Capítulo 12: Misión en conjunto
Esa misma noche, antes de llegar a casa con Giyuu, nuestros cuervos volaron cerca de nosotros.
-¡Caw! -graznó Fulgencio, posándose en el hombro de Giyuu-. ¡Tomioka Giyuu, Hoshino _____, dirigíos al norte! ¡Caw! ¡En una aldea se sospecha la presencia de uno o más demonios tras la desaparición de varios jóvenes varones! ¡Se cree que debe haber una luna demoníaca detrás de esto!
Giyuu cerró el ojo izquierdo con incomodidad, pues mi cuervo le gritaba al oído. Espanté a Fulgencio de un manotazo.
-Ya, ya, vamos a ir -dije, soltando un suspiro-. A veces se me olvida que soy una cazadora de demonios.
-¡Pues que no se te olvide! ¡Caw! -respondió mi cuervo mirándome con desprecio por haberlo ahuyentado.
-Mm... Creo que se me antoja cuervo asado. -Sonreí mirando a Fulgencio, provocando que se alejara volando con miedo.
-¡No soy comestible! ¡Caw!
Mientras discutíamos como subnormales, Giyuu y su cuervo nos miraban a Fulgencio y a mí con cara de «¿Y a estos qué les dio?».
-¿... No teníamos una misión? -murmuró Giyuu, que parecía estarse cuestionando su propia existencia.
Dejé de discutir con Fulgencio y me quedé en blanco.
-Eh -dije, con cara de boba-... Cierto. Vámonos. Ignoremos a este tonto cuervo, ya lo cocinaremos después.
-¡¡QUE NO SOY COMIDA!!
Una vez llegamos a la aldea, notamos que estaba casi desierta -lo cual era lógico, dado que era tarde ya-. No obstante, la noche todavía era joven, por lo que podían verse unos cuantos hombres y mujeres paseando por los alrededores.
Estornudé.
-Uf, hace frío aquí -dije mirando al suelo mientras colocaba las manos en forma de cruz para pasarlas por mis brazos, en busca de un poco de calor. No usaba haori, por lo que era más propensa a pasar frío que los que sí lo llevaban-. Mal momento para ser alérgica con un clima así...
Escuché a mi lado un ruidito, como de ropa deslizándose, y de repente sentí una tela cubrir mis hombros y espalda. Miré a Giyuu con los ojos abiertos. Se había quitado el haori para dármelo a mí.
-G-Giyuu, no tienes que...
Giyuu puso su mano en mi cabeza y le dio dos palmaditas, mirando al frente.
-No tengo frío. -Se limitó a decir, y comenzó a caminar al frente.
Yo todavía no me movía. Él pareció notarlo, porque se detuvo y se volteó a verme.
-¿Qué pasa? -preguntó-. ¿Te sientes bien? ¿Sigues teniendo frío?
Parpadeé dos veces, y negué rápidamente.
-N-No... -susurré, para luego sonreír un poco para no preocuparlo-. Estoy bien, empecemos la misión de una vez.
Giyuu asintió, no muy convencido, y comenzamos a andar por los alrededores de la aldea.
Comencé a describir el lugar en mi mente. Era bastante similar a la primera que había visitado en mi primera misión, con la diferencia de que esta tenía un aire más rural y hogareño, y la otra un aspecto más moderno.
El frío volvió a llegarme con una sacudida cruel, haciéndome temblar. Me aferré al haori de Giyuu, sintiendo mis mejillas calientes al sentir su aroma.
-¿Crees que haya una luna demoníaca aquí? -preguntó, mirándome con disimulada curiosidad.
Yo parpadeé dos veces, a duras penas había escuchado su pregunta por estar tan inmersa en mis pensamientos. Eran tan vagos y tan difusos que no era capaz de formularlos de forma correcta en mi mente.
-Eh... No lo creo -respondí, en voz baja.
Giyuu fijó la vista en el suelo, pensativo.
-Yo tampoco lo creo -dijo sin más.
Llegamos a un callejón, y divisamos a lo lejos una silueta adentrándose al lugar.
Giyuu y yo nos miramos y asentimos; aquello era demasiado sospechoso como para pasarlo por alto. Corrimos hacia él con sigilo. Por suerte, Giyuu me había enseñado la técnica para correr sin hacer ruido alguno, así que no seríamos descubiertos tan fácilmente.
La silueta continuó con su camino sin sospechar ni un poco de nosotros, hasta que se detuvo. Nos detuvimos con él.
-Moeko-chan, Moeko-chan. -Escuchamos la voz masculina de la silueta llamar el nombre de una chica.
¿Moeko-chan?
Entonces una chica salió de un pasillo contiguo, agitando la mano con una sonrisa que, por alguna razón, logré percibir en la oscuridad y la lejanía.
Dejé salir el aire contenido en mis pulmones con alivio. Al parecer solo se trataba de dos jóvenes enamorados. Iba a darme la vuelta, pero Giyuu agarró mi antebrazo antes de que me fuera.
-¿Eh? ¿Qué pas-? -Giyuu me impidió seguir hablando cuando cubrió mis labios con su mano antes de que ellos pudieran advertir nuestra presencia.
¿Y a este qué le dio?
