Capítulo 11: El juicio de Tanjiro

-¡****! ¡Mira, es él!

Una niña sonrió muy alegre y señaló con el dedo a un personaje de un dibujo animado que aparecía en la TV, mostrándoselo a una mujer.

-Sí, sí. Ya lo vi. -Rió la mujer desde la cocina, mientras lavaba unos platos.

-¡Su nombre es Giyuu, Tomioka Giyuu! -añadió la niña con un pequeño chillido de emoción, viendo cómo el personaje desenvainaba su espada y cortaba el cuello de una criatura bastante rara-. Como es japonés, su apellido va antes de su nombre ¿entiendes?

-Bueno, pero tampoco me pidas que entienda los nombres raros que tienen los chinos esos que te gustan, porque no es fácil. -La mujer suspiró y echó un vistazo a la TV desde la cocina-. ¿Y por qué tanta violencia con el bicho ese?

La niña hizo un puchero y apartó la vista de la pantalla para dirigirla a la mujer.

-¡Es un demonio, ****! -corrigió, un poco cansada de estarlo repitiendo-. Los demonios comen humanos, por eso Tomioka tiene que acabar con ellos para que dejen de comérselos. Tomioka y muchos más, que entrenan día a día para cazar a tantos demonios como puedan. ¡Pero Tomioka es más genial que todos ellos!

-A mí me gusta más el de fuego -opinó la mujer, colocando pensativa un dedo en su mentón-. El que es rubio y tiene ojos dorados... ¿Cómo se llamaba?

-Rengoku Kyojuro, ****, el Pilar de la Flama -respondió la niña con una sonrisa-. Él también es muy genial, pero no más que Tomioka.

-Sí, ese mismo. Aunque es muy joven para mí, así que me quedo con el padre. -La mujer sonrió coqueta, colocando unos cubiertos en su lugar-. Los dos son idénticos.

-¡Sí, como Ash y ----!

-Es verdad. -La mujer rió y terminó por guardar un plato en la alacena. Se secó las manos con una toalla, apagó la luz de la cocina y fue a la sala donde estaba la niña.

Se acercó a ella y acarició su cabello con delicadeza. La niña sonrió, sin apartar la mirada de la pantalla de la TV.

-Sería hermoso estar con ellos ahí -dijo con voz bajita, muy despacio.

-¿Con bichos y todo?

-Sí. Y son demonios.

-¿Y a mí no me extrañarías?

La niña sonrió y negó con la cabeza.

-Claro que no -respondió, como si fuera algo muy obvio-. ¡Porque te irías conmigo! ¡Y ---- y Ash también!

La mujer rió y acarició nuevamente el cabello de la niña.

-Claro, claro -respondió, divertida-. Ahora, ¿qué te parece si vamos a buscar a tu hermano a sus lecciones de piano?

La niña entrecerró los ojos.

-¿Y qué ganaría yo con eso? -preguntó, con desconfianza.

La mujer se colocó la mano en el mentón, pensativa.

-Mmm. -Emitió un sonidito de estar pensando algo, pero pronto volvió a sonreír-: ¿Y si vamos por helado los tres?

La mirada de la niña se iluminó ante la sugerencia de la mujer.

-¡Siiiii! -exclamó con emoción, mas pronto se dio cuenta de su «ligero cambio de humor» estando en un serio asunto de negocios y carraspeó, intentando disimularlo-. Ahem, digo, sí. De todas formas ya se acabó el capítulo, así que no tengo nada mejor que hacer.

-Eso pensé -respondió la mujer, sonriendo con suficiencia-. Anda, ve a cambiarte y vamos.

-¡Sí!

Me desperté con un rayo de sol colándose por mi ventana y acariciando mi rostro. Tallé mis ojos con mis nudillos y me senté en mi futón con un bostezo. Tuve la sensación de haber soñado con algo raro, pero no me acordaba de qué.

