Capítulo 19: Feliz cumpleaños

Dormitaba plácidamente en mi futón cuando los graznidos de Fulgencio de los Rosales Martínez me obligaron a despertar de mi sueño donde Goku tenía una batalla épica contra Sukuna.

-¡Caw! ¡Levántate, loca! -graznó posándose en la orilla de mi cama.

Intenté cubrir mi cabeza con la almohada, pero Fulgencio me la quitó y empezó a darme picotazos.

-¡Au! -Me quejé, fastidiada-. Ya para con eso, estoy despierta.

-¡Oyakata-sama quiere verte! ¡Caw!

-¿En serio? ¿Qué hora es?

-¡Ocho en punto de la mañana! ¡Caw! ¡El patrón quiere verte! ¡Caw!

-Deja de gritar, vas a despertar a Giyuu en su cuarto. -Fruncí el ceño-. Y no quieras saber lo que les va a pasar a tus queridas plumas si lo despiertas.

Fulgencio se asustó ante mis posibles formas de tortura y voló lejos de mí.

-Caw, bien, pero levántate ya.

Le hice caso y me levanté, estirando mis brazos y yendo a buscar mi uniforme.

-¿Es para lo del pago? -pregunté y le cerré la puerta del baño en la cara.

-Caw, sí -respondió un poco molesto desde mi cuarto-, pero creo que va a querer preguntarte acerca de la cosa rara que hiciste con la katana.

Media hora después salí del baño con mi uniforme puesto y fui a mi tocador a cepillar mi cabello.

-¿Te refieres a la respiración de la glicina blanca?

Fulgencio asintió.

-¿Qué planeas decirle? -preguntó con curiosidad.

-Lo mismo que le dije a Shinobu -contesté, pensando en mi interior si debería recogerme el cabello.

-Afuera hace frío, deberías dejártelo suelto -aconsejó mi cuervo.

-Sabias palabras. -Sonreí, me puse mi haori y me eché perfume. Posé frente al espejo-: ¿Cómo me veo?

Fulgencio me observó por unos segundos.

-Terrible, tienes ojeras y pareces una vagabunda.

-¿Los cuervos se comen?

-¡PRECIOSA, UNA MODELO!

Reí para no cometer un homicidio, salí de mi habitación, fui a la cocina y opté por tomar un onigiri por desayuno.

Giyuu debe estar durmiendo, menos mal que el subnormal de Fulgencio de los Rosales Martínez no lo despertó.

-Buenos días, Oyakata-sama -lo saludé, postrada frente a él-. Espero que usted y su familia gocen de salud y prosperidad.

Me encontraba en la habitación de la sede donde se hacían las reuniones de pilares.

-Te agradezco, hija mía. -Sonrió el pelinegro-. Primero que nada, quisiera felicitarte.

-¿Felicitarme, señor? -inquirí extrañada.

-Hoy es tu cumpleaños, ¿me equivoco?

Abrí la boca, como queriendo responder pero sin saber cómo.

-Eh... ¿Qué día es hoy?

El patrón sonrió un poco divertido.

-Veinticinco de octubre.

Genial, me olvidé de mi propio cumpleaños.

-Aaah, verdad -dije con cara de mensa-. Sí, lo recordaba perfectamente, em... Gracias, Oyakata-sama.

-De nada, mi niña. No obstante, también debo felicitarte por tu éxito en la misión con Kyōjurō y Ash. Según me contaste una vez, evitarías un evento destinado a ocurrir en esa misma misión. ¿Ya puedo saber cuál fue?

-La muerte de Kyōjurō, señor -contesté, alzando la mirada hacia él-. Sé que evité un evento que debía ocurrir y que eso traerá cambios, pero me aseguré de dejar a la luna superior tres con vida para no afectar demasiado al transcurso de la historia.

Oyakata-sama asintió con una sonrisa.

-Hiciste un trabajo más que excelente -elogió-, pero me informaron que algo más ocurrió esa madrugada.

