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“La vida es soledad, a pesar de todos los opiáceos, a pesar de la alegría estridente de las fiestas sin propósito, a pesar de las falsas caras sonrientes que todos llevamos.”
-Sylvia Plath.
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Ha llegado de la escuela y la sonrisa se borra en cuanto se separa de su amiga, camina hacia su casa en silencio, tratando de comprender que demonios le sucede. Se para frente a su casa y mira las puertas cerradas, su cárcel triste donde el encierro habla sobre la tortuosa soledad viviente dentro de ese lugar.
Decide avanzar lejos de ella.
Busca en su mochila su teléfono y lo primero que hace es buscar su refugio entre los contactos, pero... Antes de que pueda hacer algo, siente unas manos tocando su rostro qué hace que detenga el paso.
No hay necesidad de que reclame o diga algo, solo se queda observando aquel rostro familiar con el que se siente en casa y de la mano de ese alfa, camina hacia el interior de esa casa a tres de la suya y en el momento en que nadie los mira, finalmente las lágrimas caen por el rostro de Dong Min quien harto de todo, tira su mochila y se acuesta en la cama.
Esta harto de fingir ser feliz, está harto de todo, pero tiene a su lado a ese ser que le da fuerzas y quien parece es el único que lo entiende dentro de millones y millones de personas que hay en el mundo...
Luego de esa etapa espantosa y sufrida en donde Dong Min perdió su identidad se enfrentó a más cosas, comenzando qué después de dos años, donde creyó que tenía una amiga de verdad, tuvo que separarse de ella.
—Nos vamos a mudar, Min, y mamá quiere que estudie en otro lugar.
Lloró horrible abrazado a su amiga quien "estuvo para él siempre", pero la chica también desconsolada, le aseguró que nunca lo dejaría, que seguirían siendo amigos a distancia y que trataría de comunicarse con él por medio de su madre.
El enfrentar ese sentimiento extra de soledad fue duro los primeros días, el tener que estar nuevamente en una aula de clases sin amigos, sin hablar, comer solo. Era abrumador.
Pero el regresar a casa y recibir una llamada de su amiga era lo único que lo reconfortaba con los días.
Pasaron los meses y comenzó a tener más amigos, pero cada que los escuchaba hablar se sentía atrapado en un cuerpo equivocado. Hablaban inocencias todavía, eran "infantiles" desde su punto de vista, pero él se sentía como un adulto con la mente expandida a cada uno esos aspectos. Un niño nunca vivió en él, no supo lo que era jugar a como era normal... Siempre hubo algo que lo ató a recuerdos inolvidables y desastrosos, de los cuales no podía hablar porque recuerda a su madre decirle: «Esto se queda aquí, no quiero ni una palabra» y temía de que lo regañaran.
Pero trataba aún cuando aquella voz insistente le hacía dudar de él mismo, aun cuando tenía impulsos extraños donde bastaba verse al espejo y sentir el asco amenazandolo.
Y cuando intentaba hablar de esa tristeza que lo encerraba, llamaba a su madre o la buscaba en su habitación, pero la mujer estaba en otras cosas o hablando con su hermano mayor, olvidando que estaba allí.
—Mamá, quiero hablar contigo. —sus lágrimas estaban por salir, quería gritar que estaba muy triste y no sabía porqué.
Pero...
—Dong Min, no seas maleducado. Estoy hablando con tu hermano.
—Mamá, de verdad quiero-...
—Anda, ve a la cocina y mira si no se quema el arroz.
La ignorancia comienza desde ahí, su hijo estaba mal y a ella le importó más su hijo mayor que el pequeño que sufre en silencio. Y sin más remedio, solo hizo como le dijeron y se fue a la sala a ver televisión.
La vida continuó.
Parecía que de alguna forma el Dong Min introvertido comenzaba a disfrutar su tiempo en la escuela, comenzaba a reír aun cuando el acoso era mínimo, pero comenzó también a adherirse a esas burlas que incluso él se burlaba de sí mismo.
De un momento a otro, se soltó, quiso salir de esa rutina empobrecida y copió todas aquellas actitudes que tenían sus compañeras. Porque sí, Dong Min no tenía amigos varones en el colegio, sino puras mujeres por extraña razón y solo había un niño con el que se llevaba bien.
Pero había un problema. Ese niño le gustaba.
En términos amorosos y si profundizamos en el primer amor de la infancia y todo cuanto esto respecta, podríamos que decir que no es lo suyo. Al menos en palabras simples.
Pero si profundizamos más a detalle, es quien observa de lejos y se aleja por miedo. ¿Su primer amor de niño? Un pequeño con la piel ligeramente morena en el jardín de niños, un niño muy bonito al que todos miraban con timidez y cariño, y Dong Min no era la excepción.
