Capítulo 22: La reunión de los pilares
La reunión comenzó una vez que Oyakata-sama volvió con nosotros. Nos sentamos los doce pilares en cuatro grupos de tres: Mitsuri y Tokito al frente junto a Iguro; Sanemi, Uzui y Himejima se habían sentado juntos; Shinobu, Ash y Kyōjurō detrás de los antes mencionados para, al final de la habitación, quedar Sanae, Giyuu y yo en medio de ambos.
Desde un inicio tenía la sensación de que no sería pasada por alto en esta reunión la misión del Tren Infinito, en especial mi nueva «habilidad curativa». Entonces supe que aquella corazonada era cierta cuando Oyakata-sama pronunció estas palabras:
—Hace poco más de una semana, Kyōjurō, Ash y _____ se enfrentaron junto a otros tres cazadores a la Luna Inferior Uno, que fue derrotada exitosamente, y a la Luna Superior Tres. —Los demás pilares miraron con asombro al patrón. No habían sido notificados de esto, pero aun así esperaban escuchar que este último demonio también había sido derrotado—: Esta escapó antes de que saliera el Sol.
La sala quedó en silencio. Ahora los tres mencionados éramos tanto el centro de atención, como el de las críticas. Entonces el patrón volvió a hablar:
—Mis niños —Se dirigía a nosotros—, ¿alguno de ustedes podría explicarnos lo que ocurrió esa noche?
Las palabras no me salían de la boca. ¿Qué me impedía hablar? ¿El no ser capaz de explicar lo que había pasado allí afuera? Sentí los dedos fríos de mi novio entrelazarse con los míos, su mirada me inspeccionaba con disimulada preocupación.
¿Habrá notado que no soy capaz de hablar bajo tantas miradas?
—¡Diría que la misión fue un rotundo éxito, Oyakata-sama! —La voz vigorosa de Kyōjurō llenó la sala. Lo miré con los ojos abiertos y, quizá, brillosos—. ¡Logramos salvar a todos los pasajeros de ese tren! La Luna Inferior Uno fue complicada de eliminar, ¡pero el joven Kamado, con la ayuda de Ash y los otros dos cazadores, consiguió encontrar su cuello y cortarlo!
—Perdone la intromisión, Oyakata-sama —pidió Sanemi, para luego mirarnos con el ceño fruncido—, pero ¿por qué dejaron con vida a la Luna Superior Tres? ¿Fue tan difícil acercarse a ella para cortar su cuello?
Otro silencio más, otra presión en mi pecho. ¿Estarían esperando que hablase yo? No obstante, Ash contestó con una sonrisa:
—No, de hecho, _____ estuvo a punto de matarla.
Todas las miradas se centraron por completo en mí.
Cómo odio ser el centro de atención.
—Linda, ¿te encuentras bien? —murmuró Sanae, preocupada por mí.
Sentí un ligero apretón de manos por parte de Giyuu, que también había notado mi silencio. Asentí y, vacilando, dije lo primero que se me vino a la mente:
—A mi hermano casi lo matan —confesé, y oí unos pequeños ruidos de asombro de parte de algunos—. Me... me asusté. Creí que todo saldría mal, no lo habíamos planeado así. Si no hubiera sido por Kyōjurō, habría cometido el gravísimo error de matar a ese demonio.
—¿Por qué habría sido un error? —preguntó Iguro con molestia en su voz—. ¿Acaso era otro «demonio bueno»?
—No... No, por supuesto que no. —Me apresuré a aclarar, para pronto clavar la mirada en mi regazo. Giyuu colocó su mano en mi hombro, a lo que lo miré. Él solo me sonrió un poco, logrando brindarme la calma que me faltaba para hablar. Me erguí en mi posición y continué—: Todos los presentes en esta sala conocen el origen mío y de mi hermano. Venimos de otro mundo, conocemos la historia del suyo y todos los acontecimientos pasados y futuros de relevancia. El Tren Infinito, como se le conoce en mi tierra al lugar de la misión que cumplí con Kyōjuro y Ash, estaba destinada al éxito como también lo estaba al fracaso. Kyōjurō iba a morir. —De nuevo se escucharon esos sonidos de asombro, y con razón. Miré a Kyōjurō y, al encontrar conmoción en sus ojos avivados, le sonreí.