Asentí.

-No sé cómo, pero creé una variante curativa de mi respiración. De la nada los estaba curando a todos con posturas que se me ocurrían en el momento.

Oyakata-sama amplió su sonrisa.

-Entiendo. ¿Desde entonces has vuelto a usar esa respiración?

Negué.

-¿Y te importaría intentarlo ahora?

Aquello me tomó por sorpresa, pero no dudé en aceptar su petición.

-Con su permiso, señor. -Me puse de pie, me acerqué a él y desenvainé mi katana-. ¿Qué puedo tratar de sanar?

-Casualmente hoy me hice una herida en el dedo -dijo el patrón y me mostró su dedo índice.

Cerré los ojos y me concentré.

-Respiración de la Glicina Blanca. Cuarta Postura: Sanación inferior.

Nada.

-Lo suponía. -Suspiré frustrada-. No puedo hacerlo...

-Sí puedes. -Sonrió el patrón con calma-. ¿En qué pensaste antes de que te saliera esa respiración?

Mis pensamientos volvieron a aquella madrugada. Mi hermano herido de muerte, mi mente cegada por la ira, mi sentido común regresando gracias a Rengoku, los dos incorporándose a la batalla...

-En protegerlo. -Solté, con la mirada perdida-. Pensé en proteger a Ash aunque me costara la vida.

Oyakata-sama sonrió.

-¿Te apetece intentarlo de nuevo, _____?

-¿Y si lo lastimo?

-No lo harás, confío en ti. -Oyakata-sama colocó su mano en mi cabeza y la acarició-. Eres mi niña valiente, puedes con todo.

Abrí los ojos en demasía tras oírlo decir aquello.

Esas palabras...

Me había lastimado la rodilla mientras jugaba a hacer carreras con mi hermano, que me llevó de inmediato con nuestro padre.

-Mi niña, ¿qué pasó? -preguntó preocupado.

-Me... Me lastimé la rodilla. -Sollocé, frotando mi verde ojito contra mis nudillos.

Papá revisó mi rodilla y sonrió con comprensión.

-Tranquila, sólo fue un rasguño -dijo-. Pongámosle una curita a eso, ¿sí?

-Pero...

-¿Confías en mí?

Lo miré por unos segundos para luego asentir. Papá sonrió, agarró un pañuelo húmedo y limpió mi herida. Segundos después le colocó una curita.

-¿Te duele ahora?

-No, no duele. -Estaba sorprendida.

-¿Viste? -Mi papá depositó un beso en mi coronilla-. Eres mi niña valiente, puedes con todo.

Una lágrima resbaló por mi mejilla.

-Papá... -musité, mirando al patrón con nostalgia.

Él borró la sonrisa de su rostro para cambiar su expresión a una preocupada.

-¿Recordaste algo, mi niña?

Murmuré un «sí» como pude y apreté mis labios para no llorar. El patrón se quedó callado por dos segundos para luego extender su brazo hacia mí, como pidiendo que me acercara. Aún estando ciego supo deducir en qué parte de la habitación estaba. Me acerqué a él y me agaché, sorbiendo mi nariz como niña pequeña a punto de llorar. Entonces el patrón hizo algo que no esperaba que hiciera.

Me abrazó.

-Oyakata-sama... -murmuré en su hombro con voz temblorosa.

-Está bien, hija mía -dijo, acariciando mi cabello-. Está bien llorar de vez en cuando.

Y lo hice. Lloré en el hombro del patrón como si llorara en el de mi padre; abrí mi corazón como no había hecho en años. Tanto tiempo priorizando los sentimientos de los demás me había hecho olvidarme de mí misma.

Yo también tenía sentimientos; también merecía ser escuchada.

