Capítulo 8: La Finca Rengoku

Meses restantes para terminar el entrenamiento: 2.

Desperté con los tenues rayos de sol filtrándose por mi ventana y recibiéndome cálidamente para el comienzo de un nuevo día. Me quedé sentada en el futón y estiré los brazos mientras bostezaba con pereza.

-Al fin es domingo. -Suspiré. Los domingos eran mis únicos días de descanso, tanto de entrenamiento como de misiones.

En cuanto mis pies tocaron el frío tatami un recuerdo llegó a mi mente.

-¡Es verdad! -exclamé, de súbito-. ¡Hoy voy a ver a Ash! ¡Siuuuu!

Salí del futón de un salto y me apresuré a prepararme para ir a la Finca Rengoku. Ese día no sólo me encontraría con mi hermano después de tanto tiempo, sino que también conocería al Pilar de la Flama, Rengoku Kyōjurō.

¡Qué bendición!

Una vez duchada y vestida con mi uniforme de cazadora bajé enérgicamente al comedor, donde por lo visto Tomioka no se había molestado en esperarme.

-¡Buenos días, Tomioka-san! -saludé y agarré un plato de ramen muy sonriente.

Tomioka me miró inexpresivo.

-¿Y esa alegría? -preguntó desinteresado, y volvió a enfocar la vista en su desayuno.

-¿No te lo dije el otro día? -contesté haciendo un puchero, para luego volver a sonreír-. ¡Hoy iré a ver a mi hermano! ¡Y de paso conoceré a Rengoku!

Tomioka se atragantó con el ramen al escuchar lo que le dije.

-¿Rengoku Kyōjurō, el Pilar de la Flama? -preguntó, mirando al suelo.

-Sip, el mismo -respondí, agarrando los palillos para empezar a degustar mi desayuno.

Tomioka dejó de comer para mirarme fijamente.

-¿Puedo... ir contigo?

A pesar de lo inesperado de la pregunta, me enternecí por la forma en que la hacía. Era poco común ver a Giyuu tan tímido, y más con las mejillas teñidas de un rosado casi invisible. Se veía hermoso las pocas veces en que ponía esa cara.

Bueno, es Tomioka Giyuu. Se ve hermoso haciendo prácticamente nada.

No pude evitar soltar una risita ante ese pensamiento.

-¿Qué te causa tanta gracia? -preguntó con molestia.

-Nada -respondí sonriente, para luego mostrar confusión-. ¿Pero por qué quieres venir?

Tomioka se quedó en silencio.

-Yo... no tengo nada que hacer el día de hoy.

Hasta el más tonto de los tontos se habría dado cuenta de que mentía, pero como en ese entonces yo tenía mis problemas, pensé que de verdad estaba aburrido y no tenía nada que hacer.

-¡Ah! Está bien, entonces -contesté, y Giyuu suspiró aliviado al ver que de verdad me había convencido.

Después de desayunar, partimos hacia la Finca Rengoku. El viaje nos tomó tan sólo dos horas, pero si no hubiéramos corrido a la velocidad sobrenatural de un pilar promedio, habríamos llegado pasado medio día.

-No puedo creer que de verdad estoy aquí -susurré para mí misma al admirar la entrada de la finca del Pilar de la Flama.

Es justo como la mostraron en la segunda temporada del anime...

Entramos al patio delantero, y al hacerlo nos encontramos con Senjurō barriendo.

¡AWWW, MI COSITA HERMOSA...! ¡MALDITO SHINJURO, ME LAS VAS A PAGAR, A MI NIÑO NO ME LO PONES A BARRER!

Fangirleé bipolarmente en mi interior.

-¡Buenos días! -saludé, acercándome a Senjurō con una sonrisa. Giyuu se mantuvo a mi lado en silencio-. ¿Senjurō-kun, verdad?

-E-Eh... Sí, soy yo -respondió, con un pequeño sonrojo en sus mejillas.

-Mi nombre es Hoshino _____ -me presenté-, y él es Tomioka Giyuu, el Pilar del Agua. Me acompaña a visitar a mi hermano Ash, pero también me encantaría poder hablar contigo y con tu hermano Kyōjurō, si no es molestia, claro -añadí, sonriendo con suavidad.

Senjurō abrió los ojos con sorpresa.

-¿Usted es la hermana de Ash-san? -preguntó sorprendido.