»Pero no fue así, y me alegro muchísimo. El plan del que les hablé fue fraguado desde mucho antes por mi hermano y yo, para luego ser ejecutado con la ayuda del Pilar de la Flama. Y sí, antes de que lo cuestione alguien, tuvimos la aprobación del patrón. Me encargué de mandarle una carta en los días que estuve en el tren, explicándole todo el plan, y él poco después mandó su cuervo en respuesta confirmativa. El plan era proteger a Kyōjurō de morir a manos de Akaza (la luna superior) hasta que saliera el sol; pero bajo ningún concepto podíamos matar al demonio, porque sería un cambio muy drástico en la historia. Akaza estaba destinado a salir con vida de esa batalla para después ser derrotado en otra muchísimo más importante. —La sorpresa en mis compañeros se hacía mayor con cada una de mis palabras. Entonces volví a clavar los ojos en mi regazo y, cabizbaja, me sinceré una vez más:
»No se imaginan lo horrible que me siento por haber tenido la oportunidad de salvar la vida de tantas personas al acabar con Akaza, y no haberla tomado. Pero no tenía otra opción. —Mis ojos se humedecieron. Me sentía impotente; como en aquel callejón donde no pude proteger a Ash de la muerte; como en aquel paisaje nocturno donde mi pobre hermano había perdido el brazo—. Si... Si Akaza moría allí, ¿quién sabe qué otro demonio podía reemplazarlo? No conocería sus técnicas, no sabría cómo derrotarlo. Por eso les ruego... que me perdonen. Asumo toda la culpa.
La sala calló conmigo. Hice una reverencia, apretando con las manos el borde del haori de Giyuu que seguía cubriendo mi piel; dispuesta a aceptar las duras palabras que estaban por venir de Sanemi o de Iguro.
Pero de ellos dos no salió ni un sonido. En cambio, fue otra persona la que rompió el silencio:
—¡Yo no acepto tus disculpas, ____! —La voz trémula pero determinada de la Pilar del Amor resonó en la sala. Alcé la cabeza con incredulidad para encontrarme con aquellos ojos verdes que me contemplaban con firmeza—. No sé lo que piensen los demás de esto, pero yo... —Cerró los ojos con fuerza—... ¡Creo que hiciste lo correcto! Que te preocupes por las vidas que se van a perder por dejar con vida a esa Luna Superior ¡solo demuestra lo gentil y valiente que eres! —Volvió a abrir los ojos—. Hoshino-san y tú tienen una carga tan grande... ¡Es... Es un honor que se preocupen a tal grado por nuestro futuro! ¡Muchas gracias! —Hizo una reverencia, con sus mejillas muy rojas.
—Mitsuri... —Las lágrimas ya surcaban mis mejillas de sólo oír esas palabras tan dulces.
De seguro te costó muchísimo hablar así en frente de todos, ¿verdad, Mitsuri? Pero tus palabras cavaron muy profundo en mi corazón. Gracias.
—El honor es nuestro, Kanroji-san —contestó mi hermano con una sonrisa—. El simple hecho de poder convivir con todos ustedes lo vale todo para nosotros, los hemos admirado desde muy pequeños.
Asentí débilmente mientras limpiaba una lágrima de las que, traicioneras, se deslizaban por mis mejillas. El ambiente se había vuelto extrañamente acogedor, como si todos, desde el patrón hasta Sanemi, estuvieran de acuerdo con las palabras de Mitsuri. Ese breve silencio fue la calma que buscaba fervientemente mi pobre corazón, remordido de culpa.
Pero había algo más que debía sacar de ahí.
—Hay algo más que debo contarles —dije, recobrando la compostura—. Hubo un momento en la batalla contra Akaza, donde perdí el juicio porque mi hermano perdió un brazo.
—¿Un brazo? —preguntó Tokito, intrigado—. ¿Cómo es eso posible? Él tiene sus dos brazos intactos.
Sonreí un poco al ver que Tokito se integraba a la conversación.