-¡Caw, caw! -Fulgencio de los Rosales Martínez graznó mientras entraba en mi habitación y volaba hacia mí hasta posarse en mi hombro-. ¡Dirígete a la sede de los cazadores de demonios lo más rápido posible! ¡Caw! ¡Un cazador de demonios protege a un demonio y ha estado viajando con él desde hace un tiempo! ¡Tomioka Giyuu está involucrado! ¡Caw!

Me alarmé ante la mención de Giyuu, cosa que terminó por despertarme completamente.

-Es hoy -murmuré, para acto seguido incorporarme-. Voy ahora mismo.

Me apresuré a darme una ducha y me vestí con el uniforme lo más rápido que pude. Opté esta vez por dejarme el pelo suelto, limitándome a cepillarlo de manera superficial. Normalmente lo traía atado en una coleta, con el flequillo cubriendo mi frente, pero no había tiempo que perder, así que salí de mi habitación y bajé las escaleras hasta llegar a la salida de la finca de Giyuu.

-¿No vas a desayunar? -preguntó Fulgencio con curiosidad mientras volaba a mi lado.

-Ya lo haré después.

Tardé una hora para llegar a la sede. Cuando lo hice disminuí la velocidad de mis pasos mientras caminaba por el jardín de piedrecitas grises, el cielo estaba precioso, mas fue ese el único detalle del que me permití percatarme.

Por lo visto había arribado a tiempo, pues ya se encontraban presentes todos los pilares y el patrón no había aparecido, y Tanjiro aún se hallaba inconsciente en el suelo. Los pilares me miraron cuando percibieron mi presencia, cosa que me puso más nerviosa de lo que ya estaba. Mi hermano también estaba ahí, mirándome con curiosidad, al lado de Shinobu.

¿Debería tomarme esto como un progreso o solo está ahí porque sí?

Pero pronto mi mirada se posó en alguien a quien buscaba desde el inicio. Giyuu se hallaba lejos de los demás, con la vista fija en un punto aleatorio, tanto así que no había notado mi llegada. Y fue ahí cuando, viéndolo tan solo en aquel lugar, con todos culpándolo por haber dejado con vida a quien tiempo después sería la esperanza de todos los cazadores de demonios, solo quise correr hacia él y abrazarlo, y esconderlo del mundo entero.

Se produjo un silencio mientras caminaba hacia Giyuu. Las piedrecitas grises del jardín amortiguaron el ruido de mis pasos, y las hojas secas de los árboles y arbustos se agitaron con la suave brisa que soplaba desde el este, y entonces llegué a su lado. Acerqué mi mano lentamente a su rostro y llamé su atención haciendo un toque a su mejilla con mi dedo índice, lo que lo hizo parpadear dos veces, como si hubiese salido de un trance. Rápidamente buscó con la mirada al causante de aquello que lo había hecho volver a la realidad, y me encontró a mí.

Sus ojos se abrieron sutilmente y me observaron con cautela, a la defensiva, como esperando que yo también me pusiera en su contra. Sentí mi corazón estrujarse ante aquella mirada. ¿Cómo en el mundo podría pensar que yo estaría en su contra?

Negué con la cabeza.

-Todo está bien, no estoy enojada contigo -dije con suavidad y sonreí con los ojos cerrados.

Giyuu abrió aun más los ojos ante mis palabras y sus mejillas se ruborizaron sutilmente, pero su sorpresa fue mayor cuando llevé mi otra mano hacia la suya y la tomé. Moría de vergüenza por dentro, pero quería demostrarle mi apoyo en ese momento para que no se sintiese solo, así que traté de verme lo más calmada posible.

