¿Un nuevo aliado u otro contendiente?


Viernes por la mañana Taichi se levantó de excelente humor, el mismo que había desaparecido y que sólo Kari notaba porque lo conocía muy bien, pero hoy era distinto, la sonrisa de diez mil volts que iluminaba su vida había regresado gracias a Akira.

Un suave llamado en la puerta fue respondido por un Tai aun en piyama y con el cepillo de dientes en la mano, cuando abrió la puerta y volvió a cerrarla de un empellón, Kari asustada asomó la cabeza desde su habitación. Tai tenía un rostro avergonzado.

—Es Akira —exclamó.

Kari miró el reloj, era casi una hora antes de la acordada.

Otro golpe suave se escuchó y ambos hermanos se miraron. Kari negó con la cabeza y se metió de nuevo al cuarto para cambiarse de ropa dejando a Tai en el dilema de abrir o no.

Akira contuvo una carcajada cuando la puerta volvió a abrirse, Tai aun traía pasta de dientes en los labios y claramente se veía que acababa de levantarse.

—Luces lindo —alagó Akira sin pensarlo, apenándose inmediatamente por su comentario y haciendo que Tai adquiriera un bonito color rojo en sus mejillas.

Akira miraba de un lugar a otro el pequeño pero acogedor departamento mientras esperaba a que Taichi estuviera listo, un ambiente cálido igual a Tai y a Kari, ambos hermanos le agradaban aunque se decantaba por el mayor, Tai era dulce y sincero, tierno y efusivo, un amasijo extraño que le atraía.

Tai sólo tardó diez minutos en apersonarse frente a él, con un pantalón gris a juego con la sudadera negra, lucia increíble. Akira se puso en pie extendiéndole nuevamente disculpas por haberse adelantado en la hora citada, pero su entrenador le había telefoneado temprano para solicitarle llegar un par de horas antes porque tenía que hablar con él.

Tai subió al deportivo rojo de Akira sintiendo una gran emoción, estaba por visitar un club y no solo mirarlo desde afuera, iba entrar en compañía de uno de sus jugadores favoritos.

El trayecto transcurrió con una conversación agradable, pues aparte del futbol descubrieron que tenían otras cosas en común.

Apenas arribaron Akira lo condujo a la cafetería en donde habló con la encargada para que le sirviera a Tai un desayuno apropiado en lo que él hablaba con el DT. Tai aceptó no muy complacido de quedarse solo, pero tampoco iba a comportarse como un niño de guardería aferrándose a su chamarra.

Los panques estaban deliciosos y el café con leche le calentó el cuerpo, ahora estaba a punto de hincarle el diente al siguiente platillo que también lucia exquisito.

—Pero miren lo que encontré.

Tai levantó la vista, aquella voz con tono sarcástico le irritó, y rezaba porque no estuvieran refiriéndose a él. Para su mala suerte así era. Yasuyuki Konno, mediocampista titular del equipo, lo miraba desde la puerta de la cafetería.

—A los aspirantes de hoy en día se les sube los humos muy rápido —comentó entrando a la cafetería para colocarse justo frente a la mesa que ocupaba Taichi.

Tai lo ignoró y siguió desayunando.

—Te estoy hablando novato. Este no es tu lugar —exclamó ofendido por la actitud de Tai. —Deberías estar en fila esperando turno como los demás.

Tai chasqueo los labios, al parecer ese tipo no entendía indirectas.





Akira salió bastante contento, el DT deseaba que fuera uno de los jueces en el partido de selección de los aspirantes. Así que tenía tiempo de sobra para darle un recorrido completo a Tai y de paso convencerlo de hacer la prueba, dentro de la conversación ya le había mencionado al Director Técnico que tenía a un candidato con gran potencial.

—Quizá si Tai logra impresionarlo... —y ahí quedo su línea de pensamientos felices, porque al mirar por la ventana se quedó estático. Ese que estaba en el campo era sin duda Yasuyuki el centro delantero del equipo y su oponente era... —Tai... —jadeó el nombre mientras salía corriendo a la cancha.

La tención se notaba en el ambiente, varios de sus compañeros miraban divertidos desde la banca y muchos, por no decir todos los aspirantes se encontraban pegados a la reja para observar el duelo entre el gran Yasuyuki Konno y el pequeño don nadie que osaba retarlo.