—A eso voy ahora, Tokito-san —contesté—, después de volver a la normalidad me pasó algo muy raro. Sentí calma de la nada y un calor por todo mi cuerpo, sobre todo en mi mejilla. Mi cabello poco a poco se volvió blanco, no sé qué más haya cambiado.
—Tus ojos —señaló Ash—, se volvieron claros y azules, pero las estrellas se quedaron. También te salió un dibujo de una flor de glicina en la mejilla.
—¿De verdad? —Me asombré, no tenía idea de que eso había pasado. Ash y Kyōjurō asintieron—: Ah... Bueno, aparte de eso, me vino a la mente el nombre de una respiración. Tenía que ver con las glicinas, pues se llamaba la «Respiración de la Glicina Blanca», pero era diferente. De la nada empecé a curar las heridas de todos los presentes, menos las del demonio.
—¡¿Qué?! —exclamó la mayoría.
Suspiré.
—Exacto, qué —coincidí—, ni yo misma lo sé. Pero salimos todos ilesos de allí. Ash, Kyōjuro, Tanjiro, Inosuke y Zenitsu fueron testigos de ello, pero ya acordé con Shinobu investigar más a fondo.
La mencionada asintió.
—Sí, recuerda venir la semana que viene a mi finca —me dijo—. Te haré un examen de sangre y veré cómo puedo ayudarte a volver a hacer esa respiración.
—Lo agradezco mucho, Shinobu. —Sonreí más animada, pero pronto vi amainado ese ánimo—. Aunque... el día de mi cumpleaños intenté curar una herida que tenía el patrón en el dedo, pero no lo logré.
Entonces Sanae colocó su mano en mi hombro y me sonrió reconfortante.
—Hey, tranquila —me dijo—, si lograste hacerlo una vez, seguro podrás hacerlo más veces. Confío en ti.
Aquello me hizo sentir mucho mejor, a lo que le sonreí.
—¡Ah! —intervino Uzui—. Si de verdad puedes sanar usando una respiración y cambiar de color de cabello y ojos mientras lo haces, ¡ESO SERÁ MUY EXTRAVAGANTE DE VER!
Solté una risita ante aquellas palabras.
—Espero poder volver a hacerlo, Tengen-san. ¡Me esforzaré!
...
—Tu vestido está genial, ¿es de seda? ¿Nombre del sastre? ¿Estado civil?
—¡Pero qué cosas dices, sensei! —Reía como loca con las preguntas de Sanae.
La reunión había acabado y me había quedado afuera conversando con la susodicha, y con Ash. Shinobu hablaba «amigablemente» con Giyuu —mentira, le andaba haciendo bullying— mientras mi hermano y yo nos poníamos al día con la rubia.
—Qué malos son, nunca me visitan. —Se quejó-
—. Y yo que con tanto amor los entrené.
Ash alzó una ceja:
—No sabía que era un gesto romántico hacernos recorrer cien millas arriba y abajo hasta el cansancio.
Sanae se cruzó de brazos y desvió la mirada con fingido desdén.
—No me refería a eso... —farfulló.
—Hablando de amor —intervine, mirando a lo lejos a Giyuu con su paciencia hasta el límite por las burlas de Shinobu—. ¿Ya te he dicho que tengo novio?
—¡¿QUE TIENES QUÉ COSA?! —Tal vez hoy sea mi último día en este mundo.
—P-Por lo visto, no te lo dije. —Sonreí nerviosa.
—Y yo tengo novia. —Ash hizo pose de victoria, pero Sanae era un demonio en estos momentos.
—¡¿PODRÍA SABER POR QUÉ MIÉRCOLES POR LA TARDE NO ME CONTARON QUE SIQUIERA TENÍAN INTERÉS AMOROSO?! —discutió, llamando la atención de los reyes de Roma.
—Ara ara, por lo visto están hablando de nosotros —observó Shinobu desde una poca distancia—, concuñado.
Giyuu cerró los ojos por milésima vez, buscando en su interior la paciencia que le faltaba.
—Para ti soy Tomioka, no concuñado, Kochō. No pienso repetirlo.
Sanae, Ash y yo nos quedamos viéndolos.
—No me digan que son ellos. —El rostro de Sanae se había vuelto sombrío.
