🌊35. Un demonio no llora🌊
Mirra
Salí para buscar a Stella junto a Micaela. Estuvimos hablando durante el camino, cuando ella me reveló algo que imaginaba era una broma, aunque estaría muy lejos de serlo.
—El amor puede ser complicado, Marina renunció a la manada solo por ese chico, ni pensar que este hubiera sido tu destino si Austin persistía en quedarse a tu lado. Aunque fue malo al irse sin decir nada, supongo que lo entiendo en cierta forma si expulsaran a la persona que amo de su manada no podría vivir sabiendo que su tiempo de vida se acortaría por mí culpa —comentó, despreocupadamente mientras abría otra de las bolsas de papas fritas que había comprado hace solo unos segundos.
—¿Qué? —cuestioné y ella se encogió de hombros.
—Olvida lo que dije, no sé en que estaba pensado eso nunca paso realmente —repuso y trato de convencerme de olvidar el asunto.
—Lo dijiste, él lo hizo por una razón. Las líderes jamás lo aceptarían, ¿verdad? Sabes algo sobre eso —murmuré lo que había en mis pensamientos.
—No es así, inclusive si lo fuera, él tomó una mala decisión. Jamás se abandona a la persona que amas —replicó, pero no la escuché tenía algo más importante en mente.
—Debo irme, por favor encuentra a Stella y procura que no haga nada tonto —me apresuré a advertirle y me marche.
No tenía intenciones de decirle a nadie lo que tenía pensado hacer, pero si lograba funcionar, entonces habría valido la pena. Tarde más de medio día para encontrarlo, estaba por anochecer, cuando lo vi de espaldas mirando hacia la playa, sus puños estaban cerrados y apretaba los labios con frustración. Mientras veía hundirse un trozo de papel en medio del agua.
—¡Austin! —llamé su atención.
Giró la cabeza hacia mí y fue entonces cuando no supe que hacer. En sus ojos podía ver un tono verde profundo, que iba acompañado de una sombra que nublada la visión de su alma. Él estaba bajo un hechizo poderoso y su mente estaba siendo controlada.
—Así que ahora las entregas se hacen a domicilio, serás un buen anzuelo para atrapar a tus amigas —su voz se escuchaba diferente. Todo lo que él hacia, era seguir las ordenes de la persona que lo hechizo y de ese modo fue que utilizó sus poderes contra mí.
Usó el agua del océano moviéndola a voluntad y la convirtió en filosos picos de hielo que me atacaron, pero sin llegar tan siquiera rozarme. Cerré los ojos cubriendo mi rostro con las manos, en un intento por protegerme de su ataque y me sorprendí al notar una leve brisa rozar mi rostro.
Bajé la guardia y pude verlo sujetar su brazo derecho con el izquierdo, como si estuviera tratando de controlarse así mismo. Susurró palabras en un idioma que no entendí, pero que parecían un hechizo de la cultura antigua del océano.
—¡Vete de aquí! —me ordenó tocándose la cabeza—. No podré contenerme más tiempo, vete —repitió gritando para que escuchará.
Estaba luchando con un enemigo invisible y que era muy poderoso. Probablemente sería la misma persona que engaño a Marina tiempo atrás, era eso o imaginar que estaba loco y por todo lo que había sucedido preferí creer en la primera opción. Me acerqué a él sin dudarlo y tomé su mano, pronuncié las mismas palabras que el decía para ayudarlo a fortalecer sus poderes. Me aseguré de ser su apoyo e incluso cuando un torbellino de agua nos rodeaba nunca lo solté.
El océano había creado una barrera de protección a nuestro alrededor y poco a poco sentía como mi poder se iba uniendo al suyo.
—Esto no durará mucho —advirtió, pues la barrera que habíamos creado contra el hechizo pronto se disolvería.
—Basta con unos minutos, para que escuches lo que vine a decirte —respondí interrumpiéndolo—. ¿Es cierto que te fuiste de ese modo, para que no abandonará a mi manada? ¿Es verdad que fuiste tan egoísta y egocéntrico como para no decirme nada? —le cuestioné al punto de llegar a sonar muy enojada, en realidad quería golpearlo, pero me contuve porque deseaba escuchar su respuesta.
—¿Quién te lo dijo? —preguntó como su única respuesta.
—Entonces es cierto, eres un cobarde —replique levantando una mano para darle una cachetada.
—¿Y qué se suponía que hiciera? —me reclamó tomándome de la muñeca para evitar que lo golpeara—. ¿Qué debía hacer? Tú eras demasiado imprudente y testaruda como para escucharme, ¿qué hubiera sucedido si me quedaba? ¿qué pasaría si algún día tu necesitabas volver al océano? ¿sabes lo que significa ser expulsada y no tener a nadie a tu lado? Hubieras estado sola por siempre.
