Trabajando como en Latam
A falta de amor, gato
Capítulo 9: Trabajando como en Latam
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Tenían la misma expresión de gatas que, sorprendidas por los fuegos artificiales, estaban a punto de echarse a correr sobre los tejados. El "jefe" de la ciudad de los cowboys no era otro que Johnny Cash, el rey de la música country.
«No entiendo, ¿su jefe es el espíritu del rey del country? ¿Un humano de mi mundo? ¿Cómo pudo ser? Entonces, ¿Johnny Cash fue isekeado a este mundo y los cowboys adoptaron su música?», pensaba Lola estas y otras cuestiones que se quedarían en el limbo debido a que tenía cosas más urgentes que debía inquirir.
—Adelante, el gran jefe nos ha concedido algo de su tiempo —dijo Bobby con una rodilla apoyada en el suelo—. No todos los que vienen logran que les preste atención, estamos de suerte.
Tatiana dio unos empujoncitos a Lola y ella no tuvo más remedio que acercarse a la estatua parlante que la estaba observando con curiosa atención.
—Disculpe, gran jefe Cash. Me llamo Lola y mis amigas formamos una banda de música, venimos a consultarle algo de suma importancia.
—Es raro ver humanas en este sitio, de hecho, que recuerde, desde que ascendí a rey, ningún humano vino a pedirme consejo, solo mis adorados creyentes.
—Nos sentimos honradas de estar ante su presencia. Rey, no somos humanas comunes y corrientes, fuimos isekeadas, quiero decir, vinimos a este mundo a cumplir una misión —explicaba la vocalista, omitiendo el hecho de que criaturas felinas fueran las responsables de lo anterior, no fuera que hubiera conflicto de intereses entre supuestas deidades—. Nos encomendaron buscar en este mundo el mejor género musical que pueda derrotar a los demonios. Es urgente hacerlo, vimos con nuestros propios ojos que están invadiendo los territorios de los elfos.
Los ojos de la estatua se endurecieron. Puesto que su rostro pétreo era hierático, solo sus labios se fruncieron en un gesto que indicaba que meditaba las palabras que dijo la rara humana alta y desgarbada.
—Entiendo. Díganme, ¿qué tipo de música toca su banda? ¿Acaso ustedes son fieles como mis queridos cowboys? Eso me haría muy feliz.
—Lo siento, rey Cash. Mi grupo, Cat in Absence of Love, solo toca rock.
—¿Cat in absence of love? ¿A falta de amor, gato?
—Así es, rey. Espero que no se sienta decepcionado de nosotras.
Así se sintió, tanto, que los ojos como los labios de la estatua parecían volver a su estado original.
—¡Espere, no se vaya, gran jefe! —gritó Lola que movía las manos de forma frenética, como abanicándolas luego de tocar algo quemante.
—¡Haz algo, Bobby! —le suplicó Basilia.
—Toquen algo que sea country, ¡rápido o se va ir!
—No sabemos nada de ese estilo de música. Lo sabía, estamos condenadas —dijo Tatiana.
—¡Por favor, gran jefe Johnny Cash! —intercedía Bobby a favor de las chicas—. ten piedad de ellas, no son ningunas humanas locas pese a sus pintas, han sido invocadas para proteger no solo a los humanos, también a nosotros, tus hijos, de las hordas de los adoradores del heavy metal. Por favor, apiádate y míranos por el gran Muuu.
Ojos y labios de piedra volvieron a ser carne y sangre. La súplica del joven musculoso dio frutos y volvió a dirigirse al grupo de humanas:
—Hay división entre razas debido al género musical que practican, también lo hay entre nosotros, los padres de los estilos musicales. No somos dioses, pero por eso mismo, tenemos piedad ante los desesperados que nos buscan.
—¡Gracias, muchas gracias, rey! Hubiera sido una putada que nos hubiera dado el carpetazo —dijo Gabriela, que se adelantó hasta Lola.
—Gran jefe —dijo Alba—. ¿podría ayudarnos con nuestra misión? Estamos desesperadas, ¿no es así, chicas?