Yo no entendía qué veía Giyuu de sospechoso en ese momento, pero no tardé en entenderlo.
Esa chica...
Un grito desgarrador nos alarmó aún más. El chico estaba herido. Ya estaba más que aclarado. Ya entendía por qué pude ver la sonrisa de la chica desde lejos; sus colmillos y sus ojos rojos habían sido percibidos por mi subconsciente, y una vez Giyuu me hizo mirar más de cerca, la verdad me llegó a la mente, y justo a tiempo. Conseguí separar al chico de ella antes de que la cosa llegara a mayores.
-Así que tú eres la causa de todas estas desapariciones... -Sonreí con ironía-... Moeko-chan. O debería llamarte... ¿Demonio-chan?
La chica rió. Su risa era molesta y chillona, y en parte me recordaba a Daki.
-Fufufu~ ¡Denle un premio a esta inútil! ¡Ha descubierto algo que nadie habría podido imaginar! -Se burló, y yo apreté los dientes.
¿Cómo se atreve?
-Parece que el teatro no te duró mucho, entonces -contesté, colocando un dedo en mi mentón-. Me parece que este es tu fin. No te preocupes, me aseguraré de borrarte esa sonrisa de ridícula y de cerrarte los ojos para no tener que gastar mi preciado tiempo en verlos de nuevo. Tal vez en el infierno te los cambien, aunque dudo que esos privilegios se los den a una cualquiera. De todos modos...
Me perdí de su vista por unos segundos, Moeko buscándome iracunda con la mirada. Detrás de ella, me acerqué a su oído, murmuré con una sonrisa sádica...
-Saluda de mi parte a Muzan en el infierno, te aseguro que no va a tardar mucho en hacerte compañía.
... y le corté la cabeza.
Giyuu llegó a mi lado. Al parecer, había estado ocupándose de la herida del chico. Me dio dos palmaditas en la cabeza.
-Buen trabajo -elogió, y no pude evitar sonreír con emoción.
Agradecí con entusiasmo. Si había en el mundo un elogio sincero y que me hiciera sentir orgullosa de mí misma, era el de él.
La cabeza de la demonio nos miró fijamente, y no tardamos en percibirlo. Noté como sus mejillas se tornaban rosadas y sus ojos se llenaban de lágrimas.
-U-Ustedes... -musitó, conmovida-. Ustedes están enamorados, ¿no es así?
No pude evitar sonrojarme yo también. No sabía si responderle o no, y al parecer Giyuu tampoco.
-Es... tan hermoso ese sentimiento. -Moeko siguió hablando, con nostalgia en su mirada-. Que esa persona te quiera a pesar de todos tus defectos... Que te proteja de todo lo malo del mundo...
La miré otra vez. Una parte de mí se arrepentía de haberla tratado mal, pero otra parte me recordaba encarecidamente que ella era un demonio, que había devorado gente inocente.
-Cuando lo perdí -continuó. Ya se había desvanecido la mitad de su cuerpo- me sentí tan sola que no pude soportarlo. Entonces... lo olvidé... fue como si una bruma muy espesa me nublara el juicio. Hice cosas horribles, cosas de las que no tuve tiempo de arrepentirme... hasta hoy...
Moeko me observó, sus ojos carmesíes imploraban comprensión. Yo caminé hacia ella, tomé su cabeza en mis manos y acaricié su cabello.
-Lo que hiciste estuvo mal -dije-. Pero estás arrepentida y, aunque no sea suficiente para absolver tus pecados, es algo de lo que puedes sentirte orgullosa.
Moeko sollozó.
-Lo extraño -confesó-. Yo lo lastimé, lo herí con el tiempo... Mis defectos pudieron más que mis virtudes... Él... Se fue con ella...
-No lo recuerdes en tus últimos momentos -hablé, sin poder evitar el tono serio con que pronuncié mis palabras-. No conozco a detalle tu pasado, pero si él te dejó por otra mujer entonces no te amaba como tú te lo merecías.
Moeko se quedó callada. Ya su cuerpo había desaparecido.
-Tal vez sea verdad... Pero... No puedo evitar pensar en nosotros cuando los veo a ustedes -dijo, y me regaló una sonrisa que, aunque triste, era verdaderamente preciosa-. Cuídalo, disfruta cada segundo que pases con él, no lo lastimes. No dejes que te lastime tampoco. Sé feliz... a su lado.
Y Moeko desapareció para siempre. Miré al suelo, sonriendo con melancolía.
-Lo haré -respondí a una Moeko que ya no vivía, y comencé a rezar por que llegara al cielo.
Entonces sentí la mano de Giyuu acariciar mi cabello. Estaba agachado junto a mí. Lo miré y sonreí de nuevo, sintiéndome afortunada de tenerlo a mi lado.
El aire frío volvió a azotar mi cuerpo, y no pude evitar temblar de nuevo. Giyuu notó esto, y se preocupó.
-_____, ¿estás segura de que estás bien? Te has puesto así desde que llegamos.
-Sí... Estoy...
Pero no pude terminar la frase. La imagen de Giyuu gritando mi nombre fue lo último que vi antes de que la oscuridad fuera lo único que se mostrara ante mis ojos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top