🌊19. Esencia del mar🌊

Hace siglos las sirenas y tritones obtenían sus poderes del océano. Ellos estaban conectados a la Luna y podían reconocerse entre ellos leyendo la esencia del mar que poseía cada uno.

La habilidad de usar ese poder se fue perdiendo con el paso del tiempo y actualmente solo un grupo reducido en la manada del norte y sur del pacífico puede usarla. Entre ellos está Mirra, quién al igual que Austin, sabe reconocer la esencia del mar, incluso cuando una sirena o tritón están en su forma humana.

Mirra

Ese día lo sentí, sabía que no debía ir, pero cuando Micaela y Stella regresaron supe que no había problema con que saliera a verlo, aunque fuera solo por un momento.
Me escabullí a la superficie, puede ver su silueta desde lo alto del risco cerca a la orilla.

—Kang Austin —llamé procurando usar un tono neutro de voz.

—¿Qué haces aquí? Será mejor que regreses, antes de que se den cuenta —advirtió en el tono despreocupado que siempre llevaba.

—Vine a verte para darte una advertencia —pronuncié sin saber muy bien lo que hacia.

No sabía que sentir al tenerlo de frente nuevamente, odio, rencor y enojo, eran algunas de las opciones, pero por alguna razón no las sentía.

—Pensé que no querías verme y me evitarías a toda costa. Al menos eso fue lo que dijiste después de nuestra ruptura —alardeó haciéndome sentir patética.

—Solo aléjate de aquí, jamás permitiremos que te lleves el tridente —alegué sin darme cuenta de lo que decía.

—¿El tridente? Así que en serio está aquí. Casi me doy por vencido, pero con esto se abre una nueva posibilidad. Fue un placer hablar contigo Mía —sonrió sarcásticamente y me llamó con ese apodo que tanto odiaba.

—No, no, no. Jamás lo conseguirás —repetí tratando de golpearlo pero el detuvo mi brazo en el aire.

—No te acerques más —replicó —. No quiero hacerte daño —susurró dándome un ligero empujón hacia atrás.

—No te saldrás con la tuya —advertí por última vez.

—Realmente no me importa lo que pienses —aseguró antes de irse.

Seguía siendo el mismo arrogante, prepotente y odioso que conocía. Pero, también seguía siendo solitario y teniendo un escudo para sí mismo en que no dejaba entrar a nadie. Lo sabía muy bien, pues es la misma barrera que yo quise y creí haber derribado antes.

Austin

Fue hace mucho, no sé si realmente no recuerdo la fecha o simplemente no quiero hacerlo.
Mirra subió a la superficie, luego de obtener su diamante de luna por primera vez, nos reconocimos de inmediato. Ella tenía el mismo poder que yo para presentir la esencia del océano que poseemos los tritones y sirenas.

Nos vimos un par de veces después de eso.
Mirra era la clase de chica que estaba dispuesta a ayudar a todo el mundo. Incluso si ella misma estaba en problemas, su prioriza siempre era ayudar a otras personas.
Nuestra historia fue similar a la de todo el mundo, un cliché total. Éramos diferentes, polos opuesto que se sintieron atraídos el uno por el otro, solo que no funcionó.

Su manada seguía las viejas tradiciones y sentían rencor hacia los tritones, aunque habían algunos de ellos en su manada ninguno era un mestizo humano como yo. La única criatura que las sirenas consideraban peor que un tritón, eran los seres humanos.
Todavía recuerdo lo que las líderes de su manada dijeron aquel día.

—Si la amas de verdad, la dejaras en paz —dijo aquella sirena en su forma humana.

Habían salido del océano con un solo objetivo: Hacer que dejara a Mirra para siempre.

—Porque la amo, prometí jamás la dejaría —replique, en ese entonces seguro de mi decisión.

—Ella está dispuesta a ser expulsada de la manada por ti, ¿sabes qué lograste controlarla como una marioneta?

—¿Qué?

—Como lo oíste, ella será expulsa sino termina contigo. Ya la conoces, está muy decida a seguirte sin importar lo que le ocurra. Sabes lo poco que viven las sirenas sin manada, ¿verdad?

—¿Es una amenaza?

—Tómalo cómo quieras, es la última advertencia que te daremos —fue todo lo que dijeron antes de regresar al mar.

Al día siguiente terminé con ella y viaje a otro país junto a la banda que dirigía. Nunca estuve en un lugar más de dos meses después de eso, no quería encontrarla por casualidad y sin embargo, seguía frecuentando las costas de cada país en el que estaba.

Ella siempre se preocupaba por los demás, así que me jure a mí mismo protegerla. A veces la mejor forma de cuidar a alguien es alejarlo, pero eso no quiere decir que sea la mejor forma de hacerlo. Lo sé, pero en ese entonces no veía otra opción.

—¡Austin! —llamó Leo.

Era la primera vez me alegraba de verlos. Leo y Axel suelen ser una molestia, pero hoy su presencia me recordaba que ya no estaba solo.

🌊🌊🌊

—Únicamente él estaba ahí. Entonces ¿Por qué sentí la presencia de tres tritones? —se preguntó Mirra.

Ella había logrado percibir la presencia de los chicos y comenzaba a sospechar.

Continuará…

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