-Sip -respondí, aprobando su respuesta con un gesto de mano.

-¡Genial! ¡Ash-san nos habló mucho de usted! ¡Es increíble! -dijo Senjurō, emocionado.

-¿De verdad? -Sonreí enternecida-. Me alegra oír eso, pequeño Senjurō. ¿Sabes dónde está mi hermanito?

-¡Sí! Está entrenando con mi hermano en el patio de atrás. Es justo aquí, síganme.

-¡Gracias! -contesté, y miré a Tomioka con una sonrisa para que viniera con nosotros.

En cuanto llegamos, encontré a Ash peleando contra Rengoku en un duelo de espadas de madera. Pero una vez Rengoku me hubo visto, se apresuró a detener el entrenamiento.

-¡Hoshino-san, Tomioka-san! ¡Me alegra que hayan venido! -saludó enérgicamente mientras nos sonreía.

-¿Eh? -Ash se volteó confundido, pero en cuanto me vio no dudó en correr a abrazarme-. ¡Hermanita! ¡Viniste!

-¡Siiii! -respondí, correspondiendo el abrazo con fuerza. Nos separamos en unos segundos-. ¡Es increíble que hayas estado entrenando con Rengoku!

-¡¿Sí, verdad?! -Ash sonrió emocionado-. He progresado muchísimo gracias a él.

Su mirada se desvió a mi acompañante, quien nos contemplaba con una pequeña sonrisa. Últimamente Tomioka estaba siendo un poco más expresivo, y eso me hacía muy feliz.

Ash caminó hacia él mientras sonreía.

-Hola, ¿Tomioka Giyuu, verdad? -preguntó. Eran de la misma altura, prácticamente.

-Sí -contestó Giyuu, con su característica calma.

-Le agradezco por cuidar de mi hermana y entrenarla. Aunque no lo diga, ella lo aprecia mucho y no se cansa nunca de hablar de usted cuando me escribe -dijo Ash, haciendo una reverencia.

Si las miradas mataran, Ash ya estaría muerto. Pero entonces, cuando quise pedirle a Ash que se callara, mis ojos se posaron en Tomioka y se abrieron de más al ver su rostro.

Se había sonrojado.

Le contestó algo a mi hermano -cosa que, lamentablemente, no alcancé a escuchar- y este asintió con una sonrisa satisfecha.

Intenté calmarme un poco, y aún con la imagen de Giyuu sonrojado en la cabeza, me acerqué a Rengoku. Su presencia irradiaba una calidez que me hacía desear ser cercana a él de cualquier forma.

Pero esa calidez no llegaba a superar la hermosa frialdad de Giyuu.

-Rengoku-san, como creo que ya sabe, lo conozco mucho antes de que supiera de mi existencia -dije, mirándolo con timidez-. Y usted siempre ha sido una figura digna de admirar para mí. No sabe lo agradecida que estoy con usted por cuidar de mi hermano, sé que está en muy buenas manos y espero que pueda fortalecerse mucho más bajo sus enseñanzas. Gracias -finalicé, haciendo una reverencia. Pero algo me detuvo, y fue el toque delicado de Rengoku en mi hombro.

-Me alegra saber que soy admirable para ti, Hoshino-san. -Fue lo que dijo, y alcé la mirada para encontrarme con los ojos vivaces del rubio-. Ash-san ha hablado muy bien de ti, y ya que estás entrenando para ser un pilar, ¡espero que nos llevemos bien como compañeros!

Mis mejillas ardieron levemente; seguramente me ruboricé. Los viejos sentimientos que se habían apagado con el paso del tiempo amenazaban con despertar... pero la voz de Giyuu me hizo regresar a donde estaba.

-Yo me encargaré de que _____ se convierta en el pilar que aspira a ser -dijo, colocándose frente a Rengoku con seriedad-. Estoy seguro de que ella logrará superarnos con creces a nosotros dos.

Rengoku lo miró un poco sorprendido. Le impresionaba que Tomioka tuviera de la nada un aura tan determinada y, al mismo tiempo, tan intimidante. Apartó la mano de mi hombro -permitiendo que me irguiera de nuevo- y sonrió enérgicamente.

-¡Sí! ¡Lo mismo digo! -contestó-. ¡Ash también logrará superarnos! ¡Pero tienen un largo camino por recorrer, jaja!

