seven - where we shouldn't be (IRON MAN)

chapter vii.
( iron man )

sí, estoy en una banda con
la pandilla, tendrán que atraparme
si me quieren colgar
sí, he vuelto al negro
back in black ─── ac/dc

provincia de kunar, afganistán
24 de enero, 2010
( once años después )



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El hielo choca contra el interior del vaso de mi padre mientras el camión avanza por el terreno rocoso. "Back In Black" está sonando en mis oídos mientras levanto mis piernas para conseguir una mejor posición para mi cuaderno de bocetos. No es una tarea fácil dibujar con precisión cuando todo el vehículo en el que estás no deja de temblar. Hay un muy bonito soldado de unos diecisiete años, tal vez, a mi izquierda y puedo sentirlo mirándome de vez en cuando. No puedo resistirme a mirarlo de vuelta. De repente, como si pudiera leer mis pensamientos, el codo de mi padre choca contra el mío y el grafito raspa el papel blanco. Disparo una mirada en su dirección mientras sofoca una risa. Rápidamente se disculpa, por lo que sacudo la cabeza, incrédula.

Imbécil.

Finalmente, deja escapar un largo suspiro.

—Muy bien, suficiente silencio. Voy a volver loca a mi hija si no hablo con alguno —eh, sí, demasiado tarde para eso—. Siento como si me llevarais a un consejo de guerra. ¿Qué he hecho? Parece que vayáis a liquidarme. ¿Qué, no os dejan hablar? —mira al guapo soldado al otro lado—. ¡Eh, Forrest!

Papá —le regaño en voz baja.

—Podemos hablar, señor.

—Ah, entonces es algo personal.

—No, usted les intimida —dice una voz femenina frente a nosotros.

Ambas cabezas se mueven en la dirección del soldado.

—¡Anda, eres una mujer! Me has engañado bien.

Ahora es mi turno de darle un codazo en el brazo.

Sin embargo, no parece darse cuenta mientras continúa:

—Me disculparía, pero supongo que es tu idea. No te veo como soldado.

La soldado sonríe mientras dice:

—Soy aviadora.

—La verdad es que tienes unos pómulos esculturales —me asiente antes de indicarle al soldado—. Ahí tienes, Lees, intenta dibujar esa estructura ósea.

Ruedo los ojos, pero sonrío ante sus burlas. Él continúa parloteando, tratando de romper el hielo. Los soldados finalmente se involucran más, entusiasmados de hablar con él. El gran Tony Stark. Sin embargo, no veo cuál es el gran problema. Quiero decir, puedo verlo todas las mañanas con el pelo grasiento y el aliento maloliente. Es bastante normal para mí. De repente, el soldado a mi izquierda levanta la mano como si estuviera en el colegio y papá lo regaña con tal actitud que me dan ganas de reír.

—¿Molaría si nos hiciéramos una foto? —el soldado, también conocido como Guapo Pero Lerdo, pregunta, casi mareado.

—Sí, molaría cantidad —su voz algo condescendiente y burlona me hace sonreír.

Papá se inclina y yo me muevo para salir del alcance antes de que Guapo Pero Lerdo se sonroje y diga:

—Espera, también me refería a usted, señorita Stark.

Papá frunce el ceño y sé que no es porque formo parte de su foto.

—Oh, v-vale —tartamudeo avergonzada antes de inclinarme para sonreír—. Eso es, uhm, genial.

Dios mío.

Soy tonta.

Muy tonta.

Cuando Guapo Pero Lerdo muestra un signo de paz, papá le dice en serio:

—Con la paz de los hippies no.

Él apresuradamente deja caer su mano y yo suspiro.

—Es coña.

Papá sonríe un poco.

—Sí, es coña. Sí, paz. Me encanta la paz —comienza a quejarse un poco—. Con la paz estaría en paro.

—Pues a cancelar las negociaciones de paz —ruedo los ojos—. O sea, ¡no querríamos que la paz mundial nos impida acumular más riqueza! Me pregunto qué haríamos sin una guerra, ¿tendríamos que vender la mansión?

Papá se ríe ligeramente.

El soldado frente a nosotros pelea con la cámara mientras Guapo Pero Lerdo a mi izquierda le dice que se de prisa. Sigo sonriendo a la cámara cuando de repente uno de los camiones delante de nosotros explota.