Pero nunca se acercó siquiera, porque esa cara de ángel también apoyaba las burlas qué recibía, era uno de los que se reían a pesar de que su voz eran suave y hermosa.
Y simplemente, lo abandonó en un pozo donde sin imaginarlo, comenzaría a enterrar todos esos sentimientos con los años.
Era un romántico empedernido, enamoradizo de alguna manera de la atención y de las personas bellas, pero el espejo hablando con los años le hicieron saber que no era lo correcto y volvió a desechar todo lo que sentía aún cuando doliera.
Y justo cuando formó una amistad fuerte con este niño, sintió su corazón disparado, tanto que cuando escuchaba a su madre y a la madre de este hablar de algo entre ellos, se ruborizaba sin querer y negaba en queja sabiendo muy en lo profundo que así lo deseaba.
Y llegó el cumpleaños de aquel niño y fue donde toda ilusión creció, porque le dio su regalo a la hora de salida y su amigo le dio un beso en el cachete solo a él y se sintió demasiado especial.
Ya tenía casi 11 años, por supuesto que era consciente de esos sentimientos y demás, por lo que supuso que su mejor amigo también estaba interesado en él. El problema es que un día, su amigo le contó que estaba enamorado, pero de la amiga de ambos.
Por supuesto que no dijo nada y se quedó callado, por supuesto que se quedó en el aire escuchando aquello aún cuando quería llorar, pero aún así, ayudó a que estos dos niños pudieran ser "novios de manita sudada".
En algún punto perdió la base de todo, porque aquel niño se comenzó a alejar de él y no fue hasta dos meses después que descubrió algo que abrió una herida en él.
—Yo le gusto a Dong Min y lo hace obvio, pero a mí no me gusta él, es gordito y es hombre. Ni siquiera sé si es omega o alfa.
Le dijo aquel chico a su ahora novia y Dong Min trató de hacer como si nada hubiese pasado, y de un día para otro, se dejaron de hablar.
Aquella situación se la contó a su mejor amiga pero... Parecía como si estuviese hablando con una pared...
—Min, ¿Te puedo llamar mañana? Estoy ocupada ahorita.
—Sí, no te preocupes. Hasta mañana, cielito.
No notó nada raro, después de todo, su amiga estudiaba en una escuela cara y de prestigio, así que supuso que estaba ocupada o algo.
Pero no.
Había algo más que nunca se imaginó.
Después de años de desarrollo de sí mismo, después de superar traiciones, separaciones de amigos, problemas con sí mismo y lo esencial, problemas en casa, había algo importante que pasó y es que comenzó a no tener miedo.
Casi como un plan de venganza, se vengó de todos aquellos que en su infancia le hicieron pasar un mal momento, eso incluía a niños del colegio, como los de su vecindario, quienes también tuvieron sus momentos caóticos qué no desea recordar.
Y creyó que estaría bien, porque iba a sus 12 años y ahora era otra persona, alguien diferente en actitud y quien aun guardaba la esperanza de presentarse como alfa y fortalecerse. Él soñaba con ser un hombre fuerte, un alfa con toda la vida resuelta y no un debilucho omega con quien no sabría como lidiar a diario.
Todo iba bien.
Todo iba bien
Pero en la vida de Dong Min nada sale bien y lo empezó a notar.
Después de años sin verse con su mejor amiga, decide un día escribirle a la madre de esta. Ya tenía un teléfono propio por lo que el interactuar en redes sociales era más fácil para él. La madre de su mejor amiga, le propuso darle una sorpresa el día del cumpleaños de ella.
Prepararía un almuerzo donde él y su madre llegaría sin decirle, dándole así como sorpresa ese reencuentro qué "tanto" habían ahnelado.
Todo se preparó 3 semanas antes, Dong Min no durmió bien esperando ese gran momento que incluso estrenó ropa nueva solo para ver a su amiga otra vez. Le preparó un gran regalo y su madre sabiendo que era la única amiga verdadera de su hijo, lo apoyó. Viajaron más de dos horas en bus para poder llegar a donde la chica vivía y... Finalmente, llegaron.
En cuanto tocaron el timbre, las emociones se apoderaron del cuerpo de Dong Min qué casi y colapsa, y cuando su amiga salió de la casa, corrió hacia ella para abrazarla.
—¡Te extrañé muchísimo!
Dong Min temblaba mientras la abrazaba, lloró en su hombro dando gracias al cielo por esa oportunidad que tuvo, pero... Algo no estaba bien.
Y eso era, la expresión de la chica.
