El perdón


El fin de semana pasó demasiado rápido para mi gusto, pero aun así el sábado fue muy entretenido.

Ahora estoy en la clase de religión y la maestra aún no nos dice de qué tema hablaremos hoy, y es muy raro porque eso es lo primero que hace al entrar al aula.

—Muy bien chicos hoy quiero que sean ustedes los que propongan el tema de conversación para esta clase. —Dice de repente.

—Pero maestra ¿por qué debemos elegirlo nosotros? —cuestionó una chica del fondo.

—Porque hoy he venido de buen ánimo. —responde la maestra.

Pasaron más o menos cinco minutos cuando Collins, el chico que trató de hablar conmigo a la fuerza, levantó la mano. Y yo recién me doy cuenta de que comparto una clase con él.

—Sí, Collins ¿tienes un tema en mente? le indicó la profesora para que hablara.

—Pues... pienso que tal vez podríamos hablar sobre el perdón, maestra.

—Es un buen tema. Y ya que nadie ha dado ningún otro pues hoy hablaremos del perdón.

A mí no me apetecía hablar de ese tema, pero no podía hacer nada más ya que no tenía ningún otro en mente. Lo único que me quedaba era escuchar, además no pienso opinar de un tema del cual no me siento cómoda.

—Me pueden decir ¿qué es el perdón? —Preguntó la maestra.

Collins volvió a levantar la mano.

"Si que le gusta este tema", pensé.

—Perdonar significa disculpar a alguien que nos ha causado algún daño o nos ha ofendido y pues literalmente significa "dejar pasar". Perdonamos a alguien cuando dejamos de guardar resentimiento—respondió.

No sé porque, pero siento que Collins con esa respuesta estaba refiriéndose mí de algún modo.

—No estoy de acuerdo que perdonar signifique dejar pasar —dije en voz alta y sin pensarlo.

—¿Por qué opina eso señorita Lara? —preguntó la maestra

—Es muy fácil decirlo cuando no has pasado por cosas horribles y no creo que un simple "lo siento" o "te perdono" arregle las cosas. Lo último en lo que pensaría esa persona sería en perdonar.

Sí, sé que dije que no iba a opinar y mírenme aquí siendo el centro de atención.

—El perdón no sirve de nada—no le di tiempo a la maestra para procesar la respuesta y ya había vuelto hablar.

—¿Sabe cuáles son los beneficios de perdonar señorita Lara?

—No maestra —siendo sincera jamás me he puesto a pensar en el perdón muchos menos en sus beneficios si es que acaso tenía algún beneficio.

—Pues escuche, se lo diré. Y le sugiero que preste mucha atención.

—Al perdonar dejamos de sentirnos enojados y dejamos de guardar rencor, eso nos ayudará a estar más calmados, mejorará nuestra salud y nos permitirá ser más felices. Pero lo que es más importante, perdonar a los demás es imprescindible para que Dios perdone nuestros pecados.

—Pero maestra no todos tenemos el don de perdonar—ahora el que habló fue Willians y me sorprendió que hablara ya que toda la clase ha estado muy distraída.

—Claro que todos tenemos ese don lo que pasa es que algunos son más sensibles y casi siempre el que perdona conoce los beneficios de perdonar, aquel que no lo hace es porque no los conoce—dijo la maestra muy segura.

—Dios no perdona a los que cometen un pecado a propósito y con malicia, se niegan a reconocer su falta, no quieren rectificar lo que han hecho o no están dispuestos a pedir perdón a quienes causaron daño. Estas personas que no se arrepienten se convierten en enemigos de Dios—dije ignorando el comentario de la profesora.

—Eso es muy cierto, señorita Lara.

—Entonces maestra, cómo pretende que yo perdone si Dios tampoco lo hace.

—Y si esa persona está arrepentida Isabel y quiere pedirte perdón ¿tú lo perdonarías? —comentó Collins algo extraño.

Estoy algo confundida pero como dije antes creo que sus comentarios son para mí. Todos en el salón estaba esperando mi respuesta, pero yo no sabía que responder.