Le conté entre sollozos que extrañaba a mi madre, que mi padre la había abandonado y que a pesar de todo yo también lo extrañaba a él. Le confesé con voz temblorosa que me daban miedo los demonios aunque no se lo dijera a nadie, que le temía a la debilidad, que temía que Giyuu dejara de quererme algún día, que mi hermano era el único apoyo familiar que tenía y que no quería perderlo por nada del mundo. Todo se lo dije, sin tapujos y sin omisiones.

Descargué, en los brazos de la persona a la que tanto admiré desde pequeña, la ira y la impotencia que había estado conteniendo dentro de mí desde que llegué a Kimetsu No Yaiba.

Y cuando por fin lo había dicho todo, el patrón habló:

-Cada vez me sorprende más lo fuerte que eres.

Me separé del abrazo y lo observé confundida, aún con lágrimas en los ojos.

-N-No soy fuerte, si lo fuera no estaría llorando ahora mismo.

El patrón sonrió.

-Llorar no te hace débil, mi niña. Lo que me sorprende es que hayas estado reservando todo esto para ti a fin de no preocupar a los demás. Mitsuri me contó lo que le dijiste el día en que la conociste y lo que le hiciste al hombre que la rechazó.

Me apené al instante.

-Lo siento, yo...

-No te disculpes -El patrón me interrumpió con una sonrisa-. No apoyo la violencia, pero sí la justicia. Lo que hiciste no estuvo bien, pero tampoco estuvo mal. Me sorprende el bien que eres capaz de hacer a la gente que te rodea, cuánto te preocupas por todos... pero a veces se te va de las manos y te olvidas de preocuparte de ti misma. Sé lo mal que se siente perder a tus padres, _____. No obstante, la vida continúa y tú debes seguir transitando alegre por ella. Tienes a tu hermano, que te quiere más que a nada.

El patrón secó una lágrima que bajaba por mi mejilla.

-No te dejes abrumar por tu deber, mi niña -continuó-. Conozco la presión que tienes al cargar con el conocimiento de lo que pasó y de lo que está por pasar. Debes recordar que tú eres la salvación de toda la humanidad, mi pequeña, y que si necesitas apoyo tus compañeros pilares te ayudarán en lo que sea.

»Y sobre Giyuu... No le temas a eso. A pesar de que no lo conozco tanto como tú, mi niña, he notado cambios indudables. Lo he visto sonreír cuando te habla, cuando toma tu mano, cuando te abraza. Eres su primer amor, la mujer a la que decidió entregarse; y eso le ha hecho un bien que solo el amor es capaz de brindar.

Sonreí débilmente y sequé con el dorso de mi mano las pocas lágrimas que quedaban en mis ojos. Aún estaba arrodillada frente a Oyakata-sama, que estaba sentado frente a mí.

-Muchas gracias, señor...

-Puedes llamarme padre, mi niña.

El patrón volvía a tomarme por sorpresa, pero no tardé en volver a sonreír.

-Muchas gracias, padre. -Un sentimiento cálido me invadió una vez llamé al pelinegro de esa forma.

Una vez calmada, el patrón me preguntó cuánto dinero quería cobrar como pilar. Al no tener la menor idea de cuál era un salario promedio en Japón, le dije que me pagara la cantidad que él considerara adecuada. Al fin y al cabo, solo cumplía con mi deber para con la humanidad, y aunque me gustaba darme mis lujos no quería abusar de su gentileza.

Al patrón le pareció bien mi propuesta. Me entregó un sobre con el dinero -no me dijo cuánto era- e hizo una reverencia, a lo que agradecí y me fui.

Mientras caminaba por el patio de piedritas grises de la sede, Fulgencio de los Rosales Martínez vino volando hacia mí y se acomodó en mi hombro.

-¡Caw! ¿A dónde vas ahora?

Coloqué un dedo en mi mentón, pensativa.

-Mmm... Creo que voy a ver a Ash. ¿Sabes dónde está?

-Lo vi entrenando en el patio de la Finca Mariposa mientras volaba hacia acá -contestó Fulgencio.

Solté una risita.

