🌊12. La sirena de Joseon🌊


Marina

Tuve un sueño, en el aparecía un océano que nunca antes había visto. Había barcos que solo recordaba ver dibujados en los libros de texto, personas con vestimentas extrañas que creía conocer y entre todas ellas estaba él.
En mi sueño yo era humana y podía pasar tiempo con él, todo era perfecto pero solo fue un sueño.

—¡Marina! —escuché a Stella llamarme.

Me levanté de la cama, después de llegar de la escuela me había quedado dormida. Jamás me había sentido tan cansada, a pesar de dormir toda la noche sentía sueño constantemente y cada vez me costaba más mantenerme despierta. No podía decírselo a Stella, aunque quizá ella lo llegaría a notar tarde o temprano. El sello de luna poco a poco estaba consumiendo mi energía, no me quedaba mucho tiempo.

Salí por el balcón de la ventana y salté, ya que estaba a corta distancia del suelo, de esa forma podría ver a Stella sin que alguien espiara.

—Úsalo para saber si es o no tu alma gemela —me entregó una caracola.

—¿Estás segura de esto? —le pregunté, pues sabía muy bien lo que ella pensaba acerca del amor.

—No, pero es nuestra única opción. Si escuchas campanas cuando él está cerca no habrá dudas. Tienes que besarlo para poder volver al océano.

—¿Y luego qué? —pregunté con algo temor por la respuesta.

—No sé cuanto tiempo más podamos cubrirte, si las líderes se enteran de esto será el final. Hazlo pronto —advirtió antes de irse.

Y aunque no lo dijo era algo obvio, jamás lo volvería a ver. Era el mismo destino para todas las sirenas que cometen el error de enamorarse de un humano; sin embargo, pensé que si desde un principio las almas gemelas no deberían estar juntas, ¿por qué nacerían en seres tan diferentes? Debía haber una razón y una forma para que jamás sean separados. Si en verdad Shin es mi alma gemela me quedaré a su lado, no me importa si la manada me destierra.

Stella

Me preocupaba su imprudencia, suele ser impulsiva y aún más cuando cree hacer lo correcto. Nada bueno sale de relacionarse con humanos, yo lo sé mejor que nadie.

—¿Dónde están las hijas de Elena? —escuché la pregunta de las líderes, cuando regresé al océano, estaban interrogando a Micaela y Mirra.

—Estoy aquí —respondí y las saludé con una reverencia

—Stella, ¿dónde está tu hermana? —preguntó una de ellas.

—Hay rumores de que subió a la superficie —agregó la otra.

—Su ceremonia para la entrega del diamante de luna, se llevará acabo dentro de una semana. No puede haber desaparecido del océano así como así —reclamó la tercera de las líderes.

—¿Una semana? —salté de la impresión la fecha se había adelantado y eso era un problema.

—Así es será lo antes posible ¿Algún problema?

—No, para nada. Marina está ocupada, la envié a estudiar a las cuevas de sur para que no se distraiga en otras cosas —inventé esperando sonar convincente.

—Ya veo, entonces confiamos en que todo saldrá según lo acordado —respondieron para retirarse.

Suspiré aliviada por ahora todo iba bien. Mientras más pronto Marina pueda regresar, mejor sería para todos, no quería volver a tener que subir a la superficie nuevamente. No quería encontrarme con ese humano de nuevo.

🌊🌊🌊

—Saldré un momento —avisó Shin para tomar las llaves de la casa.

—Iré contigo. —Marina bajo a toda velocidad del segundo piso para acompañarlo.

—No es necesario, sólo iré a comprar algo de comer. Quédate aquí —ordenó, pero ella salió por la puerta sin escucharlo—. De acuerdo, vamos —accedió no muy convencido.

Marina había escondido la caracola en su bolso para poder usarla cuando estuviera cerca de Shin y descubrir si en realidad era su alma gemela. Ambos se dirigieron al supermercado de la plaza. Había tantas cosas nuevas que Marina ni siquiera había imaginado conocer, que quedó encantada a cada pasó que daban. Perfumes, carteras, peluches y más, todo tenía colores llamativos y brillantes que la fascinaban.

—¡Date prisa! —Shin se quejó varias veces para no perderla de vista.

—¡Ya voy! —respondió para ir junto a él.

Marina estaba nerviosa por el resultado de la caracola, si esta decía que él no era su alma gemela, entonces, ¿qué debería hacer? Y si en realidad era él, ¿podría quedarse a su lado sin dañar a nadie?

«Solo esperen un poco más, solo un poco más. Quiero pasar todo el tiempo que pueda a su lado». —Eso fue lo pensó Marina; pero sabía que estaba siendo egoísta. Sus amigas y su hermana estaban esforzándose por ayudarla a volver al océano. Mientras ella no era la persona que él creía y aunque la haya defendido varias veces, haciéndola sentir cómoda a su lado no podía quedarse con él.
Al final tendría que decirle la verdad o desaparecer como quieren los demás.

«Solo por esta vez, quiero creer que soy humana y dejar de lado todo lo que se supone que debo ser». —pensó ella para ir hacia él.

🌊🌊🌊

Marina corrió hacia Shin y se tomó de su brazo para caminar a su lado.
Él trato de quitársela de encima, pero no lo consiguió, para él, Marina era la joven hija de la familia Veker con quién su abuelo planeó un compromiso matrimonial y a quién debía proteger, mientras estaba bajo su cuidado en la isla Jeju; sin embargo había algo más en ella que no podía ignorar aunque todavía no sabía exactamente que era.

Lee Shin

Sabía que su rostro me era familiar, la había visto antes, estoy seguro aunque no recuerdo en donde pude verla.

Ella sigue actuando como si me conociera y fuéramos cercanos, eso me incómoda, pero no me desagrada del todo. Siento que la conozco, aunque no estoy seguro de eso. Me hace querer protegerla, aunque debería dejarla de lado, no deseo casarme por un compromiso y no quiero lastimar a nadie, así que sé que no debo dejar que se ilusioné; pero hay algo en ella que me hace querer saber más.

Fue cuando pasamos por las galerías de pintura que pude recordar algo de esa persona, un cuadro. Mi abuelo lo guarda con recelo, es un retrato de una joven de la dinastía Joseon, ha estado en nuestra familia por generaciones. Ese retrato tiene el mismo rostro que ella, no puedo equivocarme, cuando era pequeño me dejó verlo por primera vez y cuando pude arreglármelas para entrar a su oficina hace unos años tomé una fotografía de aquel cuatro. Lo tenía en el celular, tuve cuidado para que ella no lo notará, cuando se alejó para ver más de cerca las pinturas de la tienda por la que pasábamos, solo entonces, logré sacar el celular para buscar la fotografía y compararla con su rostro.

—¿Por qué te pareces tanto a ella? —pregunté para mí mismo, pero ella volteó a verme como si me hubiera escuchado.

Continuará… 

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