—No es así —respondí intentando no llegar a llorar por sus palabras.
—¿Qué?
—No hubiera estado sola te tenía a ti, aún si era expulsada y si jamás volvía a ver nadie de mi manada estaba bien porque mi sueño era estar junto a la persona que amaba y pasar mi vida a su lado —le grité, en ese momento, empecé a sentirme patética por cada palabra que decía. Era sincera, sin embargo, mis sueños parecían tan tontos e idealistas, en ese momento que no sabía si callar o continuar hablando.
Aquel sueño era el de una niña enamorada y no el de alguien que puede amarse por completo. Antes que amarlo a él, debí pensar en mí. Porque después de todo, Austin se fue para protegerme, porque sabía que por ser tan infantil yo misma no podría tomar la decisión de protegerme.
Era distinto ahora que lo sabía, y tenía una nueva oportunidad para no cometer los mismos errores.
Hubo un silencio incómodo durante unos instantes, agaché la mirada cuando presentí que todo había terminado.
—El pasado no se puede cambiar y si lo que deseas es una disculpa no te la daré. Yo sigo creyendo que dejarte ir fue lo correcto —pronunció con un tono de voz neutro. Era igual de frío que siempre y por esa razón, no tenía miedo para revelar lo que realmente vine a decirle.
—Sí, fue lo mejor —fingí una sonrisa—. Lo quería decirte es gracias, por ti pude conocer a la persona que realmente amo y que me ama, él jamás me dejaría —mentí, realmente no existía tan persona—. Mi compromiso sea anunciará pronto y cuando suceda, ya no podré venir a la superficie. Así que creo que esta será la última vez que nos veremos, gracias por salvarme en ese entonces y también ahora. Gracias y adiós.
Comencé a sentirme decepcionada por inventar tal fantasía y que no resultara para nada. La barrera de agua desaparecía en pocos minutos y no había conseguido ni la más mínima reacción de su parte o al menos eso creía.
—Supongo debo felicitarte, sin embargo, tengo al más importante que decirte antes de la que barrera se derrumbé…
Me olvidé de mi objetivo para concentrarme en lo que me contaba. Mis sospechas se confirmaron cuando mencionó el nombre de Layna, la bruja del mar los había estado usando para conseguir información sobre el tridente. Me advirtió que si el artefacto llegaba a caer en sus manos, nadie podría derrotarla. Por último, me contó lo que había pasado en el acantilado.
—Es demasiado poderosa, ofreció hacernos invencibles a cambio de ayudarla. Todo fue una trampa por suerte, Axel logró escapar, pero Leo y yo estamos atrapados en su hechizo —confesó y pude ver cierto temor en su mirada.
—¿El hechizo es su culpa?
—Controla nuestras mentes con él, estamos conscientes, pero no tenemos control de nuestras acciones. Es horrible, somos unos títeres en sus manos, nos dio un poder inmenso, pero que no podemos usar para lo que realmente deseamos —explicó con pesar y sentí la necesidad de consolarlo de alguna manera.
Me acerqué e intenté abrazarlo. Él dio un paso atrás y yo dos adelante para que no pudiera evitarme.
—Debes irte ahora —exigió, pero decidí no escucharlo—. Tus amigas corren peligro y si tu continuas aquí, para cuando la barrera desaparezca tu también lo estarás.
—No me iré, debe haber una forma de anular este hechizo.
—De hecho si la hay, si una vida desaparece no hay forma de que la controle —su voz me dio escalofríos—. Realmente no creí que esta sería la última vez que te vería.
Sus labios se acercaron a los míos y aunque nuestro encuentro solo duro unos segundos. La sensación de temor permaneció incluso después de alejarnos.
—Este es el adiós —pronunció y no hizo más que enojarme.
—¡Eres egoísta! No me importa lo que pienses no te dejaré así —le grité—. Se valiente y por lo menos enfrenta lo que hiciste, vive de esa forma con la culpa y no pienses en desparecer eso es demasiado fácil —le advertí.
Decidí deshacer la barrera para que él volviera a estar manipulado, ya que aunque todavía no podía liberarlo del hechizo, tampoco podía permitir que se hiciera daño. Me alejé cuando tuve oportunidad, debía buscar a las demás y advertirles.
Había permanecido ajena a todo el asunto por mucho tiempo y no pensaba hacerlo ni un minuto más.
Marina estaba en peligro al igual que el resto de la manada, sean cuales sean las intenciones de Layna y su grupo jamás permitiría que consiguieran el tridente y mucho menos que dañaran al chico que una vez amé.
Continuará…
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