Al abrir la puerta, no esperaba encontrarme a Jimin, la lluvia era demasiada en esos momentos, y él estaba completamente empapado de pies a cabeza, completamente mojado, de sus cabellos podía ver como las gotas de agua iban cayendo lentamente.

- ¿Qué haces aquí? -esa fue la pregunta que había salido de mis labios al instante.

Sonrió débilmente, mientras escuche como sorbía su nariz, se enfermará estoy muy seguro.

- Solo... quise venir a verte.

- ¿Por qué? Es decir, ¿acaso no viste como ha estado lloviendo toda la maldita tarde?

- ¿Y? -se encogió de hombros desinteresado.

¿Es acaso una maldita broma?

- Te enfermarás.

- No me digas, lo que sé que me va a ocurrir, además ¿pensé que no deberías de tomarle importancia a algo como eso?

- Eres mi amigo, ¿por qué no debería?

Aunque pensándolo bien, me ha hecho demasiadas cosas como para que piense en su bienestar.

- ¿Solo un amigo? 

- ¿Qué más puedes ser? Eso es lo que eres...

- Pues... hay que empezar a cambiar eso, ¿no crees?

Camino el par de pasos que nos separaba, y de inmediato sentí como de un tirón me atrajo hacía él y unió nuestros labios.

No era como las otras veces, desesperado y posesivo, está vez... había sido tan suave que no lo entendí, y había logrado perderme en aquellos movimientos que hacía sobre mis labios.

Bye, diario.