tenga tu familia con Estoico, no significa que todos los berkianos tengan que recibir tu resentimiento por lo ocurrido con tus padres. —Él no solía tocar aquel tema, pues era una situación delicada y aunque Björn luciera frío y sin sentimientos, seguía siendo un joven de quince años que simplemente actuaba como le fue criado en Vrede.
Sigrid abrió sus ojos, los cuales no tardaron en ponerse brillantes por las lágrimas que acumularon, y apretando los labios se dispuso a pasar detrás de él y alejarse del ruedo. El arrepentimiento golpeó al pelirrojo al ver cómo Sigrid intentaba no quebrarse frente a él, pero antes de poder tratar de arreglarlo, ella ya había desaparecido. Aunque no era como si un "lo siento" fue a salir de sus labios, pues no era bien oído de un vrediano. De pronto, las puertas del ruedo se abrieron provocando un estruendo y un sobresalto del mismo Björn, quien no se esperaba un comienzo tan repentino. El joven sacudió la cabeza para olvidar los hechos anteriores y se dispuso a observar cómo se las arreglaban para mojar la cabeza correcta de un Cremallerus Espantosus.
Sin saber que se llevaría una enorme sorpresa que le dejaría sin palabras, así como al resto de los jóvenes, cuando Hipo Abadejo demostrase su inigualable talento con los dragones y venciera al Cremallerus Espantosus sin siquiera usar un arma.
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Hipo negaba con su cabeza una y otra vez, caminando de un lado para el otro mientras le daba alguna que otra mirada a la rubia parada frente a él. La chica tenía una sonrisa divertida en su pálido rostro, pues le parecía chistosa la manera en que Hipo parecía entrar en pánico cada vez que ella debía entrar al bosque. Aquella tarde sería diferente, pues ella le había pedido a su amigo que se fuese y que ella le seguiría con la ayuda del mapa que él había dibujado, pero Hipo se rehusaba ya que según él, aquel dibujo debía utilizarlo en caso de emergencia, no cuando podían ahorrarse una tragedia y podrían ir en busca de Chimuelo juntos.
—¿Ya pensaste en lo que podría pasar?—Señaló a la rubia con una mano abierta, pasa luego pasarla por su cabello hasta dejarla en la nuca. Dhalia fingió pensar, frunciendo los labios para torcerlos hacia un lado, y luego de unos segundos asintió soltando una risilla—Podrías perderte otra vez, quizá esta vez no nos encontremos por causalidad y dime, ¿entonces cómo podría saber si te arrepentiste y regresaste a Berk, o si te pasó algo?
—Estás siendo muy paranoico, Hipo—bromeó ella para posicionarse detrás del castaño y poner ambas manos sobre sus hombro, empujando así al joven hacia el bosque. Por la acción repentina, él apretó con sus brazos la silla que había creado para el dragón, pues por poco se le cae—. Recuerda que el dibujo lo hiciste tú, no hay posibilidades de perderme siguiendo el mapa del mejor dibujante de Berk.
—Creo que por eso me preocupo—musitó inseguro, abriendo sus ojos a más no poder. Por más que intentó pegar los pies al suelo, negándose en entrar al bosque sin ella, Hipo no tuvo más remedio que avanzar por si mismo al ver que tropezaría y, la verdad era que, no tenía ganas de quedar en el suelo una vez más frente a la rubia. Al voltearse de repente, la cercanía entre ambos fue tan corta que ni siquiera la hoja de una espada podría pasar en medio de ellos, provocando que la respiración en Dhalia se dificultara y que el calor recorriera todo el cuerpo de Hipo hasta hospedarse en sus mejillas pecosas. Abadejo y Gorm dieron un paso atrás, sintiendo por igual como si millones de dragones estuviesen volando en sus estómagos, pero aun así Hipo fue el primero en actuar soltando todo el aire que había guardado en sus mejillas y señalando detrás de él por encima de su hombro, dijo: —. Nos vemos, entonces.