—Tal vez sí o tal vez no—contesté mirándolo a los ojos. Un momento, creo que conozco esa mirada.

—Muy bien chicos eso es todo por hoy espero que este tema haga que algunas personas cambien su forma de pensar—añadió la maestra mirándome fijamente a los ojos. —Y siempre recuerden que, si el error es de poca importancia, tenemos que poner en práctica el siguiente consejo de la Biblia: "Continúen soportándose unos a otros"—eso fue lo último que dijo antes de salir del aula.

—Yo no soy Dios para andar perdonando y muchos menos tengo Alzheimer para olvidar lo que me hicieron —murmuré, pero esto no evitó que Williams escuchara.

—Si que estás loca—comentó.

—No estoy loca lo que pasa es que mi realidad es diferente a la tuya—le dije un poco molesta.

—La realidad muchas veces se equivoca.

Y esa fueron las únicas palabras que cruzamos en todo el día. Pero esa simple frase me hizo pensar en muchas cosas. ¿La realidad en serio puede equivocarse? ¿Mi realidad, en algún punto, se ha equivocado?

Visualice a Cata y Adrienne paradas frente a la entrada del comedor. hace como diez minutos que sonó el timbre para almorzar. Luego de la clase de religión las horas pasaron muy lenta para mi gusto y el tarado de Williams estuvo muy distraído en toda la clase. Ya junto a las chicas entramos al comedor.

—Y cuéntanos Adrienne que tal han sido tus primeras horas clase. —pregunta Cata.

—No me quejo ha sido todo normal. —responde sin darle mucha importancia.

—Me alegra que haya sido así ya que en el primer día nuestra amiga Él tuvo un pequeño altercado con la maestra de literatura.

Cuando cata menciono esto me di cuenta de que ni siquiera me había puesto a pensar en ese estúpido ensayo. Y mucho menos e coordinado con Williams como es que lo haremos.

—¿Cata con quien te toco hacer el ensayo? —esta fue la primera vez que hablaba desde que entre al comer.

—Con Arón.

—¿Quién es Arón? —Cuestiones sorprendida al no reconocer al chico, aunque seamos realista no conozco a nadie del salón. Soy la chica antisocial.

—Él, por amor a Dios tienes cinco meses y si conoces los nombres de cuatro personas de salón es mucho—dice con un poco de diversión en su voz. —Y Arón Méndez es el presidente del club de los ñoños de la lectura.

Yo solo me limito a rodar los ojos y a sentarme en la mesa con mi bandeja ya en manos. El menú del día es: verduras sudas con pechugas a la plancha, arroz y un jugo de cajita, siéndoles sincera se escucha mejor que lo que se ve.

—Y la literatura no es ñoña.

—¡OH esto es grandioso acabas defender a un chico ¡

—No jamás solo he defendido la lectura, que es muy diferente.

—Nunca digas que jamás harás algo, ÉL—ahora fue el turno de que Andreinne hablara.

No dejo que yo pudiera abrir la boca para refutar su comentario y ya había empezado hablar otra vez.

—Y Arturo?, Catalina —pregunta Andreinne.

—EL está con Will. Arturo me contó como que debía convencerlo para hacer algo que no me quiso de que. — dijo

Cata empezó hablar sobre cómo iba su ensayo de literatura y de lo mal que había juzgado al "ñoño de Arón" con Cata le decía, hablaba sombre sus raros gustos y hasta hay deje de escuchar mi mente se fue lejos y solo empecé a pensar en que si algún día recodare el pasado sin sentir este dolor o si volveré hacer la chica alegre, parlanchina, curiosa y aventurera que alguna vez fui.

Choco de golpe con la realidad y me doy cuenta de que esa chica que alguna vez fui ya jamás podre revivirla.

—Amor de quien hablan—escucho Arturo y salgo por completos de mis pensamientos.