Papá instintivamente baja mi cabeza y me cubre. Siento la sacudida en mis huesos cuando ese vehículo estalla en fuego y escombros. El pánico me atraviesa, todo mi cuerpo tiembla y mi respiración está fuera de control. Papá pregunta rápidamente qué sucede antes de que la mujer soldado salga del auto. De repente hay disparos y ella está gritando. Chillo cuando veo que está muerta.

El soldado frente a nosotros grita apresuradamente:

—¡Jimmy, quédate con los Starks!

—¡Agachaos! —Guapo Pero Lerdo nos empuja hacia abajo y papá continúa protegiéndome lo mejor que puede.

Los disparos no se detienen y, de repente, el otro soldado está muerto y se estrella contra el parabrisas. Los otros camiones explotan. Los hombres y mujeres vestidos de camuflaje disparan a nuestros atacantes, pero hay sangre por todas partes. No puedo pensar, ni siquiera puedo respirar. Guapo Pero Lerdo, o Jimmy, ahora es el único soldado que queda de nuestro vehículo, grita y sale del camión con una gran arma en sus manos.

Papá rápidamente extiende una mano hacia él.

—¡Espera, espera, espera! ¡Dame un arma!

—¡Quedaos aquí! —grita Jimmy antes de que una lluvia de balas perfore su cuerpo.

Papá pasa su brazo alrededor de mí. Grito cuando las balas atraviesan el metal del camión, dejando agujeros a nuestro lado. Miro fijamente las corrientes de luz sobre mi piel, aturdida. De repente, papá abre la puerta lateral del camión y me arrastra detrás de él. Golpea mi espalda contra el camión cuando una bomba se lanza y explota en el suelo cerca de nosotros. Él tira de mí y nos hace correr por la tierra irregular. Nos detenemos antes de quedarnos detrás de una gran roca en busca de refugio mientras continúan los disparos. Los escombros llueven del cielo y lucho por respirar mientras el humo llena mis sentidos.

Miro a papá, sin decir nada, mientras saca su móvil y presiona una serie de botones con la esperanza de pedir ayuda.

Se escucha un golpe a nuestro lado y lo miramos, llenos de temor.

A solo doce centímetros de nuestros cuerpos se encuentra una gran bomba con el apellido 'Stark' escrito sobre ella. Es como si estuviera destinada para nosotros. Papá pone las manos en mis hombros, grita y nos aleja de la bomba justo antes de que explote. Mi cuerpo cae contra el suelo duro y hay un pitido en mis oídos, pero estoy bastante segura de que el tiroteo aún continúa. Todo lo que puedo saborear es tierra mientras abro lentamente los ojos, mirando alrededor. Papá yace a unos metros de mí, con los brazos extendidos, gimiendo ligeramente. Sus manos se aferran al suelo, como si estuviera buscando algo. Quiero ir hacia él, pero no me puedo mover.

Sus manos retroceden hacia su pecho mientras observa un extraño líquido rojo que de repente comienza a infestar y crecer sobre su camisa. La abre y mira la sangre. Su cabeza cae hacia atrás y sus ojos se cierran.

No puedo respirar bien mientras me arrastro hasta él y miro su cuerpo inmóvil. No sé que se apodera de mí cuando me arranco la manga de la camisa. Rápidamente, la arrugo en una bola y hago presión contra su pecho sangrante. Creo que estoy hablando con él, tratando de que me escuche, pero no puedo escucharme. Ni siquiera sé lo que digo. Sombras oscuras se ciernen sobre nuestros cuerpos y estiro el cuello hacia atrás. Alrededor de veinte hombres con AK-47 y bufandas nos rodean, deslumbrantes. Algunos nos observan mientras que otros se dan la vuelta y disparan a lo que queda del convoy. Abro la boca para decir algo hasta que me doy cuenta de que no sé qué decir.

¿Qué digo para negociar por nuestras vidas cuando ellos siguen matando al resto?

Un hombre da un paso adelante y me aparta de papá. Le grito y pateo, luchando desesperadamente. Hay fuertes gritos en el fondo y creo que reconozco la voz de Rhodey entre ellos. Le doy a mi atacante en el estómago antes de alejarme, aterrizando en el suelo. Más hombres se lanzan hacia mí cuando mi mano encuentra una roca cercana y la uso para golpear sus cabezas. Me muevo para balancearme cuando una mano agarra mi muñeca, hundiendo sus dedos para que no tenga más remedio que soltar el objeto. Miro al hombre con terror. Es alto, de piel oscura, calvo y tiene ojos que me revuelven el estómago. De repente me golpea con la parte de atrás de su arma y vuelvo a la tierra junto a mi padre inconsciente. El hierro se mezcla con la suciedad en mi boca. Las manos se aferran a mis brazos y tiran de mis pies. Recogen a papá antes de obligarnos a entrar a un vehículo. Arrojan a mi padre a la parte trasera del camión y su cuerpo se derrumba de una manera extraña.