Él tardó unos segundos para dejar de lado su expresión de desconcierto y -aún con las mejillas ruborizadas sutilmente- entrelazó nuestros dedos en silencio, acariciando el dorso de mi mano izquierda con su pulgar e inclinando un poco su cabeza hacia mi mano derecha, la que acariciaba la piel de su mejilla. Su mano era áspera y dura, quizá por lo mucho que tuvo que blandir su katana y con ella defenderse de los demonios, pero yo la sentía suave y reconfortante. Ese roce tan sutil de su piel contra la mía causaba estragos en mi estómago y me hacía más difíciles de controlar las ganas de abrazarlo, de esconderme en su pecho, de decirle que todo estaría bien.

-Gracias -dijo por lo bajo con una pequeña sonrisa, acercándose a mí para depositar un beso en mi coronilla.

Mitsuri rompió el silencio con un chillido de emoción, cosa que me trajo de vuelta a la realidad. Ahí recordé dónde estaba, delante de quiénes estaba y por qué estaba ahí. Por mi mente pasó fugazmente la sorpresa que debían estar sintiendo los demás pilares en aquel momento, por lo que me separé rápidamente de Giyuu apenada, pero no solté su mano.

-Ara ara, Hoshino-san. -Me llamó Shinobu con un tono amable, y me di la vuelta para mirarla. Sentía mis mejillas quemándome viva en aquel momento. Mi vista se desvió a Rengoku por unos instantes, donde lo descubrí observándome desconcertado, pero no especialmente feliz. La voz aguda y suave de Shinobu volvió a llamar mi atención-: ¿Tu cuervo no te contó lo que hizo Tomioka-san? Defendió a un demonio y evitó que yo lo cazara. Eso está prohibido. ¿Lo sabes, verdad?

-Lo sé, Kocho-san -respondí, devolviéndole el tono amable-. Vengo de otro mundo, ¿recuerdas? Ya sabía que esto pasaría.

-¿Insinúas que sabías que pasaría y no lo evitaste? -cuestionó Sanemi con enojo.

-No tenía manera de evitarlo, pero aunque la hubiese tenido no lo habría hecho -contesté, y algunos soltaron exclamaciones de sorpresa. Giyuu apretó mi mano levemente, como apoyándome-. Este cazador tuvo razones válidas para viajar con un demonio, y Tomioka-san también las tuvo para dejarlos a ambos con vida y protegerlos. Por el bien de la historia no soy yo quien debe explicar el porqué de sus acciones, así que les ruego que esperen a que despierte el cazador y venga Oyakata-sama antes de saltar a conclusiones y actuar por su cuenta sin recibir sus órdenes.

-C-Creo que _____ tiene razón -intervino Mitsuri con un sonrojo. Por lo visto era muy penosa hablando frente a otros pilares, aunque cuando estábamos solas era muy divertida y carismática-. Deberíamos esperar a Oyakata-sama antes de actuar por nuestra cuenta...

Pero antes de que algún otro pilar dijera algo escuchamos al kakushi intentando despertar a Tanjiro, cosa que funcionó.

-¡Oye tú, despierta! -gritó, abofeteándolo un par de veces-. ¡Estás frente a los pilares, idiota!

Mis labios se curvaron en una sonrisa instintivamente. ¿Quién diría que me encontraría viviendo una escena tan épica e importante de la historia de Kimetsu No Yaiba, siendo yo la pilar de mi propia respiración 100% real no fake?

¡La verdadera historia de Kimetsu No Yaiba comienza ahora!

Tanjiro pareció querer decir algo, pero tenía la garganta tan seca que le era imposible decir palabra alguna. Shinobu se dio cuenta de esto, por lo que se acercó a él para ofrecerle amablemente un poco de agua en un recipiente extraño.

-Bebe esto, tiene un analgésico -dijo antes de entregárselo. Tanjiro agradeció en silencio y se bebió el agua, sintiéndose ahora capaz de hablar-. ¿Cuál es tu nombre?

-Yo soy Kamado Tanjiro -respondió el de cabello burdeo-. ¿Dónde está Nezuko?

