🌊31. Secretos revelados🌊


Marina

Terminé de hacer las compras en el supermercado. Muchos de los nombres de la comida humana que estaban en la lista que me dio Shin eran totalmente desconocidos para mí; sin embargo, logré guiarme por los letreros que había cerca de cada cosa.

Me dirigía a casa cuando un puesto ambulante me llamó la atención. En medio de la calle, una anciana cubierta por una túnica negra, que le cubría el rostro estaba sentada junto a una mesa desplegable donde habían miles de objetos brillantes, anillos, pulseras y joyas que los humanos solían usar. Me acerqué por curiosidad y noté en medio de todas esas chucherías algo que realmente me pareció hermoso.

Era un anillo con una piedra brillante azul, habían unas inscripciones y grabados con extrañas letras en los bordes que sostenían la gema los cuales ignoré, pues el anillo me deslumbró por completo.

—De seguro se veré hermoso en ti querida —habló aquella anciana invitándome a ponerme el anillo.

Dudé parecía costoso y en realidad no tenía dinero. Todo lo que me quedaba eran unas pocas monedas del dinero que me dio Shin para comprar los almuerzos.

—Pequeña niña, eres mi primera clienta. Si lo deseas puedes llevarte el anillo como un obsequio —ofreció casi como si pudiera leer mis pensamientos.

—No, gracias —respondí y dejé el anillo en la mesa.

Algo me decía que no debía ir sin pagarlo, sería una falta de respeto aún cuando ella dijera que me lo obsequiaba. Tomé las bolsas con las compras y me dispuse a seguir el camino, cuando una de estas se soltó, las frutas que traía salieron rodando de la bolsa. Dos de las mandarinas cayeron en los pies de aquella anciana que las sujeto y sonrió con amabilidad.

—No he comido nada hoy —susurró.

—Por favor quédese con ellas —me apresuré a decirle, mientras sacaba un refresco de la bolsa de compras—. También debería beber algo —le extendí una mano con el jugó que llevaba.

—Gracias, pero no puedo aceptarlo, a menos que —hizo una pausa para tomar el anillo, que antes me había interesado—. Hagamos un intercambio, el anillo por las frutas y el jugó que me ofreces. Es un trato justo, ¿no es así pequeña niña?

—Sí, muchas gracias —sonreí al tomar el anillo.

La comida sería descontada de mí parte, así que no había problema si se la cedía a alguien que la necesitaba más que yo. Al mismo tiempo estaba feliz, por haber obtenido aquel hermoso objeto.
Estaba por llegar con el anillo, todavía en mi bolsillo, y pensé que sería buena idea se lo mostraba a Shin y a las demás, así que decidí ponerme antes de llegar a casa.

Fue solo por unos instantes, pero lo pude ver claramente. Ocurrió justo en el momento cuando me puse el anillo y pude sentir que un manto negro me cubrió transportándome a un mundo desconocido del cual no sabía nada, de pronto me encontraba rodeada de agua aún con mi forma humana llevaba un largo vestido blanco que dejaba ver mis pies sobre la superficie del océano infinito. No me hundía, pues me encontraba parada sobre una fina capa de cristal que me separaba del agua. De pronto pequeñas ondas se formaron en la tranquilidad del agua y comenzaron a mostrarme imágenes una por una de escenas donde me veía a mi misma usando otra ropa, hablando diferente y viviendo en otra época.

La primera imagen que vi fue cuando salía del agua, la ropa que me otorgó el diamante de luna era diferente a la actual, caminé hasta un lugar lleno de personas y mientras observaba un baile resbalé hacia atrás, dejando que alguien me sostuviera. Su rostro era borroso, incluso cuando me esforzarse por verlo más claramente agachándome hacia el agua.
La imagen cambió y me mostró a un grupo de marineros con extrañas ropas y armados hasta los dientes con todo tipo de instrumentos. Fue ahí en donde reconocí el tridente que llevaba uno de ellos y que parecía liderar a los demás, detrás de este pude ver la silueta de una chico que corrió hacia mi yo de aquel mundo y tomó su mano para salir corriendo. Nuevamente no pude ver su rostro por completo.
La tercera escena era la de un atardecer en la superficie, nuevamente aquella persona estaba junto a mí, todavía sin dejarme ver su rostro. Ya había concluido, que se trataba del mismo chico que apareció en distintas ocasiones en aquella visión.
Por último, la escena en que todo se reveló, observé a una mujer humana convertirse en sirena robando la magia del tridente. Su sonrisa era perversa tal y como recordaba haberla visto antes. Ella era la sirena desterrada de la cual Stella me advirtió y aunque no entendía que hacia en aquella época seguí viendo lo que ocurría y lo que el agua me decía.

Estábamos en mar abierto y ahí un grupo de piratas se preparaban para atrapar a una manada de sirenas. Mi yo de aquella época batallaba por mantenerse a flote, pues aún cuando estaba en el agua tenía piernas en vez de cola y, algo me decía que eso también se debía al poder del tridente. Empezaba a tornarse aterrador hasta que alguien salto al mar, justo antes de que los piratas arrojaran las redes al agua.

Volví al presente pero sentí ahogarme, aunque no estaba en su posición y en aquella escena, finalmente había logrado ver claramente el rostro de la persona que me salvó aquella vez.
Shin llevaba otra ropa y un aspecto distinto en su rostro, pero seguía siendo él, llamó a mi nombre y en ese momento todo se desvaneció.

Regresé al tiempo actual, las bolsas con las compras estaban en el suelo y a la distancia aún podía escuchar su voz. Shin corrió hasta mí, apenas me vio. Estaba confundida, pero logré excusarme diciendo que tropecé por accidente. Observé el anillo en mi mano, decidí no darle importancia a lo que había visto 

—Mañana podremos empezar a buscar y descifrar la primera pista —comentó y solo atine a asentir con la cabeza.

No supe la razón, pero sentía una gran nostalgia al estar a su lado. Trataba de convencerme a mí misma, de que lo que había visto en aquellas escenas, no podía ser real, pero todo resultó inútil. De un momento al otro mis ojos se llenaron de lagrimas. Sujeté la playera de Shin, antes de que llegáramos a la puerta de la casa, y apoyé mi cabeza en su espada pidiéndole que no dijera nada por un minuto.

—Creo que podría haberme vuelto loca —confesé pues lo que le diría era más que descabellado—. No me preguntes cómo, pero creo que te conocí en otra vida y mis recuerdos nuestro final eran…—no me atrevía a decir nada más.

Él se volteó de pronto y sin decir nada me abrazo, en sus ojos pude ver que él también guardaba un secreto.

—Lo sé, ya lo sé —admitió—. Incluso con lo que ocurrió en el pasado no pienso separarme de ti. Si vuelves al océano te seguiré y si viajas a la Luna también estaré ahí. No importa lo que haya pasado antes, en el presente y en futuro que tendremos mantendré está promesa y jamás te dejaré sola.

—Gracias —pronuncié y correspondí el abrazo con todas las fuerzas que tenía—. Yo también quiero quedarme aquí, sin importar lo que pasé, me quedaré a tu lado —prometí.

Continuará…


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