🌊41. La lucha por el amor🌊


Marina

Me sentía furiosa y frustrada a la vez. No me quedaba más que un solo camino por seguir y ese era el que menos quería tomar. Alvira tenía todas las cartas a su favor y no me dejaba otra opción. Shin estaba bajo su control y ni siquiera la trampa con un tridente falso podría salvarlo esta vez.

—Esta es tu última oportunidad pequeña sirena. Trae el tridente ante mí, si quieres volver a verlo —repitió exigiendo el tridente inmediatamente.

—Yo... —dudé balbuceando para intentar ganar tiempo y poder pensar en otro camino.

—¿Acaso es lo que llevas en el cabello? —dedujo Layna y de un momento a otro apareció frente a mí.  

🌊🌊🌊

La fuerte tormenta se acercaba cada vez más a la costa. Los truenos empezaban a resonar en el cielo y las aguas del océano se inquietaban.

—¡Aléjate! —gritó Marina cubriéndose el cabello con una mano.

En ese momento el agua formó una barrera a su alrededor, como si intentara y protegerla. Se crearon picos de hielo que atacaron a Layna, al mismo tiempo que le hicieron perder el control de Shin por algunos segundos.

—¡Marina, cuidado! —le advierto él antes de volver a caer bajo el control de la bruja.

De un momento a otro Layna apareció detrás de Marina, para arrebatarle la peineta del cabello, pero fue en ese mismo instante, que también notó otra cosa importante en su cabello. Marina tenía una media cola atada como adorno entre sus cabellos, esta estaba sujetada por un pañuelo de una tela desgastado, que Layna reconoció de inmediato y se lo arrebató.

—¿Cómo es que tienes esto? —Layna le reclamó exigiendo una respuesta.

—Devuélvemelo —pidió ella.

—¡Habla!

—Perteneció a la persona que me salvó hace diez años —confesó —. Fue durante una tormenta, esa persona era un humano.

—Imposible —susurró Layna, dejando libre a Shin sin darse cuenta por completo de lo que hacia.

—¡Shin! —Marina se apresuró a llegar hasta él y lo abrazo de improviso.

—¿Qué crees qué estás haciendo? —le recriminó Alvira, pues Layna no la escuchaba más—. Bien, lo haré yo misma —sentenció, dispuesta a atacarlos.

Aunque su magia no era tan poderosa como la de Layna, le sería suficiente para lastimar a un humano, que no tenía el favor del océano para protegerlo. Aunque su verdadero objetivo era el tridente y no Marina, incluso desde tiempos pasados su rencor por ella solo podía crecer y hacerse más fuerte. Fue por esa razón que cuando Alvira lanzo su hechizo, lo dirigió hacia Marina quien estaba de espaldas abrazando a Shin. Apenas él pudo darse cuenta y reaccionar para dar un giro con ella a modo de protegerla. Fue él, quien recibió el ataque, quedándose inconsciente.

—Logré protegerte también en esta vida —pronunció antes de que todo aquello ocurriera.

—¡Shin! ¡Shin! —llamó ella intentado despertarlo inútilmente.

El hechizo letal que le impuso acabaría con su vida en pocos minutos, si Marina no hacia algo para impedirlo. Aquella magia era mortal y casi tan peligrosa como un letal veneno que se introducía en su interior.

—Es una lastima, incluso en esta vida tu eres más importante para él que cualquier otra cosa. Aún puedes salvarlo, solo debes darme el tridente de otro modo todo habrá acabado para ustedes, los reuniré en el más allá. Quizá se vuelvan a ver dentro de doscientos años más.

—¡Detente! —Layna impuso un hechizo en Alvira para contenerla por unos minutos, ese tiempo sería suficientes para lo que quería averiguar—. Tu estuviste con ellos, eras una de las líderes incluso ahora creaste este clima ¿Tuviste que ver con aquella tormenta de hace diez años?

Alvira quien pensó haber ganado, jamás espero que Layna se volviera contra ella con una simple suposición que resultó ser cierta, de cualquier modo no le dio mayor importancia cuando confesó la verdad.

—Mi plan original fue deshacerme de Marina antes de que se convirtiera en un problema. Cuando supe que ella, era la reencarnación de la sirena que me arrebató todo, en el pasada, era todo lo podía hacer.

—Entonces fuiste tú la culpable. Tú provocaste la tormenta, que acabó con vida de mi esposo.

—Así es, pero fue culpa de tu esposo que mi plan no funcionó. Él no pudo quedarse de brazos cruzados y se metió en medio de mis planes para salvarle la vida a esa sirena, es por eso que ahora estoy aquí y todo es más complicado —reclamó, anulando el hechizo y atacando también a Layna para mantener la alejada.

Alvira volvió a acercase a Marina. Mientras se que ella, se quitó la peineta del cabello, pero sin intención de entregársela.