No se miraba emocionada y Dong Min lo notó, pero quiso creer que era la impresión o algo más, y lo ignoró.
Claramente, no fue eso.
Alguien más salió de aquella casa, un chico que miró todo con curiosidad.
—Qué bueno que... Veniste, Dong Min.
—¡Vamos adentro! —la madre de la chica estaba feliz de que estuviese reunidos y recibió a sus invitados dentro de la casa. Dong Min tuvo que ir con su madre porque su amiga se quedó con el otro chico en la entrada, pero luego volvieron y...
—Dong Min, no podré estar mucho tiempo contigo, tengo una maqueta que entregar y es importante. —avisó sin más, disculpandose.
—Hija, ¿No puedes parar eso hoy? —dijo la señora tratando de no hacer sentir mal a Dong Min.
—No, mamá. Es mi proyecto final y mi compañero no puede venir mañana. —parecía molesta.
—No, está bien. No hay problema, cielo. —dijo Dong Min. —Yo estaré contigo mientras trabajas y no te molestaré.
Creyó tener la solución ya que la chica aceptó y todo marchó bien, ¿Verdad?
Lastimosamente, no. No fue así.
Almorzaron juntos, pero antes, la madre de la chica los mandó a ambos por unas cosas para el almuerzo a la tienda. Pero se les pegó el otro chico y ya eran tres personas atrapadas en un silencio incómodo.
No obstante, el otro chico parecía estar intrigado por saber quien era Dong Min y se presentó con más formalidades.
—No me has dicho tu nombre, chico.
—Soy Dong Min.
—Mucho gusto, Dong Min. Soy el mejor amigo de... —el hecho de que dijera aquello fue super incómodo, tanto que no escuchó el resto qué dijo hasta... —¿De dónde se conocen?
Antes de que Dong Min pudiera hablar...
—Fuimos compañeros de escuela, solo eso. —ambos se quedaron viendo en silencio y Dong Min solo...
—¿Él es tu mejor amigo? —la chica asintió y caminó a comprar las cosas mientras Dong Min aun procesaba aquello.
Sin esperar que salieran de la tienda, caminó de regreso a la casa sintiendo un vacío terrible en su cuerpo, buscando una explicación a lo que estaba pasando.
Por supuesto que no iba a llegar y decirle a su madre que quería irse, debía ser respetuoso y sutil con su decisión e hizo como si nada hubiese pasado durante las dos horas más que estuvo allí.
Pero cayó la noche, el cielo rojizo anunciaba qué pronto se oscureceria y fue entonces que la chica y su madre los fueron a dejar a la parada de bus. El silencio fue incómodo, desesperante de alguna manera y agobiante en todos los sentidos, pero al momento de que vieron el bus acercarse, no hubo más que un abrazo crudo y vacío.
—Espero verte otra vez, Min. —dijo aquella chica como si no lo hubiese negado delante del otro muchacho, como si no le hubiese dicho que ahora tenía un nuevo mejor amigo y que la promesa que se hicieron, no la cumplió.
Solo subió al bus y miró por la ventana a su amiga, sabiendo que esa sería la última vez en que la vería.
No se iba a quedar en un lugar donde nadie lo quería, no iba a rogar por algo así. Dejaría que su amiga hiciera su vida, no iba a reclamar.
La distancia cambia a las personas, cambia la perspectiva y hay una poca probabilidad de que esas amistades que se conservan a la distancia se mantengan porque siempre hay una parte que flaquea por más que la otra lo intente.
Finalmente en casa, pudo llorar y liberarse, y le pidió a su madre jamás volver a comunicarse con esa familia.
La había perdido y solo le deseaba lo mejor.
Y el cambio siguió, en especial que se volvió más cercano a Bin, su vecino. El alfa comenzó a ser más frecuente que antes, lo buscaba por alguna razón y pasaba tiempo con él y... Había algo extraño.
Dong Min se volvió un tanto agresivo, se irritaba con facilidad, pero siempre estaba el alfa escucharlo.
—Ya te dije que no te desesperes, Min.
—Es que me enoja todo, esa vieja maldita me pone harto. —tenía enemistades con su maestra guía y ya no hallaba que hacer.
—Sí, pero con enojarte no vas a lograr nada. —Se acostó a su lado y lo miró fijamente.
—Bin, es cansado tener que aguantar a esa señora. No lo entenderías porque estás en una pública. —Bin negó y lo abrazó.
—Ya, lindo, nada tiene que ver eso. Además, ya sabes que si no te sientes cómodo en ese lugar puedes cambiarte.
—No tienen dinero para meterme en otra escuela, ya de por si a duras penas conservo mi beca-...
