Audiencia no programada
Un gato contra Robocop
Capítulo 6: Audiencia no programada
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Parecieron las chispas causadas por una yesca, intento de iluminar un espacio para así ahuyentar la oscuridad, sin embargo, no se vislumbró ningún par de manos en ese intento de vencer a las tinieblas.
Las chispas se reprodujeron a intervalos más seguidos, al final, prendieron no una hoguera, sino lo que pareció ser un arabesco de patrones geométricos sobre el húmedo suelo. Rojo su color, como el de la sangre, y en efecto, pequeñas gotitas de color carmesí subieron con lentitud hacia un techo abovedado o mejor dicho un pasillo.
De la figura extraña, emergieron tres siluetas hechas de sombras, la negrura que envolvió como un spandex, pareció solidificarse sobre esas siluetas y estas vestiduras, las cáscaras negras se resquebrajaron en miles de pedazos para luego dirigirse hacia el techo a la vez que desaparecieron producto de la atomización, similar al papel quemado en plena tormenta.
Lydia, Percy y Robocop, se transportaron mediante la magia hacia las cloacas de la ciudad.
―¿Dónde estamos?
―Son las cloacas, Percy. Es lo mejor ya que no sabemos si las calles estarán llenas de personas o peor aún: guardias.
―Esto es impresionante.
―Gracias, Robocop. Ahora debemos seguir la ruta del mapa para llegar a los sótanos del palacio.
Los amigos avanzaron, dando las gracias en su interior a Tuanche, quien confió en las intenciones del grupo para poder ingresar de manera subrepticia al palacio.
Fuertes barras de metal aseguraban que ningún desconocido ingresara por ese punto ciego en las defensas, pero nadie contó en que un hombre fuerte no mayor a un ogro lograse doblar elementos tan duros.
Salieron de los canales claustrofóbicos, Lydia usó un hechizo para alejar el mal olor que se impregnó en el cuerpo de todos y continuaron primero por graderías de piedra para luego posar sus pasos sobre pisos de madera fina, alfombra o cerámica.
Percy fue de mucha ayuda ya que sus sentidos animales le informaron cuando servidumbre o caballeros, transitaban por las esquinas o estaban a punto de abrir una puerta.
―Esto es un problema ―dijo el rey Eriastes mientras revisaba unos papeles.
―¿Cuánto dinero le debemos al gremio de comerciantes? ―preguntó la princesa Elianor.
―Más de lo que podremos abonar, me temo, princesa ―fue la respuesta de lord Kiristal, el Primer Ministro.
―¿Cómo fue que llegamos a esta situación? Mi abuelo ganó la guerra contra Trimea Oriental, recibimos una cuantiosa compensación por la guerra.
―No quiero apuntar el dedo acusador a nadie, princesa, pero su abuelo gastó mucho de eso en monumentos hacia su persona. En cuanto a Su Majestad, el rey, bueno, creo que limitarse con las fiestas dadas en el palacio debería ser una medida que nos dé un margen de tiempo suficiente para cubrir una parte por lo exigido por el gremio.
―Usted tiene razón, Lord Kiristal. ¿Padre?
―Yo, no sé, las fiestas son muy importantes, dan una imagen de fortaleza ante los aristócratas. Necesitamos de su apoyo en cuanto a los destacamentos de caballeros de sus casas reales.
―Ojala hubiera una manera de restringir al gremio de comerciantes y de paso demostrar fortaleza ante los nobles.
Las puertas se abrieron y entraron Robocop y sus dos amigos.
―Sir Robocop ―dijo el rey, sorprendido ante la aparición del caballero que rescatara a su hija.
―¡¿Qué es esta desfachatez?! ¡Su Majestad, debe llamar a los guardias!
―Por favor, Lord Kiristal. Tanto mi padre como yo, creemos que las acusaciones del gremio de comerciantes son ridículas. Su actitud con respecto al caballero santo deja mucho que desear.
―Tengo algo que seguro querrán oír ―dijo Robocop y reprodujo la grabación del consejo del gremio de comerciantes.
―Le aseguro que lo que escucharon es la verdad ―les dijo Lydia al ver las caras del rey y la princesa. Lord Kiristal, estaba con un rostro pétreo que no dejó ver emoción alguna.
―Mi hija tiene razón, Lord Kiristal, confío en la prueba que nos dio Sir Robocop y sus amigos.
―Su Majestad, Princesa, yo, bueno, sí. Como usted dijo princesa Elianor, necesitamos fuertes razones para ir contra el gremio de comerciantes y de paso mostrar firmeza con los nobles. Sir Robocop aquí presente, junto a sus acompañantes, nos han dado los medios para actuar con libertad.
Lord Kiristal supo que era una apuesta peligrosa, pero decidió jugarse el todo por el todo, se debía atacar al gremio con contundencia tal, que su vasallaje a ellos debía pasar desapercibido.
―Lord Kiristal, mande llamar a mis generales.
En una noche, todos los altos miembros del gremio de comerciantes fueron arrestados, sus poderes sellados y luego fueron encarcelados para su posterior juicio, aunque esto último era solo una formalidad, desde el más inocente al más docto habitante en Klade, la capital del reino, supo que el destino de los grasientos era la horca.
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El patíbulo y las horcas se desmontaron de la plaza principal de la ciudad, sin embargo, los sucesos acaecidos con respecto al fin del gremio de comerciantes, siguió siendo la comidilla de la población sin importar su estatus social.
Lord Kiristal tuvo muchos problemas en renovar un nuevo gremio de comerciantes, ya que el reino no podía darse el lujo de no contar con uno, pero era obvio que cada noche, el hombre se acostaba con una sonrisa en el rostro.
―Sir Robocop, ¿en verdad planea marcharse de la capital?
―Necesito encontrar algo muy importante, princesa. Mis amigos me ayudaran a encontrarlo.
―Veo que no se puede hacer nada. Partid en paz, Sir Robocop, recuerde que siempre le esperaré con los brazos abiertos.
―Gracias, rey Eriastes.
Los tres amigos se retiraron de la ciudad en una carreta, contrataron a un conductor para aquello, un hombre discreto que no hacia muchas preguntas y leal al reino, después de todo, era el tío de Tuanche y estaba muy agradecido de que su sobrina sirviera en el palacio.
―¿Cuánto nos tomará llegar al puerto? ―preguntó Percy.
―Una semana. Aunque suene riesgoso, creo que lo mejor será partir a Trimea Oriental ―le contestó Lydia―. Ambos reinos estuvieron muy relacionados en el pasado, tal vez la patrulla este allá.
―Ojalá sea así ―dijo Robocop.
El grupo viajó sin prisas ya que Percy se sentía muy curioso con todas las cosas nuevas que vio, lo mismo que su novia, quien llevó consigo varios papeles en los que dibujó y anotó varios aspectos que a ella le llamaron la atención. Fauna, flora, constelaciones nocturnas y demás.
―¿Podrás llevar todo?
―No lo sé, Percy, creo que tendré que deshacerme de las pesadas herramientas que trajimos. Ojalá tuviera algo como un espacio dimensional para guardar todo.
―Yo puedo ayudar.
―Gracias, Robocop.
―Amigos, ya está a la vista el puerto ―dijo el tío de Tuanche.
Todos se asomaron para ver mejor. Fue Percy, quien sintió primero el aroma salado de las olas al estrellarse contra el malecón.
Una nueva aventura prometía desplegarse ante Robocop y sus amigos.
CONTINUARÁ...
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