—Hiciste tantas cosas malas y aún así no puedo olvidar todo lo que hiciste por mi hermana y por mí —susurró ella débilmente.

Una parte del los recuerdos que Marina guardaba de Alvira, en su vida actual, eran tan cálidos que deseo por un momento que nada de eso estuviera pasando en realidad.

—Fue una fachada, debía ser amable y agradable con ustedes, para que sus padres no sospechara nada —admitió sin inmutarse.

Marina deshizo el hechizo que había puesto en el tridente para que este tomara una forma pequeña y ante la sonrisa triunfante de Alvira, decidió destruirlo antes que dárselo para que causara más daño.

—Este artefacto jamás debió existir. Nadie debe tener el poder que esta contenido en él —alegó Marina.

Después de haber roto el tridente en pedazos convirtiéndolo en hielo, este se quebró contra la arena de la playa, desapareciendo por completo junto con su aterrador poder.

—¡No!

Alvira se desesperó, tratando de juntar las piezas rotas que se llevaban las olas del océano. Cuando un torbellino se formó, creando un remolino de agua envolvió a Alvira, ella luchó, pero sus ambiciones eran tan fuertes que no le importo ser arrastrada por la corriente, si así podía estar junto a las piezas del tridente.

Marina intento ayudarla, pero fue inútil. La silueta de Alvira desapareció del agua de un momento al otro y Dylan apareció haciendo una señal para que Marina no hablará, se acercó hasta el agua y con una mano extendida parecía guiar el balanceo de las olas. Marina pensó que quizás él había creado aquel torbellino, pero descarto la idea cuando Dylan usó sus poderes, para ayudar a su madre a levantarse y apoyarla en las olas que el creaba.

—Ella estará bien —le susurró el chico—. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de él... —señaló a Shin e hizo una pausa cuando se escucharon pasos acercándose a gran velocidad.

—¿Qué debo hacer? —le preguntó Marina, buscando una respuesta que le ayudaría para salvarle la vida.

—Lo sabrás pronto, créeme cuando digo que deseo que llegues a sonreír también en esta vida —fue lo último que pronunció antes de desaparecer junto a Layna entre una neblina que pareció ser creada por él mismo.

—¡Marina! —llamaron sus amigos.

Stella fue la primera en llegar hasta ella y revisar que no estuviera herida. Mirra se colocó al lado de Shin apenas lo vio, pues presentía que algo iba terriblemente mal. Los chico solo observaron en silencio, mientras Mirra seguía examinando el avance del veneno por el hechizo que le fue impuesto a Shin.

—¿Puedes curarlo verdad? Por favor, sálvalo —pidió Marina, con lágrimas en los ojos que ya no podía seguir conteniendo.

—Lo siento —lamento Mirra, poniendo una mano en el hombro de su amiga a modo de consolarlo—. Yo no puedo, pero tal vez tú si, Marina —repuso explicándole lo que debía hacer.

El hechizo solo se rompería si Marina usaba el diamante de luna a su máximo poder como demostró poder hacerlo anteriormente. Ninguna otra sirena podía manejar el poder de la gema, como ella lo había hecho y por esa razón era la única que podía realizar un hechizo de sanación tan fuerte, que pudiera anular el de Alvira. Por otra parte, el diamante de luna sería destruido y el hechizo consumiría su energía de tal forma que podría ser peligroso para ella misma. Las consecuencias podían ser en el mejor de los casos las que pasaron antes, cuando se desmayó y durmió durante mucho tiempo, hasta la peor, que sería volver a su forma de sirena y no poder volver a usar la magia de la luna para convertirse en humana.

—Si lo haces quizá no puedas volver a convertirte en humana, aún cuando tengas otro diamante de luna —advirtió Mirra, antes de dejarla internarlo.

—¿Qué? ¿Por qué no? —le cuestionó Stella en su lugar.

—La última vez que usó el poder del diamante al extremo, Marina adoptó su forma humana, sin embargo, eso fue un efecto secundario como una señal que indicaba que había consecuencias por el uso del poder —explicó Mirra—. Quizá no sea lo que pienso, pero es probable que esta vez se convierta en sirena y ya no pueda volver a la superficie —concluyó.

—Está bien, lo haré no me importan las consecuencias si con eso puedo salvarlo —decidió Marina, tomando el diamante de luna en su collar.

Stella la observó con resignación, sabía que no podía hacer nada, para impedirle hacer a su hermana lo que su corazón le indicaba que era lo correcto.
Marina concentró su poder en el diamante y repitió una oración de sanación que nunca antes había escuchado o estudiado y, que sin embargo, parecía funcionar. El diamante de luna brilló destellante, casi a la par del brillo especial que nadie parecía notar en el anillo de Marina. Aquel anillo que Layna le había otorgado con anterioridad y le había demostrado partes de su vida pasada. Ese objeto, no solo presenció su historia de amor en el pasado, sino también su romance en la actualidad.

Continuará...










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