01.06 Heart monitor
No puede pensar, su mente se cerró, reducida a un instinto más básico. Sus opciones son luchar o huir, y su cuerpo ha elegido hacerse el muerto.
No puede respirar y cuando lo hace es con mucha dificultad... no puede cuando los ruidos fuera de su ventana se escuchan tan aterradores como antes jamás se habían escuchado.
Bill está solo en su casa, esa noche no habían logrado colarse en la mansión Hale y cada amigo tuvo que volver a su propia casa.
Los hombres lobo no existen, Bill no cree en lo sobrenatural, pero todo eso es solo una mentira. Una mentira que cree que lo dejará dormir tranquilo.
Porque solo en su habitación la realidad del pueblo en el que vive es mucho más oscura y macabra de lo que parece a plena luz del día.
Sin León a su lado, Bill no tiene la valentía necesaria para fingir que no está tan asustado como realmente se siente.
Con su mejor amigo, podría caminar de noche por los bosques, podrían grabar a la bestia con una valentía que niños de su edad jamás lograrían conseguir porque estaban juntos y sabían que tendrían la protección de un Hale.
Pero ahora, de noche y a solas en su casa, el pueblo sobrenatural comienza a tener un nuevo significado en su mente aún aturdida.
Cerró cada puerta y cada ventana, pero no puede dormir porque hay movimientos fuera de su casa, tal vez solo sea algún mapache, pero Bill ahora sabe que no puede estar seguro de ello.
Nunca podrá estar seguro ahora.
Los monstruos están cerca, aquellos en los que había dejado de creer cuando llegó a cierta edad en dónde descubrió que solo eran fantasía.
Pero las fantasías ahora eran reales, tal vez más reales que nunca.
Ningún lugar es seguro ahora para Bill, y mientras piensa en el vídeo que Lydia Martin logró capturar con su teléfono, solo puede pensar en que Bill jamás podría enfrentarse a una bestia como esa, y sabía que no siempre Derek Hale estaría allí para protegerlo.
Derek es fuerte, pero no es suficiente, Bill sabe que el tipo solo se siente responsable por ellos porque gracias a sus palabras tanto él como León descubrieron el mundo sobrenatural pero en algún momento Derek no podrá estar con él.
Bill estará solo y sabe que la única forma en la que un chico como él podría llegar a defenderse era logrando que sus ojos brillen de la misma forma sobrenatural que los del resto.
No es el mejor plan jamás pensado, y ya ha tenido su buena cantidad de merecidas pesadillas en dónde una mordida terminó con la muerte suya y el sufrimiento de los pocos cercanos que él tenía.
Aún así, eran solo sueños, malos sueños que su mente paranoica formaba por temor a lo que podría llegar a ser.
Bill podría morir.
Pero también podría ser mucho más fuerte de lo que alguna vez habría soñado ser.
Podría sangrar de color negro.
Pero también podría enfrentarse a los monstruos sin temerle a ninguno de ellos.
—¿En qué estás pensando? —León le preguntó después de un largo silencio que se había formado entre ellos.
Bill parpadeó volviendo a la realidad y notando que ya no estaba más en su cama mirando las ventanas aterrado, si no que ahora estaba caminando con su mejor amigo por las calles del pueblo.
—La misión que nos dio Derek. —dijo Bill, sabiendo que era una mentira pero fue lo suficientemente interesante como para distraer a León de la realidad.
La realidad de los podría y de los que pasaría sí que habían comenzado a perseguir a Bill sin intenciones de detenerse pronto.
—Oh, sí. ¿Cuánto crees que tardarán en volver a verse? —preguntó León divertido, pateando una de las piedras en su camino pavimentado y mirando a lo lejos la preparatoria de Beacon Hills.
El año que viene estarían allí, León y él, estudiando cerca del hombre lobo Scott McCall, tal vez lograrían acercarse aún más.
Tal vez Bill podría pedirle ayuda a Scott para pedirle al alfa... El Alfa, la bestia.
Sí, está bien. Mejor me dejo de soñar despierto.
—Creería que ya se encontraron, es más, casi seguro de que fue la misma noche que Derek se lo prohibió. —dijo Bill, encogiéndose de hombros.
—No entiendo a las parejas enamoradas. —comentó León, negando con la cabeza.
—Yo tampoco, pero si tuviera de pareja a alguien como Christian Martin y Derek me pide que me separe de él... Bueno amigo, lo siento por Derek pero que se busque otro maldito lobo.
León volvió a negar con la cabeza intentando ocultar su diversión.
—Sabes que Scott está siendo egoísta, personas están muriendo y él solo tiene que conseguir una cosa: llamar al alfa, descubrir quién es él.
—Esas son... Dos cosas. —se burló Bill, una mano de León lo empujó hacia un costado y solo lo hizo reírse aún más.
—Vamos, sabes a lo que me refiero. ¡El pueblo está en peligro y Scott prefiere besarse con su novia!