—Sep. —La rubia remarcó la "p", dejando los labios apretados mientras evitaba ver sus ojos verdes y fingir que los árboles eran mucho más interesantes. Hipo se quedó mirándole por unos segundos, tomando provecho de que Dhalia tenía la vista en otra parte y que no le atraparía viéndola, después de aquello asintió para sí mismo confiando en que ella sería capaz de llegar al valle por su cuenta y se giró para marcharse. Dhalia, aún nerviosa por aquel extraño acto, bajó la mirada para observar al castaño marcharse. ¿Era normal haberse sentido tan feliz y tan avergonzada al mismo tiempo?, se preguntaba, pues con Björn jamás le pasó aquello.
Cuando pasaron un par de minutos, Dhalia desdobló la vieja y amarillenta hoja, dándole vuelta varias veces al no saber cuál era el inicio del camino, pero al encontrarlo no se lo pensó dos veces y decidió adentrarse al bosque. Sin embargo, sus acciones fueron interrumpidas cuando una mano rodeó su antebrazo y la detuvo, provocando que una sobresaltada Dhalia se volteara asustada y con ambas manos empujase a quien se había atrevido a aparecer de la nada. Al bajar la mirada después de escuchar un quejido, Dhalia soltó un "¡ups!" cuando una cabellera rojiza y ojos azules entraron en su campo de visión. "Lo siento", susurró intentando no reírse mientras observaba a Björn levantarse al mismo tiempo que se sacudía la tierra de su pantalón.
—Como sea, ¿has visto a Sigrid?—cuestionó poniendo sus ojos en los de Dhalia, quien sintió confusión al darse cuenta de que no sentía la misma calidez en su corazón y un vuelco tremendo en su estómago como sucedía cada vez que charlaba con Hipo. La rubia parpadeó rápidamente cuando vio cómo el vrediano levantaba una ceja, impaciente al no obtener una respuesta, por lo que también negó con su cabeza provocando un meneo en su trenza—Bien, si la vez avísame.
—No me da la gana—dijo una Dhalia con su semblante enseriado, pero cuando el pelirrojo abrió los labios sorprendido y sus cejas se dispararon hacia arriba, ella soltó una risa dando a entender que solo era broma. Aquello era muy común en los habitantes de Vrede; todo se lo tomaban enserio, no eran usuales las bromas entre la mayoría y quien las utilizaba recibía quejas y gruñidos por la molestia que podía provocar—. ¿Por qué el interés en encontrarla, te arrebató el cinturón del pantalón de nuevo y lo escondió?
—Sería increíble que llegaras a superar eso, Gorm—gruñó el pelirrojo, alejándose de ella unos pasos para poder observar el pueblo de Berk. La chica suspiró con cierta frustración, ¿por qué debía llegar Björn justo cuando ella deseaba pasar su tarde con Hipo? En aquellos momentos ella debía estar camino al valle, no observando a Björn Lodbrok en espera de que se dignara a responder. Se había arrepentido en cuanto hizo aquella pregunta, pues sabía que tendría que quedarse con él hasta acabar las conversación o el pelirrojo se pondría furioso ante la falta de interés—. Puede ser que haya mencionado a la familia de Sigrid y a Estoico en la misma oración.
—Uh, gran error—musitó formando una mueca por el espanto al imaginar el estado de Sigrid y el tormento que se avecinaba para Björn. El problema que había sucedido con la familia Tryggve no era sencillo para Sigrid de tratar, ni mucho menos para su hermano mayor, quien podía pasar días cargado de furia ante la mención de Estoico en Vasto, pues el dolor que les causaba los recuerdos era incontrolable para los hermanos. Dhalia no tenía ningún consejo para el pelirrojo para evadir una muerte segura, pues no podía decirle "dale espacio y luego discúlpate", pues lo normal en Vrede era ignorar que había se ofendido o hecho daño a alguien y seguir con tu vida—. Bien, Björn, fue una gran conversación que espero poder repetir luego, pero tengo varias cosas que hacer, así que...
