Capítulo 14: La Finca Mariposa (2/2)
Cuando desperté de nuevo en la enfermería, nada se veía distinto a como lo había dejado antes de quedarme dormida. Tanjiro, Zenitsu e Inosuke seguían en las camillas de al lado: Zenitsu e Inosuke dormidos y Tanjiro despierto, mirando al techo con aburrimiento. Me senté en la camilla y bostecé, tallándome los ojos con los nudillos para desperezarme. Tanjiro sonrió al darse cuenta de que no era el único despierto.
-Buenos días, _____-san -saludó con voz baja, procurando no despertar a sus amigos.
-Buenos días, Tanjiro. -Devolví el saludo, imitando el bajo volumen-. ¿Por cuánto tiempo estuve dormida esta vez? ¿Y qué hora es?
-Dormiste hasta el día siguiente -contestó, tomando asiento en su camilla-. Ahora deben ser las seis de la mañana, aunque no estoy tan seguro.
-Ah, ya, es temprano aún. -Dejando salir un suspiro, volví a recostar la cabeza en la almohada-. Siento como si hubiera dormido por décadas.
Tanjiro rió levemente.
-¿Entonces te sientes mejor? -inquirió, y yo asentí.
-¡Mucho mejor! -contesté con ojos brillantes-. De seguro ya podré irme pronto a entrenar, para así ayudarlos a ustedes a recuperarse -añadí, convencida de que era aquel un buen plan, pero Tanjiro me miró con duda.
-Creo que eso depende de lo que Shinobu-san diga... -señaló, y mi ilusión se fue por la borda. Era obvio que Shinobu no me dejaría salir de allí al menos por un mes, y más tardaría que me dejase entrenar. Tanjiro, al ver lo que había ocasionado con su respuesta, se apresuró a corregirla-. ¡P-Pero de seguro dirá que estás bien!
Lo miré por unos instantes con seriedad, para luego soltar un suspiro y sonreír escalofriantemente.
-Milagros tendrán que ocurrir para que Kochō Shinobu dé de alta a alguien que recuperó la consciencia en menos de veinticuatro horas.
-¡No hay necesidad de ser tan pesimista, _____-san! -Tanjiro intentó animarme con nerviosismo-. De todas formas, es todo por tu bien, ya tendrás tiempo para entrenar y hacer todo lo que quieras cuando te den de alta -añadió, y me regaló una sonrisa cálida de ojos cerrados.
Aquella sonrisa me atrapó desprevenida.
Realmente Tanjiro es alguien muy amable. Aunque eso ya lo sabía.
-Ah, tienes razón. -Suspiré, devolviéndole la sonrisa con un poco más de calma-. Después de todo, tendré el honor de estar acompañada por el mismísimo Kamado Tanjiro, su adorable y fuerte hermana Nezuko y sus valientes amigos Inosuke y Zenitsu -añadí en tono teatral, y él se ruborizó.
-¿Qué dices, _____-san? -Rió nervioso-. El honor es nuestro. Eres una pilar, ¿no es así?
Me senté en la camilla y miré al techo.
-La Pilar de la Glicina me dicen -dije sonriente-, pero siéndote honesta, yo me siento más como _____: una simple chica cuyo objetivo principal es proteger al mundo de un mal que lo acecha desde hace años. Es un título prestigioso el que llevo conmigo, pero a veces es difícil sentirse digna de él -confesé y miré de nuevo al pelirrojo, que me contemplaba un poco desconcertado.
-_____-san... -Ahora percibía vacilación en el tono de su voz-... Necesito saber..., ¿por qué nos apoyaste a Nezuko y a mí? ¿Por qué elegiste creer en nosotros sin siquiera conocernos?
Aquellas dos preguntas me volvieron a atrapar desprevenida. Debía pensar cuanto antes en una respuesta: no podía decirle que venía de otro mundo y que los conocía de antemano; pero tampoco me atrevía a mentirle sobre ello. Entonces la contestación llegó a mi mente cuando más la precisaba.
-Uno de los motivos por los que creí en ustedes fue por Giyuu -contesté, aliviada por haber hallado rápidamente una respuesta verídica que no revelase secretos que debían ser guardados-. Él me contó todo lo que sabía de ustedes, me habló del día en que encontró a tu hermana y decidió dejarla viva porque te protegió, porque sabía que era diferente.
-¿Y le creíste?
-Tuve mis dudas, pero lo hice -respondí, mirando a un punto fijo de la habitación con una pequeña sonrisa-. Giyuu es probablemente el ser más complejo que he conocido y, a la vez, el más sencillo. Es difícil de explicar.