-Todo a su tiempo, Tanjiro-san -dije y sonreí con calidez. A Tanjiro pareció sorprenderle mi amabilidad, pero pronto se distrajo con el comentario de otro pilar.

-¿Uh? -habló Tengen-. ¿Este es el cazador que viaja con un demonio? Creí que sería más extravagante.

-¡No puedo esperar a comenzar este juicio! -dijo enérgicamente Rengoku, dejando atrás la expresión de molestia de hacía un rato.

Ahí Tanjiro explicó que viajaba con su hermana, que ella no devoraba demonios y todo eso. Uzui lo criticó extravagantemente por estarse repitiendo y Sanemi comenzó a llevarse el protagonismo con su escenita dramática de tipo sádico sin sentimientos -los que todos sabemos que tiene- y agarró la caja de Nezuko.

Mis ojos se abrieron más de lo común cuando a mi mente llegó la imagen de lo que haría Sanemi a continuación.

-¡Detente! ¡Nezuko! -Tanjiro, intentaba sin éxito soltarse del amarre de las cuerdas que lo ataban. Shinazugawa había agarrado la caja de la demonio y la comenzaba a apuñalar repetidas veces.

«¡Detente, Shinazugawa!» quise gritarle, pero sentí la mirada de Ash fulminándome; ya habíamos hablado de esto antes. Esta era una escena que, aunque no nos gustara, era crucial para probar que Nezuko no devoraría a un solo ser viviente. Los gemidos de dolor de Nezuko resonaron desde el interior de su caja y atacaron mis oídos con cada puñalada, sumándose a ellos los gritos de Tanjiro.

Sé fuerte, Nezuko-chan...

Fue entonces que, de tanto forcejear, el valiente protagonista de Kimetsu No Yaiba consiguió desatarse, y corrió hasta el Pilar del Viento para propinarle un fuerte cabezazo.

-¡Vaya, qué cabezazo tan extravagante! -comentó Uzui, divertido ante la situación.

Una vez la hija del patrón terminó de leer la carta, todos se quedaron en silencio. Urokodaki afirmaba la inocencia de Nezuko, y juró por su vida, la de Tanjiro y la de Tomioka que ella jamás devoraría a un solo ser humano.

Cuando mencionó a Giyuu me estremecí. De solo pensar en verlo muerto se me helaba la sangre y se me entrecortaba la respiración. Alcé la mirada y lo atrapé observándome, de reojo, con una pequeña sonrisa ladina. Mi corazón comenzó a latir más rápido que antes, y mis labios se abrieron y hablaron por sí solos:

-Yo también. -Solté, y Giyuu volteó la cabeza hacia mí mientras cambiaba su mirada calmada por una sorprendida. Me di cuenta de que todos me observaban cuando me volví para ver al patrón-. Yo también... juro por mi vida que Nezuko-san no hará daño a ningún humano. Deposito toda mi confianza en ella, sé que no es capaz de lastimar a nadie, y sé que no lo hará. -Sonreí y miré a Tanjiro, quien se mostraba conmocionado ante mis palabras.

-No lo hagas, es peligroso -dijo Giyuu, y volví a mirarlo. Se le veía más preocupado que antes.

Sonreí con suavidad.

-Estaré bien, sabes que sé de lo que hablo -respondí. Él supo que me refería a que yo conocía el futuro, pero que no podía decirlo abiertamente en presencia de Tanjiro.

Entonces otra voz se alzó entre los murmullos de los pilares.

-¡Yo también lo juro por mi vida! -habló Ash, firme e intransigente, y alcancé a ver cómo Shinobu entreabría los labios con sorpresa.

El patrón sonrió.

-Entonces, si ya tenemos cinco personas dispuestas a tomar responsabilidad de cualquier cosa que haga Nezuko -preguntó-: ¿No es eso suficiente, pilares, para dejarla con vida?