-No sé ni para qué pregunté -comenté divertida, comenzando a caminar rumbo a la finca de Shinobu.

Al llegar me encontré con Aoi tendiendo sábanas.

-¡Aoi-chan! -la saludé, llamando su atención.

Su mirada se iluminó al verme.

-¡_____-san, qué bueno volver a verla! -dijo, acercándose a mí y haciendo una pequeña reverencia-. Shinobu me dijo que hoy es su cumpleaños, ¡felicidades!

Sonreí enternecida y devolví su reverencia.

-Gracias, linda -respondí-. ¿Sabes dónde está el cabeza hueca de mi hermano?

-Ah, está allá entrenando -señaló cerca de la cerca, bajo un árbol.

Efectivamente, mi hermano entrenaba con la katana en ese rincón.

-Uy, no me di cuenta de que estaba ahí -comenté, para luego volver a ver a Aoi con una sonrisa-. Gracias, Aoi-chan, cuídate.

Me despedí de ella y fui hasta mi hermano. Al verme, él envainó la katana y fue a abrazarme.

-Ew, estás sudado, báñate. -Me hice la asqueada.

-¡Feliz cumpleaños, hermana preciosa de mi corazón! -chilló, ignorando mi falta de tacto.

Reí y le devolví el abrazo.

-Gracias, hermanito -respondí.

Fuimos a sentarnos a la sombra del árbol.

-¿Cómo te va con Shinobu? -pregunté. Ash habló la boca para hablar, pero lo interrumpí-. Ya ella me contó de su relación, así te ahorras una charla.

Ash se quedó en blanco.

-A -dijo, mirando a un punto fijo-. Pues, ¡me dijo que sí! Casi me desmayo cuando aceptó.

-Me lo imagino.

-Es tan linda...

-Dime algo que no sepa. -Él soltó un bufido.

-Qué pesada te pones a veces...

-Tú te pones igual cuando te hablo de Giyuu, así que no te quejes.

Ash hizo un puchero.

-¡Eso no es verdad! ¡Yo me emociono!

-Ya, claro... Aún me sorprende que con el frío que hace hoy estés sudado.

-Duh, estaba entrenando -dijo y suspiró-. Por cierto, dejé tu regalo de cumpleaños encima de tu cama.

Mis ojos brillaron.

-¿Un regalo? -inquirí-. ¿Para miiiii?

-Sí, para tiiii -imitó mi hermano y rió-. Te va a encantar. Cuando fui a dejártelo hablé un rato con Giyuu.

Tragué saliva.

-¿Y de qué hablaron?

El rostro de Ash se volvió sombrío.

-Asuntos entre hombres -dijo, para luego eliminar su aura oscura y reír-. Nah, le saqué conversación como pude y resultó mejor de lo que esperaba, hasta sonreía de vez en cuando. ¡Nunca antes lo había visto sonreír!

-Ay, es verdad, Giyuu ha estado sonriendo mucho últimamente -contesté, acordándome por un momento de las palabras del patrón con una sonrisa-. Casi nunca es serio conmigo, así que me alegra saber que se esté desenvolviendo mejor con otras personas también.

Ash asintió.

-Es verdad -coincidió, para luego volver su semblante un poco más serio-. Oye..., ¿quieres hablar de lo del tren infinito?

-Está bien -dije, moviendo de vez e cuando mis piernas para que no se entumecieran.

-Primero que nada, ¿cuál fue tu sueño?

Me tensé. Esa tarde sería larga, había mucho que hablar y eso pensaba hacer.

Después de contarle todo a Ash -el sueño que tuve y la respiración nueva-, mi hermano se quedó pensativo.

-Con que eso le pasó a nuestra madre -murmuró-. Me sorprende que no la recordaras, yo nunca dejé de hacerlo. Ni siquiera cuando Kanae y Tsutako nos trajeron aquí.

Parpadeé confundida.

-¿Tú si la recordabas?

