1.10 Lunatic Part²


A nadie le importa siquiera que existas, entonces, ¿qué tan mala idea podría ser que un hombre lobo te muerda? Bill piensa que si la mordida llega a matarlo... Bueno, una trágica noticia en el periódico que pronto todos en el pueblo olvidarán.

No es la primera vez que Bill piensa algo así, pero es algo que siempre lo ha dejado atónito cuando aquél pensamiento llega de improvisto en su mente.

Si a nadie realmente le importara, no importaría lo que hiciera. Nadie se daría cuenta. Así que claro... Morirte por una mordida de un hombre lobo no tendría que ser nada de qué preocuparse.

Pero entonces está León allí a su lado, sonriéndole y tirándole pequeños aviones de papel en el medio de la clase para hacerle olvidar la vergüenza que pasó ese día en el jeep de Stiles Stilinski.

Y Bill se siente mal por creer que nadie estaría interesado en él, a veces quiere creer que León se sentiría terriblemente mal si algo llegara a pasarle, que Bill no sería un amigo que simplemente pueda ser reemplazado al año.

Pero otras veces... El pensamiento de desaparecer le suena a Bill un poco encantador, de algún extraño y retorcido modo que no entiende.

Él siempre prefirió el poder de la invisibilidad antes que la súper fuerza, aunque sabe que ahora lo que mejor le vendría era una combinación de ambos poderes si quería sobrevivir a la abominación que era el Alfa Hale -primer nombre a determinar- que seguía libre y correteando por las calles.

La incógnita alfa Hale estaba por desquiciar pronto a Bill, y la idea de ir al bosque a pedir una mordida cada vez se convertía en la idea de terminar partido al medio como el trágico destino que había tenido Laura Hale.

Definitivamente la idea de ser hombre lobo estaba cancelada por un tiempo... Solo por ahora.

Lo que era más importante que eso fue la misión que tendrían con León esa tarde, habían descubierto que los Argent estaban más involucrados de lo que habían creído en un principio.

Derek Hale estaba desaparecido.

Allison Argent casi muere a manos de Scott McCall.

El alfa esta suelto, y probablemente hambriento de venganza.

Tacha probablemente, agrega definitivamente.

Y León y Bill tienen que llegar esa tarde a la casa de los Argent a poner un par de micrófonos y cámaras porque ambos chicos saben, que esa familia sabe mucho más de lo que dicen.

El timbre suena como un ruido estrepitoso, que hace que Bill levanté la cabeza de entre sus brazos y mire con cansancio el aula llena de estudiantes que están comenzando a ponerse de pie.

La clase terminó.

Bill ni siquiera está seguro de en qué clase estaba.

Miró la pizarra y se encontró un intento de dibujo de un árbol y eso podría significar muchas cosas, medir el tronco: matemáticas, dibujar el árbol: arte, un árbol con un tráfico final: historia.

—Haz mi exámen final de matemáticas. —fue lo primero que escuchó Bill, moviéndose hasta donde momentos antes estaba sentado León a su lado, pero ahora se encontraba Christian, recargado sobre sus rodillas para mirar con atención a Bill.

Christian Martin, su crush desde que Bill tiene memoria, está allí, frente a él, y dedicándole plena atención por primera vez desde que Bill se le había declarado ese día lluvioso.

—¿Qué? —murmuró Bill confundido, concentrándose en los ojos azules frente a él y la pequeña sonrisa amable que no parecía normal en los labios de Martin.

—Por favor. Necesito ayuda con el examen final de matemáticas. Si no logro aprobarlo a la primera mis padres no me dejarán ir a las montañas a hacer snowboarding con Dylan Whittemore. —explicó Christian en su mejor tono suplicante.

Bill parpadeó, aún confundido. Intentando convencerse a si mismo de que Christian Martin estaba allí frente a él pidiéndole un favor.