—Tai —gritó Akira apenas tenerlo a una distancia relativamente corta, pero sin atreverse entrar a la cancha porque Konno era un hombre de temperamento volátil y era mejor no hacerlo enojar.

—Con que es conocido tuyo —comentó con desprecio Yasuyuki mirando a Akira para luego devolver su atención a Tai. —Por eso te crees tanto, pero yo te bajaré lo creído niñato de porra. Es más, te doy la ventaja, patea tu primero.

Tai sonrió ladino asintiendo y Akira intentó detenerlo.

—Akira —llamó el DT desde la banca haciéndole señas para que se acercara a donde él estaba. —¿Ese niño es de quien nos hablabas? —preguntó muy entusiasmado al recibir una respuesta afirmativa.

—Déjalo que juegue, veremos que tan bueno es —agregó el entrenador.





Matt miró el asiento vacío de Tai, no era regular ver que faltara a menos que se le atravesará un problema y hasta entonces tenía la delicadeza de avisarle a él. Se dio un golpe mental para recordarse que ya no eran tan unidos ni tan amigos como antes y que obviamente Yagami no tenía porque darle explicaciones.

Hablando con Ken y Davis ahora comprendía mejor la actitud de Tai, debió de haberlo previsto o supuesto porque lo conocía, pero no logró ver aquel esfuerzo de Tai por no ser mas una carga.

—Maldición, nunca debí decir aquello —se lamentó dejándose caer sobre el pupitre, jamás pensó que aquellas palabras que salieron de sus labios de forma inconsciente le causarían tantos problemas.

Después de todo esa semana que había invitado a Tai a sus ensayos era porque deseaba mostrarle una canción nueva, estaba tan entusiasmado que jamás reparó en su actitud, ni en la forma en que hablaba tan desinhibidamente de Tai.

—¿No será que te gusta Taichi? —había preguntado Haruka con tono venenoso y Matt simplemente frunció el seño y se marchó.

Pero que tonto, debió prever que Haruka le haría una mala pasada, sin embargo, estaba tan contento de ver a Tai todos los días ahí escuchando su música que lo dejó pasar. Y luego vino Kanata con sus insistentes acercamientos y coqueteos que le hacían hervir la sangre por el simple motivo de que Tai no parecía darse cuenta, y así uno a uno se fueron acumulando los pequeños inconformismos hasta que llegó al punto álgido, aquel abrazo más que sugestivo de Kanata al que Tai simplemente sonrió.

Matt dio media vuelta apretando los puños evitando que estos se estrellaran contra la cara de cierto baterista pervertido obviando parecer un novio celoso.

—Si en ese momento lo hubiera noqueado hoy no estaría en esta situación —se lamentó Matt mirando por la ventana.

La campana para el termino de las clases ya casi sonaba y lo único que tenía en la cabeza era ir a casa de los Yagami, tragarse su orgullo y miedo para decirle a Tai la verdad, confesarle que desde hace bastante él lo estima como mucho más que solo un amigo y disculparse por lo dicho en un mero arranque de frustración y celos.

Sí, eso haría.

Por primera vez en mucho tiempo Matt se sentía ligero después de tomar aquella decisión, ahora caminaba rumbo al departamento de Tai listo para enfrentar cualquier respuesta por parte de este, porque estaba seguro que a pesar de no corresponderle el Yagami volvería a hablarle y serían tan buenos amigos como antes.

Subió los escalones de dos en dos porque el ascensor parecía tardar años y él estaba desesperado por ver aquellos ojos chocolate que tanto le fascinaban. Una vez arriba se aclaró la garganta y recorrió el poco tramo de pasillo que lo separaba de la vivienda indicada, a unos pasos se quedo aterido.

—Y me viste. ¡En su cara! —gritó Tai tan eufórico que sin pensarlo dos veces se lanzó a los brazos de Akira riendo sin parar, festejando su triunfo de hacia unas horas.

Akira estaba en el cielo, Tai tenía sus brazos alrededor de su cuello mientras hablaba, el dulce aroma a canela y chocolate le llenaba los sentidos extasiándolo, tanto así que sin darse cuenta sus manos ya se habían enrollado en aquella estrecha cintura.