—Bueno, si yo tuviera un novio como-
León lo interrumpe—. ¡Sí, Billy! ¡Ya entendimos que te gusta Christian Martin!
Justo ambos adolescentes habían pasado por un grupo de jóvenes más grandes que ellos, los cuáles se quedaron mirándolos un poco intrigados y burlones.
—Te odio tanto. —se quejó Bill, sintiendo sus orejas sonrojarse y bajando la cabeza para mirar sus propios pies.
—Bueno, eso te pasa por defender a McCall.
—No lo estoy defendiendo, ¡solo digo lo que Derek dijo! Es el primer amor del chico, no deberíamos ser tan duros con él.
—Oh, ¿ahora le haces caso a todo lo que Derek dice? —se burló León, mirándolo con una ceja alzada—. ¿Qué pasó, Billy? Tú fuiste el primero en llamar a Scott McCall un imbécil.
—Oh, woah. Eso duele. —Scott McCall pasó justo al lado de ellos, colocando una mano en su corazón como si las palabras de León fueran a dolerle físicamente.
—Hablando de Roma, hey Scott. ¡Mi papá dice que dejes de llegar tarde! —León gritó la última frase, saludando a Scott con su mano mientras el mayor seguía alejándose, McCall se dio media vuelta y le dedicó una amable sonrisa y un asentimiento.
—¡Dile que no se volverá una costumbre! —le respondió en un grito Scott, empujando a un par de alumnos y adentrándose por las puertas de la preparatoria.
—No le creo nada. —dijo León divertido, volteándose hasta Bill—. ¿Y tú?
—¿Yo? Yo encontré a Argent, mira allí. —Bill señaló con un asentimiento.
León siguió con la mirada a dónde Bill había apuntado con su barbilla y la encontró, Allison Argent.
Una vez más debían separarse para una misión secreta. Derek les había dicho que si querían ser útiles debían asegurarse de que Scott no se acerque a Allison Argent.
León iría a perseguir a Scott, y Bill a Allison.
—¿Por qué tú debes perseguir a la chica? —se había quejado el día anterior León, cuando Derek les dio la misión y estaban organizando todo.
—¿Por qué sino podría distraerme? Además tú también podrías distraerte si vas con Allison. —explicó Bill rápidamente, encogiéndose de hombros.
—¿Cómo? ¿Ya te gusta Scott también? —se burló León, alzando ambas cejas.
Frente a ellos, Derek frunció el ceño y chasqueó la lengua contra el paladar un par de veces, a modo de desaprobación.
—No es Scott, lo está llamando idiota todo el tiempo. —comentó Derek, recargado sobre el marco de la puerta.
—Es verdad. —León asintió—. ¡Oh, su amigo! ¿Stilinski?
—Stiles. —asintió Bill, una sonrisa boba en sus labios—. Ayer toqué su mano.
León lo miró sumamente divertido, Derek aún se quedó en silencio, como esperando algo más.
—¿Eso es todo? ¿Tocaste su mano y te enamoraste? —preguntó Derek, Bill hizo un movimiento de cabeza como un tal vez, ya que no era enamorarse pero sí fue algo nuevo e interesante—. Woah, y luego le dicen idiota a Scott.
—¡Oye, eso no es justo! Ves esto, dije que iría con Allison para no distraerme con Stiles, Scott es un inmaduro y arruinaría todo por esa chica. —explicó Bill, su voz más aguda por haberse sentido ofendido.
—Sí, lo que sea. No me importa como lo organicen, pero asegúrense de que Allison y Scott estén alejados hasta la luna llena. —y con eso, Derek se fue.
—¿Así que... Stiles? —preguntó León divertido, Bill sintió su rostro sonrojarse pero asintió levemente.
—Perfecto, entonces ¿ya nos dividimos? —preguntó León, rebuscando algo en su mochila, Bill asintió todavía mirando a Argent y sin querer perderla de vista—. Toma esto.
Cuando Bill volvió la vista a su amigo se encontró un teléfono completamente nuevo, con una funda color rojo, justo como su bicicleta.
Bill miró sorprendido y encantado a su mejor amigo y no pudo evitar abalanzarse contra León para darle un fuerte abrazo.
—No debías, torpe. —murmuró Bill, León le dio una palmada en la espalda y cuando se separaron lo vio sonreír con orgullo.
—Pero quería hacerlo. Ya coloqué los números importantes, fíjate. —León le extendió el teléfono y Bill lo tomó entre sus manos con mucho cuidado.
Un teléfono, para mí, mi primer teléfono.
La emoción lo sobrepasó por unos segundos, su sonrisa se encontró casi permanente en su rostro mientras desbloqueaba el teléfono con un deslizamiento y buscaba la agenda de contactos.
☆Lion. Era el primero, Bill bufó una risita y siguió bajando, sorprendido de que haya bastantes números.
Allison Argent.
Alan Deaton.
Lydia Martin.
Mamá.
Scott McCall.
Sheriff Stilinski.
Stiles Stilinski.