-_____-san. -Tanjiro volvió a llamarme por mi nombre-. ¿Tienes alguna idea de por qué Tomioka-san quiso dejar con vida a Nezuko?
Me había atrapado con la guardia baja... nuevamente.
-Creo que fue por varias cosas -contesté-. Podría pensarse que, al dejar con vida a tu hermana demonio, está del lado de los demonios, pero es todo lo contrario. Giyuu desde hace muchos años ha odiado a los demonios como a nadie en el mundo, y los ha aniquilado a todos y a cada uno sin mostrar una sola pizca de piedad. Pero Nezuko es diferente, y él lo supo de solo ver que te defendía. Si la dejó viva e incluso se juega la vida por ella es porque realmente no es como los demás demonios. Por eso y por otros motivos, yo aposté también mi vida, y de igual forma lo hizo mi hermano.
Al terminar de hablar, lo observé a los ojos con determinación. Entonces Tanjiro hizo una reverencia.
-¡Muchas gracias por creer en nosotros! ¡No los decepcionaremos! -prometió, cosa que me hizo sonreír enternecida.
-No hay nada que agradecer, Tanjiro-dije, y él alzó la mirada para posarla en la mía-. Con que protejas a Nezuko y les demuestres a todos lo increíble que es, basta y sobra para agradecer la confianza que no pocos hemos depositado en ambos. Ustedes son la esperanza de los cazadores de demonios, no lo olvides nunca.
Tanjiro asintió con una sonrisa, agradeciendo por lo bajo antes de volver a quedarnos callados. Un rato más tarde, Zenitsu e Inosuke ya estaban despiertos -de milagro no se despertaron cuando hablábamos Tanjiro y yo-. El rubio se quejaba con Aoi del sabor amargo de la medicina, Tanjiro miraba a Zenitsu quejarse con una gotita de sudor en la sien e Inosuke solamente permanecía callado. ¿Y yo? Pues en mi camilla, aburrida y sola, con ganas de levantarme y hacer algo productivo; o por lo menos algo que no fuera contemplar el cielo a través de la ventana como si no hubiera algo más divertido que hacer -porque no lo había-.
-Aoi-san... -llamé a Aoi con un puchero, y ella ignoró los lloriqueos de Zenitsu para caminar hasta mí.
-¿Sí? ¿Qué pasa, _____-san? ¿Te sientes mal? -preguntó preocupada, y yo negué lentamente.
-No... -respondí con un tono bajito, sintiéndome tímida de repente-... ¿Sabes si Ash o Giyuu van a venir a visitarme en algún momento? ¿O Mitsuri?
-Ah, con que es eso. -Aoi suspiró aliviada, para luego pensarlo por unos segundos-... Bueno, de la Pilar del Amor no sé, pero Ash-san dijo que vendría por la tarde, y Tomioka-san que vendría en cuanto le avisáramos que podía venir.
-¿Y le vas a avisar?
-Ahora iba a eso -contestó Aoi-, pero primero quería comprobar que estuvieras en condiciones para recibir visitas nuevamente -añadió con una pequeña sonrisa y yo asentí en respuesta. Ella se acercó a mí y me colocó un termómetro debajo del brazo.
Tenía ganas de pedirle a Aoi que le avisara a Mitsuri de mi estado para que viniera a visitarme y así no sentirme tan aislada del mundo, pero no quería que se preocupara, así que dejé las cosas como estaban.
Un minuto después, Aoi me quitó el termómetro y chequeó la medida que determinaba la altura del mercurio.
-Vaya, ¡ya no tienes fiebre, ____-san! -Aoi estaba sorprendida, y a mí no me extrañaba, pues no me sentía tan mal como antes.
-¿Eso significa que me darás de alta? -Sonreí con ilusión, cosa que me duró muy poco.
-Lo siento, pero no sería prudente -dijo Aoi-. Debes de estar un tiempo en reposo para darnos la certeza de que estás totalmente recuperada antes de volver a tu trabajo como pilar, ¿entiendes?
-Sí...
Bufé con molestia. Necesitaba urgentemente salir de esa camilla y entretenerme aunque fuera por un minuto. Una buena idea me pasó por la mente como una ráfaga, y una sonrisa no tardó en dibujarse en mis labios.
-Aoi-san. -la llamé.
-¿Qué ocurre?
Junté un dedo índice con el otro con timidez, y evité mirarla.
-¿Me dejarías salir al jardín a caminar un rato? -pregunté-. Es que una se aburre con facilidad estando tanto tiempo acostada y sin nada que hacer, y ya que hoy me siento mucho más enérgica y no tengo fiebre, estirar un poco las piernas no ha de hacerme daño alguno. ¿Me dejarías?