—Hey, espera. —Björn le detuvo de nuevo, pero aquella vez sin tocarla para no recibir otro empujón. Cuando Dhalia giró su cuello para verle, solo se pudo preguntar al visualizar algo inusual en sus ojos azulados, ¿es preocupación lo que veo?—. Espero que no te estés dirigiendo al bosque, Dhalia, la prohibición de entrar a un bosque no solo es el de Vrede. Estoy bastante seguro de que el jefe se refería a todos los bosques... del mundo.
Ella asintió sin poder evitar rodar los ojos, ya comenzaba a imaginarse a Hipo entrando en pánico por no verle llegar, debatiéndose entre buscarla o esperar a que ella lo hiciese por sí misma.
—No me alejaré mucho de Berk, solo planeo dar una pequeña caminata. —"Además, estaré con Hipo Abadejo, el joven del cual tengo prohibida una amistad y veré a un dragón del cual fui incapaz de matar, que por si no lo mencioné al hacer énfasis en "prohibida", el dragón es un Furia Nocturna. ¡Oh, y casi lo olvido! Espero encontrarme con el Canto Mortal que se escapó hace un par de días y también intentar observar a su huevo de cerca"—. Nada interesante, Björn.
—De igual manera te acompañaré, y no me importa si te niegas, te vas a perder si vas sola.
Sin importar cuántas veces intentó convencer al pelirrojo en que estaría bien por su cuenta, el vrediano no se alejó de ella en ningún momento, pues aseguraba que de todos modos no tenía nada que hacer en Berk más que esconderse de Sigrid. Una mueca de fastidio se había instalado en su rostro durante el camino, pues el chico no paraba de hablar por muy inusual que fuese, parloteaba sobre todo y sobre nada, inclusive se había puesto a narrar un tonto cuento que su madre le había contado sobre los gnomos. Ella caminaba a su lado, mirando de vez en cuando el dibujo de Hipo cuando él se distraía con esperanza de no estar llevándole hacia el valle, pues jamás le diría a nadie sobre el secreto que era más de Hipo que de ella.
De repente, Dhalia se detuvo en seco frunciendo el ceño. Ambos estaban en medio de una pequeña pradera, rodeada de árboles altos, rocas enormes y varias plantas leñosas, pero aunque el lugar le parecía familiar como si ya hubiese estado allí una vez, la joven recordó algo sobre Björn y creía saber el porqué de que él no se callara en ningún momento. Aunque el pelirrojo parecía nunca prestarle atención a las personas, la verdad era todo lo contrario, ya que solía prestar tanta atención que a veces encontraba cierta fascinación en las personas aunque no lo dijese en voz alta. Y a pesar de que aquello Dhalia no lo sabía, sí conocía la faceta del Björn "enamorado".
El joven era bastante enamoradizo, muy a pesar de las pocas opciones que habían en Vrede, pero siempre encontraba una chica en la cuál poner un ojo. Pero no era de aquellos que perseguían hasta fastidiar, o hacían lo imposible por impresionar, él seguía siendo él. Sin cambios radicales, sin sonrisas escurridizas o un buen humor; cuando Björn gustaba de alguien, Dhalia lo descubría porque no se callaba.
—Estás hablando demasiado, eso solo pasa cuando quieres dejar de pensar en alguien. —Björn cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás, pues si ya había sido fastidioso para él que Sigrid dijese que él gustaba de Dhalia, escuchar a la rubia tocar el mismo tema le era completamente irritante. La joven jadeó al ver que Björn no lo negaba de inmediato con una de aquellas frases amargadas que solía sacar—. Piensas tanto que necesitas hablar para distraer tu mente, ¡te gusta alguien!
—¿Ah, sí?—gruñó él, alejándose de ella para recorrer la pradera, para preguntar con sarcasmo: —¿Y crees que me atrae Sigrid?
La rubia se quedó en su lugar observando al pelirrojo caminar de un lado a otro, como si estuviese inspeccionando en busca de algo más interesante que aquella conversación, pero ella sentía que él solo quería evadir el tema por sentirse avergonzado. No era normal en un vrediano demostrar mucho sus sentimientos, mucho menos admitirlo, aunque los habitantes de Vrede sí tenían una brillante virtud; cuando encontraban a su futura pareja, cumplían su palabra de amarla para siempre.