—Huh... Ya no hacemos eso... León te lo había explicado hace unas semanas, ¿recuerdas? —dijo Bill, su voz sonando un poco entrecortada y aún un poco más baja de lo que usualmente él solía hablar, pero eso era un efecto de hablar con Christian Martin.

—Lo sé, lo sé... —comenzó Christian, acercándose un poco más hasta Bill y sonriéndole amablemente. Bill hizo todo su esfuerzo en intentar no derretirse ante la intensidad de su mirada—. Pero no se lo estoy preguntando a León, ¿cierto?

Bill estaba a punto de preguntarse a dónde había ido a parar León, pero justo en esos momentos sintió como Christian tomó una de sus manos.

La camisa de Stiles se interpuso entre el toque directo, pero Christian Martin la subió hasta su muñeca para poder tomar suavemente su mano.

Esto es manipulación pura y cruel. Pensó Bill, pero aún así no pudo evitar asentir a la pregunta, completamente embobado.

Sus ojos se movían de la sonrisa encantadora de Christian hasta sus manos unidas, pronto la voz del chico frente a él volvió a llamar su atención—. ¿Lo harías por mí, Billy? Y... Te gustaría algo a cambio, ¿cierto?

Bill carraspeó, intentando encontrar su voz nuevamente, sentía su rostro completamente sonrojado y se le hizo imposible cerrar su boca, aún sorprendido por todo lo que estaba sucediendo.

Finalmente, encontró su voz una vez más, pero sonó igual de baja y tímida que antes-. ¿Que ganaría yo a cambio?

—Lo que tú quieras.

—Ve al baile conmigo. —pidió Bill sin pensar, observando como el gesto de Christian cambiaba rápidamente a una mueca confundida pero como el chico siguió sonriendo de esa tierna forma, antes de negar con la cabeza.

—Tal vez... ¿Algo menos publico? ¿Qué te parece una cita?

—Una... ¿cita? —Bill casi estuvo a punto de pellizcarse para asegurarse de no estar soñando, pero no podía hacerlo porque Christian Martin aún sostenía su mano sobre la suya con suavidad.

—Ajá, podrías venir a mi casa... Ver unas películas, hasta ya sabes... Tal vez hacer un poco más.

—¿Un poco más? —preguntó Bill en un hilo de voz, su rostro imposiblemente sonrojado.

Observó con sorpresa como Christian se acercó aún más a él, sus rostros a centímetros de tocarse, pero Chris siguió de largo para poder susurrarle al oído—. Ya sabes, tal vez hasta podríamos besarnos.

Bill casi sintió un cortocircuito en su mente, pero decidió asentir en silencio, lamiéndose el labio inferior, emocionandose con la idea.

Él jamás había besado a nadie... Sería su primera vez, con su crush de entre todas las personas.

—Claro, mientras que no sea tu primera vez. —comentó Christian, alejándose de su rostro y mirándolo con curiosidad.

—Huh.

—No será tu primera vez, ¿cierto? Es que uhg, me ha tocado enseñarle a un par de niñas sin experiencia y es un fastidio, pero supongo que tú ya has besado antes, ¿No, Billy?

Bill guardó silencio durante unos segundos, y después soltó una risita falsa—. Claro que lo he hecho. -mintió sin ningún tipo de reparo.

—Genial, entonces será divertido. ¿Eso en un sí, cierto? ¿Me ayudarás con el examen?

—Sí, por supuesto. —Bill dijo, sonriéndole encantado por todo lo que había sucedido.

Justo en el momento en que lo afirmó en palabras, Christian soltó su mano y se levantó del asiento frente a él con más velocidad de la esperada.

—Increíble, eres el mejor. —le respondió Christian, caminando por el salón rápidamente hasta llegar a la puerta y mirando hacía los costados al pasillo vacío antes de salir como si nada hubiera pasado.

