Aliados de Guerra 1/3
Yagami.
Matt llegó a toda prisa a la escuela. Ayer inútilmente intentó dormir, pero no importó cuanto lo pensara no logró dar con aquello que dejó en tal estado a su mejor amigo, así que lo más sano y lo único que lo tranquilizó lo bastante para permitirle conciliar el sueño fue:
—Hoy así tenga que rogarle sabré porque está tan herido.
Y esa era la clave, herido, Tai no estaba molesto, enojado, iracundo o incluso indignado, esos sentimientos le eran conocidos y sabía como tratar a su amigo en tales casos, pero ese dejo de increíble dolor y tristeza en los ojos de Tai era nuevo para él.
Abrió la puerta del salón sin detenerse a pensar que era bastante tarde y que las clases seguramente llevaban mucho de haber comenzado. El maestro lo miró con enojo y sin contemplaciones lo mandó al pasillo.
Una hora completa ahí parado solo mirando el techo, el valor de acorralar a Tai contra la primera pared que se topara para exigirle una explicación se había evaporado dejándolo con la inseguridad de si tendría la oportunidad de hablar siquiera con él.
El timbre sonó sacándolo de sus cavilaciones, con menos prisa entro al salón, ahí en medio de una volita de chicos y chicas Taichi hacia aspavientos con las manos mientras contaba un chiste, al terminar todos rieron a más no poder.
Matt caminó inseguro, un extraño comportamiento en él, para colocarse frente a Tai. Abrió la boca listo para soltar la primer cosa que le viniera a la mente y ahí se quedo.
Un par de ojos color caramelo refulgente en rojo ira lo dejaron mudo.
El profesor de turno entro al salón y pidió que ocuparan sus asientos y todos obedecieron. Matt se dejó caer en su pupitre detrás de su amigo, siempre había agradecido ser más alto que Tai porque de esa manera era imposible tenerlo a sus espaldas y que este al aburrirse le molestara durante las clases, ahora no creía que fuera tan bueno, al menos si estuviera delante podría voltear para mirarlo cara a cara.
Al fin sonó el descanso, Tai tomó sus cosas más rápido que un rayo y salió a todo correr sin mirarle siquiera.
—¿Me estas ignorando? —preguntó a nadie en particular, el era un hombre terco por naturaleza y una vez fija una meta no paraba hasta lograrla. —Entonces juguemos al corre que te alcanzo Yagami.
Tai entró con la respiración errática y ya en la biblioteca miró hacia atrás para verificar que Yamato no le siguiera.
—Maldición, seguramente tendré que evadirlo hasta el día de la graduación. —Se lamentó cerrando la puerta detrás de él.
—¡Entonces si pelearon!
—Izzy —gritó sorprendido.
A pesar de la gran curiosidad que sentía por saber la razón real de su estancia ahí, Izzy no dijo nada, no por ser considerado o incluso para no ser metiche, no, su innata curiosidad se vio frenada por la tristeza implícita en aquellas orbes caramelo, jamás y nunca mejor dicho, jamás vio esos ojos tan apagados, tal falta de brillo le conmovía, ahora entendía mejor a la menor de los Yagami.
Su conversación telefónica con ella la noche pasada fue:
—"Izzy, en tres días Tai tiene un examen importante, ¿te importaría ayudarlo? Creo que aún le falta repasar dos capítulos más.
—¿No se supone que Matt estaba apoyándolo después de clases? —cuestionó, porque era bien sabido que Yamato siempre estudiaba con Taichi.
—Eso ya no podrá ser, no quiero que este solo en la escuela ni que repruebe ese examen, es muy importante.
—Está bien, pero ¿Por qué estaría solo? —ese concepto aplicado a Tai le parecía del todo inverosímil.
—Izzy te prometo que te explicaré todo después, pero mañana...
—A la hora del almuerzo en la biblioteca, procura que no llegue tarde.
—Gracias Izzy.
No se arrepentía, Tai era un buen amigo y en más de una ocasión había sacado la cara por él. Recordaba cuando llegó a la secundaria un año después que Tai y Matt, para entonces ambos ya tenían una reputación bien conocida y él, él era el nerd que no salía de la sala de cómputo.
En uno de los primeros meses, una tarde después de reparar un equipo se encontró con un trió de estudiantes de grados superiores. Con o sin motivo le miraron y a arrastras lo sacaron de la escuela, Izzy no era el gran capitán del equipo de futbol que es diestro para todos los deportes y carismático con todo el alumnado, tampoco era el chico popular con una banda de rock al que todo el mundo respeta porque sus puños son más feroces que los del presidente del club de box, no, él solo era Izzy el cerebrito de primer grado.
Con los puños en alto y una sonrisa sardónica en el rostro le rodearon, Izzy simplemente apretó su laptop contra su pecho para resguardarla lo mejor posible de la paliza que le propinarían por ser mejor que ellos en los estudios.
Escuchó claramente el sonido del golpe, pero no sintió dolor, abrió lentamente los ojos y ahí estaba él, de inmediato le reconoció, era el eterno héroe que salva a todo el mundo aun acosta de su propio bienestar.