No lo fue. La intervención mía y la de Ash no fue suficiente para evitar la escena donde Sanemi intentaba hacer que Nezuko, herida y bajo la tentación de sanarse por medio de su sangre, se abalanzara hacia él. Por unos segundos tuve miedo que mi presencia y la de mi hermano pudiera cambiar el curso de la historia de alguna manera, y que Nezuko sí se lanzara a atacar a Sanemi, pero, por suerte, no lo hizo.

-Yo creo que ahora está más que probado -opinó el patrón una vez su hija le explicó lo que había pasado-. ¿Alguna otra objeción?

Todos se quedaron callados, atónitos, era toda una novedad ver con sus propios ojos algo que no habían visto en toda su vida: un demonio que se negara a devorar a un humano. Pero aún había dudas en ellos -al menos, en la mayoría-, y Tanjiro tendría que esforzarse tanto como pudiese para demostrarles a todos y a cada uno de ellos que su hermanita era diferente.

Observé con una sonrisa callada cómo el kakushi se llevaba a Tanjiro y él regresaba, rogándole al patrón que le dejase darle un cabezazo a Shinazugawa por cada puñalada que le dio a su hermana. Tokito le tiró una piedrecita y lo regañó por interrumpir al patrón, el kakushi volvió a llevárselo a rastras, disculpándose. El patrón solo le pidió a Tanjiro, a lo lejos, que saludara a Tamayo de su parte.

No te preocupes, Nezuko-chan. ¡Yo te vengaré!

Prometí internamente, colocando el puño en mi pecho y cerrando los ojos con determinación, lagrimeando un poco.

-¡_____! -La voz animada de Mitsuri me trajo de vuelta a la realidad. Ella sostuvo mi brazo y enredó el suyo en él con una sonrisa-. ¡La reunión va a comenzar!

-Cierto, ya se me olvidaba -respondí con una risita.

Era verdad, ya que era uno de los pilares debía asistir a la reunión que aparecía en ese capítulo. Ya todos iban entrando a la mansión Ubuyashiki, así que seguí a Mitsuri hasta llegar al lugar.


La reunión transcurrió con normalidad, tal cual se mostró en el capítulo, pero más detallada. Se analizaron varios puntos, yo solo intervine una o dos veces para aportar algo.

En realidad, no pude concentrarme casi nada por los dos personajes que tenía a mis costados, sentados junto a mí. A mi derecha estaba Giyuu, todo bien, pero a mi izquierda estaba nada más y nada menos que: Rengoku.

¡Mi mente explotaba! Era demasiado raro tenerlo tan cerca. Con Giyuu me sentía más a gusto -aunque también me ponía muy nerviosa tenerlo tan cerca- pero con Rengoku era imposible no perder la concentración. Los recuerdos de la última vez que nos vimos me invadían constantemente, y realmente no era mi pasatiempo favorito rememorarlos. Su presencia en sí no era la causante de mis nervios, sino lo que me causaba el recuerdo de lo que una vez estuvimos a punto de hacer.

En un vago intento de entrar en calma, deslicé la mano por el suelo hasta la mano de Giyuu y la rocé con mis dedos, sin mirarlo a la cara. Lo imaginé dudando por unos segundos, pero entonces acercó su mano a la mía y la cogió, entrelazando nuestros dedos, ocultos de la vista de todos. Un sonrojo notorio surcó mis mejillas al sentir su frío tacto recorrer el dorso de mi mano, trazando círculos en la piel y causándome escalofríos con cada roce. Jamás hubiese podido imaginar lo que eran capaces de hacerme sentir los dedos de Tomioka Giyuu.

Mi antiguo deseo de olvidar la presencia de Rengoku se transformó en el deseo de sentir esos dedos recorrer todo mi cuerpo. Me sonrojé más aun al darme cuenta de lo que estaba pensando.

Mente sana como manzana, piensa en peras y no en bananas.