Bill se quedó en silencio unos segundos, evaluando todo lo sucedido y concluyendo en que fue la idea más estúpida del mundo haber aceptado el trato de Christian.

Cavar tú propia tumba tiene ahora un nuevo significado en la mente de Bill.

Se levantó del asiento, observando el aula vacía y se movió para agarrar su mochila que ni se había molestado en abrir, comenzando a caminar hasta la puerta, recorriendo el mismo camino que Christian pero desviándose para llegar a su casillero.

—¡Finalmente! —se quejó León, que ya estaba recostado sobre el casillero de Bill, esperando su llegada.

Solo en ese momento recordó que antes de salir León le había avisado que iría a buscar un par de micrófonos que se dejó en su propio casillero y que lo esperaría en el casillero de Bill.

—Acabo de hacer una estupidez. —admitió Bill solemnemente, observando el rostro confundido de su mejor amigo.

—¿Y eso es?

Bill se aseguró de explicarle toda la conversación que habían tenido hace un par de minutos Christian y él, omitiendo ciertos detalles como las incontrolables y retóricas mariposas que sintió en su estómago cuando Christian lo miró de cierta manera y le sonrió de cierta forma.

—¿¡Qué dijo qué!? —gritó León, más alto de lo que era necesario, Bill golpeó suavemente su hombro, sumamente avergonzado.

—¿Hoy es el día de incomodar al niño gay o por qué mierda suceden todas estas cosas? —se quejó Bill, llevándose ambas manos a su rostro.

—Bill tú nunca diste tu primer beso. —señaló León como si fuera obvio.

—Lo sé.

—¿Y por qué le dijiste que sí?

—No lo sé, entré en pánico por un segundo. ¿Tú crees que lo notará?

—Habló de chicas inexpertas como si fuese algo que puedas notar. —comentó León encogiéndose de hombros-. Pero realmente no sabría decirlo, tampoco dí mi primer beso.

Ambos se quedaron en silencio durante unos segundos, una nueva campana sonó indicando que ya era hora de dirigirse a su próxima clase, pero León y él se la iban a saltar de todas formas.

Cuando la campana dejó de sonar, algo se le ocurrió a Bill—. ¡Ya sé! Debemos practicar tú y yo.

—No hay manera. —se negó León, comenzando a empujarlo por los pasillos para salir en busca de sus bicicletas.

—¿Cómo aprenderé entonces? Voy a necesitar tu ayuda, vamos León. —se quejó Bill en el camino, pedaleando aún más rápido ya que León estaba comenzando a dejarlo atrás.

—¡No te escucho, no te escucho! —gritó León desde la distancia, dejando caer su bicicleta cuando llegó al comiendo de la reserva, Bill llegó unos minutos después.

Ese era su camino habitual esos días, caminar por la reserva de Beacon Hills para asegurarse de que todo esté bajo control, que no haya ningún cadáver partido a la mitad y de que las cámaras de León tengan baterías.

La tarde comenzó a pasar rápidamente, entre suplicas de Bill para que León le enseñe a besar y cambio de baterías.

—¡No sucederá, jamás! —seguía insistiendo León, pero Bill no tenía ninguna otra mejor opción.

Ambos se detuvieron frente a la mansión Hale, ya que su camino siempre los llevaría hasta allí.

—Tal vez podrías preguntarle a Derek para que te enseñe. —comentó León, burlonamente, Bill bufó.

—Está desaparecido. Y de todos modos, ¿no lo odiabamos o algo así?

—Nah. Papá me explicó lo que sucedió, porqué Derek desconfío de él y que seguirá haciéndolo hasta que nosotros descubramos quién fue. —explicó León, una pequeña sonrisa formándose en su rostro.

A Bill le tomó un par de segundos entender que era lo que León estaba intentando decirle, hasta que lo notó—. ¡Espera! ¿Eso quiere decir que él ya sabe que tú sabés?