-Claro -respondió Ash-. Por eso fue difícil para mí acostumbrarme a vivir sin ella y sin papá. No puedo creer que él le haya hecho eso...

-Ni yo -dije-. ¿Y tú con qué soñaste?

Ash sonrió.

-Soñé que me casaba con Shinobu -confesó- y que Goku, Messi, Sukuna, Toji, Itachi y Dio eran mis invitados. -Suspiró como enamorado.

Con eso reí descontroladamente.

-¡Jajaja! Ay, necesito un sueño de esos. -Me dolía el estómago de tanto reír.

-Y yo los necesito a todos ellos en mi vida -dijo-. Lástima que tuve que pedirle a Sukuna que me aplicara el Gojo truco para despertar.

-Noooo, no abras esa herida. -Reí para no llorar-. Debiste haberle pedido a Goku que matara a Sukuna.

-¿Crees que le hubiera ganado?

-Obvio, Sukuna no es nadie comparado con Goku. -Sonreí con suficiencia-. Es verdad, está guapo, pero Gojo lo está el triple.

-¿Te refieres a Go/jo?

-...

Ash rió.

-Ok, ya, pero sabes que prefiero a Sukuna -dijo divertido.

Después de otro rato charlando comenzaba a oscurecer, por lo que me despedí de mi hermano y volví a la finca de Giyuu.

-¡Ya llegué! -anuncié, aunque sabía que era muy probable que Giyuu se hubiera ido a una misión.

Fui directo al baño y a ducharme. Mientras lo hacía, recordé mi anterior cumpleaños viviendo en esa finca. En ese entonces Giyuu y yo no éramos más que maestro y aprendiz. Estuve todo el día fuera con mi hermano, y cuando volví por la noche él no estaba en casa, sino que se había ido a una misión de una semana en Tokio.

Recuerdo lo triste que me sentí esa noche. Ni siquiera una nota se había molestado en dejarme, fue su cuervo el que me avisó. Para colmo, aparte de triste me sentía toda una egoísta por suponer que Giyuu era adivino e iba a saber que era mi cumpleaños.

Y aunque lo hubiera sabido, ¿cómo iba a posponer una misión tan urgente solo por algo tan insignificante como un cumpleaños? En ese entonces mi corazón se rompía en pedazos de solo pensar en eso.

Si no hubiera sido por Fulgencio de los Rosales Martínez que me aconsejó hacer misiones para mantener mi mente ocupada con otras cosas, habría llorado toda la noche en mi habitación.

Suspiré y salí de la ducha. No me sorprendería si ese año no fuera diferente.

Sequé mi cuerpo con la toalla y comencé a vestirme. A esas horas, cuando estaba por dormir, solía colocarme una playera larga que me llegaba hasta la cadera y unos shorts que me llegaban casi a la mitad de los muslos. Aparte de la ropa interior, claro.

Ahora se estarán preguntando: ¿de dónde saqué ropa del siglo XXI estando en el siglo XX? Fue muy simple, Sanae-sensei la hizo para mí a fin de que me sintiera más cómoda en casa.

La extraño... Debería ir a visitarla uno de estos días.

Pensé mientras cepillaba mi cabello frente al espejo de mi habitación. Una vez terminé, decidí bajar a la cocina para prepararme algo de comer. Aunque Giyuu era el que cocinaba siempre, yo en ocasiones solía sorprenderlo con uno que otro postre.

-Tonto, y decides irte así -murmuré con una sonrisa triste.

-¿Quién dijo que me fui? -Una voz proveniente de mi retaguardia y que amaba muchísimo hizo a mi corazón saltarse un latido.

Me di la vuelta y ahí estaba Giyuu, apoyando su ancha espalda en la pared y contemplándome con la más atrayente de las sonrisas.

-Giyuu... Creí que estabas en una misión o algo.

Giyuu se acercó a mí.

-¿Y dejarte sola en tu cumpleaños? Jamás, le pedí la noche libre al patrón.