—Así es —dijo Lola como la lideresa del grupo—. Rey Cash, pese a que le dijimos que no somos humanas comunes y corrientes, sí los somos. No vemos cómo podríamos enfrentar a los demonios con las habilidades que poseemos.
—Si lo que tocan es rock, ¿por qué no fueron a los territorios del rock? Allí podrían lograr que los reyes de esos lugares les atiendan.
—Fue mi consejo, rey —intervenía Bobby, animándose a alzar la cabeza. Su mirada de súplica se notaba a todas luces—. Uno no siempre logra que el rey de una ciudad le preste atención, sería muy peligroso para estas humanas, ir y venir de tantos lugares que se encuentran en estado de guerra.
—Tienes razón, entonces, ¿qué es lo que me piden, chicas del rock and roll?
—Señor, no tenemos una idea cierta de qué hacer, ¿podría usted ayudarnos o darnos algún consejo? —preguntaba Lola y se arrodilló, apartó sus largos cabellos de su cara y juntó sus manos como en una oración.
A diferencia de las otras integrantes de su grupo, Lola sí tenía un rostro agraciado. Eran sus ojos los que parecían de psicótica peligrosa, los que daban pie a malos entendidos y complicaciones ante los demás, sin embargo, Johnny Cash vio más allá de las apariencias de la vocalista, de hecho, observó con más cuidado a las otras integrantes.
—Está bien, no les prometo nada, pero intercederé ante los otros reyes por ustedes. No sientan ansiedad por mi respuesta que, en el mundo de los espíritus, el tiempo transcurre de manera distinta.
Dicho aquello, el rostro entero volvió a ser de piedra y el silencio se aposentó en ese recinto sagrado.
—¿Qué hacemos? —preguntó Basilia mirando a las chicas y a Bobby.
—Supongo que tendrán que esperar. El jefe y los otros van a debatir si deben brindarles ayuda o no —dijo Bobby, se puso de pie y se sacudió el polvo de las rodillas.
—¿Cuánto vamos a tener que esperar?, todo esto me dio hambre —dijo Alba que acariciaba sus baquetas con sus regordetes dedos.
—Tú siempre tienes hambre —la riñó Gabriela—. pero tienes razón, no podemos quedarnos aquí para siempre. Dudo mucho que en este lugar lleno de polvo podamos ganar dinero con nuestra música. ¡No quiero aprender a tocar country!
—Tranquila, ya se nos ocurrirá algo. ¿Cuánto tiempo crees que tengamos que esperar? —preguntó Lola, no muy animada con el prospecto de esperar la respuesta por un lapso de tiempo indefinido.
—Como una semana, más o menos, puede que un mes, no creo que se extienda más que eso. No desesperen.
—¡Un mes! ¿Qué mierda haremos durante todo un mes? Estamos bien jodidas, eso estamos.
Ante las palabras de Gabriela, el grupo bajó las miradas al piso, el gruñido de tripas de Alba no mejoró las cosas.
—¿Qué nos sugieres? —preguntó Basilia, pero Bobby no tenía algo en concreto, limitándose a rascarse la nuca.
—¿Crees que podríamos tocar algo en este lugar?
—¡No pues, Lola! ¡¿Cómo se te ocurre?! ¿No escuchaste nada? En este sitio solo escuchan country, nada más y como dije, no pienso aprender a tocar country.
«Tampoco es que tengan mucha habilidad para empezar», pensaba Bobby ante las palabras duras de Gabriela, la enojona del grupo.
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Pasaron los días y las chicas, sin poder ganarse la vida como una banda de rock, no tuvieron más remedio que fungir de cenicientas en montón de tareas humildes y mal remuneradas, como ser porteras o estibadoras, sudando lo suyo como cualquier albañil de Latinoamérica, pero al menos les iba mejor que en Nueva Orleans gracias a Bobby que las recomendaba con otros cowboys.
Fueron días de ayuno involuntario donde un día comían y al otro no, luego de una semana, el jefe de la ciudad volvió a aparecer a requerimiento de las chicas que estaban sopesando la idea de ir a los peligrosos territorios del rock and roll, donde no solo moraban los hombres, también bichejos más peligrosos como los orcos, goblins y cosas mucho peores puesto que hasta el doom metal reinaba allá.