Entonces, para cortar la tensión del ambiente, se me ocurrió una broma un tanto cuestionable:
—Sí —afirmé, sonriendo con confianza—. Esa hermosura de allá es mi novia, y el otro es novio de- ¡AGH, ESO DOLIÓ, ESTÚPIDO!
—¡NO LE DIGAS ESO A LA SENSEI, RETRASADA! —Ash me había metido un zape, y con razón—. Es capaz de creérselo.
—Ya les iba a recitar un padre nuestro —dijo, con cara de traumada—. Sigo teniendo esa intención.
—¡Ay, vamos! Giyuu es genial y Shinobu también.
—¿Un hombre de veintitantos aparentemente emo y depresivo? Pudiste haberlo hecho mejor, _____-chan.
Ash reprimió una risa, y yo le dirigí una mirada asesina.
—Tú no te rías, tarado. ¡Y no es ningún emo depresivo!
Ella rió también.
—Nah, es broma —aclaró, aunque yo sabía de antemano que lo era—. Me alegro mucho por ustedes. Dos pilares, ¿eh? Nada mal. ¿Me los presentan?
—Ya, mejor ve por Giyuu y yo por Shinobu antes de que se maten —sugirió Ash, a lo que asentí con cómica seriedad.
Caminamos hacia ellos, llamando nuevamente su atención. Giyuu suspiró aliviado y Shinobu se alegró de vernos. Por mi parte, me escondí en los brazos de mi amado y dejé que me rodearan la cintura.
—Mi sensei quiere conocerte, ¿te parece bien? —murmuré en su oído.
Giyuu besó mi coronilla delicadamente.
—Sí, solo... volvamos a casa lo más pronto posible —respondió con timidez, cosa que me dio mucha ternura.
—Por supuesto, hermoso. —Me separé un poco de él para besar su mejilla.
Poco después volvimos con Sanae y los presentamos. A Sanae pareció agradarle más Shinobu que Giyuu, pero me dio igual: el novio era mío, no de ella.
—Bueno, yo ya me voy —anunció Sanae con una sonrisa linda—. Ustedes dos, más les vale visitarme más seguido. _____, nada de hijos hasta el matrimonio. Ash, tú tampoco.
—¡SENSEI! —Ash y yo éramos dos tomates andantes, y Shinobu se rió de nosotros.
Giyuu tan solo sonrió.
Lo bueno de tener un novio introvertido es que nadie jamás se enterará por él de nuestro «adelanto circunstancial». Ya saben a lo que me refiero.
Una vez nos despedimos todos, tomé la mano de Giyuu y comenzamos a caminar a casa. Por el camino, decidí que no quería ir en silencio, así que tomé la iniciativa:
—¿Cómo te fue esta semana? —pregunté sonriente.
Giyuu me miró de reojo mientras caminaba.
—Bien, supongo —dijo, aunque no me convenció mucho su respuesta—. Por cierto...
Giyuu detuvo el paso y yo lo imité.
—¿Qué ocurre? —pregunté, extrañada.
Giyuu me miró con seriedad.
—Para la próxima misión en cubierto, nada de escote.
¿Eh?
Estuve por algunos segundos —que se sintieron como años— procesando aquella información, con la cara más idiota posible.
—¿Eh? ¿Podrías repetir eso?
Giyuu me miró por unos segundos para luego seguir caminando.
—¡O-Oye, no te vayas sin repetirme lo que dijiste! —Me molesté, yendo tras él.
Giyuu se detuvo de nuevo.
—En casa lo haré.
¿En casa?
—Qué cruel eres, Tomioka —murmuré para mí misma mientras lo veía echar a andar de nuevo—. Pero bueno, por desgracia soy masoquista.
...
Me alegré al avistar el portón de la Finca Tomioka. Definitivamente me merecía un descanso después de tanto tiempo en una misma misión. No obstante, las palabras de Giyuu seguían rondando por mi cabeza.
¿Estará celoso?
No podía saberlo, pero una vez entré a esa casa, ya no hubo escapatoria.
—¿Entonces? —Lo volví a detener—. ¿Vas a repetir lo que dijiste o no?
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