Cata al escucharlo se lanza a los brazos de su amado y empieza a besarlo, se olvidan de que están en el comedor y el beso se sube un poco de tono. Andreinne hace un sonido con la boca para que ambos se den cuenta de nuestra presencia.

—Usted parecen que llevan una vida si verse. —opina Andreinne

—Para mí unas horas sin verte son como un siglo sin ti, como dice la canción de Chayanne. — susurra Arturo sobre los labios de Cata, pero eso no evito que nosotras escuchamos.

—ÉL, Williams quiere hablar contigo. —dijo Arturo separándose de Cata.

—Que mal porque yo no tengo nada de qué hablar con él. —dije sin levantar la mirada.

—Es muy importante, no seas así por amor a Dios.

—Soy como yo quiera y a menos que me digas que es eso importante quiere hablar conmigo de aquí no me muevo.

Williams

—Williams que te sucede hoy.

—Nada—respondo mirado para otro lado

—No me engañas amigos sé que algo que está molestando.

—Muy bien tus ganas. —dije cansado, pero no de un cansancio físico sino de un cansancio mental.

Arturo asiente victorioso esperado a que yo empiece hablar. Me alienta con la mirada para que empiece y así lo hago.

—El viernes el entrenador me cito a su oficina. —Me detengo por un momento para pensar.

—¿Y eso que tiene de malo? —me interrumpe

—Mantén con la boca cerrada si quieres que termine— le reclame un poco fastidiado.

Solo le limito a asentir con mirada como lo había hecho anterior mente.

—EL entrenador y la maestra de litera han estado hablado y ella le ha comentado que yo aún no he empezado el ensayo que ella nos asignó a inicio de año.

—¿Qué tiene que ver la maestra de literatura con el entrenador? —cuestiono Arturo.

—Pues...simple en una cuanta semana abra un partido de lacrosse en otro centro educativo.

—¿Y?

—Que si no le enseño a la maestra que ya estamos trabajando en el ensayo esta le dio órdenes al entrenador para que yo no pueda jugar en el partido.

—¡¿Cómo que nosotros?¡ —dijo sorprendido.

—Si es un ensayo en parejas.

—Y ¿Qué esperas para empezar?, sabes que si no juegas tienen motores posibilidades de perder. Solo tú sabes cómo controlar y hacer que el equipo juegue unido.

— Pues... el detalle está en que no sé cómo decirle a Isabel que empecemos ya. ¡sabes es tan rara esa chica ¡—esto último lo dije muy alto, tanto que persona a mi alrededor voltearon a mirarnos.

—Déjame eso a mí la convenceré para que venga hablar contigo y se ponga de acuerdo. —dijo Arturo muy convencido que lo lograría.

—Si claro, esa chica ni te habla. —dije

—Habla más que contigo,

—Si hablamos y en diferentes ocasiones.

—Mi querido Williams hablar y discutir no es lo mismo.

Esto fue lo último que dijo y se marchó dejándome con la palabra en la boca.

—Aun así, estamos hablando—dije sabiendo que ya no me escuchaba.

— Han da El solo serán unos minutos. — dijo Arturo ya en tono de suplica

—No.

—Cariño por amor a Dios dile algo, sé que a ti si te hace caso. —dijo refiriéndose a su novia cata.

—El...—empezó hablar cata y antes de que terminara dije: —no y no.

—Bien haz lo que quieras, pero solo te digo que es sobre el ensayo de literatura que deberían haber empezado ustedes ya—dijo rindiéndose.

Luego de decir esto le dio un último beso a cata y se marchó.

—EL...—volví a interrumpir a Cata y dije: —si lo sé no tienes que volver a repetírmelo en la clase de mate coordinare con él para hablar.

Todo el almuerzo fue en silencio una que otra vez Cata hablaba de la novela Tanto amor que ella y Andreinne veían (jamás entenderé porque es que le gusta tanto esa novela cursi).

Suena el timbre indicando que ya debemos ir a clase y que yo debo hablar con el tardo de Williams ya que ahora me toca clase de matemáticas.

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