-¡Sí, me esforzaré! -Ash sonrió.

-Yo también -coincidí, mirando a Giyuu con una sonrisa cálida que, para mi sorpresa, me devolvió.

-Así que te va bien con Tomioka, ¿eh?

Caminaba despacio junto a Ash por el patio.

-S-Supongo que sí. -Desvié la mirada-. Me siento muy feliz siendo una simple aprendiz, a pesar de que nunca me verá con otros ojos que con los de un maestro.

-¿Qué te hace pensar eso? -preguntó Ash, un poco sorprendido con mi respuesta.

-Pues, es Tomioka ¿no? -Emití una risa amarga-. No se va a fijar en mí ni en otra vida. Pero... -Alcé la mirada al cielo-... al menos conseguí apaciguar un poco esa tormenta que lo azota por dentro desde hace años. Eso es lo único que me consuela. Saber que pude hacer un cambio en él, por mínimo e insignificante que sea..., me hace feliz.

-_____...

-Sé que suena estúpido tratándose de un personaje de anime, pero...

-No, no lo es. -Interrumpió Ash, colocando su mano en mi hombro mientras me miraba con seriedad-. _____, desde que llegamos a este lugar comenzamos a ser parte de él. Este mundo, con todo lo que hay en él, es nuestro hogar. Todo ha cobrado vida, y es nuestra misión dirigir el destino de aquellos que nos importan hacia un buen futuro. El Tomioka que vi hoy no se parece en nada al que mostraban al inicio del anime, y eso lo supe de solo verlo. Creo... que este es el primer cambio que has hecho en la historia de Kimetsu No Yaiba.

-¿Cambio? -Me aventuré a preguntar, confundida.

-... -Ash se me quedó mirando, como si dudase de lo que estaba por decir, pero pronto sonrió y negó con la cabeza-. Es algo que debes descubrir por ti misma, hermanita.

Iba a decirle algo, pero la voz enérgica de Rengoku nos llamó la atención.

-¡Ash-san! -Llamó a mi interlocutor, acercándose a él con su típica sonrisa-. ¡Senjurō me pidió buscarte porque necesita tu ayuda con algo!

-Claro, enseguida voy -contestó Ash, yéndose de inmediato a buscar al menor de los Rengoku.

En cuanto Ash nos dejó solos, Kyōjurō y yo nos quedamos mirando en silencio por un tiempo. En persona se veía mucho más guapo que a través de la pantalla de mi laptop. El cabello rubio con puntas rojas le caía por los hombros, y sus radiantes ojos dorados parecían capaces de leerte el pensamiento con una sola mirada. Sus rasgos faciales eran perfectos a mis ojos, y su traje de cazador le quedaba muy bien. Y su sonrisa... era demasiado sexy.

Tranquilo Ned, piensa en la biblia.

Pero pronto sentí mi corazón acelerarse cuando Rengoku colocó su mano en mi mejilla y retiró de ella delicadamente un pequeño pétalo de glicina.

-Tal parece que la próxima Pilar de la Glicina siempre está rodeada de glicinas. -Sonrió, y no pude evitar perderme en sus hipnotizantes ojos dorados.

Inconscientemente fui acercando mi rostro al de él. No entendía por qué, pero una parte de mí me pedía a gritos que lo besara ahí mismo.

Kyōjurō abrió los ojos sorprendido, pero no se alejó, sino que también comenzó a acortar la distancia entre nuestros rostros. Nuestras respiraciones se iban mezclando con cada milímetro que dejaba de existir entre nosotros. Entreabrí los labios como en un trance, perdida en sus ojos.

Cerca... Muy cerca...

De pronto la imagen de Giyuu llegó a mi mente. ¿Qué pensaría de esto? ¿Le molestaría, aunque sea un poco? ¿O le daría igual?

A unos casi inexistentes milímetros de tocar sus labios decidí apartar mi rostro, y fingí interesarme en una mariposa que pasaba por ahí. Rengoku me miró con desconcierto, sin entender qué había estado por hacer, y se alejó un poco de mí.

¿Qué demonios estuve a punto de hacer?

-Yo... Adiós, Rengoku-san, Tomioka debe estar esperándome para irnos a entrenar -dije rápidamente y me volteé para irme, pero Rengoku tomó mi mano impidiendo que me fuera.

-¿Nos... volveremos a ver, verdad? -preguntó, mirándome con un deje de anhelo.