Definitivamente me estaba volviendo loca. Una vez la reunión terminó, sentí el vacío que dejó la mano de Giyuu cuando soltó la mía. No me atrevía a mirarlo, así que solo me limité a suspirar. Ni lo noté cuando nos pusimos todos de pie y salimos al exterior de la finca, ni lo noté cuando Ash conversaba casualmente con Shinobu, ni lo noté cuando Mitsuri me llamaba repetidamente.

Un momento... ¿Me llamaba?

-¡____! -Por fin la escuché.

-E-eh, ¿sí? -respondí, sintiendo cómo mis mejillas me quemaban viva.

-¿Estás bien, _____? --preguntó Mitsuri, mirándome con preocupación-. Estás toda roja. ¡¿Acaso tienes fiebre?!

Solté una risita inconscientemente.

-No lo creo. -Sonreí y le di una palmadita en la cabeza-. Está todo bien, sólo estaba distraída.

Mitsuri suspiró y emitió un sonidito de alivio, a lo que hice un puchero, intentando contener un grito de ternura. A veces ella era demasiado tierna y yo a duras penas podía aguantar las ganas de abrazarla y apretarle los cachetes.

-Bueno, _____, ya me tengo que ir, Iguro-san me está esperando para acompañarme a mi casa -dijo con una sonrisa.

Abrí los labios con fingida sorpresa y los curvé en una sonrisa.

-Uyyy, así que tienes cita~

-¡Cállate! ¡No es una cita! -exclamó apenada, golpeándome suavemente en el hombro.

-Claro, lo que digas. -Sonreí coqueta, colocando dos dedos en mi mentón; el pulgar hacia arriba tocando mi mejilla y el índice por debajo del mentón en dirección a mi hombro.

-¡Es la verdad! -Se quejó Mitsuri, comenzando a alejarse de mí. Pude ver a lo lejos a Iguro mirándonos con curiosidad.

Agité la mano con una sonrisa.

-¡Cuídamela, Iguro! -exclamé, y el me miró un poco descolocado-. ¡Que no se te pierda en el camino! ¡Confío en ti!

Él tardó unos segundos en procesar lo que le dije, pero asintió con la cabeza dos veces y alzó un poco la mano para agitarla ligeramente mientras Mitsuri llegaba a su lado. Se fueron caminando.

-Ah, el amor. -Suspiré sonriente.

-Sí ¿verdad? -Una voz detrás de mí me hizo dar un saltito del susto.

-Tú deberías graduarte de licenciatura en asustar a la gente cuando menos se lo espera -respondí, volteando a ver a Giyuu de brazos cruzados.

-No necesito licenciatura para hacerlo -replicó, cerrando los ojos mientras sonreía con confianza.

Chasqueé la lengua con una sonrisa. Él era impredecible y a veces me sorprendía cómo hacía chistes malos de vez en cuando.

-Estás graciosito hoy -comenté, observando a lo lejos a Ash, que todavía hablaba con Shinobu.

Giyuu miró a donde yo miraba.

-¿Tardará mucho Ash? -preguntó, más para él mismo que para mí, evadiendo mi comentario.

-No lo creo -contesté-. Aunque me parece que va a acompañar a Shinobu-san a su casa -añadí y miré a Giyuu con intriga-. ¿Por qué? ¿Vas a hablar con él?

Giyuu asintió, sin quitarle los ojos de encima a mi hermano. Entonces Ash volteó la cabeza en nuestra dirección, sus ojos se iluminaron un poco y caminó hacia nosotros, no sin antes pedirle a Shinobu que esperara un momento.

-¡_____, Tomioka-san! -Nos llamó una vez llegó hasta nosotros.

Yo sonreí y lo abracé.

-Más nunca me has escrito una carta, ¿ya te olvidaste de mí? -pregunté, poniendo cara de cachorro abandonado.

Ash rió.