Una vez lo hiciste, ¿por qué no lo harías de nuevo?

Me ahorré aquel comentario, guardándolo para mí misma. Preferí perderme en sus ojos que tan cerca se encontraban.

-No debiste -susurré.

Giyuu acarició mi mejilla.

-Tengo un regalo para ti -dijo y tomó mi mano para guiarme hasta la sala y sentarme en uno de los cojines-. Cierra los ojos.

-Pero...

Giyuu colocó su dedo índice en medio de mis labios.

-Shh, hazme caso. -Asentí nerviosa y cerré los ojos.

Escuché los pasos de Giyuu alejarse sobre el tatami. Era raro escucharlos porque él se había acostumbrado a no hacer ruido mientras caminaba, así que deduje que quería hacerme saber su posición. Volvió a acercarse a mí y me susurró al oído:

-Puedes abrirlos.

Mi corazón se estrujó al abrir los ojos y ver lo que tenía Giyuu en sus manos. Era el gatito más lindo y pequeño que había visto en toda mi vida, blanco como la nieve y de ojos azul cielo.

-G-Giyuu... -murmuré con la voz temblorosa, mirando a aquella criatura tan menuda como si fuera la cosa más linda del mundo. Porque lo era... después de Giyuu, claro.

Él, en cambio, sonreía enternecido con mi reacción. Me entregó al gatito en brazos y el pequeño soltó un maullido muy agudo. Era tan solo un bebé.

-No sabía muy bien qué podría regalarte -confesó-. Conociéndote, si te regalaba algo muy caro te ibas a molestar. -Efectivamente-. Así que recordé que una vez me dijiste que de pequeña siempre quisiste tener un gato, pero que por cuestiones de la vida no pudiste tenerlo nunca.

El gatito se acurrucó en mi pecho y se quedó dormido. Mas en ese momento -por mucha ternura que me hubiese dado ese gesto de haberle prestado atención- yo sólo tenía ojos para el hombre atento y sensible en que se había convertido Tomioka Giyuu.

Dejé al gatito descansar en un cojín y me lancé a los brazos de él.

-Te amo -musité en su oído mientras lo abrazaba, mis ojos cristalizándose. Me aferré a sus hombros para no llorar-. Te amo, te amo, eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Ningún regalo se compara con que estés junto a mí...

-_____... -murmuró, demasiado sorprendido como para reaccionar de inmediato. Mas pronto lo hizo rodeando mi cintura con sus fuertes brazos.

Gracias... Gracias por no dejarme sola.

-Yo también te amo, _____ -contestó mi Giyuu, plantando un beso en mi hombro-. Jamás me había sentido tan feliz en mi vida... Todo es gracias a ti.

Sonreí, me separé un poco y besé su mejilla.

-¿Cómo vamos a llamar al gato? -pregunté una vez me separé de él-. Primero, ¿es hembra o macho?

-Macho -contestó Giyuu con una pequeña sonrisa-. ¿Tienes algún nombre en mente?

-Se llamará... ¡Luciano Alberto Torres de la Cruz!

Giyuu puso cara de póker.

-¿Es en serio?

-¡Muy en serio! -Sonreí, apretando el puño con energía.

Giyuu suspiró, rendido ante mi sonrisa.

-Bien, pero llamémosle Lucy de cariño.

-¡Sí! -Sonreí con cara de enamorada-. Es que míralo, tiene Luciano Alberto Torres de la Cruz escrito en la carita.

Giyuu me miró con una gotita de sudor en la sien.

-A veces me preocupo por tu salud mental -murmuró.

Para su suerte no reparé en sus palabras aún habiéndolas escuchado.

-En fin -hablé-, ¿quién tiene hambre?

-Yo no, comí daikon de salmón hace rato. -Giyuu se encogió de hombros.

-Ay, ¿es que no comes otra cosa que no sea eso? -Hice un puchero, y Giyuu negó un tanto orgulloso-. ¿Al menos me dejaste un poco?