—Sí. Lo estuvimos hablando anoche. Él me contó que es lo que él es y hablamos mucho de todo... Papá me permitió seguir investigado mientras que sea contigo y ambos tengamos cuidado. —dijo León, y hasta ese momento Bill no se había dado cuenta de lo relajado y aliviado que León había estado todo ese día.

—¡León eso es increíble! Amigo, deberías habermelo dicho antes. —Bill lo felicitó, acercándose para abrazar a León quien no pudo evitar reírse.

—Oh bueno, sí lo intenté. Pero estabas ocupado con tus crisis llamadas Stiles Stilinski y Christian Martin. —admitió León, sintiendo como Bill lo apretaba más fuerte en el abrazo para poder acallarlo.

—Lo siento amigo. Pero de todos modos, ¿Entonces qué es él? —preguntó Bill, finalmente separándose del abrazo y volviendo su vista a la mansión Hale, justo como León.

—No es un hechicero como creíamos, pero es un consejero. Consejero de los hombres lobo, dijo que se llaman druidas, aún no he tenido tiempo de investigarlos pero él me prestó un par de libros que podrían servirnos, para informarnos aún más.

—¡¿Consejero de hombres lobo?! Eso es increíble.

—Lo es. Dijo que suele ser consejero del alfa de una manada principalmente, que fue el consejero de Talia Hale.

—¿La madre de Derek?

—Exacto.

Bill y León se quedaron en silencio una vez más, ambos mirando la mansión Hale que sabían que estaba vacía, ya que los policías estarían investigando allí todo el tiempo en busca del criminal más buscado de Beacon Hills.

—Deberíamos buscar a Derek —sugirió Bill, observando como ya estaba comenzando a oscurecer.

Siempre que estaban en el bosque el tiempo se pasaba volando, o tal vez era la compañía de León a su lado, Bill no podía estar seguro.

—¿Por que quieres pedirle ayuda con el alfa o ayuda para que te enseñe a besar? —comentó León divertido, Bill frunció el ceño y golpeó con suavidad el hombro de su amigo.

Iba a contestar con un comentario algo sarcástico pero entonces el ruido de su celular sonando llamó su atención.

Lo sacó de su bolsillo trasero y observó el número que lo estaba llamando Stiles ♡⁠.

Bill bufó una risa, recordando como León le había pedido esa tarde su teléfono, sabiendo ahora que fue para cambiarle el agendado a Stiles y respondió la llamada antes de que se corte.

—¿Stiles? —respondió Bill, recordando lo que le había pedido a Stiles la noche anterior.

Si Scott hace alguna idiotez... ¿Podrías llamarme?

—Hey Billy, huh... —Stiles se aclaró la voz, que ya de por sí sonaba un poco baja, más frío de lo que Stilinski solía ser.

—¿Qué hizo?

—Scott... él besó a Lydia.

Lydia Martin, el interés amoroso de Stiles. Sí, Bill sabía acerca de ello, no hizo falta que Stiles le de una explicación más.

—¿Dónde estás ahora?

—En el bosque... Estaba siguiendo a Scott pero lo perdí, ví unas patrullas con una ambulancia y me asusté... Creí que Scott... Creí que mi papá...

Stiles detuvo sus palabras, y Bill se mordió el labio inferior, apenado de la tristeza que estaba sintiendo por parte de las palabras de Stiles, como si estuviera intentando reprimir sus verdaderos sentimientos pero una parte logró escaparse en su abatido tono de voz.

—¿Tú papá está bien? —preguntó suavemente Bill.

—Sí, sí. —Stiles guardó silencio unos segundos, Bill creyó que Stiles estaría buscando con la mirada a su padre—. él está aquí conmigo, yo solo te llamaba para ver en dónde estabas y si te quedarías hoy en casa.

—¿Quieres que me quede? —preguntó Bill, un poco esperanzado.

—Sí, claro. ¿Tú quieres?