-Claro que no, tonta -respondió, despeinándome con cariño-. Andaba entrenando bastante, y también pasé un tiempo entrenando en casa de Shinobu-san.

Mis labios se abrieron formando una «o».

-Oooh, vaya. -Sonreí. Giyuu nos miraba sin entender nada-. Sabes que me debes una buena explicación, ¿verdad?

Ash bufó con molestia.

-Es verdad -dijo-. Te lo cuento un día de estos, te lo prometo.

-Messirve -respondí, satisfecha.

-Ahem. -Tomioka nos llamó la atención cuando de aclaró la garganta-. Ash, tengo que hablar contigo de algo... o más bien preguntártelo.

No sé por qué en ese momento me imaginé a Giyuu arrodillándose ante mi hermano, sacando un anillo y proponiéndole matrimonio. Solté una risita cuando pensé en eso, pero si de verdad hubiese pasado no sabría decir si hubiese reído o llorado.

-Claro, Tomioka-san -contestó Ash con una sonrisa. Al parecer le agradaba hablar con él-. ¿Qué ocurre?

Giyuu tardó unos segundos para organizar sus pensamientos, hasta que hizo una reverencia y dijo:

-Quiero tener tu bendición para ser el novio de tu hermana.

Tuve que ahogar un grito al escuchar eso, y hasta mi hermano se sorprendió. Ser su novia era una idea que, aunque ya se había vuelto mi realidad, todavía no lograba concebir. Sus palabras me habían gustado demasiado, y que se las dijera a mi hermano, cara a cara, las hacía sonar más reales de lo que ya eran.

-Tomioka-san... Eso es... -Ash se había quedado sin palabras. Me miró.

Él sabía de antemano lo mucho que yo había estado esperando ese momento. Tenía conocimiento, desde nuestra vida pasada, de cuánto yo quería a Giyuu, de cómo se había vuelto importante para mí sin existir verdaderamente. Podía ver mis ojos; podía verlos fulgurantes cuando aparecía él en pantalla. Y, en aquella actualidad, podía verlos brillar cuando lo tenía cerca.

También conocía a Giyuu. Él también había visto Kimetsu No Yaiba, y conocía de antemano lo fuerte y bondadoso que era. Conocía su pasado, y sabía que, a partir de entonces, su futuro podría ser junto a mí.

Giyuu no dijo más, aunque sabía que no diría más. Ya le costaba mucho mirar a mi hermano a los ojos y mantenerse firme ante él. Ash lo pensó por unos segundos antes de sonreír.

-Claro que no. ¡Auch!

De repente Shinobu había aparecido detrás de mi hermano y lo había golpeado en la cabeza.

-Ara ara, ¿te volviste loco, Ash-san? -preguntó, sonriendo con los ojos cerrados mientras se le marcaba una venita en la sien-. ¿Cómo vas a decir que no? Hasta a mí me sorprende que Tomioka-san haya dejado de lado su seriedad (por la cual todos lo odian) para pedirte la mano de tu hermana.

-Shinobu-san... -dije, mirándola con sorpresa. Pero entonces me di cuenta de la respuesta que había dado mi hermano-. ¡Ella tiene razón! ¡¿Cómo te atreves a decir que no?! ¡Malo, malo!

Yo también comencé a golpearlo. Giyuu solo nos miraba, al parecer no procesaba todavía la respuesta de mi hermano. No sabría decir si estaba confundido o dolido, porque solo nos miraba con cara de chibi.

-¡Auch, auch! -Se quejó Ash-. ¡Era broma, relájense! Ay, ni una broma se puede hacer ya.

Los ojos de Giyuu se iluminaron.

-¿Eso es... un sí? -preguntó, esperanzado.

Dejé de golpear a mi hermano para mirar a Giyuu embobada. Shinobu me miró y soltó una risita.