Le gustaba Taichi y mucho, así que de su parte corría que aceptara la amplia invitación que el entrenador y el DT le extendieron.

—Jamás volverá a ser tan engreído. Y luego tú, que cosa, no puedo creer lo que le gritaste. Y esa sensación increíble de las voces de todos victoriando mi nombre... —continúo diciendo separándose de golpe del mayor y dando brinquitos por todo el lugar como si reviviera la escena.

—Pues si te unes al club no dudo que en poco tiempo logres jugar en primera división.

—¿En serio? —Tai lo miró con los ojos abiertos, esperando una afirmación que llegó solo con un cabeceo, pero que logró hacerlo aun más feliz de lo que ya era, así que con total jubilo volvió a abrazar a Akira.

—Solo un poco más cerca —susurró Akira con la necesidad apenas contenida antes de empujarlo juguetonamente contra la pared y levantarle la barbilla a Tai para tenerlo de frente. —Tai yo...

—Veo que no pierdes el tiempo Tai. Pero preséntamelo, ¿quién es? Te gustan los mayores ¿verdad? Claro ellos ya no son de manitas sudadas y te proporcionan otro tipo de atenciones —dijo Matt haciéndose notar.

—Matt, ¿pero qué dices él es...? —quiso aclarar Taichi empujando a Akira suavemente para hacer espació entre ellos.

—Y que con eso, mientras Taichi sonría que los demás se jodan —espetó Akira molesto con el rubio, sin duda aquel molesto muchacho tenía sus rencillas con Tai, pero a él poco o nada le importaba, mientras estuviera presente no permitiría que nada entristeciera a Taichi. —Ahora bien, si lo que te puede es que sea yo quien está con él, dilo y te juro que me hago a un lado.

Matt chasqueo la lengua y afiló la mirada, podía sentirlo, esa misma ira y odio de aquel desastroso día, y ni aun con aquel recuerdo logró contenerse.

—A mi no me molesta ni me interesa en lo más mínimo lo que haga o con quien este, es más, venía a darte las gracias Yagami por dejar de entrometerte en mi vida, al fin puedo hacer lo que quiera sin necesidad de andar de niñera, te lo juro me has hecho el hombre más feliz de la tierra.

Quería morderse la lengua, ¿de dónde había salido todo aquello? ¿Por qué lo decía si no lo sentía? ¿Por qué si le dolían tanto aquellas lágrimas que caían de sus encantadores ojos le increpaba tantas mentiras? ¿Por qué lo alejaba cuando lo único que deseaba era tenerlo a su lado?

Tai no lo soportó más, simplemente sonrió con tristeza. —De nada Yamato — respondió en un hilo de voz y entró al departamento en silencio dejando a Matt y a Akira mirándose feroces.

—Aléjate de él —amenazó el futbolista.

—Y quien eres tú para ordenármelo —arremetió furioso.

—Soy alguien que de verdad lo quiere y aprecia —refutó contento de la mueca sorprendida del rubio.

—Pues buena suerte con el cabeza hueca —contraatacó.

Si él tuviera el mismo valor de decirle al menos aquello a Tai, las cosas serían muy diferentes.

—Hey cuida tu boca, porque de quien estás hablando es de mi novio.

Y Matt sintió una fuerte presión en el pecho que bajó hacia su estómago y luego de ahí se regó por todo su ser impulsándolo a desquitar aquella frustración y dolor. Tai no podía haber, no con ese tipo, no cuando él lo amaba.





—Tai —gritó Kari desde la cocina nada más verlo entrar apresurándose a llegar a su lado. ¿Es que nadie tenía la delicadeza suficiente para tratar adecuadamente el tierno corazón de su hermano? —Dime que te hizo ese...

—No fue Akira, Matt, él...

Kari estaba que echaba lumbre, esta vez sí mataría a ese rubio, la puerta abriéndose la dejó sorprendida, Akira entró con una mano en el rostro y total preocupación dibujada en el mismo.

—Tai —llamó tan tiernamente que Kari sonrió y decidió dejar, sólo por esta vez a Tai en manos de Akira. 

Continuara... 


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