Taichi terminó con una costilla rota, el labio y la ceja partida y muchos moretones por todo el cuerpo, pero con una gran sonrisa en los labios al haber protegido con éxito a uno de sus amigos.
—No debiste entrometerte, mira como te dejaron —susurró Izzy con pesadumbre y conteniendo las lagrimas. Taichi nunca medía consecuencias y aun así le miraba alegremente.
—Y preferías que te golpearan a ti —dijo intentando parar la sangre que brotaba de su ceja y la burla bien marcada en sus bonitos y redondos ojos color caramelo que destellaban.
—Yo... Por supuesto que no deseaba eso, pero...
—Vamos Iz, al menos no se fueron limpios.
El pelirrojo levantó una ceja dudoso de lo que podía seguir a esa oración.
—Los ensucié con mi sangre. —Izzy lo miró intentar reír para inmediatamente después dibujar una mueca de dolor. No importaba la situación Tai nunca dejaba de sorprenderle con aquella fijación de no ver tristes a quien más apreciaba.
—Tai —gritó Matt nada más verlo, la angustia dibujada en su rostro solo se acentuó cuando se arrodilló a su lado intentando tocarlo sin lastimarlo. —¡Maldita sea! Te dejo solo media hora y mira como terminas, eres un estúpido, seguramente te inmiscuiste en donde no te llamaban, el calificativo de metiche te queda corto, eres un... ya no importa, dime ¿en dónde te duele? ¿Puedes caminar? Vamos a llevarte a un hospital.
Izzy simplemente se quedó mirando y apretando los puños, había sido su culpa y Matt no hacía más que insultar Tai.
—Iz —llamó Tai ya de pie. —¿puedes volver solo a casa? —preguntó mirándolo feliz de la vida, como si todo el dolor de su cuerpo no existiera
Izzy simplemente asintió, estaba seguro de que si hablaba no lograría contener las lágrimas.
—Entonces te veo mañana.
Y continuaron su camino rumbo al hospital. Matt y Tai tenían un lazo muy especial, algo que a pesar de compartir con los demás se había vuelto tan individual y personal que un tercero salía sobrando y pensó que no había forma de separarlos, de que ellos dejaran de preocuparse el uno por el otro porque incluso así solo fuera un insulto ese que lo pronunció terminaría sin dientes.
¿Entonces qué había pasado? ¿En donde quedó todo ese cariño que se baladroneaban y profesaban?
Tai intentó resolver el problema por cuarta vez, no entendía bien porque los números debían ser tan complicados. Izzy lo miró y sonrió tristemente, nadie puede ser perfecto se recordó, dio un suspiro y con mucha paciencia volvió a explicarle el desarrollo de la ecuación cuadrática.
—Creo que hoy hiciste un gran progreso. —Izzy le devolvió la hoja en donde habían estado trabajando y que ahora mostraba el dibujo de una carita feliz.
Tai abrió grande los ojos asombrado de su logro y aun más por su recompensa, para él ese dibujo era sin duda algo tierno y digno de atesorarse porque Izzy Izumi no era un joven que demostrara su aprecio, pero ahí estaba, premiándolo como a un niño de cinco años con una carita feliz. —Iz eres increíble. —Soltó antes de lanzarse a abrazar al pelirrojo. —Solo con esto creo que podría aprobar ese maldito examen.
—No es para tanto, aun te quedan las funciones lineales. —Tai perdió todo su entusiasmo y se desparramó en el asiento. —Bien, te dejaré tres ecuaciones para que las resuelvas en casa y mañana veremos el siguiente tema.
—Eres un fustigador, al rato tengo practica de futbol y...
—Y si quieres aprobar el examen aun en la cancha repasaras mentalmente lo que hoy te enseñe.
—Si papá.
—¡Tai!
—Ya.
—Por cierto. —Y hubo silencio, no sabía cómo preguntar lo siguiente. —Se supone que el sábado tienes que ir a comprar el equipo de química para la práctica de campo, ¿no?
—¡Eh! ¡Ah! Si. Voy a ir —respondió entre monosílabos nerviosos.
—Pero no tenías que ir con...
—No te preocupes, ya encontraré quien me acompañe. —Izzy bajó la mirada, su presentimiento era correcto pensaba ir solo. Estaba mal, sabía que estaba mal inmiscuirse en problemas ajenos, pero...
—Oye Tai. —El nombrado sólo dejó salir un gemido en forma de respuesta. —¿Te gustaría que Mimi te acompañara? Ella es excelente en compras y... bueno se va hasta la otra semana y...
—¿Crees que quiera? Digo, no vamos a comprar ropa y...
—Estoy seguro de que a ella le encantará la idea. Es más yo le aviso, tu solo estate listo temprano.
Izzy salió corriendo con mucho entusiasmo.
—Sí —respondió Tai al aire porque para entonces estaba solo.
A que se debía la actitud de Izzy nunca lo supo, era extraño verlo tan entusiasmado, pero que mas daba, si su amigo era feliz él también lo era, porque un amigo de verdad comparte tu alegría.
—Yama —susurró sin proponérselo, lo extrañaba mucho, demasiado.
Una lágrima rodó por su mejilla.
Continuara....
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