Bill asintió con la cabeza, notando segundos después que Stiles no podría verlo—. Uh, sí.

—Genial, entonces... ¿En dónde estás?

—Oh, sí. Estamos frente a la cabaña de Derek, ¿puedes venir a buscarnos? Dejamos muy lejos las bicicletas, no nos dimos cuenta que oscurecería tan pronto. —explicó Bill, mirando a su costado como León alzaba ambos pulgares, emocionado por no tener que volver de regreso caminando.

—Claro, estoy allí en cinco. —y con eso, Stiles cortó.

—¿Está bien él? —preguntó León, mientras Bill bajaba su teléfono y miró con atención como el nombre de Stiles con un corazón seguía viéndose entre sus contactos.

—Sí, sí. Él está bien. Pero huh, Scott besó a la chica que le gusta.

Leon asintió, guardando silencio durante unos segundos antes de que sus ojos brillen con una emoción divertida y burlona, el comienzo de una idea y burla formándose rápidamente en su rostro—. Hablando de besos... Tal vez deberías-

—No. -—lo interrumpió Bill, sintiendo como su rostro comenzaba a sonrojarse.

—¡Tal vez deberías pedirle a Stiles que te enseñe a besar! —dijo León rápidamente, sintiendo como Bill se acercaba para cubrir sus labios con ambas manos.

Justo en ese instante, las luces parpadeantes del Jeep de Stiles se asomaron por sus costados.

—Que no se te ocurra decir nada Deaton. —amenazó Bill, dejando caer sus manos del rostro de su amigo y mirándolo con sospecha, León asintió inocentemente.

Ambos caminaron hasta el Jeep de Stiles con las mochilas colgadas al hombro y Bill se subió al asiento del copiloto mientras que León se quedó en los asientos de atrás, justo en el medio.

—¿Todos de acuerdo en que Scott es un idiota? —fue lo primero que dijo León al llegar, Stiles soltó una carcajada y negó con la cabeza divertido.

—¡Sí! —gritó Bill en respuesta, sonriéndole a Stiles al ver cómo se quedó mirandolo—. No podrás defenderlo por siempre Stilinski.

—Fue la luna llena. —murmuró Stiles, comenzando a conducir alejándose del bosque—. ¿Vamos a buscar sus bicicletas?

—Nah, descuida. Las dejamos atadas a un árbol. —comentó León, asegurándose de soltar el tema de Scott por un rato.

El Jeep se quedó en un silencio tranquilo mientras las luces de las calles comenzaban a alumbrarlos de vez en cuando.

Una vez que Bill observó la casa de León a la distancia, soltó un suspiro de alivio, relajándose contra su asiento al estar seguro de que su amigo no diría nada vergonzoso frente a Stiles.

—Oye, Stiles. ¿Sabías que Bill necesita que alguien le enseñe a besar para su primera cita? —comentó León inocentemente, asomándose por entre los asientos y mirando primero a Stiles, que alzó las cejas con curiosidad, para después darle una sonrisa traviesa a Bill.

—¿Ah, sí? —preguntó Stiles, delineando su labio inferior con la punta de su lengua.

—Te odio. —dijo Bill sin mucha intención a su mejor amigo, ocultando su rostro entre sus manos y ayudándose con la camisa de Stiles para que su sonrojo no se vea en lo más mínimo.

—¡Aquí es mi parada! Nos vemos mañana Billy. Gracias por el viaje, Stiles. —saludó rápidamente León, bajándose del Jeep y caminando hasta la puerta de su casa entre risas.

—Entonces... —comenzó Stiles, encendiendo una vez más el motor y mirándolo de reojo con esa diversión cómplice.

—Ni una palabra.

—Lo que tú digas, Billy.

***
Amamos a León.

¿Qué les pareció el capítulo? ¡Los leo!

¿Podemos tomarnos unos momentos para apreciar la increíble portada? ¿Les gustó? Yo personalmente la amé.

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