Olvidé que debía mantener la boca cerrada cuando se me ocurre gritar:

—¡Eh, cuidado! ¡Está herido!

Siguen disparando, pero puedo ver algunos de ellos mirándome.

El hombre que me golpeó de cerca me mira.

Mientras trato de proteger mi cabeza contra las balas perdidas, frunzo el ceño.

—Queréis mantener vivo a mi padre. Si no fuera así, nos habríais matado en lugar de secuestrarnos. No somos prescindibles, así que dejad de actuar como idiotas y tratarnos a nosotros como tal.

Ninguno habla por un largo momento. Tengo una sensación de hundimiento en mi pecho, como la que tienes cuando haces algo realmente estúpido. El hombre viene tranquilamente hacia mí y, en este momento, es más aterrador que antes. Justo cuando me alcanza, me golpea la cara con tanta fuerza que una vez más aterrizo en el suelo. La parte posterior de mi cabeza se estrella y gimo, viendo un destello de recuerdos. El hombre se agacha frente a mí, agarrando mi barbilla bruscamente. Me tiemblan los labios cuando pasa el pulgar por ellos, marcando la sangre roja como un lápiz labial.

—Tienes razón, queremos a tu padre con vida —susurra contra mi cara—, pero te equivocas al suponer que sois prescindibles. Él sí lo es. Así que no volvería a abrir la boca si fuera tú.

Suelto un grito silencioso mientras él mete una mano en mi cabello y me pone de pie.

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Las Vegas, 36 horas antes

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—Tony Stark. Visionario. Genio. Patriota americano. Desde tempranada edad, el hijo del legendario diseñador de armas, Howard Stark, hizo sombra a su padre por su mente brillante y singular. A la edad de cuatro años, construyó su primera placa base —yo a los cinco—; con seis años construyó su primer motor —yo igual— y a los diecisiete se licenció con los máximos honores en MIT —planeo hacerlo a los quince.

El montaje sobre mi padre continúa. Toda la sala está llena de ricos contribuyentes y miembros de la junta, todos vestidos de gala, sentados en grandes mesas. Son demasiado serios para mí. Son elegantes y adecuados, mientras que yo ignoro eso. Mis piernas están cruzadas en mi silla y mi vestido está estirado para acomodar mi posición. Aún escuchando la voz, miro alrededor para encontrar a Rhodey en una mesa cercana. Él se encuentra con mis ojos y apunto mi dedo índice hacia mi boca abierta para mostrar mi disgusto simulado. Entonces le doy una sonrisa y él se ríe ligeramente antes de moverse para subir al escenario.

—... al defender la libertad y proteger los Estados Unidos y sus intereses en el universo —la voz termina con la imagen final, más épica, de papá cubriendo la pantalla.

Cuando Rhodey empieza su discurso, me estremezco.

Ay.

Aún se pone peor cuando Rhodey dice:

—Distinguido público, tengo el honor de presentarles al ganador del Premio Apogeo: el señor Tony Stark.

El foco encuentra nuestra mesa y el asiento vacío a mi lado mientras el público estalla en aplausos. Obie comparte una mirada irritada conmigo. Rhodey hace una pequeña mueca de preocupación antes de sacudir lentamente la cabeza en su dirección. Sí, definitivamente no está aquí. Rhodey fuerza una sonrisa. Obie se intenta levantar, pero lo hago yo en su lugar. Pongo una amplia sonrisa mientras me acerco al escenario. Cuando llego a los escalones, Rhodey toma mi mano y me ayuda a subir. Una vez tengo el premio en las manos, me abraza.

—Gracias, Lees —murmura.

Solté una risita.

—Tranquilo, acabaré con él.

—Mmhm —dice débilmente antes de que me aleje.

—Gracias, coronel —le digo, lo suficientemente fuerte como para que el público me escuche.

Sostengo el premio en la mano y sonrío a la luz del foco, pensando qué decir.