Aoi me miró pensativa, fruncido su ceño, y aunque se tardó un tiempo, dio un suspiro y contestó:
-Está bien, pero que Tomioka-san te acompañe cuando venga, por si te llega a dar una recaída.
Mis ojos se iluminaron con aquella respuesta.
-¿De verdad? ¡Wah, gracias, Aoi-san! ¡Eres la mejor! -exclamé, rebosante de alegría, y la abracé por la cintura desde la camilla.
Aoi se sorprendió ante mi súbita confianza, pero hizo su mejor esfuerzo para disimularlo.
-B-Bueno... ¡Pero sólo será por un rato! Y tampoco puedes ir demasiado lejos de la enfermería -aclaró, con la voz nerviosa y las mejillas rosadas. Yo reí, dije un «claro» en respuesta y la solté.
Aun cuando Aoi se había marchado a mandar algún cuervo a Giyuu para avisarle que ya estaba despierta, yo seguía riendo, y los demás me miraban raro.
-¿Te encuentras bien, _____-san? -preguntó Tanjiro, un tanto asustado por mi repentina alegría.
-¡Nunca me he encontrado mejor, Tanjiro-san! -exclamé y me senté en la camilla con las piernas juntas y las rodillas apoyadas-. Quiero decir, ¿cómo no estarlo? Me van a dejar salir al jardín y, lo mejor de todo, ¡Tomioka Giyuu me va a acompañar! ¡Es un sueño! -Agarré la almohada, y en ella escondí mi rostro y ahogué un chillido de emoción.
Tanjiro soltó una risita, y Zenitsu bufó con fastidio.
-Ese Tomioka es un suertudo, ¿cómo es que alguien así puede tener a sus pies a una chica tan linda y dulce como _____? -Se quejó, y yo lo ignoré por completo; estaba demasiado inmersa en mi felicidad como para tomar en cuenta comentarios sin importancia.
-¡No digas eso, Zenitsu! -lo reprendió Tanjiro-. Tomioka-san es alguien muy fuerte tanto física como mentalmente, no es extraño que una chica como _____-san se haya fijado en él.
-Y es mucho más que eso -hablé, y aquello llamó la atención a ambos. Había dejado de esconder mi cara en la almohada para contemplar el jardín por la ventana con las mejillas rosadas-, es una de las muy pocas personas que han estado para mí en los momentos difíciles. Durante muchos años, sin saberlo él, me apoyó y me dio una razón para ser fuerte y mantenerme firme ante todas las dificultades. La gente no suele notar lo valeroso que es ni suele darle el reconocimiento que merece, ni él mismo consigue verlo, sólo... sigue adelante.
-_____... -pronunció Zenitsu mi nombre con sorpresa. Por primera vez, desde que lo había conocido en persona, se comportaba de manera racional, o al menos así se escuchaba, porque yo seguía mirando por la ventana.
-Y no es sólo eso lo que me gusta de él, hay muchísimo más. -Sonreí, y sentí mis mejillas arder más todavía-. Por ejemplo, es extremadamente atractivo, su frialdad es encantadora, sus ojos son tan profundos que una se pierde en ellos y se olvida de regresar...
Yo hablaba y hablaba de lo perfecto que era Giyuu en frente de Tanjiro, Zenitsu e Inosuke -que escuchaba el chisme en silencio-, y aunque por alguna razón que yo no comprendía Tanjiro estaba aguantando la risa, no me importaba; prefería continuar hablando de mi novio -me encantaba llamarlo así- y de lo muchísimo que me gustaba.
Pero entonces, cuando iba a mirar mal a Tanjiro porque ya su risa ahogada me parecía un poco molesta, la sangre se me heló y paré de hablar.
Esa sonrisa ladina que había en su rostro me hizo tomar una decisión bastante madura: disponerme lentamente a agarrar mi mantita calentita y mi almohadita toda cómoda para esconderme del mundo y de él.
Escuché a Zenitsu reír en voz baja junto a Tanjiro, y también oí pasos acercándose a mí. Las mejillas me quemaban viva, como si alguien me las estuviese incinerando con el fuego de una antorcha encendida. Percibí que alguien se incorporaba a mi lado, y que descubría mi cabeza bocabajo doblando un poco la frazada. Esperó por unos segundos antes de acariciar mi cabello.
-¿Por qué te escondes? -susurró Giyuu en mi oído, para que sólo yo le oyera, cosa que sólo logró darme escalofríos.