-Por supuesto -afirmó Ash sonriente-. Perdón por lo de antes... pero siendo honesto, eres la persona a la que _____ ha elegido, y con mucha razón. No voy a preguntarte las intenciones que tienes con ella, porque te conozco desde hace mucho tiempo y pongo las manos al fuego a que son las mejores -añadió, colocando la mano en el hombro de Giyuu.

Sabía que estaba tenso y probablemente abrumado, pero también que aquellas palabras habían hecho mella en él. Giyuu asintió lentamente y murmuró un «gracias» casi inaudible.

-¡Bien! Creo que deberíamos despedirnos ya -dijo Ash, colocando sus manos en la cintura. Volteó a ver a Shinobu y le habló con una voz suave-: Shinobu-san, te acompaño hasta tu finca.

Lo sabía.

Pensé y alcé la cabeza con aire triunfal. Una vez se fueron, me quedé a solas con Giyuu. Estaba por decir algo, pero Giyuu se acercó rápidamente a mí y depositó un beso rápido en mis labios.

Me quedé en blanco, y las mejillas se me enojecieron de repente.

-¡¿Q-Qué haces?! -exclamé. Aún no me acostumbraba a tener ese tipo de contacto con él.

Él comenzó a caminar, pero se detuvo y me volteó a ver.

-Eso es solo una parte de lo que me habría gustado hacerte en medio de la reunión -dijo, con la sonrisa más sexy de la historia de las sonrisas.

Mi rostro entero enrojeció de golpe, y mi corazón se aceleró abruptamente.

-¡Giyuu...! N-No digas esas cosas tan abiertamente, tonto... -Me quejé, ocultándome el rostro con las manos, toda avergonzada; debía parecer un tomate en ese momento.

Él rió suavemente y caminó hasta mí, rodeando mi cuello con sus brazos y atrayéndome a su pecho.

-No sé por qué no puedo evitarlo -respondió, besó mi coronilla y recostó su mentón en ella-. Jamás hubiese pensado que alguien podría hacerme sentir y decir estas cosas. Supongo... que eres demasiado linda para quedarme callado.

Eso fue demasiado para mí. Descubrí mi rostro, tomé sus mejillas con mis manos y besé sus labios. Él me correspondió rápidamente, inclinándose más para profundizar el beso. Su lengua comenzó a explorar mi cavidad bucal, cosa que me hizo temblar ligeramente, pues era la primera vez que hacía algo así. Una vez tocó mi lengua, comenzó a jugar con ella mientras sonreía.

Pero el oxígeno es cruel, y una vez se va hay que recuperarlo. Nos separamos y, por primera vez, llegué a verlo con la respiración entrecortada y las mejillas sonrojadas notoriamente.

Bueno, si él está así, yo debo de estar peor.

Yo aún no procesaba lo que acababa de pasar, pero me sentía feliz. Muy feliz. Tomé su mano y entrelacé nuestros dedos.

-Vayamos a casa -dije sin más, con una sonrisa.

Él asintió, y así, tomados de la mano, nos fuimos a casa.

¡Hola de nuevo, mis queridos lectores!

Lamento demasiado la demora para actualizar, sé que les debo este capítulo desde hace mucho, por eso opté por extenderlo tanto como pudiese.

Oh, por cierto, ¡feliz día de San Valentín! Aproveché que era día festivo para actualizar de una vez por todas, así que espero que les haya gustado ♡

No olviden votar, comentar de vez en cuando y seguirme si les va gustando la historia, me ayuda mucho y me motiva a seguir escribiendo.

También estaré encantada de leer sus mensajes al dm, ya sean de apoyo, sugerencias, críticas o lo que sea. ¡Siempre estoy abierta al cambio! Deseo mejorar con cada capítulo para darles lo que se merecen, así que ¡adelante!

En fin... Creo que me estoy extendiendo demasiado, así que es hora de despedirse.

Un abrazo de la autora,
Emma Roses.

P.D: ¡Feliz San Valentín!

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