—¿Un festival? ¿Van a realizar un festival? —preguntó Lola sin dar crédito a sus oídos al saber la conclusión a la que llegaron varios reyes de la música como Bill Haley, Chuck Berry, Elvis Presley y Jerry Lee Lewis entre otros.
—Lamento decir que los otros reyes no estaban muy animados de ayudarlas, sin embargo, todos quieren presumir de sus estilos musicales y decidieron llevar a cabo este concurso de bandas.
—¿Y eso en qué diablos nos va a beneficiar? —preguntó Gabriela.
—Pues que la banda ganadora tendrá el derecho de pedir a los demás reyes lo que sea. ¿Entienden?
—Momentito, ¡eso implica que tendremos que ser nosotras las que ganemos —dijo Tatiana.
—Pero chicas, ¿podremos siquiera estar entre los primeros grupos? —preguntaba Basilia con gesto dubitativo—. Me parece muy difícil, esto no es como los eventos a los que asistíamos, seguro los reyes auspiciarán a sus mejores grupos.
—No perderemos nada con intentarlo, al menos no nos va a dar más hambre —dijo Alba, confianzuda, tocaba con sus baquetas la superficie del trono de la estatua, incluyendo las piernas de Johnny Cash.
—¿No puede planear algo, rey? —dijo Bobby, que se metía las manos a los bolsillos y los sacaba para mostrar su vacío contenido—. Lo que sea, estas chicas y mi bolsillo, están en las últimas.
—Sí, he estado pensando en esto y creo que hallé la solución. Podrían ir de invitadas de un rey ajeno al rock.
—¿Y cuál rey sería ese? —preguntó Lola que intercambió miradas de esperanza con sus amigas.
—Es una reina, la reina de la polka. Así es, no solo el rock, todos los géneros musicales van a participar, como les dije, solo quieren presumir y llevarán a sus mejores exponentes.
—¿Polka? ¡Polka! ¡Debes de estar bromeando, rey! —gritó Tatiana, pero enseguida le tapó la boca Bobby.
—¡Discúlpela! La humana es cada vez más mensa por el hambre.
—Es la única solución si lo que quieren es tocar en la final sin necesidad de tener que pasar por las pruebas clasificatorias. No sé cómo de bien tocan ustedes, pero por lo que acabo de oír de la humana de cabello rosa, no son muy buenas, ¿me equivoco?
—No entiendo, ¿Qué tendríamos que hacer tocando para la reina de la polka? —preguntó Lola, que lo mismo que las demás, no entendía la lógica involucrada.
—A la reina se le ocurrió la idea de una función comparada. Es para mostrar lo patético que es el rock en relación a la polka —explicaba los labios de la estatua, único elemento que se movía en el tótem pétreo.
—¡Ehhh! —exclamaron las chicas a pleno pulmón.
—Se me ocurrió que, en vez de tocar mal, podrían hacerlo bien, tanto, que podrían llamar la atención de reyes como David Bowie o Dio y las dejen participar en las finales, saltándose todas las fases de eliminación.
—A mí me suena bien, chicas, tal vez...
—Un momento, hay algo que no cuadra —Gabriela interrumpía a Bobby—. ¿Dio? ¿El Dio del grupo Rainbow y Black Sabbath? ¡Pero qué mierda! ¡Dio es el padre del Heavy Metal!
Fue como si un golpe áureo impactara en las cabezas de los presentes.
—Se los acabo de decir, todos los géneros musicales tendrán cabida en el festival. Eso implica también a los demonios.
»Puede que esto les suene radical, pero en parte logra el cometido por el cual fueron enviadas este mundo. Los demonios pondrán un alto a su invasión de los otros reinos en pos de coronarse los mejores con la mejor magia y género musical.
Las chicas intercambiaron miradas, las cosas no resultaron como ellas esperaban, si bien estaban en un isekai que mezclaba la fantasía oscura con el heavy metal, parecía que su caso se centraba más en una tragicomedia, en sus desventuras y las desopilantes situaciones en las cuales estaban enfangadas.
CONTINUARÁ...
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