—En caso de que no veáis la perilla y el pelo repeinado, no soy mi padre. Pero un Stark es mejor que ninguno, ¿verdad? —me río y la multitud también—. Oh, Dios mío, muchas gracias por este premio. Es absolutamente impresionante. Si bien me puede faltar el aspecto característico de mi padre, no me falta el conocimiento de lo increíblemente honrado que él está por recibir este premio tan prestigioso.

El público aplaude de nuevo.

A medida que continúo, aprieto mi agarre sobre la forma de vidrio en mis manos.

—También sé lo arrepentido que se siente de no poder estar aquí con nosotros esta noche. Por favor, no lo toméis como algo personal. De todas las personas, sé que él siempre está trabajando, igual que los grandes hombres a lo largo de la historia —doy otra sonrisa a mi firma antes de asentir—. Gracias.

Rato después, tengo los tacones en una mano y el premio en la otra mientras marcho por el casino. Algunas personas me miran al pasar, pero no les hago caso. Estoy demasiado enojada como para pensar siquiera en parar. No es difícil encontrarlo con Happy y todos los demás guardaespaldas que lo rodean alrededor de la mesa. Cuando veo a las mujeres asquerosamente coquetas a su alrededor, mi estado de ánimo empeora. Happy me ve por encima del hombro y empuja a los demás para hacerme un hueco al lado de papá.

—Eres increíble —le espeté.

Papá se sobresalta, sorprendido, pero sonríe cuando ve que soy yo.

—¡Ah, hola, pequeñaja, estás aquí!

—Sí, estoy aquí —frunzo el ceño.

—Ay, no me digas que te metieron en la ceremonia.

—Ajá —me reí sarcásticamente—, sin duda —él hace una mueca, pero no parece sincero—. ¡Fui a la ceremonia a la que se suponía que ibas a asistir conmigo! Y te encuentro aquí jugando con tu dignidad —frunzo de nuevo, mirando a las mujeres escasamente vestidas a mi alrededor.

—¿Mi dignidad? Vamos, Lees, sabes que no tengo —bromea antes de señalar a las personas que se ríen.

—¿Y sabes qué más no tienes? —digo mientras me mira.

Dejo caer el premio de cristal y se rompe con un fuerte golpe. Algunas personas a nuestro alrededor gritan o ahogan gritos de sorpresa. Las mujeres se alejan apresuradamente para evitar los fragmentos de cristal esparcidos por el suelo alfombrado. Miro a papá mientras él fija la vista, con los labios fruncidos, hacia lo que solía ser el premio.

—Huh —es todo lo que él dice.

—Huh —repito con enojo.

De pronto, Rhodey se planta a mi lado.

—Eh, Tony.

Papá mira hacia arriba.

—Hola, tío.

—La ceremonia fue un asco.

—Sí, lo siento —nos dice papá.

—Da igual —Rhodey se encoge de hombros.

Papá me mira a los ojos y pronto se da cuenta de que no va a ser tan fácil conmigo. Baja la mirada antes de coger los dados. Frunzo a Rhodey antes de darme la vuelta y regresar hacia la multitud. Happy me sigue con rapidez, no queriendo que esté sola es un área tan grande. Puedo escuchar la risa de papá en la puerta principal. Incluso mientras me siento en en el auto, puedo ver la expresión de su rostro cuando me vio romper el premio. Lamento haberlo hecho, pero me enfada que abandonara a todas esas personas por las mesas tontas del casino. Pasa aproximadamente otra media hora antes de que aparezca fuera del auto. Cuando abre la puerta, lo miro y sostengo su mirada. Parece querer disculparse, pero no sé si quiero escucharlo.

—Lees.

Suspiro y me alejo de él para mirar por la ventana.

—Vete. Pilla un taxi. Es es mi coche, lo he reclamado.

—Soy un idiota.

—Sí.

—Uno muy grande.

—Sí —agrego otra vez.

Él se acomoda en el asiento a mi lado, mirándome.

—Lo siento, Lees. Siento haberte dejado aceptar el premio. Lo siento, te lo dejé todo a ti. Fue egoísta de mi parte y no volverá a pasar.

Cuando mis ojos encuentran su rostro, veo sinceridad. Lo dice en serio. Cuando se trata de mí, sé que sus disculpas son siempre sinceras, que esté o no dispuesta a aceptarlas es otra cuestión. Odia cuando estoy enfadada con él. Los dos, en realidad. Supongo que nos hemos convertido en una parte tan grande el uno del otro que es difícil continuar cuando algo va mal entre nosotros.

Suspiro nuevamente antes de inclinarme hacia él.