Bill miró sorprendido el último número, no sabía como León había logrado conseguirlo pero sabía que se debió a la conversación que habían tenido el día anterior.
No estaba enamorado de Stiles Stilinski como Derek había dicho, pero le pareció lindo, no tan lindo como Christian Martin o el mismo Derek Hale, pero fue un intermedio interesante que Bill no había creído que llamaría su atención, pero lo hizo.
Aún así, y aunque le pareció sorprendentemente lindo, Bill no intentó hacer nada, teniendo aún fresco el recuerdo del rápido rechazo de Christian y de sus burlas continúas, no intentaría hacer nada extraño para alertar a Stiles de ningún posible interés.
Después de decirle a Stiles su nombre, ambos se habían quedado esperando al sheriff mirando una película de star wars que justo en esos momentos se estaba reproduciendo en el canal que Stiles encendió.
Cuando el padre de Stiles finalmente llegó Bill logró conseguir una copia de las fotografías del alfa.
Gran sorpresa fue lo que se encontraron, puesto que las cámaras de seguridad habían logrado obtener mucha más información de lo que Lydia había logrado grabar desde su teléfono.
Ya que, después de que el alfa se escape hecho un monstruo rompiendo la ventana del vídeo club, en las fotos podía verse claramente una transformación y cómo se había vuelto humano.
O al menos caminando a dos patas, como lo había mencionado el sherrif Stilinski.
Tanto él como Stiles se habían sorprendido pero Stiles no se detuvo a hacer ningún comentario acerca de hombres lobo y Bill supuso que era porque su padre no sabría nada y tal vez quería guardarlo en secreto.
Bill aún seguía pensando si lo mejor sería contarle a su madre del pueblo en el que vivían, para protegerla y que sepa la verdad.
Sabía que ella le creería, el dilema estaba en la posibilidad de abandonar el pueblo si a su mamá no le encantó tanto la noticia de vivir rodeada de hombres lobo, fue esa la razón por la cuál Bill lo seguía pensando.
—¿Te gusta? —preguntó León, mirándolo ilusionado.
—El mejor regalo del mundo. —afirmó Bill, dándole una suave palmadita a la mejilla de su amigo y guiñándole un ojo, León asintió conforme y hizo una seña hacía el edificio frente a ellos.
—Allison está por entrar, ve a por ella y yo buscaré a Scott. —sugirió León, Bill asintió y guardó su teléfono en el bolsillo, comenzando a correr hasta Allison.
La idea era... Básicamente...
—¡Oh, lo siento mucho! —exclamó Bill, tanto él como Argent se encontraban ahora sobre el suelo, ella le sonrió y negó con la cabeza.
—Yo lo siento, estaba algo distraída.
Bill se levantó primero y la ayudó a juntar sus libros, para después extenderle una mano, ella lo miró con curiosidad pero la aceptó y Bill la ayudó a levantarse.
—No te había visto antes por aquí, ¿eres nuevo? —preguntó Argent.
—No, no. Aún estoy en octavo, ya el año que viene vendré a estudiar aquí. —comentó Bill, dedicándole una amable sonrisa y mirando los libros de Allison en sus propias manos—. Oh, lo siento. Ten.
Bill le extendió los libros a Allison y había uno que se encontraba doblado en una posición extraña, como si ella justo estuviera leyéndolo cuando Bill tropezó accidentalmente sobre ella.
Tomó el libro entre sus manos, dispuesto a ponerlo en su posición original para que no se maltrate, pero antes de poder hacerlo una ilustración del libro lo dejó inmóvil.
El alfa.
—Lo siento, no quería... —Bill cerró el libro que tenía la página marcada y se lo entregó a Allison, la cuál seguía observándolo de esa manera, con curiosidad.
—No, está bien. No debes disculparte, ¿te interesó la bestia? —preguntó ella suavemente, Bill asintió con rapidez, sabiendo que interesar no era la palabra correcta, pero dejándolo pasar.
Oh sí, se parece justo al alfa que estamos intentando cazar, ja, cosas de todos los días.
—Sí, huh, se ve aterrador. ¿De qué es el libro? —Bill preguntó, ella le hizo una seña para que la siga y ambos caminaron juntos hasta una mesa de mármol en las afueras del edificio.
—Es para un proyecto de historia, debe tener alguna relación con mi familia y... Mi tía me enseñó este libro. —Allison se sentó sobre una de las sillas y Bill se sentó frente a ella, tomando el libro que Allison le había extendido.
—No llegas tarde a tu clase, ¿cierto? —se aseguró Bill, abriendo el libro nuevamente en la página que Allison había marcado.
—Oh, descuida. Aún quedan un par de minutos.
Bill asintió, pero ya había perdido toda concentración en cualquier cosa que no sea ese libro, porque esa ilustración era exactamente igual al vídeo de Lydia, al de las fotos del sheriff.
No un puma, no un animal salvaje.
El alfa.
Bill leyó en un susurro la descripción de la ilustración—. La Bete du Gévaudan.
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