Pero antes de poder seguir pensando en quién invadía los pensamientos del pelirrojo, la confusión llegó a ella cuando vio cómo el chico se llevaba una mano hacia el mango del martillo que colgaba de su cinturón y aminoraba el paso para caminar de manera sigilosa. Dhalia se quiso acercar, dando un par de pasos hacia él, pero Björn aún estando de espaldas a ella levantó una mano en forma de advertencia. De pronto el castaño soltó un "¿cómo es posible?", por lo que la rubia se apresuró en posicionarse al lado de él, sin poder evitar llevarse una mano hacia su boca para evitar dejar salir un jadeo y negó con su cabeza sin poder creer lo que ella había hecho.
Condujo a Björn hacia el nido del Canto Mortal, llevándose una sorpresa ella también
—Así que no era solo un huevo, ¡son tres!—exclamó señalando los grandes y coloridos huevos que permanecía frente a ella, los cuales estaban ocultos bajo un par de arbustos. Sintió cómo el costado de su rostro comenzó a quemarse de una manera extraña, por lo que supo que la mirada de Björn estaba sobre ella, pues había dicho aquello olvidando que no estaba sola.
—¿Sabías que habían huevos de dragón en el bosque?—cuestionó furioso, incrédulo ante la desconocida Dhalia que tenía enfrente, pues parecía importarle muy poco lo que le había sido inculcado en Vrede, además de que le ocultaba un detalle de tal magnitud a los habitantes de Berk, quienes lo más seguro era que ignoraban aquel hecho—¿Te das cuenta de lo que significa, Dhalia? Si hay un nido de dragones, quiere decir que hay una madre, y te apuesto a que deber estar muy cerca.
Tomando su martillo, Björn se volteó con el fin de vigilar por si la madre decidía aparecerse, pues si así lo hacía, él no dudaría en intentar espantarlo. Mientras el pelirrojo caminaba con lentitud mirando hacia todas partes, Dhalia se había quedado paralizada con su vista puesta en los tres preciosos huevos, los cuales contenían pequeños dragones que jamás verían la luz si los berkianos se enteraban de su existencia. Tres pequeñas criaturas que peligraban en aquella isla, tres pequeñas criaturas que no solo serían asesinadas incluso antes de nacer, sino que también podrían matar de dolor a su madre por la pérdida.
La rubia se asustó cuando dejó de escuchar los pasos de Björn, por lo que asustada se giró para no encontrar nada más árboles y arbustos, el joven se había ido. Sin pensarlo salió corriendo en su búsqueda, no sabía qué ocurría con ella exactamente pero no permitiría que alguien le hiciera daño a los huevos ni tampoco al Canto Mortal que solo se había quedado allí por sus criaturas. Solo si su padre se enterase de sus buenas intenciones hacia los dragones, sería capaz de echarla de la isla sin importarle que fuese su hija, pero aquel pensamiento no detuvieron sus piernas y como si se supiera el camino de memoria, siguió el sendero correcto hacia la aldea.
A lo lejos, aún dentro del bosque, visualizó la cabellera rojiza de Björn, por lo que gritando su nombre provocó que se detuviera.
—¿Qué piensas hacer?—cuestionó por muy tonta que fuese la pregunta, pues necesitaba tomar aire antes de poder intentar detenerle. ¿Cómo? No tenía ni la más mínima idea.
—Decirle a Bocón, supongo que es quien queda al mando cuando Estoico no está...
—¡No puedes!—exclamó interrumpiendo su respuesta, negando con su cabeza ante el pensamiento de los berkianos caminando hacia el bosque cargados de armas, con su espadas, hachas y martillos, dispuestos a matar al Canto Mortal y a sus inocentes bebés que no tenían la culpa de nada. Björn frunció el ceño, confundido ante el horror que escondía la mirada de la rubia—Si lo haces ellos querrán matarlos, Björn.