-Claro, sé de sobra que a esta hora siempre andas rogando por comida -dijo, pasándome por el lado con fingida altanería.

-Ay, cómo me conoce. -Suspiré como enamorada y fui a servirme daikon a la cocina.

Acabada de cenar fui a lavar mi plato. Cuando cerré el grifo y me disponía a voltear, un beso húmedo en mi cuello me hizo dar un brinquito.

-¿G-Giyuu? -Lo llamé con nerviosismo.

-¿Sí? -preguntó, agarrándome de la cintura y pegándome a él mientras continuaba dejando besos húmedos en mi cuello.

-¿Q-Qué haces? -inquirí, más nerviosa que antes.

Solté un gemido cuando lo sentí morder mi cuello. Entonces Giyuu me dió la vuelta y alzó mi mentón para que lo mirara.

-¿Quieres que continúe?

Su mirada seria y fría me puso la piel de gallina. Que me mirara así no significaba que me despreciara; todo lo contrario.

Me deseaba.

Y era toda una sorpresa que me preguntara eso cuando en esa época era mal visto que las parejas tuvieran ese tipo de contacto fuera del matrimonio.

Al diablo con la época.

Poco a poco me acerqué a su rostro, cerré mis ojos y rocé sus labios con los míos, comenzando a besarlos de manera suave, lenta. Entonces algo en mí comenzó a pedir más, a suplicar por más.

Y al parecer Giyuu se dió cuenta de ello, porque no tardó en intensificar el beso. Introdujo su lengua en mi boca y la enredó en la mía, sacándome otro gemido. Su mano bajó de mi cintura a mi trasero, tocándolo y apretándolo sin pudor alguno. Me levantó y yo aproveché para enredar mis piernas en sus caderas. Sentí una presión en mi entrepierna proveniente de su pantalón, pero esta vez no me alejaría de él.

Giyuu me cargó y comenzó a caminar en dirección a su cuarto. Tan rápido como abrió la puerta, la cerró y me colocó en su futón. Se puso encima de mí y volvió a atacar mis labios con desesperación.

Mis manos viajaron a su nuca y profundizaron el beso, bajando hasta sus hombros para quitarle el haori. Giyuu sonrió de lado y me ayudó en mi tarea desabrochándose la parte de arriba del uniforme y quitándosela.

Mis ojos se clavaron en su torso desnudo sin vergüenza alguna, como lo hicieron aquel día en que lo atrapé entrenando sin la parte de arriba de su uniforme. Giyuu bajó sus besos a mi cuello, mordiéndolo suavemente y succionando de vez en cuando. Eso me iba a dejar marcas, pero saber eso sólo lo excitaba más.

Las manos de Giyuu bajaron a mis pechos. Comenzó a apretarlos por encima de la tela de la ropa, haciéndome sentir escalofríos. Llevó su mano al pliegue de mi blusa y me miró, como pidiéndome permiso, cosa que me enterneció en medio de aquella situación.

Asentí con una cálida sonrisa y Giyuu besó mi frente con suavidad. Amé el hecho de que aún en un momento así siguiera siendo delicado conmigo.

Pero aquel efímero momento de ternura se esfumó una vez Giyuu me quitó la blusa. Sus ojos azules y profundos repasaron mi piel expuesta solo para él una y otra vez, la forma de mis pechos, su separación; todo.

Quise decir algo, pero Giyuu me impidió hacerlo atrapando mi pezón entre sus dientes. Mis gemidos se volvieron incontrolables. Con su otra mano apretó mi otro pezón y lo masajeó mientras al otro le hacía maravillas con su boca.

Aruñé su espalda desnuda mientras jadeaba. Giyuu gruñó contra mi pezón y lo lamió por última vez antes de bajar sus besos a mi abdomen. Acarició mis caderas y comenzó a quitar mis shorts por completo, dejando a la vista mi ropa interior, la cual quitó también.