Dudé acerca de si debía contestar o no, pero hablé, con una voz temblorosa que ahogaba su sonido en la almohada que ocultaba mi rostro:
-¿Oíste lo que dije?
Giyuu se quedó callado por unos segundos.
-Sí -respondió, y volvió a acariciar mi cabello-. ¿Pero qué tiene eso de malo como para que te escondas? ¿No quieres verme?
El tono triste con que dijo eso último me hizo sentir culpable. Con la misma lentitud con que me había ocultado en la manta y en la almohada, volteé mi cuerpo bocarriba y quedamos cara a cara. Se veía tan lindo como siempre se veía; con el largo cabello oscuro recogido como siempre se lo recogía, y los ojos azules y profundos como siempre los tenía.
Nos contemplamos en silencio por un tiempo. Él analizaba cada detalle de mi rostro, como si fuera algo tan complejo como para tener que ser analizado, y yo describía la curvatura de sus labios con la mirada.
-Te extrañé. -Se me escaparon dos palabras, aquellas que el otro día no fui capaz de decirle, y él sonrió. Adoraba que sonriera.
-Yo más a ti -dijo, y sentí la sangre retornar a mis mejillas después de haberlas abandonado por unos escasos instantes.
Apenada, traté de ocultarle de nuevo mi rostro, pero Giyuu no me lo permitió esta vez. Acarició mi mejilla y se acercó a depositar un beso en mi frente.
-Vayamos afuera, Aoi me dijo que te acompañara para que caminaras un rato -dijo, y yo acepté, callada, con demasiada pena como para hallar palabras con que responderle.
Estiré mis brazos y dejé salir un suspiro de alivio. Caminábamos Giyuu y yo a solas por el inmenso jardín de la Finca Mariposa.
Él, como siempre, traía puesto su traje de cazador que tan bien se le veía, con el haori multipatrón que lo acompañaba a todos lados. Le había dado por contemplarme en silencio, apreciando cada gesto que hacía, como si fuera un pasatiempo que jamás dejaba de ser divertido.
Yo, desde que desperté, vestía el mismo pijama de la enfermería que traían puesto Tanjiro y los demás. Aunque era cómodo, me avergonzaba que Giyuu me viera con él puesto, pues remarcaba ligeramente mi figura y tampoco era mi estilo. Me detuve por un segundo, cuando noté que una mariposa volaba junto a mí y se posaba en mi dedo. Mis ojos brillaron y él lo notó.
-¿Te gustan las mariposas? -preguntó.
Yo asentí un poco sonrojada, temerosa de poder ahuyentar al insecto con mi voz al hablar.
-Puedes hablar, no vas a asustarla.
¿Ahora lees mentes?
Pensé, sonriendo divertida. Sería mi fin si él pudiera leer mentes, porque se enteraría de ciertos pensamientos no muy puros que me surgen sobre él de vez en cuando.
-Me gustan las mariposas -dije-, pero me gusta más el agua de tu cascada.
Giyuu soltó una carcajada.
-¿Eso fue algún tipo de indirecta? -preguntó, y yo me sonrojé, dándome cuenta de lo cuestionable que era lo que acababa de decir.
¡¿Cómo he podido decir algo tan estúpido?!
-¡No me refería a eso, pervertido! ¡Olvida lo que dije! -exclamé, con una venita marcada en la sien.
La mariposa sólo observaba el chisme en silencio.
-No sugerí nada -aclaró, cerrando los ojos con calma-... Aunque tu cara lo dice todo.
Trágame, tierra, trágame.
-¡No es mi culpa que seas un pervertido que lo malpiensa todo!
-Ya, ya. -Sonrió Giyuu-. Sabes que sólo estoy bromeando.
Intentó acariciar mi cabeza, pero yo lo aparté de un manotazo.
-Ahora te aguantas, don Tu cara lo dice todo -dije, dándole la espalda y cruzando los brazos.
Giyuu puso cara de póker.
-¿Es en serio? -Se quejó, y yo reí, pero pronto volví a mi posición de ofendida.
-Te sorprenderías de lo seria que estoy siendo.
Giyuu suspiró.
-No quería llegar a esto, pero no me dejas otra opción.
-¿Eh? -No entendí sus palabras, pero entonces se acercó a mí, me tomó de la cintura, me levantó y me cargó en su hombro de espaldas-. ¡AAAH! ¡¿Qué crees que haces, Tomioka?!
-Hacerte cambiar de opinión-dijo con seriedad, y empezó a caminar.
-¡Maldito emo, bájame ahora! -Pataleé, pero él sujetó mis muslos con su brazo.
