Universo Konosuba

- Dante.- Le llamaba una voz que le alegraba su día a aquel chico de cabello y ropas negras. El Sol iba despuntando, llegaba un nuevo Amanecer sobre aquellas tierras del "Fantasy World", mientras que sus rayos jugaban entre las verdes colinas y alcanzaban, bajo sus formas, los árboles, piedras, arbustos y la superficie de un lago cercano en el Valle. Pero también se podía decir lo mismo de dos personas que se hallaban allí, habiendo pasado la noche bajo la protección de las Estrellas, tan brillantes como distantes. Tan perdidas como relucientes, iguales a una Corona Imperial y sus Joyas que eran irresistibles. 

La voz de aquella chica castaña, ojos carmesí, buen físico llegó hasta sus oídos, llevando a que sonriera, pusiera su mano en la espalda de ella y la viera, recostada contra su pecho, mirándolo fijamente a los ojos, bajo un momento donde el nuevo día proclamaba su llegada contra viento y marea. Ella estaba observándolo, recostada contra su pecho, mientras que él abría los ojos, notaba su presencia y más esas palabras, su nombre, llegando a través de sus labios, envolviéndola en un abrazo por la cintura, acercándola hasta él.

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Los labios de la castaña se curvaron al sentir el cuerpo de su pareja, la mano de éste acarició los cabellos de la citada, dándole su calor hasta que se sintiera "a salvo" de aquella mañana fresca que hacía en las Colinas. No la quería soltar, por más que el Mundo intentara separarlo de su agarre, era como si presintiera o soñado algún evento que fuera a ocurrir en el Futuro, marcando el fin de su existencia. Aún así, ese "sacrificio" que hacía, mientras que el Amanecer iba haciéndose presente, con las luces del Sol, las primeras lamiendo la base y formas de las Colinas, llegando hasta donde se hallaban ellos, describiendo un juego de sombras que, finalmente, terminó por "moldear" a la pareja que permanecía allí.

- Dante.- Su dulce voz, aquella "Solitaria Carmesí", tan hermosa y radiante. De buen cuerpo pero de gran corazón, alejada, por miedo propio, de los demás, se acercó hasta el chico, tocando sus labios con su dedo índice, haciendo una pequeña presión sobre los mismos y de ahí él la acercó hasta allí, besándola, dulcemente.

- ¿Cómo has amanecido, Yunyun? ¿Bien? ¿O quieres estar a mi lado un rato más?.- Preguntó el joven de ropas negras a su chica, quien se acurrucó, sin soltarse por ningún segundo.

- Como nunca.- Respondió la "Demonio Carmesí", aquella que era conocida como la "Autoproclamada Rival de Megumin", mientras que se levantaba y estiraba su cuerpo.- Dios, nunca me imaginé que podría dormir bajo las Estrellas. No sentí nada de frío aquí. Deberíamos seguir probando esto, de continuar haciendo estos campamentos para dormir bajo las mismas, ¿no crees?.- Preguntó, tranquila, hacia su pareja, mientras que éste se quedaba un rato más sentado, contemplando aquel espectáculo que la Naturaleza misma les estaba ofreciendo, como primeros anfitriones.- ¿Dante?.- En ese momento, él tomó las manos de la chica, suavemente, invitándola a tomar asiento.-

- Perdona si actúo un poco "distraído". No es que lo esté ni nada por el estilo, es solo que estoy con dudas acerca de lo que pueda pasar en el Futuro, más que nada las aventuras que tendremos. No le tengo miedo a la Muerte ni al "Rey Demonio" pero...- En ese momento, él tomó un respiro y volvió la mirada hacia la chica.- 

Él sabía bien que, desde su llegada al "Fantasy World", cuando la Diosa Eris se presentó ante él, ofreciéndole esa oportunidad de empezar de cero en un Mundo de Fantasía, él escogió aquello sin más pero con la condición de que su poder fuera crear máquinas de su Mundo natal, pero también teniendo una misión muy importante y que tenía que ver con Yunyun. Aún así, él optó por guardar aquel secreto, por el momento, en su mente, sin soltarlo, por lo que la tomó en sus brazos, la acurrucó contra su pecho, sintiendo los latidos de sus corazones, el uno y el otro no quería separarse, por ningún momento, justo cuando los rayos del Astro Rey ya estaban encima de ellos y se iniciaba una nueva mañana.

- No importa lo que pase, yo nunca voy a dejarte solo. Si hay que pelear, incluso contra el "Rey Demonio", lo haremos sin miedo alguno. Te lo juro, no voy a dejar que me vuelvan a tener como una "cualquiera", que piensen que puedo venderme a todos por dinero. Yo jamás haría eso, nunca, por lo que, si tengo que hasta matar para que estemos juntos, mataré a cualquiera que esté con el enemigo.- Le dijo con seguridad y confianza en su voz, mientras que él la estrechó contra su pecho. Ella hundió su cabeza contra aquel lugar, mientras que su pareja pasaba las manos por la cabeza de ella y sus cabellos.

Podía sentir el latir de su corazón. Qué hermosa que se veía así de cerca para él. Sus manos que tocaban la cintura de la chica, un momento para no olvidar. Un momento ideal para vivir y atesorar. ¿Cuánto más podía uno aguardar?.

- ¿Sabes?. Me es una enorme alegría el haberte conocido, Mi Princesa. Mi Amada Reina.- Dijo Dante ante ella, mirándola a los ojos, ese brillo especial que había allí, aquello que lo volvía loco de amor al verla, era algo sumamente importante, que no se podía olvidar o dejar de lado.

Fue entonces que ella, reaccionando ante las palabras que él le mandó, se fue acercando, poco a poco, hasta sus labios, uniéndose, sintiéndose aquella "Corriente Magnética" que los atraía hasta que, pronto, quedaron unidos bajo un tierno y dulce beso. Las manos del joven se movían de un lado para el otro sobre la cintura de Yunyun, podía sentir los pechos de ella contra su cuerpo pero qué importaba. No la quería soltar y más cuando las luces del Sol y el Alba dieron sobre sus cuerpos, iniciándose un nuevo día para ambos, uno donde continuaban juntos y con un Futuro por delante.


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