—Lo sé. Lamento haber roto tu premio. Fue tan malo como tú no estando allí para aceptarlo.

No puede ocultar su sonrisa mientras su brazo se dobla alrededor de mi espalda.

—No eres fácil, ¿eh?

—Ugh —gemí y bajé la cabeza—, ¡me vieron todos!

Él se ríe un poco.

—Vale. Han visto cosas peores de mí.

—Ah, lo sé —le sonrío.

Me he acostumbrado más a sus besos, así que no me estremezco ni me alejo cuando besa mi frente y me aparta el cabello. No encuentro sus ojos mientras estudia mi rostro, sintiéndose avergonzada por alguna razón. Hace esto a veces. Creo que solo le gusta ver las cosas que prueban que soy como él. Mi nariz, mi sonrisa, una cierta expresión que hago. No sé.

—Me alegra estar bien de nuevo —dice finalmente.

Lo miro y sonrío antes de besar su mejilla.

—A mí también.

Happy parece ver que todo está bien entre nosotros porque finalmente se sube al coche. Durante todo el camino a casa, tanto en el auto como en el avión, papá y yo tenemos la obligación personal de molestarlo todo lo posible. Se pone tan nervioso que los dos tenemos que taparnos la boca con las manos para no reírnos en voz alta. Nuestras bromas pronto terminan cuando finalmente volvemos a casa.

Si Jarvis siguiera con vida, veríamos a un anciano en la puerta, enviándonos algunos comentarios sarcásticos sobre lo tarde que es y nos quedaríamos tan atónitos que tendríamos dificultades para encontrar respuestas ingeniosas. Era muy perfecto cuando se trataba de cosas así. Fue difícil para papá y para mí cuando murió. Se había convertido en una figura paterna para papá antes y después de la muerte de Howard, y muy parecido a un abuelo como Obie para mí. Papá y yo estábamos al lado de Jarvis cuando murió, junto con Peggy, una vieja amiga de él y de Howard. Al igual que Jarvis, Peggy tenía la habilidad de ser el bálsamo perfecto para curar heridas. La primera vez que la conocí fue después del fallecimiento de los abuelos, ella y Jarvis me cuidaron cuando papá estuvo muy perdido en su dolor y Pepper tenía trabajo que hacer. Siempre sabían cómo hacerme sentir mejor.

Después de su muerte, papá diseñó una casa para nosotros en Malibú, donde construyó un sistema de inteligencia artificial con un acento británico tentador y una "lengua" ingeniosa, muy parecida a nuestro mayordomo favorito. Así que papá cariñosamente llamó al sistema de inteligencia artificial J.A.R.V.I.S. Este hace el trabajo de regañarnos sarcásticamente igual de bien.

Aunque ya es más de medianoche, trotamos por las escaleras hasta el taller donde pasamos el resto del tiempo antes de que él tenga que irse a la prueba.

Papá tiene grasa hasta los codos mientras trabaja diligentemente en el interior de su roadster, yo tengo pintura en la cara por estar pintando llamas a los lados.

—No las hagas muy rojas.

—Ya lo sé —respondo mientras deslizo el pincel contra la paleta.

—Ni tampoco demasiado naranjas.

Ya lo sé —respondo, un poco irritada.

—Y no...

De repente, me siento y le frunzo.

—Creo que es importante que recuerdes que acordamos que el interior es tuyo y el exterior es mío.

No me mira mientras continúa registrando las diferentes partes.

—Creo que es importante que recuerdes que todo es mío.

—¡No sé cómo podría olvidarme de eso si me lo repites cada cinco segundos! —replico con rapidez.

Es entonces cuando escucho que Pepper deja escapar un largo suspiro. Levantamos la vista para mirarla mientras ella abre las puertas del taller. Pepper Potts, la asistente personal de mi padre que de alguna manera se ha convertido en mi mejor amiga y madre sustituta, lo que puede parecer triste para los adolescentes normales, pero no para mí. Pepper es una de las pocas personas en la Tierra que realmente nos quiere, así que, naturalmente, me cayó bien al instante.

—Señorita Potts —comienza papá, mirando hacia el roadster—, dígale a la encantadora Lisa Stark que recuerde quién está al mando.

Le doy una sonrisa inocente mientras pregunto:

—¿Te refieres a Pepper?

No levanta la vista cuando Pepper me señala con un dedo en agradecimiento.

—J.A.R.V.I.S., dame una imagen descriptiva —continúa papá, ignorándonos—. Registra si la compresión en el cilindro tres es baja.