—Y tu madre te amenaza con meterte a una pública si bajas tu rendimiento. —Completó y Dong Min solo suspiró.
Su madre era demasiado clasista y eso que vivían en un barrio de quinta y tampoco tenían dinero, con esfuerzo se han ido levantando de la crisis en la que cayeron hace muchos años gracias a su padre, pero tampoco es como para sentirse en el aire.
Para la mujer, la educación de calidad de sus hijos era como algo que "los hacia resaltar" casi nadie tenía el privilegio de estudiar en estas escuelas, al menos dentro de su vecindario y eso era su orgullo aunque... Un poco irracional ciertamente.
Y eso le frustraba a Dong Min, el hecho de que no se sentía bien en el colegio en que estaba, el hecho de que tuviera tanto recuerdos que ha intentado superar, el estrés que siente con exigirse a sí mismo ser el mejor sabiendo que nunca lo logrará y su madre le exigirá más, el hecho de que... Su cuerpo poco a poco le está dando paso a su cambio y su raza está por revelarse.
Son tantas cosas que lo consumen y que sin poderse callar, ha decidido contarle todo a su vecino y amigo de infancia. Bin siempre estuvo ahí, solo que desde esta etapa es en la que ha tenido más relevancia.
Pero puede decir con toda confianza que es su mejor amigo, el único que ha estado para él en el momento que sea aún cuando su madre le prohíbe hablarle.
Y más por su... Rara forma de comportarse...
—Deja de sobre pensar, Min, no ganas nada con eso.
—Bin... ¿Crees que sea alfa? —el pelinegro lo miró fijamente y luego, sonrió negando.
—Eres un omega, lindo, por supuesto que no.
—Ojalá y sea un alfa para poder darte en la boca por baboso. —el alfa se rio y lo abrazó.
—¡Miin! ¡No estás hecho para ser alfa! Por mucho que quieras parecer un hombre fuerte con un aura diferente... Tú eres tan dulce como un bombón y ya.
—Cállate, mejor pídele al cielo que sea alfa porque al menos no seré un gordo de mierda toda mi vida.
—No eres gordo, eres normal. Además eres alto y muy lindo.
Pero... ¿Qué importaba la opinión de su amigo cuando la única que podía escuchar era la suya y la de su cabeza?
Finalmente, ese momento llegó. Un día se levantó mareado y con un aroma que emanaba fuertemente de su cuerpo, era dulce y atrayente por lo que madre tuvo que darle medicina y pedirle que se acostara, pero fue tan extraña su revelación, porque no quería hacer nada y su omega lo bloqueó para que no pudiera rehusarse a nada.
Sí. Era un omega.
No había forma de negarlo, siempre fue así, solo que no se dio cuenta. Era algo que ya estaba destinado a ser desde su nacimiento y con tanto que le pasó, pues es normal considerar que su cuerpo estaba diseñado para tener un bebé en su interior en algún momento.
Y cuando estuvo consciente, renegó de su omega, renegó de todo sabiendo que ahora no quedaban más que desgracias que caerían sobre él de una manera u otra.
Porque ser un omega era significado de debilidad y si ya de por sí ha sufrido demasiado, el ahora ser un omega sería la gota que derramó el vaso.
Y llegó el momento en que debió enfrentar a su mejor amigo y contarle lo que pasó. Esperó pararse frente a Bin y escuchar su burla o algo, pero... No fue nada de lo que imaginó.
El chico sin rastro de emoción o incomodidad, solo pudo darle un abrazo e inhaló el aroma de Dong Min.
—Sabía que estábamos destinados a ser.
Por supuesto que se separó al instante al escucharle decir aquello, lo cual no tenía sentido en nada para él.
—¿Qué diablos dices?
—Min, soy un alfa. Es obvio que tiene sentido lo que digo.
—Pero yo soy un jodido omega de mierda.
—¿Acaso no entiendes? —Y su mente tiró una chispa al procesar lo que le decía. No...
—¿Tú y yo-....?
—No sé cómo vas a tomar esto, pero puede que sienta más que un cariño de amigos hacia ti...
—Dime que no es lo que estoy pensando.
—Min, yo-...
—No. —dijo abruptamente. —No puede ser así, jamás. Olvídalo.
Y se fue a su casa hecho un mar de nervios y sudando frío.
Sea lo que sea que iba a decir Bin, no era cierto.
Porque valoraba más su amistad, que un sentimiento mundano.
Y si él ha sido capaz de callarse por tanto tiempo, ¿Qué le costaba a Bin hacer lo mismo?
¤ = ~ • ~ = ¤
Estoy tratando de irme poco a poco alineando a los caps anteriores, perdón el desmadre😔
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