Aquel gesto me sacó una leve sonrisa, y también consiguió calmar el extraño deseo que había sentido hacía tan solo unos instantes.

-Claro -contesté.

______ caminó de espaldas mientras ampliaba su sonrisa, transformándola en la más hermosa que hubiera visto el Pilar de la Flama en toda su vida.

A la salida de la Finca Rengoku vi a Tomioka recostado en un muro, tan frío y serio como de costumbre.

-Te demoraste bastante -dijo, sin molestarse en voltearme a ver.

-El que quiso acompañarme desde un principio eres tú, ¿recuerdas? -Me defendí mientras caminaba delante suyo, pasándolo de largo.

Pero Tomioka tomó mi mano.

-¿Estás... enojada conmigo? -preguntó por lo bajo, pronunciando cada palabra con lentitud.

Me detuve ahí. ¿Enojada? No podía estar enojada con Tomioka, no podía haber ningún motivo por el cual...

-Tomioka, ¿qué soy para ti?

Tomioka abrió los ojos de par en par.

-_____... -murmuró con duda. No me atrevía a voltear la cara y mirarlo a los ojos-. Es mi deber adiestrarte para que te conviertas en pilar.

-¿Y ya? -pregunté, con la voz apagada y las lágrimas amenazando con salir-. ¿Solo soy eso, una aprendiz? Alguien... ¿Alguien que no es importante en tu vida?

Estoy siendo egoísta, lo sé. Al fin y al cabo, siempre he sido una niña egoísta que espera recibir a cambio más de lo que pueden darle. ¿Cómo... cómo iba a esperar que alguien tan frío y solitario como Giyuu pudiese ver en mí lo que yo misma no he podido ver?

Pero, de pronto, sentí unos brazos fuertes y cálidos rodear mis hombros y atraerme hacia el cuerpo de su dueño con delicadeza.

-Déjame terminar, Hoshino. -Un escalofrío recorrió mi espalda al sentir el aliento de Giyuu en mi oído-. Es mi deber adiestrarte para que te conviertas en un pilar, por lo que después de eso lo más razonable sería dejarte por tu cuenta y tomar caminos separados...

Ya lo sabía.

-... pero creo que es tu culpa que me haya convertido en alguien tan egoísta... por no querer dejarte ir.

-¿Qué? -murmuré con un hilo de voz, mientras una lágrima solitaria era limpiada por el dedo de Giyuu antes de caer por mi rostro.

-No sé qué me está pasando -continuó, colocando su mentón en mi cabeza con suavidad-, no sé por qué me siento tan bien cuando estoy contigo. Eres la única que ha estado para mí en tanto tiempo, la única que me ha escuchado sin juzgarme, la única que me ha aceptado como soy, la única que me ha hecho sentir felicidad con solo estar y ya. Perdóname, ______. Sé que he sido injusto contigo. Sé que he sido frío y cortante, y sé que te he dado razones para pensar que eres irrelevante en mi vida. De verdad no sabes lo que daría por ser capaz de reír junto a ti y ser el único causante de tus sonrisas. Perdóname, ¿sí? Eres mucho más importante que una aprendiz. Eres mi amiga... y más que eso. No quiero que tomemos caminos separados después de que te hagas pilar.

-Giyuu... -Volteé a verlo con una sonrisa mientras me separaba del abrazo. Me puse de puntillas, me acerqué a su rostro y deposité un beso en su mejilla-. No hay nada que perdonar. Eres frío y cortante, y eso es lo que te hace increíble; ser tú mismo. No tienes que cambiar, pero si algún día deseas hacerlo, seguiré aquí, a tu lado, como siempre. Quiero protegerte... y quiero mostrarte que el mundo no es tan malo como parece. No me iré de tu lado, ¿de acuerdo?

Giyuu abrió los ojos sorprendido y sus mejillas se tiñeron de un rosado más notorio que el de otras veces. Pero me regaló una sonrisa, la más preciosa que he visto en toda mi vida; se acercó a mí y besó mi frente con cuidado.

-Entonces tenemos un trato -concluyó, separándose y mirándome a los ojos con la misma sonrisa.

Y con ese cierre regresamos a casa. Pero esta vez no corrimos, sino que nos tomamos nuestro tiempo para conversar tranquilamente por el camino y disfrutar el uno de la compañía del otro.

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