Giyuu besó mi muslo con suavidad y lo mordió varias veces, dejando marcas antes de abrir mis piernas y descubrir lo que había entre ellas. Los ojos de Giyuu brillaron ante la vista, cosa que me apenó, pero mis piernas se habían vuelto sumisas bajo su tacto y no pensaban cerrarse hasta que él me ordenara hacerlo.

Su pantalón comenzaba a estorbarle, así que se lo quitó de inmediato, quedando en los mismos términos de desnudez en los que yo estaba. Tragué saliva al ver su miembro completamente endurecido, y a Giyuu completamente excitado. Él estiró la mano a su escritorio para agarrar un paquete fino y pequeño, lo rompió y sacó de él un preservativo para ponérselo. No sabía que en esa época existían los preservativos, pero de igual forma me alivió mucho que así fuera.

Giyuu se posicionó entre mis piernas y acercó su rostro al mío.

-Sé gentil -pedí en un susurro, perdida en su mirada lujuriosa-. Es mi primera vez.

-Es la mía también -respondió Giyuu con voz ronca-. Tranquila, por hoy seré gentil contigo.

Dicho esto y sin esperar respuesta, introdujo su miembro en mi entrada de una sola embestida. En cuanto lo hizo solté un gemido, pero no de placer, sino de dolor.

Se asustó al verme adolorida, pero no lo sacó, simplemente se inclinó para besar mis labios sin mover sus caderas. Dejó que me acostumbrara a su tamaño mientras me besaba suavemente hasta que, poco a poco, el dolor terminó yéndose por completo.

Toqué su hombro con timidez, demasiado apenada como para pedirle con palabras que se moviera. Por suerte, aquello fue más que suficiente para transmitirle mi permiso, y él empezó a moverse.

Sus movimientos comenzaron lentos y profundos, logrando sacarme incontables gemidos. Aruñé su espalda y alcé la cabeza para que pudiera darle atención a mi cuello.

Entonces fue acelerando sus embestidas más y más. En ese punto yo ya perdía la cordura; mis gemidos de placer se volvían gritos, los gruñidos y jadeos de Giyuu me hacían enloquecer y el sonido de nuestras pieles chocando resonaba por toda la habitación.

Agradecía vivir sola con él, porque de estar adentro de la casa, cualquiera se habría dado cuenta de que estábamos haciendo el amor.

Luego de media hora más o menos, ambos llegamos al clímax. Giyuu se deshizo del preservativo tirándolo a la papelera, se acostó a mi lado y cubrió nuestros cuerpos desnudos con una frazada.

-Te amo, _____ -dijo, mirándome como si fuera lo más lindo que hubiera en el mundo.

Sonreí y lo abracé, enterrando mi rostro en su pecho.

-Yo también te amo, Giyuu.

Giyuu acarició mi cabello -despeinado por su culpa- y besó mi coronilla. Minutos después, el uno en los brazos del otro, nos entregamos al sueño.

Dios mío JAJSJSJJF

Nunca creí que llegaría el momento en que escribiría un lemon, no sé si quedó bien, hice lo que pude. ¿Qué creen ustedes? ¿Les gustó?

Si tienen alguna crítica constructiva que darme, ¡adelante! Comenten este párrafo y tiren por ahí pallá (jerga cubana claro que yes 💅🏻).

Siendo sincera, estoy muy feliz. Me siento apoyada, dentro de poco tendremos 2k de vistas!!! ❤️‍🩹 Parece un sueño hecho realidad, nunca creí que esta historia tendría tanto alcance... pero ya ven que sí lo tuvo jajs

Y pues nada, era eso, agradecerles mucho a todas las que comentan, adoro leer sus comentarios y responderlos TwT Y a las que no comentan, igual les agradezco un montón. Que lean y que les guste me parece recompensa suficiente <3✨

Sin más que decir se despide y les agradece de todo corazón,

Emma Roses.

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