—Básicamente esa es la idea—respondió rodando los ojos por lo fastidioso que aquello se estaba haciendo, parecía que Dhalia había olvidado de lo que una bestia como esas eran capaces de hacer. La rubia seguía sacudiendo su cabeza, apretando su labio inferior con los dientes con tal fuerza que parecía arrepentida de algo, como si estuviese apunto de echarse a llorar ante la frustración que presentaba—. No me digas que te importa, Dhalia, porque no es correcto.
—Matarlos no es correcto—soltó ella de pronto, llevando una mano hacia su cabeza al no saber lo que estaba haciendo. Sabía que arriesgaba demasiado al sacar sus pensamientos a flote, pues era la primera vez que diría todo aquello, sin embargo, lo único que le importaba en esos momentos era salvar la vida de los dragones. Por un momento deseó que Hipo estuviese allí con ella y de esa manera no tendría que enfrentar el asunto ella sola—. Sé que si te lo explico no te convenceré, ni siquiera demostrándote lo diferente que son a como los vemos, pero de igual manera te pediré que no delates al dragón y a su familia.
—¿Estás demente?—cuestionó exaltado, dando varios pasos atrás al sentir el impacto de aquellas palabras tan sin sentido que entraban por sus oídos. La palidez había cubierto su rostro, era la primera vez que Dhalia había visto a Björn sorprendido de esa manera, abriendo la boca con intenciones de hablar pero sin poder hacerlo al sentirse en una especie de shock. Pero de pronto se paró firme y apretando la mandíbula mientras la furia bailaba en sus ojos, giró su cuerpo hacia la salida del bosque—No hay nada que puedas hacer para mantenerme callado, Berk merece saber qué bestia indeseable habita en su bosque.
—Pero no son bestias, ese es el asunto—insistió la rubia interponiéndose en su camino, no permitiría que él se fuese sin haber luchado antes. Björn se hizo a un lado para pasar de Dhalia y seguir su camino, pero ella hizo lo mismo para impedirlo—. He podido verlos de cerca, no son agresivos ni buscan matar a todo humano que se les cruce enfrente.
Cuando Björn le miró a los ojos, ella supo que había cometido un error enorme.
—¿Verlos?—repitió sin poder creerlo, para luego abrir sus ojos a más no poder—¿Estás diciendo que hay más de un dragón?—Los nervios y el pánico atacaron a la rubia, quien no veía la salida del gran problema en el que se estaba metiendo, pues sabía que Björn se encargaría de buscar a las personas correctas para hacer desaparecer a los dragones. Cuando Hipo apareció en su mente, el lío en el que se metería y en Chimuelo, Dhalia negó espantada—Claro que sí lo hay, además, estás protegiendo a alguien, porque esto jamás se te habría ocurrido a ti sola.
—No estoy protegiendo a nadie, Björn...
—Te conozco, Dhalia, siempre tuviste el mismo pensamiento en contra de los dragones como debe ser—gruñó con frustración, ¿cómo era posible que la hija de Ibernòn, el jefe de una de las islas que más repudio le tenían a los dragones, tuviese compasión de ellos? Señalándole acusó: —Tú estás protegiendo a alguien, y apuesto a que es un berkiando.
—¡Bien, escúchame!—Casi chilló al borde de las lágrimas, lanzando los brazos al aire para levantar ambas manos y detener al pelirrojo. Un nudo se formó en su garganta, no podía creer lo que estaba por decir y probablemente se arrepentiría por hacerlo, pero no le quedaba de otra. Dhalia nunca fue conocida como una joven traidora, su lealtad era enorme, pero por esa misma razón debía abrir la boca—Tú vas y le dices a los demás lo que está ocurriendo en el bosque, y yo les diré que tú mismo echaste a tu padre de Vrede.
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Bien, sé que Hipo casi no hizo aparición en este capítulo, pero quería que conocieran un poco más a Sigrid y a Björn, sorry about that xd
Este el primer capítulo que hago de 4k palabras y de hecho era más largo, pero decidí acortarlo porque hubiese sido aún más extenso.
En el próximo habrá más Hicclia, Chimuelo y el Canto Mortal y sus babés :3
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