🌊38. La verdadera villana🌊
En la antigüedad la búsqueda de las sirenas y tritones por el poder, los impulsó a cometer actos oscuros al igual que engañosos hacia los humanos y las criaturas del océano.
Alvira en la época actual tanto como en la antigua fue cegada por su deseo de volverse poderosa e intocable. Usó a otras sirenas como aliadas para conseguir sus objetivos, sin ser expuesta, pues su inteligente sobrepasaba a la de las masas que tenía bajo su control.
—Ya puedes dejar de fingir —repitió Marina decidida a desenmascararla.
—¿Marina, qué haces? —le cuestionó Stella tratando de impedir una confrontación.
—Recuerdo perfectamente quién eres y lo que hiciste, sino me equívoco, ahora mismo también controlas a Layna, Leo y Austin para tus propios intereses —la acusó directamente.
Stella no podía creer lo que escuchaba, para ella Alvira había sido tan cercana como una segunda madre, pues la conocían desde que tenían memoria y también había sido quién las defendió y estuvo apoyando en varias ocasiones. Simplemente era imposible para ella, comprender que era la villana que tanto buscaban.
—Deja de decir tonterías Marina y discúlpate ahora —exigió Stella, mientras la líder permaneció en silencio.
En ese momento el sonido de un aplauso provino de la líder, quien estaba sonriendo calmadamente, mientras las observaba.
—Bien hecho descubriste mi secreto, pero ¿qué sigue? —le cuestionó acercándose peligrosamente a Stella—. Aún siguen siendo unas niñas. Aunque no lo crean, hay personas que me ayudan no porque los tenga bajo un hechizo, sino porque simplemente las odian y nuestros objetivos coinciden.
—¿Usted estaba controlando a Layna? —Stella dudó en preguntar, pero todo parecía hacerse más claro conforme la líder les mostraba su verdadero rostro.
—No, te equivocas. Yo no la controle. Ella misma vino a mí por ayuda, necesitaba más poder para poder obtener su venganza —comentó y por fin todo se hizo más claro.
Alvira siempre estuvo detrás de todo lo ocurrido, tanto en el presente como el pasado y uso a personas como Layna que sentían odio, envidia y rencores hacia otros para realizar sus planes. Marina quería enfrentarse a ella directamente y decirle en su cara que el juego había terminado, pues el tridente ya estaba en su poder y sería destruido sino dejaba en libertad a todos aquellos que estaba controlando. Con ello buscaba salvar a Leo y Austin, pero también a otros más que pudieron haber caído en el juego de Alvira por su deseo de hacerse poderosos.
—Pequeña sirena, ¿piensas qué ganaste? Eres imprudente e impulsiva al igual que tus padres, tal parece que solo heredaste rasgos más fastidiosos de ellos. No significas ni la más mínima amenaza para mí—aseguró Alvira, acercándose en con disimulo hacia Stella.
—Eso lo veremos, libera a todos de una vez por todas —exigió nuevamente, pero solo logró complicarlo todo.
Alvira colocó una cadena pequeña en forma de remolino de agua, sobre el cuello de Stella para intimidar a Marina y obligarla a decirle la ubicación del tridente si quería salvar a su hermana. Stella se hallaba tan sumergida en sus pensamientos, que no tomó precaución en alejarse de la persona, que alguna vez fue como su madre.
—No estás en posición de negociar pequeña sirena —repuso Alvira, manteniendo el hechizo del torbellino para aprisionar a Stella.
Marina apretó los puños pues se sentía impotente por no poder salvar a su hermana por sí misma y al mismo tiempo se culpaba por haberla arrastrado hasta ahí, sin decirle una palabra de lo que en realidad sucedía. Sino hubiera guardado silencio, por la absurda idea de ir a razonar con la líder para que todo terminara pacíficamente, quizá nada de eso hubiera sucedido.
Fue entonces cuando Marina lo supo. Ella seguía siendo incrédula e inmadura, creyó que por ser cercanas, Alvira jamás se atrevería a lastimarlas, pero se equivocó.
—Vamos, habla ahora pequeña sirena o tu hermana será quien asuma las consecuencias —le advirtió nuevamente—. Quizá debería llamarla su majestad, ya que Stella es la reencarnación de la princesa de Joseon, ambas son tan molestas como en aquella época.
—¡Ya basta! —gritó Marina, agitando sus brazos sobre el agua y el impacto que causó fue increíble.
Picos de hielo surgieron de sus manos, el agua que tocó en aquel movimiento se congeló causando ese efecto y tuvo tal fuerza que alcanzaron a Alvira lastimado uno de sus brazos. El poder de controlar el hielo, se creía que solo les pertenecía a los tritones, por esa razón fue tan sorpresivo para Marina como para la propia Alvira, quien la vio asombrada pues su hechizo sobre Stella se desvaneció al mismo tiempo que el hielo tocó su piel.
—¡Marina! —exclamó Stella, nadando hacia ella para abrazarla.
—Admito que eso fue sorpresivo, no esperaba que herederas de tu padre el poder de convertir el agua en hielo —confesó Alvira cubriendo la herida que tenía en uno de los brazos —. Sin embargo, esto aún no ha terminado —agregó para nadar lo más rápido que pudo fuera del alcance de las demás sirenas.
Marina decidió ir tras ella, pesé a los intentos de su hermana por detenerla. Ella no reparó en esperar un minuto más por terminar lo que habían empezado.
—No quiero ver una nueva guerra en el océano —replicó Marina, para convencer a su hermana de que la dejara ir.
—¿Y qué pasa si sufres algún daño? Déjame ir contigo.
—Estaré bien, debes volver y advertir a la manada sobre ella. Protegerlos es tu deber —agregó y se dispuso a ir en busca de Alvira en la superficie.
—Ten cuidado, por favor —le pidió antes de separarse de ella
Continuará…
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