Suelto una fuerte queja cuando Pepper empieza a bajar la música.

—¡No! Vamos, esa canción me pone en la onda.

Papá me frunce.

—Por favor, no digas 'en la onda.'

—¿Por qué? —frunzo de vuelta.

—Porque parece algo de la época de los cavernícolas.

—¿Me estás llamando vieja? —pregunto asombrada.

Realmente no es una sorpresa que yo sea la única niña en la historia a la que su padre le enseña "lo que es genial."

Pepper interrumpe apresuradamente:

—Tendrías que estar ya al otro lado del mundo.

Eso llama nuestra atención.

—Espera, espera, se suponía que los dos estaríamos —corrijo, asegurándome de que sepan que definitivamente iré con papá a su prueba de armas en Afganistán.

Él continúa mirando diferentes piezas y diseños, hablando con Pepper.

—¿Y ahora por qué me echas?

—Olvidaste nos.

—Tu vuelo salía hace una hora y media —ella frunce el ceño, ajustando las numerosas carpetas en sus brazos.

Nuestro vuelo —sigo intentándolo.

Papá sigue ignorándome.

—Qué curioso, creía que, ya que el avión es mío, me esperaría hasta que yo llegara.

—A que los dos llegásemos.

De repente, ambos me miran y dicen al unísono:

—¡No vas!

—Vaya, que unanimidad —me mofo.

Pepper vuelve a concentrarse en mi padre.

—Tony, tengo que hablar contigo de un par de cosas antes de echarte.

—No tiene gracia eso de tener tu propio avión si se marcha antes de que llegues, ¿verdad?

Los dos siguen discutiendo y hablando como una pareja de casados. Termino quejándome y tumbándome en el suelo frío para verlos cruzar al otro lado del talles. Les sonrío mientras continúan disparando preguntas y respuestas de un lado a otro.

—Necesito que firmes esto antes de subir al avión —Pepper acerca un bolígrafo en su dirección.

—¿Intentas deshacerte de mí? ¿Tienes planes?

—De hecho, los tengo.

—No me gusta que los tengas —papá sacude levemente la cabeza con una mirada completamente seria en su rostro.

¡Papá!

Pepper mira sus carpetas.

—Sí puedo el día de mi cumpleaños.

Él está haciendo esa cara otra vez; cuando se siente culpable pero intenta no mostrarlo.

—¿Es hoy?

—Sí.

Papá me mira por encima de su hombro.

Me encogí de hombros rápidamente e hice las siguientes palabras con la boca:

¿Qué? ¡Le compré una tarjeta y un regalo!

Él frunce el ceño antes de dirigir su atención de nuevo a Pepper.

—Lo sabía. ¿Ya?

—Sí. Que curioso. Es el mismo día que el año pasado.

Sonrío un poco más mientras los miro.

Creo que son los únicos dos idiotas que no saben que son perfectos el uno para el otro. Happy, Rhodey y yo hicimos una apuesta al respecto. Nunca se lo mencioné a papá o a Pepper, y no estoy exactamente segura de si debería hacerlo. No lo sé. He estado debatiendo si debo decirles que quedan muy juntos desde el día que se presentó.

—¡Genial! Ya tengo las maletas —me puse de pie—. ¿Listo, papá?

Ambos se giran para fruncir el ceño.

—Ya he dicho que no vas, Lees.

—Y yo he dicho que tengo las maletas —cruzo los brazos sobre el pecho—. Sería un desperdicio dejar dos maletas perfectamente ordenadas sin usar.

—Es un Afganistán devastado por la guerra, Lisa —me dice Pepper mientras papá se dirige hacia las puertas del taller—, no es muy seguro para ti.

—Psh —agito la mano mientras los sigo por las escaleras—, estaremos rodeados de militares. No hay otros lugares más seguros me deslizo alrededor de Pepper y tiro del brazo de papá como solía a cuando era pequeña—. Venga, papi, por favor.

Me mira con diversión en los ojos.

—Papi, ¿eh?

—Necesito ser lo más encantadora posible cuando te pido algo —me encojo de hombros con indiferencia—. ¡Venga! ¡Estaré junto a ti como si fuera pegamento!

Papá no mira a Pepper, quien tiene desaprobación en el rostro, cuando finalmente admite con un suspiro:

—Vale, pero no te apartarás de mi lado, ¿entendido?

—Entendido —sonrío.

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