-Me gustabas más cuando hablabas de lo guapo que soy -comentó, y tuve la sensación de que me había convertido en un tomate ambulante.
-¡¿Qué demonios dices, Tomioka?!
Por una parte, me avergonzaba demasiado que me tuviera cargada de esa manera, pues mi trasero estaba justo al lado de su cara, y su brazo, al rodear mis muslos, se encontraba demasiado cerca también. Pero a una parte de mí -una muy oculta y que ni muerta admitiría- le gustaba ese lado de él, y le gustaba que me tuviera cargada de esa manera.
Masoquista tenía que ser.
-Ya, ya, me rindo, pero deja de burlarte y bájame -pedí, derrotada. Él soltó una risita y me bajó-. Uf, el mundo vuelve a la normalidad.
Cuando volví a fijarme en Giyuu, noté que había desviado la mirada para detenerla en el cielo. Lo miré con curiosidad, intrigada por aquel drástico cambio de humor. ¿Qué pasaría por su mente?
-No sabes cuánto me alivió saber que habías despertado -dijo de pronto, y me sorprendió escuchar un rastro de tristeza en su voz-. Por un momento creí... -Se quedó callado.
-¿Qué creíste?
Giyuu apartó los ojos del cielo y los posó en mí. Se me heló la sangre de solo verlos carentes del brillo que solía habitarlos desde la noche en que me confesó sus sentimientos.
-Creí que volvería a perder lo más preciado que tengo en mi vida.
¿Habrá sido egoísta de mi parte sonrojarme en aquel momento? Aun así, lo hice, pero no aparté mi mirada de la suya. Me acerqué a él, y lo abracé.
-Tonto -musité, y escuché con calma los latidos de su corazón acelerarse gradualmente-. No me vas a perder. Nunca. Estoy aquí, contigo, no me voy a ir.
Giyuu soltó un suspiro y me rodeó con sus brazos.
-Gracias por eso -dijo, apoyando su mentón en mi cabeza-... Creo que deberíamos regresar ya.
-Tienes razón -respondí, pero no pude evitar emitir un sonidito de descontento-. Ay, yo me quedara aquí por horas.
Él sonrió un poco y depositó un beso delicado en mi coronilla.
-A mí también me gustaría quedarme -confesó-, pero tienes que ir a descansar ahora, si no Aoi me va a regañar y Kocho va a armar uno de sus alborotos.
Solté una carcajada con ese último comentario, para acto seguido separarme del abrazo y comenzar a caminar hacia la enfermería.
-¿Te vas así, sin más? -preguntó, y yo me detuve con una sonrisa. Me volteé.
-¿Sin más? ¿Por qué sin más? -Me hice la desentendida a propósito.
Giyuu puso cara de póker.
-¿No se te olvida algo? -Volvió a hacer una pregunta, y yo reí y me acerqué a él para besar su mejilla-... ¿Es en serio?
Reí de nuevo, y opté por besar la comisura de sus labios. Giyuu me miró con reprobación, cosa que volvió a darme gracia.
-Bien, bien, tú ganas -admití la derrota con una sonrisa y me acerqué para unir nuestros labios en un beso suave.
No planeaba prolongarlo mucho -aunque sí quería-, pero él empezaba a profundizarlo. Me dejé llevar; realmente extrañaba sus labios. Cuando el oxígeno se nos ausentó tuvimos que apartarnos, yo seguramente más roja que una manzana y él solamente con un pequeño rubor en las mejillas.
-¿Ahora vas a tu finca o vas directo a alguna misión? -pregunté, aún un poco cerca de su rostro.
-Voy a casa, aún falta para que anochezca -contestó-. Tú descansa... y no te hagas muy amiga de los que están contigo en la enfermería. De Tanjiro tal vez, pero no confío en Agatsuma ni en Hashibira, así que no te les acerques mucho.
Yo abrí la boca en forma de «o».
-Ah, ¿estás celoso? -pregunté, sonriendo con picardía.
Giyuu se quedó en silencio.
-... No estoy celoso.
Sí, sí lo estás.
-Te salvas que tengo que irme ya antes de que Aoi me asesine -advertí-: ¡Pero esta conversación no ha acabado!
-Sí, sí, lo que digas -aseguró, y comenzó a caminar hasta el portón de la finca.
Finalmente, Giyuu agitó la mano una última vez antes de desaparecer de mi vista. Sonreí como tonta enamorada y, pensando en lo loca que me volvía ese hombre, retorné a la enfermería mientras tarareaba una melodía inventada que, una vez caí rendida en brazos de Morfeo, se marchó de mi mente y no volvió a ocurrírseme hasta tiempo después.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top